TODOS PROGRES


Nuestros templos son milenarios, nuestras ideas comprobadas, los templos del adversario son Starbucks, su Biblia se mira por Netflix y sus ideas nacieron ayer


Autora: @Lady_Astor



“Pasó de moda el Golfo
como todo, ¿viste vos?
como tanta otra tristeza
a la que te acostumbrás.
Ahora vas comprando perlas truchas sin chistar,
"calles inteligentes" alemanas para armar
y muchos marines de los mandarines
que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo”.

 

  Hace mucho que no escribo una nota sobre política, y menos sobre la situación Argentina.  A esta altura del partido, y como lo saben muchos y otros no, tengo la certeza socrática de que es mejor comunicarse mediante lo efímero. Memes, aforismos, respuestas lacónicas… porque vivimos en un mundo en el cual escribir algo perdurable es como cincelar una opinión en la roca, y en mi consideración particular esto es detrimental dentro del paradigma contemporáneo. Pero hoy no me queda otra, una pulsión vital que emerge de mi interior me lleva a expresarme en forma un poco mas extensa - es visceral. 

  Observo hoy con singular sorpresa, que tanto los “progre-zurdos” del fan club del socialdemócrata presidente Alberto Fernández, como los “liber-progres” del fan club del socialdemócrata expresidente Mauricio Macri, se encuentran horrorizados por las medidas anti progresistas del basadísimo líder de la Madre Rusia, Vladimir Putin. Y empero, a pesar de todas sus muchas similitudes, ambos padecen la misma incapacidad, la de reconocerse como lo que realmente son: todos progres. 

  Las diferencias entre ellos son ínfimas, así como las diferencias entre Donda y Alcorta son casi inexistentes. Mas allá de cuestiones estéticas y de clase, también lo son entre Lipovetsky o Banfi y el grupo de Cambiemitas conocido como “Les Verdes”, que en realidad deberían llamarse “Les Piantevotes”. O entre Grimsons, Crescimbenis y Piter Robledos… Todos adoran al mismo dios secular que es el globalismo, todos son parte de una burocracia que manifiesta un elitismo foráneo que busca imponer una monocultura que proviene de las grandes “catedrales” del Primer Mundo - es decir, son sacerdotes de Harvard, Yale, Oxford y Cambridge. Son los mandarines locales emisarios de aquellos. Y como tales, sus zelotes, que no comprenden bien su identidad porque la prensa local esta muy poco instruida en las formas políticas del siglo XXI, los confunde aun más. 

  Ahora bien, estos zelotes, a quienes les han vendido una rivalidad que no es tal, les sorprende sobremanera la existencia de una importante porción del electorado que no comulga con ninguna de las ramas del progresismo local que la magra oferta les ofrece. Y entonces pierden la cabeza. “¿Cómo la derecha va a apoyar a Putin si ayer protestaban las vacunas rusas?”. Es que eso no es la derecha, pupis, la derecha está más cerca del General Perón antiabortista, de la Eva Perón antifeminista, y acá uno de los pocos que ha podido vislumbrar el bosque a pesar de los árboles ha sido el señor Guillermo Moreno.

  Macri, Vidal & Co. representan al progresismo global obamista, tienen un deseo inocultable de ser la sucursal local del partido demócrata norteamericano. Compran todo slogan corporativo que esté disponible, a precios siderales, claro, porque si esto fuese el Imperio Romano, Argentina seria la provincia más alejada de Roma, o sea Pontus. Y yo, como Ovidio en el exilio, tan solo puedo observar y esperar. Eso no es la derecha, sus seguidores son tan progres como Dhyzy Fernández, pero más clasistas y con menos ganas de pagar impuestos.

  La verdad es que gente se preocupa mucho por el estatus social. De hecho, infinidad de investigaciones indican que el respeto y la admiración de nuestros compañeros son incluso más importantes que el dinero para nuestra sensación de bienestar.

  Sentimos la presión de mostrar nuestro estado de nuevas formas. Es por eso que la ropa de moda siempre cambia. Pero a medida que la ropa de moda y otros productos se vuelven más accesibles y asequibles, cada vez hay menos estatus asociado a los artículos de lujo.

  Las clases altas y los mandarines aspiracionales han encontrado una solución inteligente a este problema: las creencias de lujo. Estas son ideas y opiniones que confieren estatus a los ricos a muy bajo costo, mientras que afectan a las clases bajas.

  Un ejemplo de creencia de lujo es que todas las estructuras familiares son iguales. Esto no es verdad. La evidencia es clara de que las familias con dos padres casados son las más beneficiosas para los niños pequeños. Y, sin embargo, las personas adineradas y educadas criadas por dos padres casados tienen más probabilidades que otras de creer que la monogamia está desactualizada, que el matrimonio es una farsa o que todas las familias son iguales.

  Los disidentes, los de verdad, somos como un árbol añejo, con las raíces bien plantadas en el suelo, y las ramas queriendo tocar el Cielo. Sabemos de dónde venimos y quiénes somos, sabemos que las “ideas boutique”, esas creencias de lujo que traen los mandarines del Norte son nocivas para los más vulnerables, que no hay nada mejor y más deseable para el desarrollo de un ser humano que tener una familia bien constituida (aunque a veces no sea posible, aunque la vida pase y rompa todo) que lo ame y ayude a crecer para ser algo más que una pieza de una maquina informe, sin pasado y sin futuro, sin cultura y gris.

  Nuestros templos son milenarios, nuestras ideas comprobadas, los templos del adversario son Starbucks, su Biblia se mira por Netflix y sus ideas nacieron ayer. Y aún así, ya se están viendo las consecuencias. Si no me creen a mí, pueden preguntarle a la víctima de dichas ideas en uno de los grandes países del Norte, la señorita Keira Bell.

 

Con amor,

Lady Astor


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