ESPONJA AMARILLA

Lo suyo no es apretar el puño con resentimiento sino festejar levantando los ojos al cielo, señalando y agradeciendo a Dios.

Autor: Juan Martín Perkins  


Cuando me senté ante la tele en el living de la casa de Ichi avisé.

Los himnos me empañaron los anteojos y tuve que recurrir al pañuelo de entrada.


Nuestro himno le ganó a La Marsellesa, y juntos, fueron el preámbulo perfecto para la mejor final jamás vista antes en la historia de la copa.


El que avisa, no traiciona. Avisé que los lagrimales son la parte menos perezosa de mi anatomía y no mentí. Lloré por mucho más que fútbol.


Ante mí, tenía la prueba evidente de la vuelta a la Argentina del trabajo, el esfuerzo y el mérito. La Familia, la Nación y la Fe, resumidas en la mirada al cielo de un equipo que nunca abandonó la búsqueda del objetivo. Un grupo de argentinos que luchó, se cayó y levantó cuantas veces fue necesario para darnos un poderoso ejemplo.


Y seguí sin poder controlar la emoción cuando volvieron y fuimos millones en las calles. Nada me conmueve más que la felicidad cierta expresada con espontaneidad. Ya sé, me vas a decir que es superficial, que los destrozos y bla bla. ¿Te parece? Yo la veo sublime.


Pensé en el gobierno encerrado, temblando de miedo por una ciudadanía unida en la alegría y diciendo acá estamos sin dádivas, choripanes ni colectivos escolares.


Acá estamos, a pesar de no tener transporte público y del solazo que raja el pavimento.


A pesar de semejante testimonio, el gobierno no acusó recibo del mensaje. Insiste en avergonzarnos con actitudes mezquinas y egoístas.


Fracasaron en el intento de manipular a los campeones, fracasaron con el operativo de seguridad de los festejos… Pero a pesar de toda la ineptitud y mala praxis no pudieron malograr la fiesta, que pudo ser una tragedia, pero no lo fue porque somos buena gente.


Estoy muy feliz por mi país, esto es mucho más que fútbol.


Un día hace unos años, mi hija mayor Juana me dijo que quería ser maestra.


No pude evitar intentar disuadirla con que es una profesión poco valorada y muy mal paga. 


Aún me resuenan las palabras de Juana: “No me importa papá, será mi forma de ayudar a mi país. 

Quiero ser maestra de primaria porque necesitamos empezar por el principio y yo quiero ayudar a los argentinos a recuperar lo que siempre tuve en el seno de mi familia


Juana es maestra de grado y este año trabajó en un colegio del barrio de Constitución. Todos los días camina entre acampes y manifestaciones soñando con que logrará que los partidos entre “Argentina vs Hambre y Ajuste” sean una pesadilla del pasado.


Cuando Juana se recibió lloró en mis brazos y yo en los de ella…  


Juana es como Messi a la salida del túnel, todos los chiquitos le quieren agarrar la mano.


Ella y su banda de maestras vienen a hacerse cargo de una Argentina dolida y humillada. Vienen a ayudar a las personas a ser mejores personas, vienen a traerles lo mejor de las comunidades rurales del interior de la Argentina… como la Scaloneta, vienen a traer sus historias de familia, su apego a la tierra, tradición y fe.


Como a Messi, a Juana le importa un rábano la política, lo suyo no es apretar el puño con resentimiento sino festejar levantando los ojos al cielo, señalando y agradeciendo a Dios. 


Según Hernán Casciari, Messi es un enfermo como su perro Totín… obsesionado con una esponja amarilla de lavar los platos…


Juana es igual, como mi perra Lila. Su esponja amarilla son los chicos, la educación, su familia, sus amigas, su país y la sonrisa de oreja a oreja…  No importa si la choca un Citroën o si se le escapa un gato por la medianera. Juana no se queja, no se tira y finge faul. Se cae y se levanta a perseguir la esponja amarilla.


Fue una semana con muchas emociones, sin cuartel para los lagrimales.


Ahora viene lo mejor, hay que prepararse para recibir a Nuestro Señor… 


¡Feliz Navidad! 


Juan Martín Perkins



* * *


Agradecemos la difusión del presente artículo:  

* * *

Entradas populares

Traducir