REFLEXIONES SOBRE ARGENTINA Y LA COP 27


La medición sistémica de las capturas de carbono realizada por los suelos, los distintos cultivos, los pastizales y los bosques argentinos con manejo sostenible son indispensables. 


Autora:  Laura V. Canale* (@LauVic)


El 1ro de noviembre pasado Alberto Fernández presentó el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático 2030, que abarca medidas a adoptar por las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Este documento fue presentado en la 27° Conferencia de las Partes con motivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) que se realizó entre el 6 y el 18 de noviembre en Egipto.

Se trata de un Plan que desarrolla como puntos estratégicos a la transición energética, la transición productiva, la movilidad sostenible, los territorios sostenibles y resilientes, la conservación de la biodiversidad y de los bienes comunes, y la gestión sostenible de los sistemas alimentarios y los bosques.

También se anunció el Plan de Estrategia de desarrollo con bajas emisiones a largo plazo (enfocada para llegar al año 2050) y cumplir así con los objetivos del Acuerdo de París.

Argentina se comprometió a través del Acuerdo de Paris (2015) a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 26% para el 2030 y a alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050. ¿Qué significa esto? El país deberá lograr equilibrar sus emisiones a la atmósfera a través de mecanismos que absorban, especialmente, dióxido de carbono. Algunos sumideros naturales para ello son los bosques y los humedales.

El agro tuvo un fuerte protagonismo en la COP 27 dado que continúa la discusión sobre los modos de producción agrícola y ganadero, y cómo impactan en el calentamiento global, debiendo garantizar el abastecimiento de alimentos con métodos productivos sustentables.

Es entonces en este marco que Argentina presentó en la Conferencia de Partes su “Compromiso en Materia de Seguridad Alimentaria y Producción Sostenible”. Se trata de una declaración firmada por Nación junto a entidades representativas del agro nacional. Entre ellas: Federación Agraria, Confederaciones Rurales, Sociedad Rural Argentina, Coninagro, Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) e Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).

En ese informe se sostiene con toda razón que el sector agroalimentario no es el problema sino parte de la solución, existiendo una fuerte preocupación por iniciativas y propuestas arbitrarias planteadas por algunos países o bloques, que no resuelven los problemas sino que, por el contrario, generan un agravamiento de la situación de vulnerabilidad de los más pobres al reducir la producción y el comercio internacional de materias primas y alimentos sanos, seguros, nutritivos y sostenibles, ampliando así la diferencia entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.  

Desde hace décadas que nuestro campo, teniendo presentes las diferentes realidades locales y sus propios modelos productivos, ha adoptado prácticas y tecnologías para mejorar la sostenibilidad en la producción de alimentos.

Tanto es así que esta demostrado que los métodos productivos de naturaleza extensiva pastoril contribuyen a la captura y secuestro de carbono así como a la conservación de los ecosistemas, asegurando la biodiversidad.

La ganadería argentina, desde hace ya varias décadas, aporta a la solución de los desafíos que presenta la seguridad alimentaria, siempre con sostenibilidad.

Nada de lo que lleve adelante el campo en materia de sistemas alimentarios debe significar menor producción de alimentos para nuestra población y para abastecer a los demás países. Y se debe proceder de este modo, como un compromiso con las generaciones presentes y futuras. Esta es la razón por la cual se deben tomar todos los recaudos para que el aumento de la producción de alimentos sea cada vez más sostenible, donde las prácticas y tecnologías adecuadas impliquen producir más con menos protegiendo, a la vez, los recursos naturales.

En materia energética es imprescindible promover regímenes de producción y consumo de biocombustibles y otros tipos de bioenergías (por ej. la energía de biomasa que se obtiene a partir de los residuos urbanos) que reducen significativamente las emisiones de gases de tipo GEI, aportando al desarrollo integral del país y a la generación de importantes cantidades de coproductos alimenticios.

A la vez, promover el aumento de la producción minera y reducir las emisiones de carbono, es uno de los grandes desafíos que deben enfrentar las empresas mineras.

La minería es uno de los sectores más complejo de descarbonizar, pero es lo que nos proporcionará los minerales y metales necesarios para lograr el cambio hacia una economía baja en carbono.

Cada vez es mayor la conciencia de que la transición energética es necesaria para disminuir las emisiones de dióxido de carbono que produce la quema de combustibles fósiles. Y, para Argentina, la exploración y explotación de minerales como el cobalto, el litio, el níquel y el cobre debería multiplicarse para permitir lograrlo a través de la producción, el almacenamiento y el uso de fuentes de energía más limpias.

Cada sector del sistema productivo argentino debe adoptar metodologías de balance de carbono con datos de emisiones reales, que permita el computo de la captura de carbono, así como el análisis y desarrollo de mercados de certificados de reducción de emisiones (bonos verdes), que sean transparentes y accesibles para todo tipo de productor.

La obtención de información real de cada proceso productivo, la medición sistémica de las capturas de carbono realizada por los suelos, los distintos cultivos, los pastizales y los bosques argentinos con manejo sostenible son indispensables para que nuestro país alcance la carbono neutralidad hacia el 2050.

A modo de anécdota y para finalizar mi artículo, días atrás me tocó compartir algunas horas de viaje con una profesora universitaria holandesa que mostró interés por diversas cuestiones ambientales sobre las que conversábamos. Repentinamente mi interlocutora me sorprendió con un razonamiento elemental pero no por ello, desacertado. Me decía que los astutos qataríes, aun nadando en gas y petróleo, desarrollan para consumo propio tecnologías diversas amigables con el ambiente (especialmente en energía solar) y destinan a la exportación prácticamente el 100% del recurso fósil, obteniendo así divisas que enriquecen sus arcas. Inmediatamente pensé en Vaca Muerta… Y por casa cómo andamos, mientras la Vaca no esté tan Muerta, de cara a los compromisos adoptados en la COP 27 ? O perderemos el tren una vez más?.


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*La autora es Abogada, Especialista en Derecho Ambiental (UBA), Profesora Universitaria.


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