LA AGENDA GLOBALISTA DE CAMBIO CLIMÁTICO ES UN CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD
Es mucho más que un error bien intencionado. Es una mentira descarada, promulgada por algunas de las personas más peligrosas que jamás hayan pisado la tierra.
Autor: Edward Ring
Nota original: https://amgreatness.com/2022/10/04/the-globalist-climate-agenda-is-a-crime-against-humanity/; en inglés al pie.
"Este retroceso anti sustentabilidad, este retroceso anti woke [antiprogre], es increíblemente peligroso para el mundo".
Alan Jope, Gerente General de Unilever, disertante en la Iniciativa Global Clinton [Clinton Global Initiative].
No sería una exageración decir que ésta es una de las más retorcidas acepciones de qué consiste "peligroso" en la historia de la civilización. No porque nadie esté en contra del concepto de sustentabilidad, pero porque la sustentabilidad tal como las define Alan Jope es increíblemente insustentable. Si él se sale con la suya, Jope destruirá al mundo.
Jope, Clinton, el infame Karl Schwab que encabeza el Foro Económico Mundial [World Economic Forum], el movimiento ESG informalmente dirigido por Larry Fink de BlackRock (con más de 10 billones - continentales - de dólares en inversiones) y todo el resto de las personas que defienden la globalista agenda climática ahora en boga coaccionan a ocho mil millones de personas a ingresar a una era de pobreza y servidumbre.
El principal blanco del movimiento de "sustentabilidad" es el combustible fósil, la combustión del cual, alegan, causa un catastrófico cambio climático. Despreciando el hecho de que el combustible fósil provee más del 80% de la energía consumida en todo el mundo, los bancos, fondos de inversión e inversores institucionales en todo el mundo Occidental usan el criterio ESG (medio ambiente, social, gobernanza) para negar la necesidad financiera de mantener y contruir nueva infraestructura para el combustible fósil.
Está funcionando. La presión de gobiernos, fundaciones internacionales y otras organizaciones sin fines de lucro y las finanzas globales están provocando cambios en políticas públicas sin precedentes, crean escaseces innecesarias y disturbios. Sólo en el último mes, nuevas reglamentaciones sobre las emisiones han iniciado protestas por parte de granjeros en Holanda, Canadá, España, Italia, Polonia y más lugares. Sri Lanka, en el proceso de ganar un perfecto puntaje ESG, perdió la capacidad de alimentar a su propio pueblo. En la furia social sobreviniente, el presidente fue forzado a abandonar el país. A pesar de ello, impávidos, los activistas globalistas del cambio climático desalientan a las naciones africanas de desarrollar el gas natural.
Debería ser fácil de ver la agenda escondida detrás de esta represión. Si usted controla la energía y la comida, usted controla el mundo. La mayor corporación multinacional sobre la tierra está empujando los mandatos ESG, porque los competidores emergentes o marginales no cuentan con la resiliencia financiera para cumplir con las trabas impuestas. Desde los pequeños granjeros independientes y los ganaderos de pequeñas naciones independientes, una vez que su habilidad para producir es quebrada, los grandes jugadores compran las piezas por peniques. Pero eso no es lo que usted va a leer en el Washington Post.
Verificar la credibilidad de la agenda de cambio climático, en caso de ser posible, requiere sortear varios obstáculos. El calentamiento global y el clima extremo ¿realmente sucede?, entonces ¿cuán serio es el problema?, ¿cuál es la causa del problema?, ¿cuáles serían las soluciones racionales al problema? El debate sobre estas cuatro preguntas está notablemente ausente del discurso en los medios de comunicación más importantes. Los escépticos son parias.
Porque si una sola respuesta escéptica es admitida a cualquiera de estas preguntas, colapsa el edificio entero de la alarma climática. Consideremos cada una de ellas:
El derretimiento del hielo es una especie de carta de triunfo en las manos de la comunidad de alarma climática. Si cada molécula de hielo de Islandia se derritiera en el océano, el nivel del mismo subiría 5 metros. Si los 13 km cuadrados del continente antártico perdieran su hielo, el nivel del océano subiría 50 metros. Sobre esto no hay discusión. Pero, ¿está retrocediendo el hielo?
El Wall Street Journal recientemente publicó un análisis teórico del físico Steven Koonin, donde remarca que la Antártida estuvo cubierta de hielo por más de 30 millones de años y está cubierta por 26 millones de giga toneladas (una giga tonelada equivale mil toneladas) de hielo. Según los cálculos de Koonin aún según las estimaciones más alarmistas, la pérdida neta sería de 250 giga toneladas por año, y que llevaría un siglo que el nivel del mar subiera siete centímetros y medio. Lo que Koonin quiere demostraras es que 250/26.000.000 es una fracción tan pequeña que excede el margen de error de los instrumentos de medición más sofisticados.
En Islandia, como en la Antártida, el hielo que se derrite en verano es compensado por las nieves invernales que acumulan hielo. En un paper [investigación], Michael Gallagher, evalúa cómo las nevadas afectan la masa de hielo en Islandia. A lo largo del documento, el autor reconoce grandes incertidumbres que hacen difícil predecir que un cambio climático automáticamente pérdidas netas de masas de hielo. Puede suceder que un clima más cálido pueda provocar mayores precipitaciones de nieve lo que más que compense el derretimiento y termine en un incremento neto de la capa de hielo.
En cuanto al hielo que flota en el Ártico, el cual no sube el nivel del mar cuando se derrite, pero sí produce un efecto de baja de la temperatura superficial, inexplicablemente sufre un pico en la última década. Vijay Jayaraj, para el Principia Scientific, cita hallazgos tanto de Instituto Japonés de Investigaciones Polares como del Instituto Meteorológico Danés, los cuales reportan que «la extensión del hielo en el verano del 2022 han sido superiores al promedio de los últimos años. La mayoría de los días de julio y agosto los niveles de mar congelado fueron superiores al promedio de los últimos diez años y significativamente superiores a los años anteriores».
Si buceamos más en la pérdida de hielo del ártico, en los últimos 40 años, el retraimiento estival ha sido más significativo, mientras que el máximo invernal cayó significativa. Así que supongamos que el planeta se calienta. ¿Cuál sería el problema serio aquí?
Para responder esto, usted puede acudir al informe de IPCC [agencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático], que rutinariamente desinforma a los gobiernos y a los medios de comunicación y desparrama los peores escenarios. Michael Shellenberger, un activista ambientalista y escritor, autor del libro "Apocalypse Never", en un reciente ensayo publicao en Substack, usa como referencia los propios informes del IPCC para refutar la idea de una crisis climática. Acá unos párrafos:
Desde el final de la Guerra Fría, los gobernantes, periodistas y activistas han marcado el derretimiento de los glaciares, la muerte de los arrecifes de coral, e inundaciones como signos del apocalipsis. Pero las personas leen mal las señales. Los científicos en 2022 que miden la Gran Barrera de Coral la hallaron más grande desde que se empezó a monitorear en 1986. Y, no sólo las muertes y daños por inundaciones han decrecido significativamente, por primera vez en 25 años, sino que no hay más ciclones en el Atlántico en agosto.
El cambio climático es real y tiene impactos reales en el mundo. Eso es seguro. Pero ninguno de esos cambios es el fin del mundo. Si bien mayores calores significan decoloración, los corales puede sobrevivir la decoloración; los científicos encuentran que los corales se adaptan y evolucionan con aguas más cálidas; y las personas están cultivando corales que sobreviven temperaturas más altas. Y el factor principal para prevenir los daños y muertes provocados por las inundaciones es el manejo del agua a través de canales y reservorios y mejores sistemas de evacuación de aguas, no una caída de las precipitaciones. En cuanto a los ciclones y tornados, estima que son menos frecuentes en un 25%.
A decir verdad, no hay base científica para ninguna de las premisas del apocalipsis climático. La FAO (Food an Agriculture Organization que depende de la ONU) prevé que los granjeros de las regiones más pobres del planeta, como el África Subsahariana, podrían disfrutar de un incremento del 40% de incremento en los rendimientos de las cosechas de tener acceso a los fertilizantes, riego y mecanización, aún si aumentara la temperatura global. No hay soporte científico para el alarmismo o un colapso inminente de las corrientes del norte del Océano Atlántico, que lleva agua cálida al norte y fría hacia el sur. Es más, es difícil llegar a un escenario donde un aumento de 4ºC pudiera significar el fin del mundo.
Así que, así sea leve o severa, ¿Qué es lo que causa el cambio climático?
Primero, como le gusta remarcar a los escépticos, el clima terráqueo siempre ha cambiado. Muchas de las variables en juego hoy son identificadas como grandes cambios en épocas pretéritas. Por más de 2,5 millones de años, la tierra ha sido una gran bola de nieve. Lo que estamos viviendo en la actualidad es conocido como el Holoceno interglacial, un período cálido que ha durado los últimos 11.000 años. Basados en la historia geológica, una próxima era de glaciaciones es largamente esperada.
Claramente no es el antropogénico CO2 el que haya provocado estos profundos episodios de cambio climático en el pasado de la Tierra. Otras causas que incluyen la forma del órbita en la que fluctúa la Tierra en un ciclo de 96.000 años, cómo fluctúa el eje terrestre en un ciclo de 41.000 años, y como el eje se balancea en un ciclo de 26.000 años. La combinación en la cual estos tres ciclos convergen impactan en cómo los rayos solares dan sobre las latitudes polares, probablemente disparando ciclos de calentamiento o enfriamiento.
El fenómeno orbital, en un principio, no se cree que sea suficiente para iniciar o terminar una era de hielo por sí solo, pero sí iniciar un proceso de retroalimentación del sistema de clima terráqueo. En ese sentido, el antropogénico CO2 puede, en realidad, postponer la próxima era de hielo. Según LiveScience.com «Científicos del Instituto de Investigaciones de Impacto Climático de Potsdam (PIK) en Alemania ha demostrado que el inicio de otras eras glaciares fueron iniciadas principalmente por caídas en las cantidades de dióxido de carbono y que el aumento del dióxido de carbono por efecto humano probablemente haya suprimido el inicio de la próxima era glaciar por los próximos 100.000 años».
Variables más inmediatas afectan el clima como por ejemplo los ciclos solares, así como las fluctuaciones de las corrientes oceánicas como la Oscilación Decenal del Pacífico de 20 ó 30 años, la cual también es afectada a su vez por la actividad volcánica que libera CO2. El clima puede ser afectado por la deforestación o la desertificación, las islas de calor de las ciudades, y otros cambios en el uso de la tierra. El clima es modificado por el vapor de agua en formas que todavía no son plenamente comprendidas.
La naturaleza multidisciplinaria de la ciencia del clima, las diferentes variables complejas que impactan al clima, las inciertas y a menudo conflictivas mensuras, la dicotomía entre los modelos predictivos y los eventos que luego se desarrollan, combinado con la incansable presión sobre los científicos de siempre reforzar el "consenso", deben llamar a cuestionar las proclamas alarmistas. Pero el clima siempre ha sido capaz de causar caos en la civilización. ¿Qué debería hacerse para mitigar los extremos?
Acá es donde la coalición catastrofista, con el lobby globalista ESG a la vanguardia, son ellos en sí mismos la más peligrosa conjunción de gente sobre la faz de la Tierra. Su solución, absurda, es acabar con el uso y desarrollo de los combustibles fósiles, y en 30 años, eliminar el uso de los combustibles fósiles en su totalidad.
Es nihilista, es una opresión tiránica. Es horrendamente insostenible. Es un objetivo imposible de alcanzar. Solamente acercarse levemente a ese objetivo en cuestión de décadas significará hambrunas, depresión económica y guerra - empobrecer si no matar a miles de millones de personas.
En sus declaraciones en la Fundación Clinton, el gerente general de Unilever, Alan Jope, también dijo lo siguiente: «En 1939, George Orwell escribió que habíamos caído en un abismo tal que establecer lo obvio es la primera obligación de toda persona». Continuó «establecer lo obvio, que vivimos una emergencia climática, se está volviendo una cosa impopular de hacer».
Afirmar lo obvio, sin embargo, es establecer que no estamos viviendo una "emergencia" climática. Y si bien tenemos razones para esperanzarnos que estamos cerca de establecerlo, todavía es un sentimiento impopular. Igualmente obvio es que la agenda globalista sobre el clima, entre otras cosas, apunta a controlar y racionar la energía en el mundo.
Alan Jope, y otros como él promocionan esta pulsión de muerte, son ellos mismos las personas más peligrosas de la tierra. Pueden alegar que son altruistas, pero si se salen con la suya, la destrucción que desatarán harán de los tiranos del último siglo una banda de amateurs en comparación.
Uno debe preguntarse cómo alguien puede ser tan delirante al enfrentar evidencia abrumadora en contrario. Alex Epstein, autor de "Fossil Future" ["Los fósiles del futuro"], y un experto en energía que se está volviendo una voz sensata en este tópico, recientemente produjeron el siguiente cuadro donde muestran los recursos requeridos para producir energías no renovables:
El revelador cuadro de Epstein - que usa datos del Departamento de Energía de EEUU - demuestra, que por unidad de energía producida, cuánto cuesta armar plantas generadoras solares o eólicas comparadas con las de carbón, gas natural o nuclear. Esto ilustra una de las grandes mentiras dichas por el lobby de renovables. La energía eólica y solar provee menos del 5% de toda la energía que se consume en el mundo. Ni siquiera cerca. Imaginen la huella de carbono de todas estas granjas de energía solar y eólica, si el combustible fósil y la energía nuclear e hidroeléctrica fuera desconectada. La energía renovable no es "sustentable".
Los arquitectos globalistas de la agenda climática saben bien todos estos hechos. También saben que si todo el mundo consumiera per cápita la mitad de energía que consume un norteamericano, la producción mundial debería duplicarse. Ése debería ser el objetivo de todas las naciones y la idea de que pueda ser logrado sin el desarrollo de combustibles fósiles es una mentira escandalosa.
¿Qué es lo que esta gente obscenamente rica, extremadamente peligrosa está pensando? ¿Cómo pueden posiblemente creer que van a hacer del mundo un mejor lugar, si su plan es forzar a miles de millones de personas al hambre y la pobreza mientras cubren millones de kilómetros cuadrados con granjas solares y eólicas? ¿Cómo puede esto ser una cosa buena?
Si el mundo se vuelven un lugar más cálido, nos podemos adaptar, como hacen la mayorías de las especies silvestres. Más CO2 significa más rendimiento de las cosechas y bosques que crecen con mayor rapidez. Más energía significa más prosperidad, y la historia ha demostrado que la prosperidad es la forma más rápida de tener menos niños. Es más, en la mayoría de las naciones industrializadas enfrentan un decaimiento en la población. El camino de la civilización no es crecer indefinidamente. La situación no es riesgosa. La biosfera aguanta.
La agenda globalista climática es más es mucho más que un error bienintencionado. Es un monstruoso crimen contra la Humanidad, promulgado por algunas de las más peligrosas personas que alguna vez hayan vivido. Es una mentira escandalosa que cualquiera de ellos afirme que nosotros seamos peligrosos si no pensamos que el mundo se va a acabar, y no estemos promoviendo pánico y miedo, y deseemos que todos los ciudadanos de todas las naciones logren la prosperidad.
Nosotros no somos los peligrosos, Alan Jope. Usted lo es.
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Sobre Edward Ring
Edward Ring es miembro jerárquico de American Greatness. También a contribuido como editor y asociado al California Policy Center, del cual es cofundador en 2013 y ha sido su primer presidente. Ring es autor de "Fixing California; Abundance, Pragmatism, Optimism", 2021, y "The Abundance Choice: Nuestra Lucha por Más Agua en California", 2022.
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The Globalist Climate Agenda is a Crime Against Humanity
"This anti-sustainability backlash, this anti-woke backlash, is incredibly dangerous for the world."
— Alan Jope, CEO, Unilever, speaking at the Clinton Global Initiative
It would not be an exaggeration to say this is probably one of the most inverted takes on what is “dangerous” in the history of civilization. Not because anyone is against the concept of sustainability, but because sustainability as defined by Alan Jope is incredibly unsustainable. If he gets his way, he will destroy the world.
Jope, Clinton, the infamous Karl Schwab who heads the World Economic Forum, the ESG movement informally headed by Larry Fink of BlackRock (with over $10 trillion in investments), and all the rest who champion today’s prevailing globalist climate agenda are coercing nearly 8 billion people into an era of poverty and servitude.
The primary target of the “sustainability” movement is fossil fuel, the burning of which allegedly is causing catastrophic climate change. Heedless of the fact that fossil fuel provides more than 80 percent of all energy consumed worldwide, banks, hedge funds and institutional investors throughout the Western world are using ESG criteria (environment, social, governance), to deny the financing necessary to maintain or build new fossil fuel infrastructure.
It’s working. Pressure from governments, international NGOs, and global finance is now delivering unprecedented shifts in policies around the world, creating needless scarcity and turmoil. In just the last month, new emissions rules have triggered protests by farmers in the Netherlands, Canada, Spain, Italy, Poland, and elsewhere. Sri Lanka, in the process of earning a near perfect ESG score, lost its ability to feed its people. In the ensuing fury, the president was forced to flee the country. Undaunted, globalist climate activists are discouraging African nations from developing natural gas.
It should be easy to see the hidden agenda behind this repression. If you control energy and food, you control the world. The biggest multinational corporations on Earth are empowered by ESG mandates, because marginal or emerging competitors lack the financial resiliency to comply. From small independent private farmers and ranchers to small independent nations, once their ability to produce is broken, the big players pick up the pieces for pennies on the dollar. But that’s not what you read in the Washington Post.
In a blistering editorial published on September 18, under “The Post’s View,” the editors wrote “The World’s Ice is Melting: Humanity Must Prepare for the Consequences.” For at least 30 years, and with increasing frequency and intensity, it is not the weather that has become extreme, but rather these proclamations. We have now reached the point where every major institution in the Western world is bent on spreading this panic. Yet very little of it is justified by the facts.
To verify the credibility of the globalist climate agenda, should it have any, several hurdles have to be overcome. If global warming and extreme weather is definitely happening, then how serious is the problem, what is the cause of the problem, and what are rational solutions to the problem? To all four of these questions, serious debate is mostly absent from mainstream discourse. Skeptics are pariahs.
But if a skeptical response to any one of these four questions is accepted, the entire edifice of climate alarm collapses. Consider each of them:
Melting ice is sort of a trump card in the hands of the climate alarm community. If every molecule of ice on top of Greenland were to melt into the ocean, sea level would rise by over 20 feet. If the entire 5 million square mile Antarctic continent were to lose its ice, sea level would rise by 200 feet. That much is indisputable. But is ice in retreat?
The Wall Street Journal recently published an analysis by theoretical physicist Steven Koonin, where he noted that Antarctica has been ice-covered for over 30 million years, and is covered with over 26 million gigatons (a gigaton is a cubic kilometer) of ice. He points out that even at the current estimated rate of net loss, 250 gigatons per year, it would take a century for sea level to rise 3 inches. What Koonin ought also to point out is that 250/26,000,000 is a fraction so small, it is unlikely to exceed the margin for error using existing measurement technology.
In Greenland, as in Antarctica, summer ice melt is offset by snow that causes accumulation of ice in the interior. A recent paper authored by NOAA’s Michael Gallagher evaluates how snowfall affects ice mass in Greenland. Throughout the document, the author acknowledges large uncertainties that make it difficult to predict that climate change automatically signifies net losses in ice mass. It may be that a warmer climate would cause increased snowfall to more than offset increased melting in Greenland.
As for floating ice in the Arctic, which does not raise sea level when it melts, but does offer a cooling, reflective surface at the top of the world, inexplicably it is at a decade high. Vijay Jayaraj, writing for Principia Scientific, citing findings from both the Japanese Institute of Polar Research and the Danish Meteorological Institute, reported that “the extent of ice in the summer of 2022 has been greater than the 10-year average. On most days in July and August, sea-ice levels were above the 10-year average and significantly more than the previous few years.”
Digging further into arctic ice loss, over the past 40 years, the summertime retreat of ice has become more significant, while the wintertime maximum has dropped slightly. So let’s assume the planet is warming. How serious is the problem?
To answer this, you can go to the IPCC’s own reports, which are routinely misread by governments and media to hype the worst case scenarios. Michael Shellenberger, an environmental writer and activist, and author of the book Apocalypse Never, in a recent essay he published on Substack, referenced IPCC reports among others to refute the idea of a climate crisis. Here are excerpts:
Since the end of the Cold War, policymakers, journalists, and activists have pointed to melting glaciers, dying coral, and deadly floods as signs of the apocalypse. But people misread the signs. Scientists in 2022 measured more coral on the Great Barrier Reef than at any point since they began monitoring them in 1986. And, not only have deaths and damages from flooding declined significantly worldwide, for the first time in 25 years, there were no Atlantic hurricanes in August.
Climate change is real and having real world impacts, to be sure. But none of those environmental changes are the end of the world. While warmer temperatures increase bleaching, corals can survive bleaching; scientists find that corals are adapting and evolving to warmer water; and people are breeding coral that can survive hotter temperatures. And the main factor preventing flood damage and death remains water management to channel stormwater through upgraded drain systems, not modestly higher rainfall. As for hurricanes, NOAA estimates that they will become 25% less frequent.
In truth, there is no scientific basis for any claim of climate apocalypse. The U.N. Food and Agriculture Organization and others forecast that farmers in the world’s poorest regions, like sub-Saharan Africa, could see a 40% increase in crop yields if they gain access to fertilizer, irrigation, and mechanization, even at high levels of warming. There is no science supporting the alarmist claims of an imminent collapse of the North Atlantic Ocean currents, which bring warm water north, and cool water south, an oft-repeated ‘tipping points’ scenario. Indeed, it is hard to come up with any scenario where temperature changes of 4°C could be world-ending.
So whether it’s mild or severe, what is causing climate change?
First, as climate skeptics are fond of pointing out, the earth’s climate has always been changing. Many of the variables at work today are identified as causing major climate shifts in previous epochs. For much of the last 2.5 million years, the earth has been a snowball. What we are living in today is known as the Holocene interglacial, a warm period that has lasted for 11,000 years. Based on geologic history, another ice age is past due.
Clearly it wasn’t anthropogenic CO2 that drove these profound episodes of climate change in Earth’s past. Other causes include how the shape of Earth’s orbit fluctuates on a 96,000 year cycle, how the tilt of the Earth’s axis fluctuates on a 41,000 year cycle, and how that axis wobbles on a 26,000 year cycle. The combinations in which these cycles converge impact how much sun hits the polar latitudes, possibly triggering warming or cooling.
These orbital phenomena are not believed to be enough to trigger the beginning or the end of an ice age on their own, but instead start a feedback loop in the Earth’s climate system. In that regard, anthropogenic CO2 may actually be postponing the next ice age. From LiveScience.com, “Scientists at the Potsdam Institute for Climate Impact Research (PIK) in Germany have shown that the onsets of past ice ages were triggered mainly by decreases in carbon dioxide and that the dramatic increase of carbon dioxide in the atmosphere, because of human-caused emissions, has likely suppressed the onset of the next ice age for up to 100,000 years.”
More immediate variables affecting climate include solar cycles, as well as major fluctuations in ocean currents such as the 20 to 30 year Pacific Decadal Oscillation. Climate is also affected by volcanic activity which releases CO2 and aerosols into the atmosphere. The climate may be affected by deforestation or desertification, urban heat islands, and other changes in land use. The climate is greatly affected by water vapor in ways that are still poorly understood.
The multidisciplinary nature of climate science, the infinitely complex assortment of variables impacting climate, the uncertain and often conflicting measurements, the dichotomy between predictive modeling and actual events, combined with relentless pressure on scientists to always reinforce the “consensus,” ought to call into question all alarmist proclamations. But weather has always been capable of wreaking havoc on civilization. What should be done to mitigate its extremes?
This is where the doomsday coalition, with the globalist ESG lobby in the vanguard, are themselves the most dangerous people on Earth. Their solution, preposterous on its face, is to halt further development of fossil fuel resources and, within 30 years, eliminate use of fossil fuel entirely.
This is nihilistic, tyrannical oppression. It is horrendously unsustainable. It is an impossible goal to achieve. To even approach accomplishing this objective in a matter of a few decades would cause famine, depression, and war—impoverishing if not killing billions of people.
In his remarks at the Clinton Foundation, Unilever CEO Alan Jope also said this, “In 1939, George Orwell wrote that we have sunk to such depths that stating the obvious is the first responsibility of every person.” He went on to say “stating the obvious, that we are having a climate emergency, is becoming an unpopular thing to do.”
To state the obvious, however, is to state that we are not having a climate “emergency.” And while we have reason to hope that a tipping point is near, that remains the unpopular sentiment. Equally obvious is that the globalist climate agenda, among other things, aims to control and ration all energy in the world.
Alan Jope, and others like him pushing this death wish, are themselves the most dangerous people in the world. They may claim to be high-minded altruists, but if they get their way, the destruction they unleash will make the last century’s tyrants seem amateur by comparison.
One must wonder how anyone can be so delusional in the face of overwhelming evidence. Alex Epstein, author of Fossil Future, and an energy expert who is becoming a powerful voice for sanity on this topic, recently produced the following chart showing the resources required to produce renewable power:
Epstein’s revealing chart—using data taken from the U.S. Department of Energy—shows, per unit of energy produced, how much goes into building solar and wind generating plants compared to natural gas, nuclear, and coal. This illustrates one of the biggest lies being told by the renewables lobby. Wind and solar energy provide less than 5 percent of all energy currently consumed worldwide. It isn’t even close. Imagine the footprint of this many solar farms and wind farms, if fossil fuel, nuclear power, and hydroelectric power were phased out. Renewable energy is not “sustainable.”
The architects of the globalist climate agenda are well aware of these facts. They also know that for everyone on Earth, per capita, to consume half as much energy as Americans consume per capita, energy production worldwide will have to double. That should be the shared objective of all nations, and the idea that this can be accomplished without further development of fossil fuels is a blatant, outrageous lie.
What are these obscenely wealthy, inordinately powerful people thinking? How can they possibly believe they’re going to make the world a better place, if their plan is to force billions of people into starvation and poverty while carpeting millions of square miles with wind and solar farms? How is this a good thing?
If the world gets a little warmer, we can adapt, as will most species of wildlife. More CO2 means higher crop yields and faster growing forests. More energy means more prosperity, and history has proven that prosperity is the fastest way to induce people to have fewer children. Indeed in most industrialized nations we already face population decline. The footprint of civilization is not destined to expand forever. The situation is not dire. The biosphere will endure.
The globalist climate agenda is more than a misguided but well-intentioned mistake. It is a monstrous crime against humanity, promulgated by some of the most dangerous people who have ever lived. It is a brazen lie for any of them to claim that we are dangerous if we do not think the world is coming to an end, are not promoting panic and fear, and wish to see citizens of all nations achieve prosperity.
We are not the dangerous ones, Alan Jope. You are.
Edward Ring is a senior fellow of the Center for American Greatness. He is also is a contributing editor and senior fellow with the California Policy Center, which he co-founded in 2013 and served as its first president. Ring is the author of Fixing California: Abundance, Pragmatism, Optimism (2021) and The Abundance Choice: Our Fight for More Water in California (2022).