EL ALTAR DE LA DESTRUCCIÓN


Brasil nos pasa como alambre caído.


Autora: Iris Speroni


Esta semana el gobierno inició su plan dólar soja, que de acuerdo a sus propios objetivos, hasta el momento, le ha sido exitoso.


¿En qué consiste? Implementaron por un mes pagarle a quienes vendan soja $ 200 por dólar en lugar de $ 139,50 como al resto de quienes producen bienes y servicios exportables.


Muchas cosas están mal en esta decisión. 


La primera, es que quiebra la igualdad ante la ley, base no sólo de la Constitución Nacional, sino de cualquier criterio de convivencia.  ¿Por qué a quien produce soja y no maní o té o cerezas o aluminio o aceite de oliva? 


La segunda, es la arbitrariedad. Una autoridad del poder ejecutivo, para fines exclusivamente de corto plazo y para beneficio particular de un grupo pequeño de agentes económicos, toma una medida con severas repercusiones. Sube la soja, sube el precio del alimento balanceado para tambos y criaderos de cerdos, aves o vacunos (feedlots). Sin embargo el dólar de exportación para leches y derivados, carnes, cueros se conserva a $139,50; Para importar de carne de cerdo desde Brasil cuesta $ 147,50. El tipo de cambio actual (artificialmente bajo) es en los hechos un subsidio estatal a las importaciones y una traba infranqueable para la producción nacional de cualquier tipo. 


La tercera tiene que ver con las cuentas públicas. Compran a $ 200, se dan vuelta, y venden a $ 147,50 a sus amigos “industriales”, en particular a los de la industria automotriz, que tantas satisfacciones nos brindan a los argentinos, con su balanza comercial superavitaria y por las excelentes unidades de calidad y bajo precio que producen. Es una estafa y malversación de fondos públicos. Comprar un bien a 200 y venderlo a 150 es hacerle perder 50 al estado por unidad. Es una conducta criminal contra el fisco y contra la propiedad de todos nosotros.


La cuarta es la falta de conocimiento general de la economía y de la actividad. Argentina es relevante en numerosos mercados mundiales. No sólo soja, maíz o maní. También miel, porotos, arroz, lana o té. Hemos pasado a la irrelevancia en carne vacuna y trigo; delicias de la dirigencia política argentina, pero eso es otro tema. En aquellos mercados en que las exportaciones argentinas sí son relevantes, nuestro país es formador de precios. Esto quiere decir que si bien son commodities, cuando un gran exportador o un gran importador hace algo inesperado, incide en el cambio de precio. Ejemplo: 1) EEUU es un gran productor, consumidor y exportador de maíz. Si viviera una seca, el precio subiría. Si tuviera una producción mayor a la esperada, o un consumo inferior que aumentara sus excedentes exportables, el precio internacional bajaría (por aumento de la oferta internacional). 2) China es un gran comprador de maíz y soja. Si decidiera aumentar sus stocks de golpe, el precio internacional subiría. Pues lo mismo sucede con Argentina y la soja. Si nuestro país da un volantazo, (como vender en un mes lo que se espera que entregue al mercado en tres o seis meses) el precio puede bajar. Sin perjuicio de que las cerealeras locales utilicen esos movimientos como excusa para comprarles más barato a los productores. El cambio de condiciones en Argentina respecto al precio de soja produjo una caída del precio internacional de 10% - creo que momentáneo -. Una vez más, los funcionarios argentinos no piensan ni en el mediano plazo ni en el bienestar del país. Cuotificar las ventas es una buena política de precios que quedó destrozada por las urgencias. Cabe aclarar que no son urgencias financieras sino de consolidación de figuras políticas.


La quinta es respecto a la coyuntura financiera. Lo que se liquidó de soja esta semana es más o menos lo que se iba a vender de acá a diciembre. Entonces ¿para qué tanto lío? ¿Para decir “compramos X dólares”? Para tener reservas no es, porque así como compran, así es como venden. Es más, hace unos diez días directivos de la UIA tuvieron una reunión con las autoridades económicas en el ministerio para que les garantizaran el flujo de dólares barato. ¡Que no decaiga! 


La sexta, no es ni desconocimiento ni desidia sino intereses. El kirchnerismo ha tenido excelentes relaciones con las cerealeras desde sus inicios. El acuerdo de esta semana es sólo un paso más.


La séptima. Esta semana el BCRA instruyó un aumento de las tasas de interés para aquellos productores que retengan su producción. Es para presionar a los chicos (los grandes negocian por cuerda separada, como se ha visto). Abuso de poder, coacción, inequidad ante la ley. Sucede porque: a) los productores, en particular los pequeños, piden crédito, en lugar de trabajar con capital propio, como deberían; b) porque los productores, quienes manejan gran parte de la riqueza del país, incomprensiblemente, no tienen su propio banco. Al que no se organiza, todo le es adverso.


¿Quiénes adelantaron la recaudación que igual iban a venir de acá a diciembre? Las mismas cerealeras, que ya tenían la soja comprada - a $ 52.000 la tn; ahora está a $ 70.000 - o, según fuentes especializadas “grandes tenedores” que liquidaron los stocks; esto es fondos de inversión que gerencian grandes extensiones. Esta medida la congeniaron funcionarios con exportadores sin intervención de entidades representativas de productores.



¿Afecta esto al ciudadano de a pie? 


Mucho. La diferencia entre $ 200 (pagados a los “grandes tenedores” de soja) y los $ 147,50 (precio al que los amigos de la UIA compran los dólares) se cubrirá con emisión, que es lo mismo que decir impuesto inflacionario. Traduzco: esta aventura de Massa la pagarán las enfermeras que se bancan dos horas de colectivo desde su casa hasta el hospital, la pondrán los jubilados y pensionados, la financiarán todos los trabajadores asalariados. 


Existe una gran mentira que sostiene la clase política y lo hace desde hace décadas. “Hay que tener el dólar bajo para que no suban los precios de las cosas. Hay que tener el dólar bajo para que no suban los precios de los alimentos”. Es una gigantesca farsa. Numerosos ejemplos desmienten a las autoridades. En el 2021 el dólar oficial fue devaluado en un 26% y la inflación fue de 51%. La inflación de los alimentos fue superior al 50% ¿Entonces por qué manipulan el precio del dólar si no tiene efectos en la inflación? Porque el negocio es tener dólar barato para que los amigos lo compren. La inflación no les importa en absoluto. La prueba de que la inflación no les molesta - de hecho les encanta - es que la mantienen. Lo hizo Cristina Fernández, la exacerbó Macri (50%) y la superó Alberto Fernández. 


Brasil tiene un tipo de cambio alto para estimular sus exportaciones y no tiene inflación. Es más, este último mes le quitaron los impuestos a los alimentos para facilitarle la vida a la población. El sector de alimentos de Brasil crece sin parar en los últimos 20 años, reinvierte y es uno de los grandes motores de su economía y su nivel de empleo. Le pagan precio pleno al productor (con tipo de cambio justo y sin derechos de exportación), las pequeñas explotaciones son rentables, crecen sin parar. Brasil nos pasa como alambre caído. Acumulan reservas. No tienen inflación. Sea Lula, Bolsonaro o las Spice Girls, la política es la misma. ¿Saben qué? En Argentina venga Cristina Fernández, Mauricio Macri, Alberto Fernández o Sergio Massa, la política también es la misma. Y el bolsillo afectado siempre es del hombre de a pie.



La razón de todo este lío


Como muy bien explicó el Ing. Huergo en Clarín el 10/09/2022 , el ministro de economía se fue a Washington a pasar la gorra. Obtuvo dinero de organismos internacionales de crédito, originariamente renuentes. Tienen razón. Todo dinero que entra, en instantes se va. Los compradores de dólares a mitad de precio son insaciables. La clase política negocia hasta con Mandinga, pero esa regla no la rompen: los dólares baratos para los amigos siempre deben estar sobre la mesa. Aunque destruyan las economías regionales. Aunque dejen sin trabajo a todas las pymes de los cordones industriales de Buenos Aires y Rosario. Aunque el país no crezca desde hace más de una década. Aunque cada día haya más pobres. Aunque cada vez más gente trabaje en la informalidad. Aunque la industria automotriz nos haya costado U$D 60.000 millones de déficit comercial con Brasil en el SXXI.


No faltan dólares. Desde que asumió Alberto Fernández a hoy, la balanza comercial fue superavitaria en más de U$D 30 mil millones.


No faltan dólares. Son inmolados en el altar de los amigos del gobierno.



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Notas relacionadas:

¡ES LA SOJA, ESTÚPIDO! (Ing. Huergo)
https://www.clarin.com/rural/-soja-estupido-_0_5hD63lWIiE.html

LA GUERRA CONTRA EL CAMPO (Ing. Silva)
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(Dólar atrasado no es lo mismo a alimentos baratos).
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(Un tipo de cambio retrasado significa que el gobierno subsidia las importaciones frente a la producción local)
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