KORNELIA

Paga muy caro Bariloche su propia indiferencia o ignorancia.

Autor: Juan Martín Perkins  


Siempre me pareció que Bariloche es un paraíso habitado por gente extraña que no está a la altura del lugar donde tienen la gracia de vivir.

Me resulta incomprensible el estado de estrago permanente que exhibe el Centro Cívico, todo pintarrajeado y con diversos rastros de violencia sobre el monumento a Roca.


Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada” Edmund Burke. 


En Bariloche te pueden abollar el auto, rajarte la cabeza con un bate de béisbol “mapuche” por negarte a permanecer detenido en un corte de ruta.


Te pueden golpear y quemar tu cabaña en Mascardi, mientras las autoridades miran y protegen la integridad de individuos que exhiben la bandera de una Nación de fantasía…


Y nadie hace nada.


En Bariloche, la mayoría ha olvidado o nunca supo quién fue Francisco Pascasio Moreno.

Nadie sabe porque algunas embarcaciones (cada vez menos) hacen sonar 3 veces la bocina rindiendo honores al pasar frente a la isla Centinela.


Muy pocos saben que allí descansan los restos del “Perito Moreno” y su esposa.


Paga muy caro Bariloche su propia indiferencia o ignorancia.





A veces se nota desde el avión una gran mancha en el lago Nahuel Huapi junto a la ciudad, son los efluentes cloacales arrojados al lago otra gran metáfora que hay que interpretar.


Pero también hay historias de las buenas en la cordillera patagónica.


Los lagos cordilleranos son de origen glaciar y reciben todo lo que proviene del deshielo y la acumulación de nieve.


Son fríos, muy fríos. Sin traje de neoprene casi es imposible nadar sin sucumbir a la hipotermia. Además es muy difícil mantenerse a flote en aguas tan puras.


Magda, es una chica buena y sensible madre de dos chiquitos que tomaba sol en una playita de la península de San Pedro. Estaba con su marido Ale y sus hijos, los pequeños Catín y Cururú.


Una embarcación que navegaba por el lago a lo lejos viró hacia la costa y enfiló derecho donde se encontraba Magda y su familia.


Como no había muelle en el lugar y las piedras y vegetación hacían imposible que el barco se arrimara, Magda remó en su kayak acudiendo al pedido de auxilio.


Un señor vestido de marinero que parecía ser la autoridad del barco de excursiones, le preguntó a Magda si no sabía de una perra que se hubiera perdido. 


Magda no sabía nada, pero vió que a bordo tenían un animal exhausto y muy asustado que la enterneció.


El capitán dijo que era una perra ovejera alemán y que milagrosamente la habían rescatado a punto de ser tragada por las aguas en el medio del lago… 


El Nahuel Huapi es el tercer lago más grande de la cordillera argentina, es un mar de agua dulce y es imposible que una perra llegue nadando hasta allí.


Dos alternativas, dijo el capitán, o se cayó de una lancha o alguien la tiró para deshacerse de ella.


Magda no lo dudó, miró de reojo a Ale, Catín y Cururú que observaban impacientes desde la orilla y pidió que le pasaran la perra a bordo del kayak.


Todo estaba resuelto, ella se haría cargo.


El barco se fue y Magda remó lentamente hasta la playa llevando a su temblorosa amiga.


Es una perra ovejera joven, vivaz y muy inteligente que pronto se repuso. 


La llamaron Kornelia, como Kornelia Ender, la nadadora alemana que ganó 8 medallas y batió 27 récords mundiales convirtiéndose en la estrella de los Juegos de Montreal.


Hace 2 años que vive en Lincoln con su dueña por quien tiene un amor incondicional como sólo saben amar los perros.


Me gusta dar vuelta la frase de Edmund Burke, “Para que triunfe el bien, es necesario que los buenos hagan mucho”.


Magda y su familia lo hacen, por eso Dios les envió a Kornelia.



Juan Martín Perkins



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