CONSIDERACIONES EN TORNO AL NOMBRE DE LA ETNIA ARAUCANA III


Autor: Marcelo Javier de los Reyes

Nota original: https://saeeg.org/index.php/2022/11/25/consideraciones-en-torno-al-nombre-de-la-etnia-araucana/

Continuación de Parte II

CONSIDERACIONES EN TORNO AL NOMBRE DE LA ETNIA ARAUCANA I

CONSIDERACIONES EN TORNO AL NOMBRE DE LA ETNIA ARAUCANA II





El libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler Ilg

Para reforzar la idea expuesta ut supra[12], la de la novela de Olascoaga, es apropiado tener en
cuenta el libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler Ilg, investigadora que está fuera de toda discusión en cuanto a su intencionalidad política, ya que siempre fue muy proclive a las etnias indígenas que estudió.

En principio, emplea en el título mismo de su libro el gentilicio «araucano», lo que muestra, sin ninguna duda, que ese era el nombre que recibía la etnia en el momento en que lo redactó. También en el prólogo, escrito por ella misma, utiliza siempre el término «araucano» tanto como gentilicio de la etnia como para adjetivar sus manifestaciones, con una excepción a la que me referiré más abajo. En este proemio, agrega unos datos aún más relevantes para aclarar el tema, porque en el mismo recurre a la transcripción literal de dos testimonios de primera mano. Dice en el prólogo:

Hace muchos años le pregunté a un viejo aborigen que viniera de las cercanías del volcán Lanín a hacerse curar por el médico de los «Huinkas» —como decía— el origen de la maravillosa leyenda que acababa de narrarme, accediendo a mis ruegos.

Después de reflexionar un rato, me contestó, con la calma y dignidad propia de su raza.
– Habrá brotado de la alfombra de nosotros, los araucanos.[13]

Más adelante, en el mismo prólogo, expresa:

La apatía es otra de las características de este pueblo en proceso de desaparición como tal, sea por extinción como por mestizaje, y ese estado de ánimo lo reflejan muy bien las palabras que escuché una vez de labios del cacique Alfredo Namuncurá, nieto del gran Kalfucurá, poco antes que se uniera a sus antepasados.
– Antes, fuimos un río que corría sobre la tierra. Ahora, somos un río que corre escondido bajo la tierra. ¡El río de hoy, que sabía reír, cantar y hablar el araucano, no tiene voz! [14]



Prólogo del libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler Ilg

A confesión de parte relevo de pruebas. Puede tenerse por seguro que, si los informantes indígenas hubieran dicho «mapuches», la compiladora hubiera escrito «mapuches» y no «araucanos». Evidentemente, los informantes indígenas dijeron «araucanos».

Ahora bien, es cierto que en un párrafo del prólogo al hablar de la renuencia del nativo a contar al extranjero sus leyendas y tradiciones, dice:

Y entre ellos hay mapuches que enmudecen apenas ven que anotan sus cuentos y dichos, o piden que los escuchen nomás, que no escriban.

Afortunadamente para aclarar este punto, la autora coloca un «Vocabulario» al final del libro donde se encuentran las siguientes definiciones:

Mapu: tierra, país.
Mapuche: gente del país. El indígena.

Ello refuerza la idea de que cuanto la autora menciona en el prólogo el término «mapuche», no hace referencia a una etnia sino que lo emplea con el sentido del vocablo castellano «paisano», que es el mismo sentido que le da Olascoaga al adoptarlo como seudónimo para su novela. De paso, y como corolario de este trabajo, en ese vocabulario no figura la palabra «Mapudungum», uno de los términos inventado hace poco tiempo y que pretenden hoy en día ser introducidos como «ancestrales».




Sobre el «Primer Congreso del Área Araucana Argentina»

En el mes de febrero del año 1961, el gobierno de la provincia de Neuquén convocó al «Primer Congreso del Área Araucana Argentina» que se llevó a cabo en San Martín de los Andes. Se reunieron diversos congresistas, incluyendo participantes provenientes de Chile y los representantes «más calificados» de las etnias indígenas. Esta actividad fue descripta por el doctor neuquino Gregorio Álvarez en su libro El tronco de oro[15], entre las páginas 188 y 192. De allí pueden rescatarse las principales conclusiones asentadas en las Actas finales. Con el número 7, se expresa la siguiente conclusión:

Se estableció como más apropiado el gentilicio «mapuche», grato a los aborígenes, porque significa «gente de la tierra», en cambio de «araucano» que fue puesto por el español de la colonia.[16]

Esta es la primera mención del término «mapuche», en forma oficial, para reemplazar el tradicional y más certero gentilicio de «araucano». El enunciado en sí constituye una falacia porque aunque hubiera sido puesto en épocas de la colonia, cosa que no es tan cierta, se había mantenido vigente durante más de 150 años al momento de su reemplazo.

Por otro lado, este congreso es el huevo de la serpiente de los actuales movimientos indigenistas separatistas de la Patagonia. Se realizó en pleno marco de la tercera fase del indigenismo. Según algunos textos, en América el indigenismo habría pasado por tres fases. La primera, de enfrentamiento, en la que los nacientes países americanos buscaban obtener un estado de derecho en todo su territorio, situación que algunas etnias no estaban dispuestas a aceptar, porque, por ejemplo, cambiaba su sistema económico cazador – recolector.

En la segunda fase, los estados buscaban convertir a todos sus habitantes en ciudadanos; mediante la asimilación y la educación. Se borraba la distinción entre indígena y ciudadano; todos eran ciudadanos. Fue un período de pacificación. Pero a mediados del siglo XX, en consonancia con las «guerras de liberación» que se comenzaron a desatar en diversas colonias europeas a lo largo del mundo y seguramente impulsada por los mismos intereses, se inició una tercera fase: la de reivindicación de las etnias y status pre – Estado. En esta etapa vuelve a instalarse el conflicto. Es la fase que se mantiene actualmente, aggiornada y con nuevo impulso.

Al respecto, se copian debajo las conclusiones del congreso que anota Álvarez en su libro, donde se ve el origen de diversas líneas políticas secesionistas aplicadas en la actualidad:

1. Ha puesto de manifiesto la existencia de un apreciable número de estudiosos interesados en lo que se estima como acervo indígena de origen araucano.

2. Se refirmó la etnografía pehuenche para el pueblo protohistórico del Neuquén y el valor de las referencias cronológicas para la catalogación de los aborígenes que poblaron nuestro sur.

3. Se evidenció una preocupación de orden social y educativo por preservar al aborigen, que ya no merece el calificativo de indio montaraz, para llevarlo a formar parte, en forma condigna, del etno nacional.

4. Se ha revelado sumo interés por los estudios arqueológicos, dentro del ámbito patagónico. Las comunicaciones relativas a la culturas paleolítica y neolítica de aquende y allende los Andes, así como la que se refirió a la presumible existencia prehistórica del caballo en la Patagonia, basada en pictografías halladas en la isla Victoria, ha quedado como tema que reclama profundas investigaciones y confrontaciones.

5. En lo referente a lingüística, se han puesto en contacto especialistas de diversos lugares que, con irreductible rigor científico, promoverán el estudio de la lengua araucana o mapuche y sus dialectos, fonética grafía, modalidades y giros, así como su radicación, vitalidad y difusión.

6. En relación a la toponimia, sobre todo la de origen vernacular, se estableció la recomendación de su conservación y correcta interpretación. Además se consideró una ponencia que abogaba porque se devolviera la primitiva denominación indígena, a los lugares que sufrieron cambios.

7. Se estableció como más apropiado el gentilicio «mapuche», grato a los aborígenes, porque significa «gente de la tierra», en cambio de «araucano» que fue puesto por el español de la colonia.

8. Que pudo advertirse una corriente de simpatía de parte de los congresales hacia la tierra neuquina, sede del Congreso, y hacia su nativo que, en la oportunidad, evidenció su aspiración de gozar él y su progenie, los beneficios de la civilización.

9. Que el reconocimiento de la importancia científica ha quedado evidenciado y jerarquizado por la presencia de S.E. el señor Embajador de la República hermana de Chile y por la del señor Ministro de Interior, que llevó, además, la representación del gobierno de la Nación.

10. Que el gobierno de la provincia del Neuquén ha dado el primer paso en nuestro país para estrechar simbólicamente, en una reconciliación generosa y promisoria, al hombre ilustrado de las ciudades del presente, con el proveniente de una raza bravía, altiva, pero apegada con amor a su tierra. Ello permitirá establecer sobre bases humanas, una comunidad que puede servir como ejemplo en cualquier punto de América.

11. Que los delegados chilenos, que fueron también actores calificados y pudieron valorar la calidad de los trabajos y entusiasmo de los demás participantes, dentro del clima cordial, auspicioso y patriótico en que se desenvolvió, han regresado a su país con las miras de crear una Junta de Chilena Estudios Araucanos, y realizar dentro de dos años, un congreso similar.

12. Que el Congreso Araucanista no ha terminado sus funciones. Continúa con sus mismas autoridades, para proveer a la publicación de los trabajos aprobados y promover, dentro de un lapso tres años, la realización de un segundo congreso.

Son varios los puntos donde se advierte el origen de muchas líneas de la política separatista actual pero también muestra puntos que desarman ciertas falacias. Uno de ellos es que el mismo congreso, al ser convocado, llama «araucana» a la etnia, cosa que no hubiera hecho si estuviese circulando con anterioridad el término introducido en sus actas, es decir, el vocablo «mapuche». Si en 1961 el término hubiera sido de uso generalizado, nunca hubiera denominado «araucana» a la etnia. Pero también echa por tierra la mentira de la existencia de un territorio llamado «Mapu». No existía en absoluto esa noción. El congreso sólo se refiere a un área «cultural» denominada «araucana».

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* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.
Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.
Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).
Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

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Referencias

[12] Bertha Koessler. Cuentan los araucanos. Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1954, 153 p.
[13] Ibíd., p. 9.
[14] Ibíd., p. 10-11.
[15] Gregorio Álvarez. El tronco de oro. Neuquén: Editorial Siringa Libros, 1981.
[16] Ibíd., p. 191 y 192.

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