EL VERDADERO AMO

 


Lo que sucede acá, en Argentina, es la representación de un guión que se escribió en otro lado. Por eso nos resulta tan ajeno.


Autora: Iris Speroni (@SperoniIris)



Durante dos décadas, con la más o menos excepción de Donald Trump, los que mandan, junto la WEF que los asesora y la pléyades de burócratas y alcahuetes, han hecho lo que quisieron.

Tuvieron rienda suelta.

El mundo que lograron puede ser que sea agradable para ellos, de lo cual no estoy muy segura, pero ciertamente se convirtió en una pesadilla para todos nosotros, en una infinidad de niveles.



La Argentina, de la mano de - básicamente - los radicales de capital federal y provincia de Buenos Aires, y del kirchnerismo, en ese orden, entró en dicho aquelarre.


Sucedió mucho antes de la imposición del aborto. Con el nuevo código civil, regalito troyano que nos dejó Cristina Fernández antes de irse, el cual incluye la pérdida de la patria potestad, la destrucción definitiva y de raíz del matrimonio, los embarazos subrogados y mil porquerías más. No olvidemos el canto del cisne del senador Bullrich: la hormonización de niños.


En resumen, la destrucción de la vida en sociedad tal como la conocíamos y que venía más o menos igual desde los romanos.


Para nosotros, los comunes, como dije, la vida se volvió una pesadilla. Falta de trabajo, viviendas caras y escasas, la imposibilidad de conseguir un techo, la destrucción de la familia y por lo tanto del ancla emocional que todos necesitamos, y la pérdida del control de nuestros hijos que ahora son propiedad del estado y el cual se ocupa como hace todo lo demás: caro y mal, envuelto en desamor y desidia, cuando no flagrante corrupción. 


Lo que sucede acá, en Argentina, es la representación de un guión que se escribió en otro lado. Por eso nos resulta tan ajeno. 


Nuestros interventores no son más que meros clones del resto, como la Jacinda de Nueva Zelanda, la Van der Leyen de Alemania/UE, Macron, Obama/Biden, etc. Los sacan a todos de la misma bolsa, para que hagan lo mismo. Alcanza con ver las fotos de Trudeau de Canadá con Macri de Argentina.



Putin en su discurso en Davos les recalcó a los dueños del mundo (o al menos a los alcahuetes ahí presentes) que ellos hacían y deshacían a su gusto, pero que bajo su tiranía vivía solamente el 12% de la población. Que el resto de la humanidad estaba en otra.



Los tiranuelos siguieron sin corrección de rumbo. Total, todo les salía a pedir de boca.



La rebelión


Pero, no todo es para siempre. En los últimos años, tímidamente, parte del pueblo empezó a mostrar que no estaba de acuerdo con algunas o todas las propuestas de los dueños del mundo [Occidental].


El hartazgo se fue manifestando en diversas ocasiones. El Brexit, la elección donde ganó Trump, el gobierno que ungió a Mario Salvini en Italia y que terminó en un golpe de estado soft, parcialmente revertido con el triunfo de Meloni.


En nuestro modesto Tercer Mundo vivimos experiencias similares. ¿Qué otra cosa es el doble rechazo al intento de modificar la Constitución en Chile? ¿Qué otra razón hay detrás del triunfo de Milei? Es el viejo voto rechazo o voto revancha.


¿Cuál ha sido la suerte de estas rebeliones?


La suerte de Trump la conocemos: la burocracia estatal le paralizó el gobierno y ha sufrido persecución política, económica y judicial por simplemente haber osado. Peor suerte han corrido sus asesores y ayudantes. Más de 150 personas que protestaron en las elecciones están presas; suerte que no corrieron los que destruyeron barrios enteros durante los desmanes de BLM o los que salieron a quemar negocios y autos la semana pasada en París.


Eso demuestra con total claridad quién está en el poder. Para los amigos todo, para el enemigo ni justicia.


Voy a citar a Reaction Life, sobre el resultado de las elecciones británicas la semana pasada, donde los conservadores sufrieron una paliza y los laboristas volvieron al poder luego de muchos años.


The Punishment Election, https://reaction.life/the-punishment-election/


It is understandable that Labour activists should be celebrating a landslide victory. But the more thoughtful among them will recall that, just five years ago, Boris Johnson was celebrating a great victory and a large majority, with the prospect of recalibrating British politics for generations by securing the Red Wall vote. Instead, he indulged in too much net zero – to please his wife, as commentators routinely pointed out – and massive and unsustainable immigration, which he had pledged to reverse. The consequences of that became evident on Thursday.


Es comprensible que los activistas laboristas estén celebrando una victoria aplastante. Pero los más reflexivos recordarán que, hace apenas cinco años, Boris Johnson estaba celebrando una gran victoria y una gran mayoría, con la perspectiva de recalibrar la política británica durante generaciones al asegurar el voto del Muro Rojo. En cambio, se entregó a un exceso de cero emisiones netas (para complacer a su esposa, como señalaban habitualmente los comentaristas) y a una inmigración masiva e insostenible, que se había comprometido a revertir. Las consecuencias de esto se hicieron evidentes el jueves.


Johnson asumió prometiendo acabar con la inmigración y satisfacer las necesidades de las barriadas industriales o ex industriales del norte de Inglaterra (trabajo formal, acceso a la vivienda, policía que cuide a sus hijas, etc.). Johnson nada de eso hizo. Se ocupó del fraude del “cambio climático”. Fue más de lo mismo. Así les fue.


Mario Salvini peleó contra la inmigración. Voltearon el gobierno y lo tienen aún hoy en medio de un proceso judicial inventado. Con las mismas banderas subió Georgia Meloni. Al día de asumir le explicaron como eran las cosas y debió subsumirse.


El mecanismo es siempre el mismo: líderes llegan con el apoyo popular y tal vez deseos de modificar “algo”; el poder real lo coarta hasta la expulsión/expurgación del gobierno o en su defecto dejarlo como figura decorativa.


Me recuerda una escena de Harry Potter, donde el recientemente asumido primer ministro de Gran Bretaña llega a su nuevo despacho. Apenas su ayudante cierra la puerta y se queda solo, se materializa el Primer Ministro del Mundo Mágico (el mundo de Harry Potter) y le explican con claridad cuántos pares son tres botas. La alegría del cargo no le duró ni media hora.


Milei prometió en su campaña electoral y en los debates presidenciales dos cosas bien claras: estaba en contra de la Agenda 2030 y consideraba al aborto un asesinato agravado por el vínculo. También prometió eliminar los derechos de exportación y liberar el tipo de cambio. Pero esto último, como dice James Bond, es sólo dinero (‘Ah, los placeres de ser empleado público!).


¿Qué hacer?


Hace bastante tiempo escribí ENDURO. Solamente nos queda fortalecernos y reorganizarnos. Reclamar dentro del sistema, mientras se tiene en claro que el verdadero partido se juega en otro lado. 


Nos gobierna gente que nos desprecia, nos odia y nos teme.


Ejemplo: Hay que reclamar que se eliminen los derechos de exportación (DEX, “retenciones”) con el claro conocimiento que sufriremos promesas incumplidas hasta tanto los productores no tengan representantes en el Congreso. Y aún así, saber que todo se va a dar vuelta con la primera excusa. Porque el partido es otro.


Ejemplo 2: Exigir que se elimine la ESI y se prohíba la hormonización de niños. Sabemos que nada se hará hasta que tengamos mayoría en el Congreso y aún así tampoco es garantía, porque un juez lo dará vuelta. La única solución es un cambio de régimen. Donde uno expulse a Amnistía y todas las ONGs similares y donde se cambien los jueces los cuales han sido nombrados pacientemente en las últimas décadas (por "ONGs similares").


Por eso coincido con Curtis Yarvin en que se necesita un cambio de régimen. No se puede cambiar mientras se duerme con el enemigo.


La ruta de resistencia es clara. La describí en ENDURO, POR DEBAJO DEL RADAR, ECHAR AL RÉGIMEN, y lo propio hizo Hegeliano en EXILIO INTERIOR y @Lohengrin82 en PREPPERS II


Sólo quedamos nosotros.


Actualmente estoy en proceso de lectura de LA OPCIÓN BENEDICTINA, de Rod Dreher. Habrá novedades.



Recapitulación

12% de la Humanidad está bajo esta tiranía atea, delirante, psicótica y asesina. Donde la única solución a todos los problemas es la muerte. 


Es una élite en guerra contra su propio pueblo. Una guerra religiosa y política; que tal vez sea lo mismo. Tendremos que hacernos a la idea sufrimos asedio religioso y político donde el objetivo desembozado es nuestra aniquilación.


Ésa es la mala noticia.


La segunda mala noticia es que nosotros, los argentinos, estamos dentro de ese 12%. Por eso nos impusieron el aborto, porque la élite nos quiere muertos, y por eso el año pasado murieron más argentinos que los que lograron nacer, por eso la Patagonia está deshabitada y los interventores concentran la mayor cantidad de gente posible en las urbes, donde el pobre no tiene lugar ni pa’ gallinero.


La buena noticia es que el 88% de la Humanidad está en otra. Se casa, tiene hijos y en casi todos lados puede adorar a su Dios. Puede criar cabras y gallinas, ordeñar, hacer queso y levantar su casa y usar una catramina del año 1970 para ir al mercado.



La segunda buena noticia es que en Argentina nuestro principal aliado es el caos y la ineptitud de los gobernantes.

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