LAS COREAS Y EL REALISMO
Las Coreas y el triunfo del realismo
El proceso de estabilización política en Extremo Oriente - Península de Corea y su derrame en la vecindad próxima- es uno de los eventos (geo) políticos mas relevantes en lo que va del siglo junto a otros que reflejan mutaciones del sistema internacional, a saber:
a) La ocupación musulmana de origen afro-Medio Oriental de Europa [1];
b) El Brexit británico;
c) Los fenómenos político-culturales de “desglobalización”: fallas en el multiculturalismo, grietas en el “pensamiento único”, desmonte del discurso del “Fin de la Historia” y las fuerzas globalistas amesetadas o en franco retroceso [2];
d) La revisión profunda de la política exterior de Estados Unidos superando tanto la fase neoconservadora busheana como la liberal-globalizadora obamista. Ambas compartían el intervencionismo militar sustentado en una lectura unipolarista del sistema internacional; desfasada en al menos una década (el unipolarismo estricto se correspondió con el período 1991-2003) y que intentó soslayar sin éxito los procesos de “counterbalancing” sistémicos, tal cual los expone la teoría neorrealista de las Relaciones Internacionales;
e) El terrorismo yihadista de inspiración sunni-wahhabita surgido con las “Primaveras Árabes” y destruido gracias a la tenacidad de los Estados-nación que generaron sus anticuerpos: Egipto, Siria y muy trabajosamente, Irak. En el caso de Siria e Irak, Rusia e Irán -con sus propios intereses locales- fueron claves para desmalezar el terreno de terroristas y permitir a los gobiernos locales reconquistar territorio;
f) La manifestación de altas dosis de (neo)realismo en la política exterior de Washington de la mano de Trump; aunque en debate interno debido a la larga mano de la influencia neoconservadora aún presente en el establishment del GOP y el “Estado Profundo” (Deep State);
g) La parálisis y desorientación estratégica de la Unión Europea ante los fenómenos y agendas soberanistas en el poder, tanto en el espacio atlántico -Trump y UKIP- y en el este europeo -Hungría, Polonia, Austria y Rusia-, como adentro de las naves insignias del bloque: el Frente Nacional, segunda fuerza política de Francia y AfD, segunda fuerza política en Alemania: ambas anti-Bruselas y reactivas a la inmigración y a lo que perciben como amenazas a la seguridad e identidad nacionales;
h) El irrefrenable ascenso de China como potencia de proyección global en términos de poder duro y blando, incluyendo su proyecto más ambicioso; el nuevo “Camino de la Seda” del siglo XXI;
i) Un rol más activo y “asiático” del Japón de Abe que busca mayor autonomía -sobre todo en su política de seguridad- de cara a los desafíos en su región y a la compleja relación con China como indiscutible potencia en ascenso;
j) El mayor rol asertivo de Rusia en el espacio eurasiático y su consolidación en su perímetro de seguridad a través de la estrategia en el Cáucaso y el Mar Negro (Ucrania y Crimea) y del impulso a la Unión Euroasiática, integrada por Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán y Kirguistán; un importante bloque geopolítico que limita con la Unión Europea, al oeste y con China, al este.
En este marco se inserta la cuestión coreana, sobre la cual apenas voy a señalar unos puntos y tratar de reflexionar abiertamente, sin tener que apelar a génesis e historia del conflicto y tampoco intentando un artículo académico; así que me disculpo por adelantado.
Ahí vamos:
1) El Pacífico Noroccidental y el Mar Amarillo -en el cual China desarrolla su proyecto hegemónico (militar y comercial)- contienen escenarios potencialmente conflictivos:
1.a) La situación de Taiwán (China nacionalista), en pulseada histórica con China continental (comunista) mientras que EEUU está revisando la política inaugurada por Nixon de “una-sola-China” y coquetea con ambas puntas en un juego estratégico que amplía su menú de opciones a la hora de maximizar beneficios en relación a Beijing;
1.b) Islas Senkaku-Diaoyu: bajo control japonés reclamadas por China y por Taiwán. De alto valor estratégico y económico (pesca e hidrocarburos) La tensión sobre las islas es recurrente, con mensajes y exhibiciones de presencia de los tres gobiernos;
1.c) Tensiones por la proyección de poder chino sobre el Mar Amarillo y reclamos de sus vecinos próximos: Indonesia, Vietnam, Filipinas, Malasia, Singapur y Japón. China mantiene una actitud dual; trata de tener, vía poder blando (comercio y cultura) una buena relación con los vecinos y asertividad, y vía poder duro (capacidad militar) en apoyo de sus reclamos y reivindicaciones;
1.d) El proyecto chino del “One Belt One Road” (OBOR) o el Camino de la Seda del siglo XXI: un megaproyecto de integración física, estructural, financiera, comercial y de corte geoestratégico que impulsa Beijing hacia el oeste, penetra en Asia Central -el Heartland eurasiático- y continúa hacia Europa por vías terrestres; y por vías marítimas navega por el Índico hasta África y de allí por Suez al Mediterráneo oriental y occidental. La idea les costaría alrededor de 900 mil millones de verdes; incluye directa e indirectamente a casi setenta Estados, atraviesa lo que el geopolítico inglés Halford Mackinder llamaba la “isla mundial” (cuyo control es determinante para conquistar el mundo, Pinky…) y afecta de forma directa e indirecta a más del 70% de la población mundial. De concretarse, porque va lento pero va, sería un desafío al equilibrio geopolítico global y a los procesos y diseños de seguridad colectivos en Asia y en Occidente. Sería muy largo dar una semblanza cabal de semejante iniciativa. Invito a googlearla.
2) Dicho todo esto, sin dudas la pacificación -traducida básicamente en “desnuclearización”- de la península de Corea, es un juego de resultado win-win. Todos ganan: provee seguridad y predictibilidad (lo que todos queremos en la vida, más aún los Estados) a la región, con derrame global. El sistema internacional carecería así de un conflicto con peligro nuclear; EEUU gana en seguridad de sus aliados (Japón, Vietnam, Filipinas y resto del Sudeste asiático) y por ende, en la suya propia; China redefine su relación con su proxy norcoreano y se muestra como un actor racional de proyección regional y global, garante de estabilidad y seguridad, confiable en el diálogo con EEUU y ante Japón y el Sudeste asiático, que la mira con recelo; Corea del Sur, gran ganadora en seguridad, se recuesta en la negociación bilateral con apoyo y supervisión multilateral (EEUU y China); Japón también gana en seguridad y el hecho de un horizonte con una Corea unificada puede mejorar su juego estratégico y económico en la región a través de mayor cooperación. O sea; ausencia de garrotazos; todos tranquilos y todos contentos. Por supuesto, Norcorea jugó su carta mayor: comprometerse -ya veremos cuándo y cómo- a desmantelar su capacidad ofensiva nuclear, pero sacó mucho a cambio: su estabilidad política doméstica (al menos por un buen tiempo). Pero los otros actores también se están jugando lo propio. En el caso de Trump; la credibilidad de su política exterior como un “pacificador”; lo mismo que Xi. Siempre habrá costos e insatisfacciones, pero en estos casos lo perfecto es enemigo de lo bueno.
3) Nada de esto sería posible sin la voluntad de EEUU y China para cerrar un frente que es última rémora de la Guerra Fría en Asia lejana (se inicia la división entre las Coreas luego de la Segunda Guerra Mundial y se desata la guerra entre 1950 y 1953, aún no formalmente terminada) y del orden bipolar internacional, culminado entre EEUU y la URSS en 1991, con la caída del bloque soviético.
Pero las reglas del juego cambiaron. Hoy es la multipolaridad la forma de distribución del poder en el sistema internacional.
La unipolaridad 1991-2003 permitió los delirios neoconservadores busheanos y su póstuma interpretación y nefasta ejecución global-obamista.
La multipolaridad iniciada en 2003 cuando EEUU encontró su límite político-militar que EEUU en Irak y, al mismo tiempo, convivió con el ascenso relativo de potencias (re)emergentes como China y Rusia (ambas comparten “memoria imperial”: lo que se ha sido va a ser restaurado) delinea un nuevo momento del sistema internacional.
El poder, a través de capacidades político-militares, se distribuye relativamente entre más actores que están impelidos y constreñidos por la misma dinámica sistémica (ya no se puede hacer lo que se quiere sin consecuencias importantes…), a negociar en cuestiones vitales: supervivencia y seguridad.
4) La aún muy lejana, muy futura, compleja, pero no imposible reunificación de Corea (aun con todas las dudas, objeciones y prevenciones del caso) implica el surgimiento de un nuevo actor en extremo Oriente y un cambio en la distribución de juego entre ella y los otros actores: China, Japón y resto de la vecindad. Surge la duda si devendría “innecesaria” la presencia militar americana en la península unificada y fronteriza con China (suficiente para replantear la estrategia de Washington) y cabe preguntarse como reevaluarían los estrategas americanos una hipotética “pérdida” de uno de los puntos fuertes del Rimland eurasiático y sacar un dedo que apunta hacia Heartland. No es lo mismo estar en Japón -un grupo de islas- que en una península conectada directamente al continente-objetivo. Sin dudas, todo esto alteraría el actual esquema de seguridad asiático con un derrame hacia lo global. En este sentido, China es un actor sumamente interesado en que exista estabilidad y seguridad en la región: su proyecto OBOR lo demanda.
5) El triunfo del realismo: EEUU necesitaba cerrar el frente coreano por una cuestión de estabilidad sistémica, anclada en un estricto realismo. No importaría tanto el déficit democrático del régimen (“El-tirano-gordo-que-echa-a-sus-ministros-a-los-perros-que-hambrea-a-su-pueblo-y-no-permite-internet-etc.”) como su capacidad ofensiva y desestabilizadora. En manos de un arsenal nuclear, Norcorea se vuelve un “Estado perturbador”, parafraseando a Kissinger.
Esto Kim lo sabe y valora más continuar gobernando e incluso influyendo en una Corea unida y post-comunista (después de todo y de cara a su pueblo queda como “el Gran Líder Pacificador”) que en la posibilidad de tirar algún confite nuclear o convencional con cierta capacidad de daño y recibir un correctivo, hasta avalado por China. Será gordo, pero no es tonto.
Vale recordar una de las máximas del realismo clásico: la virtud ética y moral se evalúa en términos de eficacia y eficiencia de la performance política. Si los hombres fueran buenos, no lo sería este libro, decía Maquiavelo de su obra más conocida.
En términos estratégicos; Security First, diría Trump, y que el gordo siga en pie.
Después de todo, el segundo axioma del realismo en política internacional es que los líderes piensan y actúan en sus intereses en términos de poder. El neorrealismo actualiza la fórmula pensando al poder como medio para lograr la seguridad. Si el realismo nos ubica en las famosas “3-S” del realismo: STATE – SURVIVAL – SELF-HELP. Podríamos agregar SECURITY y SOVEREIGNTY.
6) En este sentido, el aire del neorrealismo parece soplar en la Casa Blanca: el poder tiene por objeto la seguridad y en este caso se estaría admitiendo la pervivencia del régimen de Pyongyang. Se abandona el liberalismo internacionalista y moralista que pregona los “cambios de régimen” y cacarea que sólo los estados democráticos-liberales son aquellos que no hacen la guerra (al menos entre sí). Se trata de una vuelta de campana no menor en la decisión política de EEUU y como interpelación para un debate en serio sobre las Relaciones Internacionales.
7) Por otro lado, el paradigma neocon y el sueño del “American Century” no cuadra en esta política hacia Norcorea: se respetan las zonas de influencias ajenas (eso ocurrió hasta en la Guerra Fría). Preguntas que surgen: ¿EEUU estaría dispuesto a que “mi buen amigo Xi” -como llamó Trump al líder chino en un tuit a propósito de la reunión entre los coreanos- proyecte poder blando (económico) sobre la nueva Corea?, ¿O para sostener la competencia “amable” entre ambas potencias, Washington podría apelar a una política de “offshore balancing”? En este caso, EEUU puede favorecer a un poder regional -Japón o incluso la misma Corea unida- para supervisar la expansión de poderes regionales competidores como ¿China?
Esto traería aparejado que la superpotencia americana mantendría su poder sin el costo de un gran despliegue militar asiático. Ante la segunda pregunta volvemos a algo ya dicho: ¿conviene a EEUU una Corea unificada en la cual desplegar un dispositivo militar que mire a China? La respuesta es variada y no hay forma de resolverla hoy.
En todo caso, la competencia entre EEUU y China -que continuará por mucho tiempo- podría manifestarse a través de intereses puntuales y concretos y no en términos maximalistas: ideología; Derechos Humanos; “libertades políticas e individuales”; el cuco de ambos imperialismos, etc.
8) El desafío central parece ser cómo, más que cuándo, podría haber una Corea unificada siendo ambas tan diferentes en su cultura social, política, modelo y desarrollo económico y concepción estratégico-militar. Es un proyecto a largo plazo que beneficiaría a los actores envueltos siempre y cuando impere una lógica realista que condujo, para infarto de los liberales internacionalistas, a una inédita cooperación.
Y sobre esto, algo aún más importante: el éxito del proceso en desarrollo no fue impulsado por ninguna instancia internacional; organismo supranacional ni agenda globalista alguna.
En criollo; ni ONU, ni ningún foro multilateral globalista anclado en un discurso liberal-Kantiano logró lo que tres Estados nucleares; dos de ellos de régimen totalitario (uno retirado del TNP en 2003 para horror de los fans del multilateralismo) y el otro conducido por un nacionalista “chabacano” de retórica inflamada, pudieron imponer en la agenda internacional.
Malos tiempos para el verso de la “gobernanza mundial” y del “todo-el-poder-a-organismos-internacionales”. Esto lo resolvieron entre Estados al mejor estilo westfaliano. En buena hora. Los Estados gozan de buena salud y sus intereses y decisiones soberanas en un entorno sistémico, siguen dando la nota.
9) El carácter multipolar del actual sistema internacional admite grados de cooperación y acuerdo basados en una política de inspiración realista, alejada del neoconservadurismo y el liberal-globalismo; en el reconocimiento tácito/expreso de zonas de influencia, reconociendo al mismo tiempo que la distribución de poder que sustenta a esa influencia es un hecho; y en priorizar la seguridad e intereses vitales sobre cualquier ideologismo.
Por supuesto, hay simplismos del tipo “Trump es dios y si quiere mata al Gordo, al chino y a todos los zurdos con un escarbadientes, perdió el comunismo internacional, volvió Reagan, Hail Trump y estamos en 1988”. Su estupidez equivalente sería algo así como “EEUU se bajó los lienzos, el Gordo es el futuro del socialismo y la liberación de los pueblos y ojalá Maduro tuviera armas nucleares”. Advertidos por las toneladas de imbecilidad rondando en las redes, sabemos que ustedes son inteligentes y sabrán discernir y elegir discursos.
Para cerrar, algunas key words a considerar. Son viejas y conocidas: Estado-nación; juego de intereses; realismo; geopolítica; poder; seguridad; previsibilidad; estabilidad.
Con el proceso coreano volvió la política; la transa y la rosca de alto nivel; de hecho, de nivel vital si consideramos la gravedad de un escenario nuclear, en donde las dos principales potencias mundiales tienen fuertes intereses. Porque la única política es la política internacional, nos enseñó el General Perón; profesor de Historia Militar y de Estrategia, mucho antes de volverse político.
En el fondo, esto es el núcleo de la actualidad coreana. Y es muchísimo. Nos deja ver que de esta forma se puede comenzar a cerrar un conflicto que tiene en vilo al mundo, que data de más de seis décadas, que preocupa a una región donde habita el 65% de la población mundial y que mantiene expectante a un pueblo lleno de familias divididas y ahora con esperanzas.
Ni hablar del tremendo aporte a la seguridad y la estabilidad internacionales.
La política volvió, porque volvieron los líderes.
Y detrás de la hojarasca globalista, optimista, multilateral y chamuyera se erigen, sólidos, perennes, arquetípicos los Estados con sus intereses y, en algunos casos, con la sabiduría o al menos la responsabilidad de sus élites.
Y da envidia.
* * *
Algunos autores consultados y sugeridos:
Zbigniew Brzezinski
Halford Mackinder
Nicholas Spykman
George Kennan
Hans Morgenthau
Henry Kissinger
Kenneth Waltz
John Mearsheimer
Christopher Layne
George Friedman
Alexander Dugin
Robert Kaplan
[1]
CRISIS MIGRATORIA
ITALIA Y LOS INMIGRANTES
CRISIS FABRICADA
HISTORIA DE UN FRACASO: ITALIA
[2]
ORBÁN DENUNCIA LA RED MAFIOSA DE SOROS
POLONIA Y LA UE: UNA HISTORIA DE AMOR NO CORRESPONDIDO
LA LUCHA ENTRE PATRIOTAS Y APÁTRIDAS
LA GUERRA DE ERDOGAN CONTRA OCCIDENTE