CORCOVEAR

Autora: Ms. SlipStream (@MsSlipStream)




Hace unos días, con motivo de Semana Santa, tuve la felicidad de ir a pasar unos días al campo. En este campo se vive como antiguamente. Apenas hay señal de teléfono móvil, internet acaba de llegar por satélite, es mala, lenta y si llueve o hay tormenta eléctrica o viento, anda mal, amén de que es cara como de lujo. 

Es un establecimiento que  queda a 50 kilómetros de camino de tierra de una calle asfaltada, de la ruta y de la civilización. Los que viven ahí son gente que llevan varias generaciones, por no decir desde siempre, viviendo en y del campo. 


Río Salado.


Los caseros son un matrimonio muy joven. Ambos provienen de familias con profundas raíces en la tierra. Pasan largos inviernos en este lugar y trabajan arduo, come rain or come shine. Haga frío o calor, seca o inundación, siempre tienen algo entre manos. El hombre amanece temprano y después de unos mates se sube al nochero y recorre el campo. Cuenta el ganado, se fija que estén sanos y los cuenta cuando es la época los nacimientos. Es de cazar algún carancho y lo crucifica en el alambrado, para espanto de zorros y otras alimañas que andan por las pampas para la perdición de la hacienda. Junto con su mujer hacen con la leche que ordeñan la masa para el queso y la venden, hacen chorizos con los chanchos que compraron a medias con el dueño del campo y los venden, juntan los huevos de las gallinas que compraron a medias y los venden. 
Son una pequeña fábrica. Además.


El campito.

En el campo, el contacto estrecho con la naturaleza da un sentido de paz en principio porque el orden de la naturaleza queda tan gráficamente expuesto. Hay estaciones, bichos grandes, bichos chicos. Los más grandes se comen a  los más chicos, y así.  Todo responde a un fin. A grandes rasgos, los animales se crían con un fin, domésticos o humanizados. Si pensamos en los grandes animales, se crían con fines económicos, podemos mencionar a grandes rasgos el ganado para carne. Se busca que cada vaca produzca un ternero por año. Ese ternero se desteta a los seis meses para ser recriado, que tenga un aumento de peso vivo máximo, en un tiempo mínimo y con el menor costo posible. 
Si pensamos en las vacas de leche, en la producción tambera, se busca que la vaca produzca la mayor cantidad de leche con el menor costo posible. Se la insemina artificialmente. La cría se le saca al día de nacido y se lo cría artificialmente atado en una estaca y a la vaca se la hace entrar dos veces por día al tambo para ser ordeñadas mecánicamente por medio de un pulso de vacío para producir la leche para el consumo humano, la que encontramos en las góndolas de mercaditos, mercados y supermercados, chinos incluidos.
En cuanto a la cría de pollos se crían en galpones pequeños, con comida a valores constantes, con el fin de ser faenados en el menor tiempo posible. Lo mismo la producción de huevos para lo cual se crían a las gallinas en jaulas chicas con una vida corta, encerradas.



Las ovejas que se crían para la producción de lana y de carne.
Aún los perros tienen un fin que es de compañía pero también para colaborar en el trabajo de campo arriando animales, avisando si vienen visitantes o extraños.
Sobre los caballos hablaré más adelante.





Volviendo a nuestra pareja de encargados, cuando hay festivales, gustan de ir a los de doma y folclore, donde Ricardito, tal es su nombre, a veces participa en las jineteadas. El suegro está involucrado en la organización, y a mi requerimiento, me contactó con un activista a quien le pedí que me contara detalles de la doma, esa tradición tan arraigada en el acervo gauchesco. 

He aquí lo que me contó, con detalle, cariño y pasión.  

Imagen cenital de jineteada en Mercedes, Prov. de Bs. As.


Todos los animales tienen una razón de ser, un fin. A los caballos también. Hay caballos de deportes como el pato, el salto, el polo, para el trabajo, para recorrer el campo, arriar los animales y como flete o transporte. Otros, que son los que menos trabajan en comparación con otras disciplinas, según mi punto de vista, llamados reservados,  podemos usar variables medibles de sanidad y salud para afirmar que son verdaderos privilegiados del mundo equino. Tomemos el tiempo, por ejemplo.


El caballo de jineteada se ata por primera vez a los 4 años y ‘trabaja’ unos 14 segundos netos cada vez, y eso contando desde que le ponen los bastos y la encimera y a veces se ata sólo de clinas, por lo que el tiempo se reduce a la mitad. Si hacemos números, un caballo vive entre 25 o 30 años. En el mejor de los casos ‘trabaja’ todos los domingos. Puede llegar a ser empleado a ese fin un promedio de 16 años, si restamos la infancia y la jubilación.  O sea en total ese caballo reservado en la categoría larga, con basto y encimera da 10752 segundos totales en su vida ‘útil’, lo cual equivale a menos de 3 horas. 3 horas en quince/veinte años de vida útil.

Destreza: zigzaguear barriles. Categoría damas.
Hay para varones y menores.

La cantidad de años que viven los reservados  es de las más largas, precisamente porque es de los que menos trabajan. Los reservados llegan a adultos, viejos, ancianos, y se puede comparar con un humano que llega a viejo en óptimas condiciones de estado de salud. Para ello se invierte pesadamente en veterinarios, comida, alojamientos, limpieza y saneamiento. Es la niña bonita de los corrales, por así llamarlo.   Estos animales son de los más longevos. Puede vivir muchos años en muy buen estado sanitario en términos humanos una muy buena vida, con muy poco desgaste, muy poco daño.

Los caballos que se usan para trabajar en cambio tienen muchos más problemas, se les forman mataduras y sobrehuesos, y, como un deportista, tienen una vida muy corta. Llegan a viejos más rotos o duran muchos años menos.



Hablando de los reservados – caballo de jineteada- son aquellos que se habían tratado de domar pero por su comportamiento y su indocilidad después de dos o tres domadores y distintos métodos, no consiguieron domarlo, con y sin violencia, ni con métodos innovadores. Hoy en día ya no se insiste en querer domarlos para el uso en jineteadas. Se conservan padrillos y yeguas con estas condiciones, se crían los potrillos, se los empieza a trabajar bien, de abajo, que estén mansitos, que se amiguen con la persona de abajo – o sea no el que lo monta sino el que lo amansa amigándose. Esto lleva alrededor de los 4 años. Se los prepara especialmente. Hay numerosos criadores a lo largo y a lo ancho del país que eligen según la genética estos animales nobles y los preparan para competir en las jineteadas, como se hace con los humanos en las olimpíadas o cualquier competencia deportiva. Son verdaderos atletas.




Antiguamente,  a esos caballos indomables, los llamaban ‘de tacho’. Por no cumplir una misión, por no ser de utilidad para el campo, dejaban de tener una función económica. Recordemos que un caballo come cinco veces más que una vaca. A veces las pasturas son insuficientes para el ganado y la totalidad de los animales, y no se puede mantener un animal que coma tanto y no dé ninguna contraprestación. Antes los caballos que no servían para ser andados, y por lo tanto no servían de flete, ni para arriar, ni para saltar, ni para pasear, ni para ir a recorrer el campo cuando está todo inundado,  o poceado, o no  hay caminos, o todo otro impedimento, se mandaba ‘al tacho’. Es decir, al matarife, para que lo mataran y lo hicieran comida. Dicen algunos que van a dar a las salchichas. Un médico dijo una vez que en realidad las salchichas se hacen con hígado de vaca.

Por lo tanto, la jineteada, viene a rescatar realmente todos esos caballos, yeguas y potrillos, si no existieran serían catalogados directamente “de tacho”.




Argentina es un país líder en la exportación de carne equina. Los campos donde se crían vacunos o yeguarizos o lanares se crían con un fin económico. La producción agropecuaria no sólo tiene que pagar altos impuestos en la Argentina porque es una de las pocas industrias que producen, a lo que hay que sumar el alto riesgo climático, imposible de calcular, prever o impedir, como las sequías, las inundaciones, los tornados, el Niño, la Niña, las inundaciones por la falta de infraestructura fruto de la corrupción de los gobiernos que no invierten en mejoras hídricas y de suelo entonces las napas se llenan y el agua no drena y así se pierden cosechas enteras cuando paralelamente se obligan a pagar casi la mitad de su producción en impuestos. Y eso hablando grosso modo de lo que sucede en la pampa húmeda.

Si el campo no produce, no se puede sostener. No se puede, a menos de que uno sea rico, tener caballos por lo lindos que son. A menos que uno sea tropillero.



Se menosprecia al gaucho, se lo trata de bruto, lo cual ofende, porque el binomio ancestral, noble de gaucho-caballo estuvieron en los cimientos mismos de la Patria. El primer soldado de los que liberaron a esta Nación lo hicieron hombres a caballo. Los avances de frontera los hacían los gauchos. Las batallas avanzaban a lomo de caballo. Las fronteras se cuidaban a lomo de caballo.




Volviendo a la jineteada en sí, hoy hay grandes avances en cuanto al bienestar animal. Y tiene que seguir avanzando. No está todo perfecto, hay que seguir mejorando. 

Pero a la crianza privilegiada de los reservados, los cuales fueron elegidos con precisión, uno por uno, por su resistencia, se le agrega que en todas las jineteadas hay presente un veterinario, las instalaciones son más propicias para albergarlos y cuidarlos porque son atletas de alta competición, en definitiva.

Si se jinetea en verano se controla que haya sombra y agua. Se controla que las espuelas no existan o no lastimen. No se atan yeguas preñadas o con potrillos en pie. Se va evolucionando. Y trabaja gente consciente. Los jinetes tienen una mutual que los cubre en caso de accidentes.


El fin de las fiestas de las jineteadas forma parte del todo. Se beneficia a escuelas con carencias muy importantes, muy marcadas, que no tiene maestros y una sola maestra tiene que atender a varios grados a la vez, y vivir en aislamiento cuando llueve y no puede salir, a veces solas. Ayudan también con los fondos que generan a hospitales rurales u otros organismos que atienden a las comunidades de campo. La gente viaja a participar de esos eventos como los chicos urbanos a los festivales o raves. Convoca a familias y parientes, vecinos y conocidos en un ambiente sano y alegre. Se cubren vacantes y carencias en donde el estado por las razones que sean no puede llegar o estar como se esperaría. En parajes remotos, campo adentro, hora de viaje campo adentro lejos de los caminos y de la civilización se benefician con estas reuniones. En estas fiestas donde los gauchos muestran lo que mejor saben hacer, donde se pueden lucir los que trabajan invierno y verano, frío y calor, donde nadie los ve, a veces una vida entera. Este es un momento para lucir su trabajo a veces un poco opaco o que sucede a los ojos de nadie.




Las fiestas de las jineteadas también generan empleo. Payadores, jinetes, animadores, tropilleros, apadrinadores, veterinarios, transportistas equinos, vendedores ambulantes, artesanos que trabajan exclusivamente para estos eventos, canales de radio locales, rurales, canales de televisión que emiten para una cantidad de público importante que es la gente de campo. Y más allá de eso, en los pueblos del interior se espera con gran anticipación las jineteadas y la fiesta porque aumenta la ocupación hotelera, gastronómica. Hay mucho que se mueve gracias a las jineteadas y por ende por los reservados.


El reservado, volviendo al tema, es de los que mejores viven, comparado con sus congéneres, porque trabajan poco, viven en libertad, no conoce el cautiverio, vive a campo, suelto, libre, en un buen potrero, con buen pasto, se le suplementa con ración, se lo controla veterinario.

Por lo tanto no debería juzgarse sin antes considerar esta información que quizás es desconocida y hace al marco general del asunto. Algo que es vital en la defensa de esta actividad, lo cual ocurre igual que en el polo y en las carreras, en el pato y la caza y todos los otros deportes de a caballo. Y es que el correr y corcovear está en su naturaleza, es la esencia de los caballos. Está en su ADN. No hay nada que le guste más a un caballo, potrillo, padrillo o yegua que correr y corcovear. Y ganar. Como yo. 

Por eso defiendo las jineteadas.


Jineteada femenina en Jesús María.


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Si le gustó este artículo sugerimos la lectura de "EL CUENTO DE HEIDI Y EL CABALLO FEROZ" por @dcacademico.

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