ALEGRÍA Y FELICIDAD


Un círculo virtuoso de disciplina, inteligencia y generosidad.

Autora: Iris Speroni




Ni en los más afiebrados sueños pudimos imaginar unas fiestas tan felices como las que vivimos. 


La alegría nos inunda, nos sale por los poros, en una desmesura que recibimos con los brazos abiertos.


El plantel, el cuerpo técnico y la AFA toda nos ha hecho un regalo que llevaremos en el corazón todas nuestras vidas.


Ver, tanto el domingo como el martes, pero en particular el martes pasado, a familias enteras, con sus varias generaciones, en festejos por todo el país, es un respiro para nuestras almas. Miles y miles de niños, de todos los barrios, de todas las localidades, a los saltos, contentos por sus ídolos y por ver a los adultos tan felices.


La alegría es inconmensurable y se la debemos a Messi, al resto del plantel, a Scaloni, quien nos invitó a subirnos a la Scaloneta y a Tapia, por hacerlo posible. Pero también a todos los que mucho antes formaron a Pekerman; a Pekerman mismo por haber sido el Maestro de nuestro cuerpo técnico; a todos los profesores de los cientos de miles de niños que en todo el país con avidez practican deportes. Algunos porque les da placer, otros porque piensan que ésa es la única ficha que les hará salir de perdedor; con la cual van a poder comprarle la casa a la mamá. Y nada de todo eso sería posible sin los clubes de barrio, los presidentes y la comisión directiva que se hace mala sangre si se rompe el termotanque o si el pasto está muy seco. Los padres y madres que los llevan y los traen de entrenamiento y les dan proteínas a los párvulos en forma de milanesas.


Ninguno de estos muchachos nacieron de un repollo. Parte, porque nacieron del útero de la mamá, parte, porque se formaron en los miles de pequeños, pequeñísimos, medianos y grandes clubes que florecen en todo el territorio nacional. 


Es un círculo de inversión. En activos fijos (canchas, vestuarios), en gastos corrientes (boleto de colectivo, nafta, camisetas, milanesas) y amor (llevarlos, traerlos, alentarlos al borde de la cancha, enseñarles a jugar y también a ser hombres y mujeres honorables, pintar los vestuarios, lavarles el uniforme, inflar las pelotas). También es un círculo de inversión en saberes. José, quien entrenó a Pedro, que a su vez preparó a Juan,  el cual adiestró a Lisandro, que luego dirigió a Nahuel. Un círculo virtuoso de disciplina, inteligencia y generosidad.


Y lo que hacemos en fútbol lo repetimos cada día. Los que terminan el secundario de noche, los que van a aprender un oficio, los que van al industrial, los que cursan para enfermería o para integrar la Prefectura Nacional. Millones de personas que todos los días hacen lo mejor para ellos y los suyos.


Lo que nos dio esta selección es hermoso de punta a punta. Se sobrepusieron a las dificultades y festejaron el triunfo con su familia ante la vista del mundo. Cuando fue el momento de disfrutar, lo hicieron con coca y fernet con el pueblo en la calle y luego con el pago chico que los vio irse con el bolsito cargado de futuro e ilusiones. Como afirmé en ME VUELVO A ILUSIONAR, borraron de un plumazo los cientos de millones de dólares que pusieron a políticos, periodistas, artistas, catedráticos para forzarnos a decir que es lo que no es. No, señores, el pasto es verde. 


Todos tenemos mucho para agradecer. Espero que Tapia organice un Tedeum, porque todos se lo merecen, empezando por él mismo.


También mucho que aprender de estos atletas excepcionales.


Voy a usar las palabras del jovencito Julián Álvarez, por la simple razón de que yo no lo podría decir mejor: «Decirle a los más chicos y adolescentes que sigan soñando, creyendo; que si trabajan y se sacrifican y hacen las cosas bien y, sobre todo, si son buenas personas, estarán más cerca de lograr sus objetivos y sus sueños». El mejor consejo que van a recibir en sus vidas.


Les deseo una muy feliz Navidad junto a los suyos. Que estos momentos imborrables queden con nosotros para siempre. 


Los tiempos actuales podrán ser duros, pero a) estamos todos juntos en este barco y lo sabemos, b) hemos descubierto que después de todo, hay por acá bastante buena gente. Tenemos por delante tiempos promisorios. Nada es imposible si trabajamos, nos sacrificamos y hacemos las cosas bien. El futuro es nuestro.




«Navidad Criolla», del Maestro Enrique Breccia.


¡Felices Fiestas, llenas de amor!

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