LA ROSILLA
La "Rosilla" (RP 390), más criolla que el Martín Fierro (16 de diciembre de 2022)
Autor: Gonzalo Irastorza (*) (gonzaloirastorza@yahoo.com.ar; @eamondevalera)
La afinidad con un montado, es casi un don, una gracia de Dios. O se da o no se da. Con esta yegua, es imposible no sentirse identificado y amarla con toda el alma. Retrato, relato y honra a esta SEÑORA CRIOLLA con todas las letras: la “Rosilla” RP 390, “POLENTA” para los turistas.
Su origen se remonta a la Cabaña y Estancia “Stag River”, de Río Turbio, cuna de excelentes montados criollos, de los gruesos, de trabajo; de aquellos que hacen honor al famoso “galope corto y aliento largo”. Sangre con probada mansedumbre y de innegables aptitudes genéticas para las tareas camperas. La “Rosilla” nació el 6 de noviembre de 2001, su padre “Tragador Chinipo” (Res Gran Campeón en Palermo) y su madre, “Turbio Bigotes”.
Ensillar y montar a esta yegua es un placer sinigual. Llegó a Estancia “Nibepo Aike” (La Gerónima), en el Brazo Sur del Lago Argentino (la comarca de nuestro prócer FRANCISCO PASCASIO MORENO) a principios de 2004, cuando era todavía una potra. Su amanse, estuvo a cargo de los hermanos Almada, de Santo Tomé, República de Corrientes: no podía ser de otra manera: dale una buena potra criolla a un correntino y hará de ella el mejor montado. Tal el caso: el trabajo de doma realizado con la “Rosilla”, fue excepcional. Es un montado de una sumisión sin par, pero también de gran respuesta cuando se le exige. En pequeños detalles, se ven estas cualidades: se ubica de forma perfecta ante un portón, espera siempre al jinete, forma como un soldado prusiano, jamás niega la boca ante el freno, cabrestea de forma impecable y es una estatua firme a la hora de echarle las calchas. Se la agarra en el medio del campo y sin soga.
Ésta yegua no conoce lo que es el mal temperamento o la poca predisposición frente a la labor: está siempre igual, en estado de presteza permanente.
En su
momento de plenitud, y hasta sus 10/11 años de edad, trabajó con ganadería,
demostrando virtudes eximias para el arreo, aparte, trabajo en corrales, lazo y
cualquier menester campero que se le demande. Por su mansedumbre y
confiabilidad descomunales, desde 2012, se la destinó al trabajo con cabalgatas
turísticas. Como no podía ser de otra manera, descolló y lo sigue haciendo. Es
intuitiva en extremo: de una docilidad total con los que no saben montar y de
una energía integral con los que sí saben. Es
la maestra de equitación de numerosos niños, argentinos y gringos, que vienen a
pasear a estos pagos y que encuentran en la “Rosilla”, una auténtica MADRE que
los cuida como si fueran propios. Su obediencia, prontitud y fidelidad
deberían quedar retratados en los anales del mundo caballar. Se desenvuelve en
piloto automático: es tal su inteligencia natural que se adelanta a cualquier
iniciativa que le imponga el jinete.
Dios, Uno y Trino quiera
que la “Rosilla” viva 100 años más, y que la Ssma. se lleve a este autor antes
que a ella. No obstante, cuando llegue la hora, su paso al más allá, a la
Trapalanda, está más que garantizado. Allá irá al Paraíso de los caballos
criollos, a retozar con Mancha y Gato, enarbolando la azul - celeste y blanca,
diciéndole al mundo: raza criolla, montado de la Patria, de la Independencia,
de las glorias de las Pampas, del trabajo diario del hombre de campo; compañero
y hermano de la vida. Ni te hace falta una escarapela: tu porte criollo y
señorial dan cuenta de tu nobleza de sangre rioplatense.