De eso no se habla: violencia entre mujeres
Autora: Bets (@Betsiebook)
Históricamente se ha asociado a la mujer (definida de acuerdo a su sexo biológico) con distintos elementos considerados socialmente “positivos”: la maternidad (buena), la pasividad, la dulzura, la delicadeza, la sumisión, la ternura, el cuidado. Se ha asociado al hombre (de nuevo, de acuerdo a su sexo biológico) con elementos mucho más eclécticos: agresividad, actividad, fuerza, protección. Estas asociaciones han permitido la construcción de dos conjuntos genéricamente diferenciados: mujeres víctimas y hombres victimarios. Las medias tintas no son el fuerte de los lugares comunes.
Hoy en día, la mayor visibilización de distintas violencias contra las mujeres parece confirmar este sesgo que pone a unas bajo una sempiterna necesidad de protección, particularmente estatal, y a los otros bajo la necesidad de una eterna vigilancia, corrección y castigo. Esta cuestión, debería como mínimo hacer ruido a quienes se presentan como defensores de la “emancipación” femenina. También debería hacerlo de quienes suponen que el “empoderamiento” pasa por la capacidad de moverse en el mundo con libertad.
Por otro lado, la idea de que sólo las mujeres sufren violencia lleva a ignorar, en ocasiones criminalmente, la violencia que los hombres reciben a manos de aquellas (sobre esta cuestión escribí algunas líneas en: http://restaurarg.blogspot.com.ar/2017/10/la-violencia-tambien-tiene-cara-de-mujer.html).
En esta ocasión me gustaría que me acompañaran a abordar una cuestión aún más silenciada que aquella: la violencia doméstica y sexual que sufren mujeres y niñas a manos de otras (1).
La vinculación entre mujer y madre así como entre mujer y cuidadora hacen que habitualmente no se quiera ver y/o se ignore las huellas de violencia que las adultas ejercen sobre sus familiares o sobre otros niños. También ayudar a arrojar un “manto de piedad” (1) sobre acciones que harían que un hombre se pasara mucho más que unos años en la cárcel (bien merecidos, por cierto).
En este sentido, la relación entre madres e hijas queda fuera de la mirada vigilante no sólo del Estado sino de muchos particulares. Esta cuestión genera especiales problemas en casos de disputas por las custodias donde muchos abogados siguen creyendo que “el lugar de un niño es con su madre” de la que se niegan a pensar que pueda ser el monstruo del cuento.
Pero no se trata sólo de ellas: tías, abuelas (2), primas, hermanas y hasta parientes espirituales como pueden ser las madrinas pueden ejercer violencia (física y/o sexual) sobre las niñas que son dejadas bajo su cuidado, con toda tranquilidad porque… se trata de otra mujer y ya se sabe… las mujeres son buenas y maternales. Incluso hay quien intenta recurrir al argumento de la naturaleza para justificar esta confianza ciega. Quizás deberíamos repasar los libros de biología: muchísimas hembras se comen o matan a sus crías (3).
Además de esta violencia silenciosa y terrible, también tenemos mujeres que no comparten vínculo alguno con su víctima (abusos de oportunidad) y quienes se las ingenian para establecer uno (seducción) (4) o se aprovechan de una relación de fuerza o poder (laboral (5), educativa (6)). Apenas unos pocos de estos casos ven la luz y son denunciados con suerte absolutamente dispar tanto en la investigación como en las sentencias.
Por otro lado, existe otra violencia doméstica de la que no parece ser “apropiado” hablar: la que ejercen mujeres contra sus parejas también mujeres. Cómo en muchos otros casos se teme la incomprensión, la indefensión, pero además, falta entrenamiento específico en el abordaje de estos casos: el personal de las casas de acogida, comisarías “de la mujer” o “de la mujer y de la familia”, fiscalías “de género” (designación por cierto bastante mentirosa, ya que en verdad deberían llamarse “de mujeres, teóricamente, agredidas por hombres”) están preparados, cuando lo están, sólo para atender a las víctimas de hombres. La violencia entre mujeres parece amenazar con colapsar los sentidos comunes y las construcciones que ciertos colectivos feministas pretenden hacer pasar por nuestras gargantas sin siquiera otorgarnos la gracia de un vaso de agua.
Además, estas mujeres deben lidiar en muchas ocasiones con la negación, desprecio o ausencia de sus familias vinculadas a su elección sexual, lo cual implica la carencia de una cierta, posible, red de contención (aunque esto debe ser tomado con pinzas, muchas mujeres heterosexuales víctimas de violencia doméstica se encuentran en la misma situación de carencia). Otras deben enfrentarse con la idea de que hablar en voz alta de lo que les ocurre es en alguna medida poner en riesgo el colectivo y las luchas reivindicativas.
Así, la violencia física, económica, psicológica o sexual que las mujeres ejercen sobre otras se constituye en un tabú, un tema que no debe ser tocado so pena de hacer caer los sentidos comunes, construcciones culturales que siguen anclados en un mundo que se pretende más bello e inocente. Sin embargo, sostener la fantasía implica entregar al monstruo víctimas propiciatorias que no merecen ese destino.
Reconocer y hacer visible el problema es el primer paso.
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Referencias:
1- Afortunadamente comienza a haber estudios y artículos periodísticos sobre esta cuestión: http://www.bbc.co.uk/bbcthree/item/95769958-f129-416c-9610-c8f96504ce77https://actualidad.rt.com/actualidad/244243-estudio-revela-agresiones-sexuales-hombres-mujeres (versión en inglés https://www.researchgate.net/publication/308844135_Sexual_Victimization_Perpetrated_by_Women_Federal_Data_Reveal_Surprising_Prevalence)
2- http://www.asapmi.org.ar/publicaciones/jurisprudencia/articulo.asp?id=152
3- A modo de ejemplo: https://www.diariopopular.com.ar/policiales/inedita-condena-una-abuelapor-abusar-su-nieta-n99609
https://noticias.caracoltv.com/cali/inaudito-abuela-inculpo-un-tio-de-abuso-sexual-su-nieta-pero-la-menor-la-senalo-ella
4- La hembra del hámster, algunas perras, lobas…
5- http://www.bbc.co.uk/bbcthree/item/95769958-f129-416c-9610-c8f96504ce77
6- A modo de ejemplo: https://www.clarin.com/sociedad/primera-sentencia-argentina-acoso-sexual-mujer_0_S10eECCJCYe.html