LA BATALLA DE CARMEN DE PATAGONES
La guerra contra el Imperio del Brasil y la Batalla de Carmen de Patagones
Autor: Marcelo Javier de los Reyes*
Algunas cuestiones preliminares
Con anterioridad, en un
artículo titulado “La guerra contra el Imperio del
Brasil y la Marcha Ituzaingó” abordé los antecedentes y los hechos que llevaron
a la guerra de las Provincias Unidas contra el Imperio de Brasil pero sin
entrar en los detalles bélicos, con la intención de llegar al final de la
confrontación y difundir los orígenes de una marcha militar argentina que
derivó en uno de los Símbolos Presidenciales de la República Argentina.
En esta oportunidad,
abordaré uno los capítulos menos
conocidos de esa guerra, incluso para los argentinos: la batalla de Carmen de
Patagones.
Cuando
investigué acerca de esta guerra, me llamó la atención que era prácticamente desconocida en la historiografía brasilera
pues, cuando se refieren a ella, se
habla de la “Guerra da Cisplatina” y se refiere a la guerra que llevó a la independencia de su provincia, sin aludir, en general, que se enfrentaron contra
las fuerzas de las Provincias Unidas, es decir,
de la actual Argentina. Para los historiadores brasileros el conflicto tuvo como protagonistas a las fuerzas
imperiales y a los “revolucionarios” de la provincia
Cisplatina. A modo de ejemplo puede citarse
el siguiente pasaje de un sitio escolar dedicado a la historia de Brasil:
Entre 1825 e 1828, o governo brasileiro declarou guerra contra
os revolucionários em um conflito
que provocou um sério
esvaziamento dos cofres brasileiros. Além disso, as autoridades imperiais realizaram o recrutamento forçado
de vários populares
que buscavam uma vida melhor após a independência. Em pouco tempo, os ataques
políticos contra Dom Pedro I eram cada vez mais contundentes. Afinal
de contas, valeria
à pena gastar tanto pela conquista de tão diminuto
espaço estrangeiro?
As derrotas
sucessivas nos campos de batalha e a necessidade de se contrair novas dívidas mostraram que a opção pela guerra era completamente equivocada. Por fim, em 1828, os revolucionários vitoriosos conseguiram estabelecer a República Oriental do Uruguai. Colocando a nação derrotada e afundada em dívidas, a autoridade de Dom Pedro I foi criticada por jornais e personalidades políticas
que questionavam sua autoridade frente ao trono brasileiro.[i]
Incluso en foros militares de Internet se
puede apreciar un desconocimiento de este hecho por parte de miembros de las
fuerzas armadas de Brasil, mencionando que la historia de ese país reconoce que
Argentina y Brasil fueron aliados en la guerra de la Triple Alianza contra el
Paraguay.
Sin embargo, en un libro digital titulado 1823
Santana do Livramento[ii],
su autor, Carlos Alberto Potoko, menciona el conflicto de intereses entre
España y Portugal sobre el territorio actual de Uruguay —desde la fundación de
la Nova Colônia do Santíssimo Sacramento (actualmente conocida como simplemente
como “Colonia”)[iii],
conflicto que derivó en la campaña militar española al mando de Pedro de Cevallos
que destruyó las fortificaciones de la Colônia do Sacramento y conquistó a isla
de Santa Catarina[iv]—,
así como también que ese territorio fue disputado “por los estados nacientes del
Brasil, heredero de Portugal, y de la República Argentina, con capital en
Buenos Aires, heredera del Virreinato del Plata de España”[v].
Potoko aún va más allá pues también menciona la “Batalha de Carmen de Patagones
(7 de março de 1827)” en su página dedicada a la “Cronologia das Batalhas na
Cisplatina”[vi].
Entre los historiadores argentinos que
mencionan a la batalla de Carmen de Patagones puede mencionarse a Isaías José García
Enciso[vii],
al coronel Juan Amadeo Baldrich[viii], al coronel Juan Beverina[ix] y Jorge
R. Irusta[x].
Del mismo modo, da cuenta de esta batalla el “Consejero privado
y lector de S. M. el Emperador
de Alemania y Rey de Prusia”,
L. Schneider, en su libro A guerra da
Tríplice Aliança (Império do Brazil, Republica
Argentina e Republica Oriental do Uruguay)
contra o governo da Republica do Paraguay
(1864-1870)[xi],
al mencionar el caso de “uma expedição
brazileira enviada a Patagones é batida e aprisionada”.
Actualmente
la ciudad de Carmen de Patagones es la más austral de la provincia de Buenos
Aires y cabecera del Partido de Patagones[xii]
que, junto a la vecina ciudad de Viedma, compone la población europea más antigua de la Patagonia y una de las últimas fundadas
por la Corona Española en América el 22 de abril de 1779 por Francisco de Viedma y Narváez, cumpliendo órdenes del Rey Borbón
Carlos III de España. Su fundación obedeció a la necesidad de proteger la colonia del merodeo de naves
británicas por el litoral atlántico. Con ese objetivo
se crearon cuatro
puntos estratégicos: San Julián, Deseado, San José y el
Fuerte y Población Nuestra Señora del Carmen[xiii].
Para el emplazamiento del fuerte y el asentamiento de los colonos fue elegida la margen sur del
río Negro pero, ignorando el régimen de río, el 13 de julio se produjo una de las periódicas inundaciones que echó por tierra las obras y se decidió
el traslado a la
margen izquierda del río. El 2 de octubre de 1779 arribó la primera de las once embarcaciones que movilizaron a quienes fueron los primeros colonos, quienes procedieron —mayoritariamente— de Galicia y Castilla. Como junto a ellos provinieron algunos nativos de la comarca La Maragatería, provincia de
León, los nativos de Carmen de Patagones reciben el gentilicio de maragatos[xiv].
Luego de la independencia, en 1820 los
revolucionarios establecieron un nuevo frente en el sur, que era la frontera
con el indio. Durante un siglo desde su fundación, los maragatos estuvieron insertos en un territorio dominado
por los nativos, los tehuelches. De tal modo que para estar comunicados
con Buenos Aires y otras poblaciones cristianas debían recurrir a la navegación. En ese momento, Patagones se
encontraba a más de 800 kilómetros al
sur de la línea de frontera.
Desde su fundación contó con una pequeña guarnición militar y un puerto en el que atracaban
embarcaciones que buscaban
provisiones. Hasta 1810 la ciudad
vivió en un relativo aislamiento y se proveía de alimentos
que producían sus pobladores. En abril de 1812 una sublevación dirigida
por realistas —soldados
españoles— produjo que Carmen de Patagones pasara bajo la jurisdicción de Montevideo
hasta el 13 de diciembre de 1814, cuando las autoridades surgidas de la revolución tomaron nuevamente el control y pasó a depender
definitivamente de las Provincias Unidas del Río de la Plata[xv].
A partir de 1820 tomó mayor relevancia gracias
al puerto y su apertura al comercio exterior.
Del mismo modo, se constituyó como un área de interacción entre la población
blanca y los indios.
Cuando se produjo el bloqueo del Río de la Plata
durante la guerra contra el imperio,
al que hicieron frente las naves del Almirante Guillermo
Brown, se recurrió
a la guerra de corso,
la cual ya había sido utilizada
contra los españoles y cuya máxima figura había sido el marino francés —al
servicio de las Provincias Unidas— Hipólito Bouchard,
al mando de la fragata La Argentina[xvi].
Al respecto, dice Halperin Donghi:
Éstas [las Provincias Unidas] han adoptado ya otro instrumento de lucha naval: el corso. El lucro que se esperaba obtener de
las expediciones hacía fácil encontrar
aspirantes a las patentes, entre capitanes recalados
por la guerra en Buenos Aires y capitalistas
de la ciudad a los que la misma guerra obliga a interrumpir otras actividades: Vicente Casares, terrateniente pero también dueño de una flotilla de barcos remolcadores, será el mayor de los empresarios
de corso, que tiene por primer
teatro el río: en las costas de la provincia oriental el más audaz de
los corsarios, Fournier, hace víctimas numerosas. La acción corsaria se extiende luego a las costas
brasileñas, y termina por afectar
seriamente el cabotaje que asegura buena parte de las comunicaciones del Imperio:
éste debe hacerse
en convoyes defendidos por barcos artillados. Pero el empleo del corso provoca irritación entre poderosos amigos
de los beligerantes: el Almirantazgo británico quisiera juzgar
a Fournier en Londres
por piratería, si los representantes ingleses logran disuadirlo de esa impetuosa decisión,
no hay duda de que ven con igual antipatía
la difusión de las actividades corsarias, que está haciendo
inseguras las aguas del Atlántico americano, desde el Plata hasta las Antillas.[xvii]
Precisamente, Carmen
de Patagones se convirtió en un puerto
de recalada en la guerra con el imperio brasileño[xviii],
brindando un seguro refugio
a corsarios y a las presas de los mismos.
Los botines de esa actividad —bebidas, géneros, platería,
alimentos, lozas y hasta pianos y otros enseres—
pasaron a engrosar
el patrimonio de los hogares
maragatos[xix].
El historiador
Jorge Bustos, investigador del Museo Ema Nozzi, recuerda:
El 10 de
diciembre de 1825, el Imperio del Brasil declaraba la guerra a las Provincias
Unidas del Río de la Plata y recién replicaría la declaración el 6 de enero de
1826. Aquel mismo día de diciembre, el corsario Francisco Fourmantin ingresaba
al puerto de Patagones al mando del bergantín Lavalleja. Traía consigo una
presa: el bergantín brasileño Felicidade.[xx]
El historiador agrega que detrás
de Fourmantín venía en su persecución el bergantín Río da Prata con sus
14 cañones dispuestos a recuperar al Felicidade[xxi].
Por tal
motivo, el gobierno imperial decidió tomar medidas y poner en práctica el decreto de bloqueo que, con fecha 21 de
diciembre de 1825, el almirante Rodrigo José Ferreira Lobo declaró a todos los puertos y costas de la provincia de
Buenos Aires. El profesor Roberto Fernández
menciona que las medidas tenían por objetivo[xxii]:
a.
Evitar que Patagones se consolidara como un puerto alternativo, como de hecho lo era, con relación
al bloqueado de Buenos Aires,
para canalizar transacciones comerciales.
b.
Impedir
que se produjera un abastecimiento de productos bélicos por medio de compras efectuadas
en Europa y descargadas aquí.
c.
Destruir
el santuario de corsarios que, con patentes otorgadas por el gobierno de Las
Provincias Unidas del Río de La Plata, llevaban sus operaciones hasta el mismo
Río de Janeiro, transformándose así Patagones (desde los inicios de la guerra)
como puerto seguro y alternativo y muchas veces principal de recalada al bloqueado
estuario del Plata.
d.
Destruir
la red comercial de mercaderías civiles e insumos militares que en carácter de
presas obtenidas de las naves brasileñas se transaban en la población, siendo el
ejemplo más notorio un barco de esclavos, los que en su mayoría fueron colocados
en la misma Carmen de Patagones y cuando las circunstancias de la defensa lo
impusieron, dichos hombres de color pasaron a conformar el Batallón de Negros
de la Patria.
Con ese fin, una escuadrilla
imperial se dirigió hacia el pueblo de Patagones para poner fin a la guerra de corso.
Irusta da cuenta que en la noche del 6 de marzo de 1827 se reunieron el
comandante del fuerte, coronel Lacarra, el juez de paz, Juan José Rial, don
Fernando Alfaro y otras personas distinguidas de la población para considerar la
situación ante “un inminente desembarco de las tropas brasileñas, cuya flota,
compuesta de cuatro naves está ya en la boca del río Negro a seis leguas de la
población”[xxiii].
Los maragatos ya habían
avistado a la flotilla imperial merodeando en el litoral marítimo desde fines
del mes de febrero. La misma había zarpado el 15 de ese mes del puerto de Maldonado[xxiv].
Con mayor precisión, los habitantes de Patagones tomaron conocimiento de la
situación cuando, el 25 de febrero el práctico Guillermo White le informó al
comandante Lacarra acerca de la presencia de una goleta situada sobre la boca
del río en una actitud que consideraba sospechosa debido a que no enarbolaba
ningún pabellón[xxv].
Con posterioridad a este hecho, Sebastián Olivera, un observador comisionado
por el gobierno local, manifestó que enarbolaba la bandera de Estados Unidos[xxvi].
Por tanto, lo que iba a ser un
ataque sorpresa a Carmen de Patagones no resultó así, dado que la población
estaba preparada y, con bastante anterioridad, las autoridades de Buenos Aires
habían alertado a la comandancia del fuerte la posibilidad de que los brasileros
lo llevaran a cabo.
El 28 de febrero de 1827 la
división naval imperial forzó la barra del río Negro con la intención de atacar
Carmen de Patagones. Consiguió ingresar en el río a pesar de la fuerte
resistencia de una batería de artillería instalada en la costa. Sin embargo, la
corbeta Duquesa de Goiás no consiguió pasar la barra[xxvii],
encallando y siendo destruida por las olas[xxviii].
Además de este buque, integraban la flotilla las naves Constança, Itaparica
y Escudeiro. Esta última era un bergantín goleta —originariamente llamado
Escudero— que ofició como barco corsario de propiedad del español Juan
Ferroesla, del que se apropió el marino francés Luis Clemente Pouthier en aguas
africanas 11 de junio de 1826, siendo incorporado a la Marina Imperial con ese
nombre[xxix].
Según Roberto Fernández,
En el puerto se encontraban
la corbeta Chacabuco bajo la comandancia del capitán Santiago Jorge Bysson
(según Baldrich) o Bynnon según otras fuentes, recientemente arribada de
Valparaíso en pésimas condiciones después de su paso por el Cabo de Hornos,
habiéndose trasladado su artillería al fuerte; la sumanca Bella Flor (capturada
durante una incursión corsaria), el Bergantín Oriental Argentino de 350
toneladas bajo el mando de Pedro Dautant y las balleneras armadas para corso “Hijo de Mayo”, bajo la capitanía de Jaime
Harris e “Hijo de Julio” al mando de M. Bibois. Otro corsario destacado
era Francisco Fourmantin al mando del “Lavalleja” y que ya llevaba 40
presas capturadas en su haber.[xxx]
Además de la Duquesa de
Goiás, también la Itaparica quedó varada, mientras que la Escudeiro
y la Constança abrieron fuego sobre las viviendas de Patagones y su
fuerte. La escuadra imperial estaba al mando del capitán James Shepherd y tuvo
serios problemas en la barra, lo que llevó a que el desembarco se realizara en
la madrugada del 7 de marzo de 1827 lejos del pueblo, a unos 20 kilómetros, obligando
a las fuerzas brasileras a caminar ese largo trayecto. Por su parte, las
fuerzas locales del fuerte sólo alcanzaban la cifra de 114 jinetes, bajo las
órdenes del subteniente Sebastián Olivera, ayudante del coronel Lacarra. A ellos
se sumaron vecinos y los “gauchos de Molina”.
Las tropas de Brasil superaban
a las locales, cuya población total sería de unos 400 habitantes. Sin embargo, la
caminata a través de los matorrales espinosos en una noche calurosa, a lo que
se sumó una deficiente alimentación, deterioró seriamente el estado físico de
los brasileros[xxxi].
Cabe recordar que
las fuerzas imperiales ya habían perdido su nave más importante, la Duquesa
de Goiás, y casi la totalidad de su tripulación y tropa. Los
soldados, extenuados y sin agua, llegaron
al Cerro de la Caballada
donde los republicanos decidieron enfrentarlos. El comandante brasilero, el capitán Shepherd, cae inmediatamente en combate y
el mando fue asumido por Guillermo Eyre, capitán de la nave Itaparica[xxxii].
Rodeados por los republicanos, los soldados imperiales intentaron llegar a las naves
pero éstas ya habían caído en poder de
las fuerzas republicanas y pasaron a engrosar las fuerzas
nacionales.
EI coronel Lacarra, a través del subteniente Olivera,
les ofreció a los brasileros la
rendición, la cual aceptaron. A los 20 oficiales y 207 tripulantes de las naves que fueron tomados prisioneros se
sumaron otros 11 oficiales y 306 soldados.
Buena parte de las tropas
imperiales, unos 200 soldados, eran de origen británico como el comandante Shepherd.
Monumento erigido en conmemoración del combate del Cerro de la Caballada |
La Escudeiro fue incorporada a las
fuerzas nacionales, recibió el nombre de Patagones y quedó al mando de Jorge
Luis Love, quien se hizo a la mar en una travesía de cuatro meses por el
litoral brasilero. En el intento de abordar el bergantín de guerra imperial
Pedro I, Love pereció en acción y Juan Bautista Thorne, su segundo al mando,
fue herido. La Patagones fue incorporada nuevamente bajo el pabellón imperial
bajo el nombre de Patagônia. Por su parte la Itaparica pasó a las
Provincias Unidas con el nombre de Ituzaingó[xxxiii].
EI 7 de marzo de 1827 fueron tomadas en acción siete banderas, de las que dos de ellas se conservan en la Iglesia
Parroquial de Patagones, a cada lado de la imagen de la Virgen del Carmen. Banderas. Capturaron siete, quedan
dos. Las otras cinco se destruyeron durante un incendio en la iglesia en 1860.
Desde entonces, los maragatos conmemoran cada 7 de marzo como la Gesta del 7 de marzo de 1827 o Fiesta de la Soberanía Patagónica en la que se honran a los héroes de la defensa.
Actualmente las celebraciones reúnen a la población
de la comarca Viedma-Carmen de Patagones con representantes de autoridades y de
todos los sectores de la sociedad: civiles, fuerzas de seguridad, representantes de la Iglesia y de establecimientos
educativos. Los festejos reúnen a los pobladores a ambas márgenes
del río Negro[xxxiv].
Los héroes de esa gesta fueron el coronel Lacarra,
el subteniente Sebastián Olivera
y sus 80 milicianos —conformados por chacareros,
hacendados, artesanos y comerciantes, más los gauchos del baquiano José Luis Molina–, los corsarios Jaime Harris, Soulin
y Dautant y sus tripulaciones bajo las órdenes
del comandante de origen
galés Santiago Jorge Bynnon. A ellos se sumaron las mujeres, los niños y los viejos,
junto a la infantería negra del coronel
Pereyra[xxxv].
Los maragatos han incorporado esa gesta a su
identidad y, a pesar de las diversas ofertas que se han llevado a cabo por
canales diplomáticos así como de otras propuestas, incluso la de asfaltar la
ciudad, se han negado a devolver sus trofeos de guerra[xxxvi].
Reflexiones finales
La victoria
de las fuerzas de las Provincias Unidas
debe ser atribuida a varias razones.
En principio se observa que la escuadra imperial arribó a las proximidades de Patagones con escasa información de inteligencia sobre el curso del río, de los bancos de
arena y de los vientos que soplan desde
el mar. Esta situación llevó a que su nave más importante encallara
y fuera destruida por el oleaje y los vientos.
La mayoría de su tripulación y soldados murió como
consecuencia de ese hecho. La Itaparica también encalló.
Lo que intentó
ser un ataque sorpresa y rápido no resultó tal
debido a que la población había sido alertada sobre la presencia de la escuadrilla.
A ello se suma
que tras varios días de navegación, al arribar a la zona donde se produciría el enfrentamiento, las fuerzas
imperiales se quedaron sin bastimentos, es decir, sin provisiones para sustentar a las tropas. Como informan
las crónicas de la época, se quedaron sin
agua y sin alimentos.
La falta de información previa acerca de la localización del pueblo y del terreno
llevó a los brasileros a desembarcar lejos y se vieron forzados a una desgastante marcha. A ello se suman otros errores de información como la que se
refiere a que la decisión de tomar el
Cerro de la Caballada se debía a que un práctico de la Banda Oriental había sostenido, en un informe
de 1825 dirigido al gobierno
de Río de Janeiro, que sobre el mismo se encontraban emplazados dos cañones de 36 que debían
ser neutralizados previamente a la toma de la ciudad[xxxvii].
Precisamente en ese lugar debieron enfrentarse
con los defensores de Patagones. Esta situación introdujo la confusión
en los brasileros y, ante el ataque, procuraron regresar sin éxito a sus naves,
ya tomadas por los republicanos.
Irusta hace mención a varios errores por parte de las
fuerzas del Imperio:
·
la falta de
alimentos desde antes del desembarco;
·
la decisión de la toma de Patagones
fue demorada y cuando
se procedió a la misma obedeció a un intento de revertir el curso desfavorable de la guerra y a las presiones que recibían los jefes de la
Armada Imperial por su inacción
y
·
el desembarco
lejos de Patagones[xxxviii].
Sin embargo,
no debe desmerecerse la organización y la planificación de las fuerzas locales, muy
inferiores en número y en pertrechos
bélicos. Los maragatos estaban alertas ante el inminente desembarco de los
brasileros y pudieron divisar sus naves antes de que ingresaran por el cauce fluvial. Esta situación llevó a que
el pueblo asumiera un estado deliberativo
entre la dirigencia que generó un plan integral de defensa que, obviamente, también
tuvo sus limitaciones.
Debe considerarse
que el Imperio del Brasil contaba con una organización heredada
del imperio lusitano
y un ejército y una armada más numerosos y mejor equipados. Sus naves lograron
bloquear el Río de la Plata, hecho que recién entonces llevó a Buenos Aires a improvisar una flota al mando del
almirante Guillermo Brown, quien logró
varias victorias, aún en inferioridad de condiciones, pero que no pudo vencer el bloqueo.
La superioridad numérica jugó a favor de los brasileros
pues, según las diversas versiones, contaban entre 350 y 600 hombres, mientras
que el total de la población de la ciudad se estimaba en 400.
Buena parte de
sus militares y marinos eran experimentados combatientes británicos y aquí cabe
recordar que la escuadrilla que llegó a Patagones estaba al mando de James
Shepherd y que entre los prisioneros se encontraban unos doscientos de esa nacionalidad.
Una mejor planificación de la operación
de desembarco y ocupación
de Patagones, que incluyera un mayor conocimiento del curso fluvial, de las corrientes y del terreno,
sumado a un mejor aprovisionamiento de las tropas, hubiera
derivado en un éxito de las fuerzas imperiales.
Por su parte,
Carmen de Patagones no recibió ningún tipo de
refuerzos desde Buenos Aires y se valió de la organización de sus fuerzas vivas para enfrentar la ocupación
de la ciudad y de material bélico anticuado
y escaso. Para Ia defensa
debieron vaIerse, asimismo, de los cañones de los buques corsarios
anclados en el puerto, los cuales
fueron emplazados sobre tierra. Más aún, ya se ha mencionado que estaba alejada de Buenos Aires y que debía mantener
contacto con otras poblaciones a través de las vías navegables.
Su localización estaba en la frontera con los pueblos aborígenes, algunos hostiles y otros que mantenían una relación
de amistad con el blanco mediante la cesión de algunos bienes.
Desde el 28 de
febrero de 1827, fecha en que las cuatro naves
forzaron la barra,
la batería de la boca hostilizó a la fuerza
invasora sin resultado, dada
la escasez de municiones. Obró a favor de los
maragatos la demora y la desorganización de las fuerzas imperiales.
En síntesis,
puede afirmarse que el Imperio
del Brasil tenía
muchas más posibilidades de tomar Patagones que sus pobladores de defenderla.
Ahora bien,
hagamos un ejercicio de historia contrafáctica.
EI éxito de las fuerzas del Imperio del Brasil podría haber cambiado el curso de la historia de las Provincias
Unidas del Río de Ia PIata, de la
Provincia de Buenos Aires, de la Patagonia y tal vez de Chile.
En una situación
desfavorable como la que se le presentaba al
imperio en el marco de la guerra por la Provincia Cisplatina o Banda Oriental,
el triunfo en la batalla
de Patagones podría haber favorecido un avance desde el sur hacia
Buenos Aires a partir del dominio de Carmen
de Patagones. Las tropas imperiales hubiesen podido instalar una base que sería fácilmente reforzada
por vía marítima tanto desde el propio imperio como desde la Banda Oriental.
Buenos Aires, incapacitada para enviar refuerzos a esa
ciudad ante la inminencia de un
desembarco de los brasileros, no hubiese podido responder a una fuerte presión desde lo que era la “frontera con el indio”.
Esta frontera se hubiese
convertido en un nuevo frente de guerra para unas Provincias
Unidas que estaban tan exhaustas como el Imperio pero en una inferioridad de condiciones desde el punto de vista militar.
La instalación de una base militar imperial
en Carmen de Patagones
también podría haber dado lugar a una primera ocupación de la que podría haber derivado una proyección del imperio hacia el sur.
De tal modo que
desde ese punto el imperio podría haberse expandido sobre la Patagonia. Cabe
aquí recordar que la “Conquista del Desierto” —campaña militar ejecutada por el
gobierno de la República Argentina contra los pueblos aborígenes provenientes
del sur de Chile que se habían establecido en la región de La Pampa y de la
Patagonia, los cuales saqueaban a los pueblos robando ganando y secuestrando
pobladores— tuvo la intención de ejercer un dominio real de esos territorios y
fue llevada a cabo con mayor contundencia a partir de 1879 —más de medio siglo
después del fin de la guerra contra el Brasil—, en momentos en que Chile se
encontraba involucrado en la Guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú. Si el
Imperio del Brasil se hubiese posicionado en esa zona, bien podría haberse
lanzado a ocupar esos territorios e, incluso, podría haberse expandido hacia el
Pacífico ocupando la región patagónica que actualmente le pertenece a Chile.
Del mismo modo, podría considerarse que la
guerra de la Triple Alianza (1865-1870), que enfrentó a Paraguay contra
Argentina, Brasil y Uruguay, tal vez no hubiese tenido lugar, al menos desde la
participación de estos actores, ya que Uruguay habría permanecido como parte
integrante del imperio y los límites de la Argentina podrían haber sido bien
diferentes como resultado de la guerra contra el Brasil.
Un escenario
que tampoco podría descartarse es la situación
política que podría haber mantenido una región lusoparlante separada del imperio. ¿Se hubiese mantenido como parte
integrante del imperio o hubiese procurado independizarse
y nacer como una nueva república? Aquí
puede mencionarse, a modo de ejemplo, la situación del enclave de Cabinda que pertenece a Angola pero de la que
se halla separado geográficamente.
En este sentido,
el juego de la imaginación podría aportar diferentes variantes al futuro que podría haber tenido la región meridional
de América del Sur si la batalla de Carmen de Patagones hubiese sido un triunfo de las fuerzas del
Imperio del Brasil.
* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en
Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad
Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor
del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su
revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial
Almaluz, 2019.
Referencias
[i] Rainer Sousa (Graduado
em História), Equipe Brasil Escola.
“Guerra da Cisplatina”. Brasil Escola, http://guerras.brasilescola.com/seculo-xvi-xix/guerra-cisplatina.htm
, [consulta: 22/07/2011].
[ii] Carlos Alberto Potoko. “1823. Santana do Livramento”. Filhos
de Santana, http://www.filhosdesantana.com.br/divuIga/1823.pdf , [consulta: 24/09/2011].
[iii] Fundada en el año 1680 por el Maestre de Campo Manuel
de Lobo del Reino de Portugal.
[iv] Las
acciones militares emprendidas por España contra Portugal finalizaron con la firma
del Tratado de Santo Ildefonso
en 1777.
[v] Carlos Alberto Potoko. Op.
cit., p. 10 (traducción del autor).
[vi] Ibíd., p. 27.
[vii] Isaías José García Enciso. La
gesta de Patagones. Buenos Aires: Eudeba, 1972, 150 p.
[viii] Juan Amadeo BaIdrich. Historia de
la Guerra del Brasil. Buenos Aires: Eudeba, 1974.
[ix] Juan Beverina. La Guerra contra el Imperio del Brasil. Buenos Aires: Luis Bernard, 1927.
[x] Jorge R. Irusta. Patagones. La construcción de un espacio social
multiétnico en el siglo XIX. Viedma: El Camarote, 2011, 200 p.
[xi] L. Schneider. A guerra da
Tríplice Aliança (Império do Brazil, Republica Argentina e Republica Oriental do Uruguay) contra o governo da Republica
do Paraguay (1864-1870). (Primer
volumen). Rio de Janeiro: H. Garníêr, Livreiro-Editor, 1902. (Traducido del alemán al portugués por Manoel Thomaz
Alves Nogueira).
[xii] Distrito reconocido como parte
integrante de la Patagonia Argentina a través de la Ley Nacional
Nº 25.955/04.
[xiii] Sitio web oficial de la Municipalidad de
Patagones, http://patagones.gob.ar/es/primeros-pobladores-europeos-maragatos , [consulta: 19/11/2011].
[xiv] Ídem.
[xv] Ídem.
[xvi] La fragata La Argentina formó
parte de una expedición corsaria llevada a cabo entre julio de 1817 y julio de 1819 contra barcos y puertos
españoles, tanto en América como en Asia. Al mando de Bouchard
circunnavegó el mundo enfrentando a los españoles en las costas de Madagascar, Indonesia, Filipinas, Hawaii,
California, México y Centroamérica. Entre
los hechos más memorables se encuentran
los ataques a California y la toma del fuerte de Monterrey, en donde fue enarbolada la bandera argentina. Las acciones
militares emprendidas por su flotilla
pasaron a la historia como parte de la guerra
de independencia de las Provincias Unidas.
[xvii] Tulio Halperin Donghi. Historia Argentina. De la revolución de independencia a la confederación rosista. Buenos Aires:
Paidós, 1980, p. 227-228.
[xviii] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 12.
[xix] Héctor Pérez Morando. “Ingleses en la invasión a Patagones”. En: Río Negro, 07/03/2007, http://www1.rionegro.com.ar/diario/2007/03/07/imprimir.20073v07s09.php ,
[consulta: 19/11/2011].
[xx] “¿Por qué Patagones no quiere devolver las banderas a Brasil?” Río
Negro, 09/03/2018, https://www.rionegro.com.ar/pese-a-las-ofertas-brasilenas-patagones-no-devuelve-las-banderas-KJ4579480/
, [consulta: 19/03/2018].
[xxi] Ídem.
[xxii] Roberto Fernández. “Carmen de Patagones - un escenario gravitante en la guerra contra el Imperio del Brasil”. Congreso
Internacional de Historia. La época del Almirante
Guillermo Brown (1814-1857), Instituto Nacional Browniano, Ciudad de Buenos Aires, 30 y
31 de agosto de 2007.
[xxiii] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 29.
[xxiv] “Em 15 de fevereiro [a escuna Constança], saiu de Maldonado integrando
uma Divisão Naval sob o comando do Capitão-de-Fragata James Sheperd, com as Corvetas
Duquesa de Goiás e Itaparica e a Brigue-Escuna Escudeiro, para realizar uma exploração na Patagônia.” Poder Naval, https://www.naval.com.br/ngb/D/D071/D071.htm , [consulta: 16/11/2020].
[xxv] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 29.
[xxvi] Ídem.
[xxvii] La barra es un banco o bajo de arena
que se forma a la entrada de algunas rías, en la embocadura de algunos ríos y
en la estrechura de ciertos mares o lagos y que hace peligrosa su navegación.
[xxviii] Poder Naval, https://www.naval.com.br/ngb/D/D071/D071.htm , [consulta:
16/11/2020].
[xxix] Portal do
histórico dos navios brasileiros http://www.naviosbrasileiros.com.br/ngb/P/P046/P046.htm , [consulta:
19/11/2011].
[xxx] Roberto Fernández. Op. cit., p. 7.
[xxxi] En su libro, Irusta
es reiterativo respecto
a que las tropas imperiales carecían de alimentos al momento de entrar
en acción.
[xxxii] Roberto Fernández. Op. cit., p. 9.
[xxxiii] Portal do histórico
dos navios brasileiros, http://www.naviosbrasileiros.com.br/ngb/I/I067/I067.htm , [consuIta:
19/11/2011].
[xxxiv] “Cierre de la Fiesta de la Soberanía Patagónica. Patagones y Viedma
honran a sus héroes más preciados”. La Nueva Provincia, http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/7/03/2011/b37037/nota_papel.pdf
, [consulta: 21/11/2011].
[xxxv] Ídem.
[xxxvi] “¿Por qué Patagones no quiere devolver las banderas a Brasil?” Op. cit.
[xxxvii] Roberto Fernández. Op.
cit., p. 9.
[xxxviii] Jorge R. Irusta.
Op. cit., p. 23-27.
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