BUSCAR VIRTUD DONDE NO LA HAY - DISTINTAS REGLAS DE JUEGO

Se ven a sí mismos como soldados en batalla, donde todo está permitido.


Autor: James Patrick Riley

Nota original: https://amgreatness.com/2022/06/10/projecting-virtue-where-none-exists/

Traductora: @Hyspasia

Nota en inglés al pie.

[Nota de la traductora: elegimos este artículo porque si bien se refiere a la realidad de otro país, describe con preciso la dificultad de relacionarse en política - de hecho en cualquier rubro - cuando no se comparte un marco conceptual y menos aún moral con el contrincante. Esas cosas nunca terminan bien. Considero este artículo complementario de otro de Curtis Yarvin, REFLEXIONES SOBRE LA ÚLTIMA ELECCIÓN EN EEUUdonde el autor sostiene «El propósito fundamental de una elección democrática es testear la fuerza de cada lado en un conflicto civil, sin que alguien se lastime de verdad. La mayoría gana porque el grupo más fuerte puede ganar. Es mejor medir fuerzas al contar cabezas, que con golpear cabezas; contar cabezas da una idea bastante aproximada sobre quién va a ganar una competición de golpes en la cabeza. El mismo resultado, menos contusiones: una optimización de Pareto. Pero esta aproximación es mucho mejor si actualmente cuenta a las personas que están dispuestas y habilitadas físicamente para caminar por la calle y comparecer en la sala de votación. Cualquiera que no pueda presentarse al cuarto oscuro es improbable que se presente en caso de una guerra civil. Esta es una de las muchas razones por las cuales una elección con participación presencial es una elección más certera y precisa».].


 Proyectar Virtud Donde Ninguna Existe


Los demócratas (EEUU) no tienen problema alguno con el fraude en las votaciones porque les viene bien. Si nos sirviera a nosotros [republicanos, EEUU], les importaría y mucho.


Imaginemos un intercambio absurdo. Suponga que usted comparte una cena con un sicario, un asesino por contrato. Usted sabe que es un asesino por encargo porque él se ha tomado la molestia de asegurarse que usted lo sepa. Él abrió su celular para mostrarle videos de su trabajo. Tiene más de un ejemplo.

«Mire a éste», dice. «Acá es donde le pegué un tiro en la nuca. Y mire acá. Éste soy yo. Estoy sonriendo para la cámara».

En semejante ocasión, usted puede, en algún punto, emitir un pensamiento racional. Adivino que usted estaría tentado a avergonzar o reformar al hombre al decirle «usted es un asesino». A ese punto eso ha sido claramente establecido.

Obviamente, él está orgulloso de sus actos. En la presencia de semejante maldad, reprenderlo es menos racional que escapar o arrestarlo. Un detective de homicidios no le respondería con un «usted es un mal muchacho», a menos que su pistola esté sin el seguro y apuntando. Si una persona ya no tiene conciencia, no tiene sentido apelar a la misma.


Nuestra "Justicia"

Creo que he estado albergando una presunción absurda. Proyecté mi propio sentido de lo que es fair play a mis oponentes ideológicos.

Hace algunos años, cuando los demócrata acusaron a Donald Trump de asociarse con los rusos, parecía algo tan disparatado, un ataque a la persona del candidato tan absurda que casi era una broma. Esa fue la primera de muchas presunciones erróneas de mi parte. Ellos jugaban de verdad. Exigieron un comité especial, gastaron decenas de millones de dólares, arrastraron por el fango a toda la familia Trump, hicieron que el mismo proceso fuera un castigo para varios asociados inocentes del entorno de Trump y no encontraran absolutamente nada.

Si bien no esperaba una disculpa de los políticos involucrados en esta maniobra, pensé que el Departamento de Justicia, junto a individuos "rectos" como Robert Mueller, pararían la pelota por un momento para considerar las consecuencias de estos actos para con la credibilidad de las instituciones.  ¿Debíamos asumir que engañar al Juez de Supervisión del Servicio de Inteligencia Extranjero por parte de los empleados del gobierno era el protocolo estandard? ¿Debe el pueblo de los EEUU calurosamente abrazar a los agentes del FBI por ayudar a un partido político a espiar al otro? Seguramente, alguien en el Departamento de Justicia piensa que todo esto está mal. ¿No es cierto?

En las últimas semanas, cuando quedó en claro que los abogados de la campaña de Hillary Clinton mintieron al FBI, el FBI sabía que le mentían, y que el Dossier Steele era meramente ficción partisana contra la oposición, entonces, seguramente, el Departamento de Justicia iba a sentir la necesidad de hacer limpieza. ¿No es cierto?  Aún si ellos [miembros del FBI] son mayormente demócratas, al menos necesitan verse como que les importa usar la misma vara para medir las conductas de todos. ¿No es cierto? ¿Cómo podrá el norteamericano promedio creer alguna vez en la igualdad ante la ley si al Departamento de Justicia no le importa y muestra que no le importa?

Me parece que cuando usted confronta a un juez o a un agente del FBI o a un fiscal general con incontrovertible evidencia de corrupción, en alguna recóndita esquina de psiquis de oficial-en-la-corte debe poner en funcionamiento alguna alarma moral de algún tipo. Si la credibilidad de la institución está en juego, ¿no deberían sus trabajos también estar en riesgo? Si los cimientos no son sólidos, todo el edificio colapsará.

¿Adivinen qué? No les importa. No son tan diferentes del asesino por encargo que se ríe de la moral de su interlocutor cuando escucha desaprobación en sus palabras. «No asesiné a nadie que no necesitara ser asesinado». Si usted piensa que realmente ellos [los demócratas] querían tener un verdadero ministro de justicia, usted se equivoca. Quieren un ministro que infunda terror en forma selectiva. No se ocupan de principios abstractos como la rectitud, honestidad, imparcialidad, porque ellos poseen el Ministerio del Terror y no piensan devolverlo.

Esto debería ser mucho más inquietante que la propia corrupción. No sólo ellos son corruptos - están orgullosos de ser corruptos. Evalúen el discreto aplomo de alguien como Michael Sussman, absolutamente seguro de que jamás vería el interior de una prisión federal. ¿Qué tribunal en Washington DC, o que juez de Washington DC consideraría un crimen el mentir al FBI a favor de Hillary Clinton? Usted, pobre, inocente tonto. El FBI por sí mismo se dedica a mentir como objetivo de su existencia. ¿No lo entiende? La "corrupción" no es más un crimen. Es sólo nuestra tribu en contra de la otra tribu y nuestras lanzan están mejor afiladas.


Nuestra "Democracia"

¿Alguna vez consideró cómo se ve su firma hecha con su gordo dedo índice cuando la dibuja en uno de esos cuadraditos electrónicos? Depende de cuánta grasa y mugre haya sido dejada en el mismo por los firmantes previos, la mía luce algo como una imagen fractal de un espaguetti quebrado. No sé cómo alguien puede llegar a seriamente a comparar eso con cualquier firma que yo haya puesto en un documento oficial. Y aún así inocentemente le pregunté a los empleados en el lugar de votación «¿Usted quiere decir que así es cómo usted verifica que fui yo quien vino a votar?».

«», me respondieron, con gran confianza institucional. «Exactamente. Ellos la comparan con sus otras firmas».

«¿Cómo?», le repliqué. «Eso no se parece a mi firma en absoluto».

La trabajadora del centro de votación se puso sus fraudulentos lentes.

«Tal vez usted tenga razón. Todas las firmas se ven un poquito deformadas».

Obviamente, ella jamás realmente consideró el problema, pero, claramente, no le preocupa en absoluto. Estaba ocupada buscando mi calcomanía "I voted" y agradeciéndome por participar.

Pero, ¿lo hice? ¿Realmente participé? En California, hay algo así como un millón y medio de muertos en los padrones (se mudó, está muerto, la dirección está mal). Mi hijo adulto, que se mudó a Ohio, continúa recibiendo las boletas de votación aún años después de su mudanza, a pesar haberse registrado en otro estado. Sin la identificación del votante, sin ni siquiera una firma confiable en el lugar de votación, con millones de votos de muertos asegurados, ¿a quién quieren engañar?

El fraude en las votaciones es tan viejo como la existencia de los EEUU. El abuelo materno de John Fitzgerald Kennedy, intendente de Boston, John Francis "Honey Fitz" Fitzgerald, cometió un fraude electoral tan grande en 1918 para una contienda para ingresar a la cámara baja, que la Cámara de Representantes tuvo que rechazar su pliego. Ésa debe de haber sido la última vez que a alguien realmente le importó el problema. JFK le dijo a su amigo del Washington Post, Ben Bradlee, que el intendente Richard Daley le había entregado Chicago y por lo tanto Illinois, en su elección presidencia, que ganó por un pelo, en 1960.

¿A usted le importa todo esto? Usted, pobre, ignorante tonto. Liz Cheney no es la única "republicana" que piensa que cuestionar una elección es antiamericano. El dinero "inteligente" afirma que el fraude en la votación sería imposible de coordinar, y que si usted habla de enviar personas a los lugares de votación con falsas identidades, usted tendría razón, pero es focalizarse en el mosquito e ignorar la ballena.

¿A qué llamaría usted estar en el padrón electoral sin prueba de nacionalizad? Eso es simplemente fraude por el sólo hecho de afiliarse a un partido político. ¿Cómo llamaría usted que organizaciones sin fines de lucro llenen las boletas electorales en los geriátricos de pacientes que no pueden comunicarse? Eso es fraude. ¿Cómo llamaría usted millones de votos de muertos en las votaciones por correo el año pasado? Es una oportunidad de fraude a una escala que no podemos ni siquiera imaginar, mucho menos auditar.

Y acá está el punto. Han diseñado un sistema que no puede ser auditado. ¿Qué sentido tiene recontar una urna llena de boletas? ¿Cómo sabe usted que esa pila de votos por correo que proviene de un distrito conservador no se ha misteriosamente perdido? Si no nos exigen que vayamos en persona con un documento que nos identifique, ¿cómo vamos a tener en cuenta todos esos votos enviados por correo? ¿Usted realmente me quiere decir que un empleado postal no va a "olvidarse" de entregar 10.000 votos que pueden dar vuelta una elección disputada? ¿No está levemente preocupado por la realidad descripta en "2.000 Mulas". de individuos, solos, entregando miles de votos en los buzones de voto por correo?

Cometí el error de pensar que a alguien del otro lado [demócratas] podía llegar a importarle. No les importa. No tienen ningún problema con el fraude electoral si les viene bien. Si nos sirviera a nosotros, pondrían el grito en el cielo.

Mientras tanto, esperamos virtud en donde no existe. Ellos están en guerra, y usan las convenciones de una guerra para justificar romper los diez mandamientos. Vemos cómo lo hacen sin pedir disculpas, y creemos que "pidiéndoles con cortesía" apelaremos a su conciencia, pero eso fue destruido años atras. Han robado la mayoría de las instituciones públicas. Las mismas instituciones que usted puede pensar que lo protegen a usted han sido exterminadas.

Por lo tanto, no importa cómo elijamos pelearnos con ellos, ni que herramientas usemos, debemos recordar esto: ellos se ven a sí mismos como soldados en la batalla, donde todo y cada uno de los estragos es permitido. Debemos actuar de acuerdo a esto.

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Nota Relacionada:

REFLEXIONES SOBRE LA ÚLTIMA ELECCIÓN EN EEUU  

https://restaurarg.blogspot.com/2020/11/reflexiones-sobre-la-ultima-eleccion-en.html


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Projecting Virtue Where None Exists

Ponder an absurd exchange. Suppose you are having dinner with a contract killer. You know he’s a contract killer because he’s made a point of making sure you know. He’s whipped out his cell phone to show you video of his work. He has more than one example.

“Look at this one,” he says. “That’s where I shoot him in the back of the head. And look there. That’s me. I’m smiling for the camera.”

To whatever extent, on such an occasion, you might be able to summon a rational thought, I’m guessing you wouldn’t attempt to shame or reform the man by saying, “you’re a murderer.” That much has been established.

Obviously, he’s proud of what he does. In the presence of such evil, rebuke is less rational than escape or arrest. A homicide detective wouldn’t respond to this by saying, “you’ve been a bad boy,” unless his pistol was cocked and aimed. If someone no longer has a conscience, there is no sense in appealing to it.

Our “Justice”

I think I’ve been nursing an absurd assumption. I’ve projected my own sense of fair play onto my ideological opponents.

A few years ago, when Democrats accused Donald Trump of colluding with Russians, it felt like such bald character assassination that it seemed almost like a practical joke. That was the first of many bad assumptions on my part. They were dead serious. They demanded a special counsel, spent tens of millions of dollars, dragged the entire Trump family through the mud, made process-is-the-punishment wreckage of innocent Trump associates, and found precisely nothing.

While I didn’t expect an apology from the politicians involved, I thought the Justice Department, along with “straight-arrow” guys like Robert Mueller, might pause for a moment to consider the consequences for their institution’s credibility. Were we to assume that government employees deceiving a Foreign Intelligence Surveillance Court judge was standard  protocol? Should the American people warmly embrace the FBI helping one political party spy on the other? Surely, someone  at the Justice Department feels awful about this. Right?

In recent weeks, when it became clear that lawyers employed by Hillary Clinton’s campaign had lied to the FBI, the FBI knew it was being lied to, and the Steele Dossier was merely partisan opposition fiction, then surely the Justice Department would need to make some show of cleaning house, right? Even if they are primarily Democrats, they at least need to look like they care about an even standard. Right? How would the average American ever again believe in the equal application of the laws if the Justice Department appears unconcerned?

It seems to me that when you confront a judge, or an FBI agent, or the attorney general with incontrovertible evidence of corruption, some corner of their officer-of-the-court psyche must be registering a moral alarm of some sort. If the institution’s credibility is at stake, shouldn’t their jobs be on the line, too? If the foundation isn’t sound, the building will collapse.

Guess what? They don’t care. They aren’t that much different from the contract killer who chuckles at your moral disapproval with the words, “I didn’t kill anyone who didn’t need killin’.” If you thought they actually wanted a ministry of justice, you were wrong. They want a ministry of targeted terror. They don’t care about abstract principles of fairness, because they own that ministry of terror and they don’t plan on giving it back.

This should be far more frightening than even the corruption itself. Not only are they corrupt—they are proud of being corrupt. Ponder the quiet confidence of a fellow like Michael Sussman, absolutely certain he will never see the inside of a federal prison. What D.C. machine jury, or D.C. judge, will ever consider lying to the FBI, on behalf of Hillary Clinton, a crime? You poor, innocent fool. The FBI itself lies for a living. Don’t you get it? “Corruption” isn’t a crime anymore. It’s just our tribe against your tribe, and our spears are sharper.

Our “Democracy”

Have you ever pondered how your stubby, index-finger signature looks like on one of those electronic signature pads? Depending on how much grease and grit is left behind by previous signers, mine looks like a broken strand of rasterized spaghetti. I’m unsure how anyone could reliably compare that mess to any signature I’ve ever put to official documents. And yet I naively ask the poll worker, “you mean to say this is how you know I was here to vote?”

“Yes,” I am told, with great institutional confidence. “Exactly. They compare it to your other signatures.”

“How?” I respond. “That doesn’t look like my signature at all.”

The poll worker puts on her cheater glasses.

“I guess you’re right. They all look a little messy.”

Obviously, she had never even considered the question, but, clearly, it didn’t bother her. She was busy finding my “I Voted!” sticker and brightly thanking me for participating.

But had I? Had I really participated? In California, there are something like 1.5 million dead voters on the rolls, (moved, dead, bad address). My adult son, who moved to Ohio, continued to receive ballots for years after his departure, despite having registered in another state. Without voter ID, without even a reliable signature at the polling place, and with millions of safely dead ballots, who are we kidding?

Voter fraud is nearly as old as America. John Fitzgerald Kennedy’s maternal grandfather, Boston Mayor John Francis “Honey Fitz” Fitzgerald, committed so much voter fraud in a 1918 congressional race that the House wouldn’t seat him. That may have been the last time anyone actually cared about the problem. JFK told his friend from the Washington Post, Ben Bradlee, that Mayor Richard Daley had delivered him Chicago, and thus Illinois, in his razor-thin presidential election in 1960.

You care about that? You poor, ignorant fool. Liz Cheney isn’t the only “Republican” who thinks questioning election integrity is un-American. The “smart” money contends that voter fraud would be impossible to coordinate, and if you’re talking about sending people to the polls under false identities, you would be absolutely right, but that’s concentrating on the mosquito and ignoring the whale.

What would you call voter registration without proof of citizenship? That’s simply fraud by virtue of likely party affiliation. What would you call nonprofit organizations filling out ballots for elderly resthome patients incapable of communicating? That’s fraud with a civic-minded face. What would you call millions of dead ballots in a mail-in voter year? A chance for fraud on a scale we can’t even imagine, much less audit.

And that’s the point. They have designed systems that can’t be audited. What good do you accomplish recounting a stuffed ballot box? How do you really know that pallet of mail-in ballots from a conservative precinct didn’t go missing? If we aren’t required to show up in person with tamper-proof ID, how can we account for all those ballots consigned to the mail? Are you really telling me one postal worker couldn’t forget to deliver the 10,000 votes it might take to swing a congressional district? Aren’t you at least a little bit worried about the “2,000 Mules” reality—single individuals making hundreds of ballot drops?

I made the mistake of thinking someone on the other side really cares. They don’t. They have no problem with voter fraud because it serves them. If it served us, they would care mightily about it.

Meantime, we project virtue where it doesn’t exist. They are at war, and they use the conventions of war to justify breaking all 10 of the commandments. We watch them do it without apology, and we think “asking nicely” will appeal to their conscience, but that was destroyed years ago. They have stolen most of our public institutions. The very institutions you thought were protecting you have been made over in their image.

So, no matter how we choose to fight them, and whatever tools we use, we need to remember this: they see themselves as soldiers in a battle, where any and all mayhem is allowed. We need to act accordingly

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