POR QUÉ YA NO HABLO MÁS CON "NORMIES"

 

"Automat", por Edward Hopper.

Nunca hemos estado en la Luna


Autor: James Delingpole (@JMCDelingpole)

Nota original: https://delingpole.substack.com/p/why-i-no-longer-talk-to-normies


Obviamente, eso no es del todo cierto. Claro que sigo hablando con gente normal cuando, por ejemplo, pido comida en un restaurante, pregunto direcciones, disfruto del pequeño retorcimiento del vicario mientras repaso su sermón después, o le pregunto a uno de los mozos de cuadra: "¿Qué necesito saber sobre este caballo?", o nos invitan a tomar algo más adelante y tengo que llenar lo que de otro modo sería un silencio sepulcral pontificando sobre las últimas tonterías que he tenido que reseñar en Netflix para mi columna de televisión...

Lo que quiero decir, más bien, es que ya no hablo con los normies de nada de lo que importa. Cosas como, por ejemplo, que nunca hemos estado en la Luna, que el 11-S fue un trabajo interno, que los Beatles y los Stones fueron una operación psicológica del Instituto Tavistock y que el mundo está gobernado por pedófilos satánicos que rocían nuestros cielos, envenenan nuestra comida y agua, nos asesinan en hospitales y quieren exterminarnos como cucarachas o explotarnos como esclavos.

Esta información, pensándolo bien, es muchísimo más interesante, útil y urgente que cualquier opinión que se me ocurra sobre, por ejemplo, Mi Año en Oxford, donde el profesor guapo pero con aspecto de canalla conquista el corazón de una joven universitaria estadounidense, pero luego se lo rompe al morir de cáncer. (Perdón. Debería haberlo dicho. Alerta de spoiler).

Pero aún así, no voy a malgastar más mis perlas de sabiduría y perspicacia con estos imbéciles normies. Ya he tenido suficiente.

De hecho, ya había tenido suficiente hace unos cuatro años cuando inscribí por primera vez en la gigantesca losa de granito al fondo de mi jardín, con letras de treinta centímetros de alto y resaltadas en negro, las palabras: "NO PUEDES BOMBARDEAR A LOS NORMIES CON LA VERDAD PARA QUE SE DEN CUENTA DE LAS COSAS".

Esta vez, sin embargo, casi lo digo en serio. La gota que colmó el vaso fueron dos incidentes recientes en los que intenté, una vez más, dedicarme a la divulgación, a la usanza de los Normie, para beneficio de los afectados. Y después, también una vez más, solo terminé sintiéndome infravalorado, incomprendido y, lo peor de todo, tratado con condescendencia.

El primer incidente fue cuando escribí un artículo para la edición digital de The Spectator sobre el tema de "revelar vídeos conspirativos que, sorprendentemente, todavía se pueden encontrar en YouTube". No era necesariamente el artículo que me encargaron los editores, pero decidí, como un detalle especial, presentar a los lectores áreas que probablemente no habían explorado antes.

Por ejemplo, supuse que ninguno de ellos había visto jamás los vídeos donde el difunto banquero holandés e informante de los Illuminati, Ronald Bernard, revela información sobre sus antiguos jefes. Ni la larga entrevista con Kay Griggs, quien habla sobre cómo es descubrir que tu marido héroe, un marine estadounidense ideal, es en realidad un asesino controlado mentalmente y secretamente gay que trabaja para un escuadrón de la muerte del Estado Profundo estadounidense. Ni aquella en la que el productor de cine Aaron Russo —o mejor dicho, el difunto y joven productor de cine Aaron Russo— le cuenta a Alex Jones las cosas extraordinariamente reveladoras que aprendió cuando se hizo amigo de un miembro de los Rockefeller. Cuando leí los comentarios a continuación, pensé que estarían llenos de lectores de Spectator diciendo: "¡Oye, gracias, James! Solía burlarme de los teóricos de la conspiración y pensar que estaban locos. Pero después de ver estos testimonios informativos de personas que claramente dicen la verdad, me han abierto los ojos. ¡Gracias, de nuevo, gracias, James! Ahora pienso comprar un montón de Bitcoin y empezar a prepararme, ¡y no me vacunarán nunca más!".

Pero ninguno de ellos —bueno, salvo uno de un alma valiente llamada Knoxville101 que escribió: «Sus podcasts son inteligentes, elocuentes y un deleite para escuchar»— dijo tal cosa. Se limitaron en gran medida a las típicas desestimaciones pomposas y los intentos desesperados de humor («Hay una respuesta simple para todo: fueron extraterrestres») y a las frases del tipo «¿Una gran conspiración? No creo que tengan la capacidad de organizarla», que ya esperamos de nuestros hermanos normies.

Por supuesto, fue una tontería por mi parte esperar otra cosa. Sobre todo teniendo en cuenta que los comentarios en sitios como el de Speccie están plagados de especialistas en desinformación de la 77.ª Brigada, porque les encanta controlar la narrativa, nuestras élites depredadoras.

AÚn así, no puedo fingir que no me decepcionó un poco que mi invitación juguetona a acompañarme en la madriguera del conejo no hubiera dado lugar a más aceptaciones.

Mi decepción se agravó por un segundo incidente en el que intenté, sin éxito, presentarle a un normie otro ejemplo de una de esas cosas que suenan a "teoría de la conspiración", pero que en realidad son hechos conspirativos verificables. Me encontré no solo rechazado, sino recibiendo un sermón condescendiente, claramente diseñado para ponerme en mi lugar, explicando con cansancio lo idiota que era mediante una lección de historia narrativa convencional.

A este comportamiento lo llamo "Normsplaining".

Lo más frecuente es encontrar esto con personas que han estudiado ciencias en la universidad. Te explicarán con una respuesta que suele incluir la frase "Física Básica", lo que implica que careces de la formación y la comprensión necesarias para comprender la "verdad" científica inmutable que intentan imponerte.

"¡Qué tonta! ¿Qué voy a saber yo? Soy una simple licenciada en letras", se espera que digas con una risita y un gesto de inocencia.

Lo que no comprenden del todo —porque son normies— es que, por mucho que eso afecte a la credibilidad de su argumento, bien podrían estar citando "Magia de Unicornio".

Así que ahí estaba este Normie, intentando impresionarme con su Magia de Unicornio, y sintiéndose —podía notarlo— muy satisfecho consigo mismo mientras lo hacía. Me recordó a uno de esos directores de la vieja escuela que te dan una buena paliza, no porque sea un pervertido en secreto al que le guste aporrear el trasero de los niños, sino, maldita sea, porque algún día se lo agradecerás, pues te está dando una lección que nunca olvidarás.

Tradicionalmente, en estas ocasiones, se supone que debes decir, al remangarte los pantalones, "¡Gracias, señor!" por la paliza que te acaban de dar.

Probablemente esta habría sido la respuesta cristiana ideal: poner la otra mejilla.

O, en este caso, poner la otra nalga.


"Rooms by the sea", Edward Hooper.


Desafortunadamente, siendo un cristiano pésimo, no podía simplemente sacudirme el polvo de los pies y seguir adelante. Simplemente tenía que hacer algo para desahogar mi frustración por haber sido tratado con condescendencia de esta manera tan molesta. Así que lo que pensé hacer —y espero que Dios me perdone si esto está fuera de lugar, pero creo que consolará a muchos compañeros de Awake ["Se dieron cuenta"] que han pasado por una experiencia similar— es expresarme en esta carta abierta a los Normies.


Queridos Normies:

Primero, quiero que sepan que en la comunidad de Awake ["Los que nos dimos cuenta"] los queremos mucho. Bueno, la mayoría los queremos. Escucho a algunos seguidores incondicionales de Awake decir que les tocó la peor parte cuando se pusieron las vacunas de la muerte solo para poder irse de vacaciones. Pero no estoy de acuerdo. Les vendieron esas vacunas "seguras y efectivas" con un prospecto falso, en medio de una operación psicológica de nivel militar diseñada para reducirlos a un estado de pánico, miedo, confusión y desesperación. Por supuesto que no fue su culpa. Y aunque lo fuera, aunque solo fuera un poquito, los/las seguimos queriendo porque la mayoría de nuestros amigos y familiares son Normies, y todos están hechos a imagen de Dios.

Y, por cierto, empatizamos totalmente con ustedes. Sabemos exactamente por qué piensan así, porque hubo un tiempo, antes de nuestro "Darnos cuenta", que nosotros también éramos Normies.

Pero, Normies, sólo porque los queremos, empatizamos con ustedes y entendemos completamente de dónde vienen no significa que estemos dispuestos a aguantar cualquier crítica sobre lo que imaginan que es la verdadera naturaleza del mundo.

No nos importa si tienen un doctorado porque no nos impresionan las credenciales de un sistema académico roto, corrupto y comprometido. No nos importa si han leído muchos libros porque, en su mayoría, probablemente sean libros Normies publicados para reforzar una narrativa particular que sabemos que es falsa. No nos importa si son personas de alto nivel en la cima de su carrera profesional porque sabemos cómo funciona el sistema de la Bestia y a quién suele recompensar. Y no nos importa su "ciencia" ni su "historia" porque sabemos que la mayor parte es falsa. Todo su paradigma, de hecho, es una tontería.

No entienden nada de esto, lo entendemos. Pero nosotros sí lo entendemos. Y ahí está la diferencia irreconciliable entre nosotros.

 

Con cariño, James 




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