VIRGINIA


Basta con ver fotos de archivo para comprobar el antes y el ahora.

Autor: Juan Martín Perkins   


Cuando se burlaron de Virginia Gallardo por asistir vestida de gala a la jura de su banca en el Congreso, me dio enojo y vergüenza ajena.

La nobel diputada juró humilde y emocionada por haber obtenido un cargo muy importante y trascendental en su vida, con la esperanza de poder hacer un aporte a su país.

Hasta hace poco se esforzaba por mantener notoriedad en el ambiente artístico, lo cual no es ninguna deshonra, y una noche de “Polémica en el Bar” dejó con la boca abierta y aplaudiendo como focas a todo el staff de “cómicos”, por ubicar en la palmera al gobernador de la provincia de Buenos Aires y ex ministro de economía de la nación.

Gallardo dejó claro que su interlocutor, en economía, no sabe hacer la o con un vaso.

O sea, de tonta no tiene un pelo, por el contrario, le sobra sensatez, sentido común y capacidad intelectual para desarmar a toda la banda de demagogos de discurso fácil.

Citar el buen ejemplo de la diputada Virginia Gallardo me sirve como prueba para demostrar que la clase política y dirigente tiene una profunda vocación por la cuesta abajo de la decadencia y la mediocridad. 

Como contraste a la diputada Gallardo, tenemos al diputado Grabois que simula dormir despatarrado en la banca con los pies levantados y hace morisquetas imitando a Sergio Massa cuando nariguetea cocaína… 

A Grabois nadie le recrimina su falta de respeto al jurar en remera con aspecto de no haberse bañado en la última semana. Pareciera que ir para abajo presumiendo ordinariez, es un orgullo.

Ninguna de las legisladoras, tan feministas e inclusivas, defendió a la nueva colega, por el contrario la trataron de gato libertario como si estuvieran libres de pecado para arrojar piedras…. Está claro que el congreso no es un dechado de virtudes…

Tampoco lo es el seno de la sociedad de la cual provienen los legisladores, donde estamos nosotros los ciudadanos que los elegimos. 

También venimos cuesta abajo.

Basta con ver fotos de archivo para comprobar el antes y el ahora.

Íbamos al colegio limpios y peinado, con uniforme o guardapolvo inmaculado

Nos arreglábamos para comer en familia. Nadie se sentaba a la mesa sin aseo y órden en el aspecto personal, por más pobre que uno fuera. Usábamos lo mejor que teníamos tanto para ir al trabajo, al teatro o a un evento político, deportivo, religioso etc.

Los hombres usaban saco y corbata para ir al hipódromo, a la cancha o a las carreras de autos por más que fueran a la tribuna popular. Todos éramos más formales, educados y elegantes. TODOS!!

No tenemos derecho a criticar a Virginia Gallardo por vestir de gala, deberíamos entender que no hacía otra cosa que respetarnos a todos nosotros por ingresar al recinto de la democracia rindiendo honores jurando por Dios y por la Patria.

¿Han notado como hemos descendido de nivel? Nadie puede negar que es más cómodo circular en bermudas, ojotas y remera… pero ¿les parece un atuendo adecuado para acercarse al altar a comulgar? ¿Se casarían en Joggineta? ¿Irían a una convención vestidos con el mameluco de YPF?

No es verdad que “la pinta es lo de menos porque sos un gordo bueno", creo que muchas veces es un reflejo del alma.

Y como dijo Mirta, “Como te ven te tratan y si te ven mal te maltratan”

Juan Martín Perkins

 


* * *


Follow @RestaurARG  Follow @JuanMPerkins

Agradecemos la difusión del presente artículo:  

* * *

Entradas populares

Traducir