La felicidad de Cecilia o cómo apostar a la economía regional
AUTORA: HYSPASIA
Empacadora en Jujuy, Argentina. |
Los políticos piensan el tipo de cambio (precio del dólar) como una forma de pacificar a los millones de tipos que vivimos en Capital, Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba. Pero básicamente en los dos primeros lugares.
En general la mayoría vive de un sueldo o de las personas que viven de un sueldo.
Los que viven de sueldos, una gran parte son sueldos del Estado o sueldos de empresas que proveen al Estado. O perciben dinero del Estado: jubilaciones y planes sociales.
Otro grupo trabaja o tienen comercios que le venden a los asalariados o les brindan servicios varios (peluquería, taller mecánico o lavadero de autos, o bailanta los fines de semana o choripán o reparaciones).
Un tipo de dólar bajo implica productos de consumo bajos.
En teoría.
Eso era verdad cuando la elaboración de productos alimenticios y de productos de tocador no estaba cartelizada. Ahora hay cuatro empresas de elaboración de alimentos que compraron a todas las otras empresas y dos fabricantes de shampoo, jabón de tocador y pasta dentífrica. Están cartelizadas. Como si fuera poco hay tres empresas de comercialización que venden el 75% de la facturación a familias de Capital y GBA. Aquí.
Pero pareciera que los políticos no se enteraron. Ellos siguen en la década del ‘80.
Piensan así: tipo de dólar bajo es shampoo barato, es carne barata, es salsa de tomate barata. Entonces el salario rinde más, entonces mantengo la inflación contenida y no me piden aumento de sueldo. Mentes simples.
Como la mayoría de los salarios son sueldos del Estado o jubilaciones o planes sociales, dan un gigantesco salto de pensamiento. Son Einstein. Tipo de cambio bajo => no me aumentan salarios públicos+jubilaciones+ planes.
Genios.
Genios.
Bueno, ya vimos que no es así. Pero el cerebro de ellos sigue congelado en las bellas épocas en que era así.
Por eso Kiciloff retrasó el tipo de cambio, pensando que con eso ganaba las elecciones. Por eso lo hizo Martínez de Hoz (en una época que sí era así) y por eso lo hizo Alfonsín-Machinea, por eso lo hizo De la Rúa-Machinea y por eso lo hace Sturzenegger.
Por eso Kiciloff retrasó el tipo de cambio, pensando que con eso ganaba las elecciones. Por eso lo hizo Martínez de Hoz (en una época que sí era así) y por eso lo hizo Alfonsín-Machinea, por eso lo hizo De la Rúa-Machinea y por eso lo hace Sturzenegger.
Otra opción para bajar el costo de vida sería bajar impuestos. Pero claro, en ese caso habría que dejar de pagarle $ 227.000 mensuales de sueldo al hermano del intendente de Malvinas Argentinas, provincia de Buenos Aires.
O habría que sentarse seriamente con los supermercados o con Arcor o Unilever, pero claro, en ese caso habría que pelearse con los contribuyentes de campañas electorales.
¡Qué problema!
Todos sabemos que el control artificial del tipo de cambio termina en catástrofe. Tarde o temprano.
Pero hay un efecto adicional, infinitamente pernicioso. El tipo de cambio bajo significa asalariados porteños y conurbaneros felices. Significa hambre en todas las provincias.
Los primeros años de gobierno de Menem significaron un renacer de las economías regionales porque tenía un tipo de cambio alto. Y eso permitía las exportaciones de todo: peras, manzanas, bananas salteñas, aceitunas, paltas, ajo, miel, queso de cabra, salamines, vinos, etc.
Luego el tipo de cambio fue retrasado por el gobierno de turno (porque los votos están en la capital y Conurba) y chau renacer.
Cecilia es depiladora de Mónica Brenta. Trabaja en el centro y vive en José C. Paz. Tiene casi cuarenta, casada, con dos hijos. Su marido es pintor de paredes. Empezó como albañil, aprendió un oficio. Trabaja por su cuenta y gana bien. Tiene una nena de trece y un varón de nueve.
Cecilia nació en Jujuy. En el sudeste de Jujuy. En la zona húmeda, selvática, rica, frondosa de Jujuy. Sus padres tuvieron tres hijos. Dos varones y ella. Los tres viven en el conurbano. Huyeron de la pobreza y la falta de oportunidades.
Jujuy, hisohietas. En celeste las zonas más lluviosas y fértiles. |
Luego de la devaluación de Duhalde y de los primeros años de gobierno de Néstor Kirchner, con un tipo de cambio alto, vender palta pasó a ser negocio. Y empezaron a prosperar.
Cecilia viajó con toda su familia a casa de sus padres de vacaciones. Sus hijos estaban encantados. Casa grande, animales, vegetación. Plaza del pueblo impecable, con flores, la escuela toda pintada. Los chicos juegan en la calle. Sin barritas que toman cerveza.
Y la nena le dice que se quiere quedar con la abuela y empezar la escuela en Jujuy. No quiere volver a José C. Paz. ¿quién la puede culpar?
Pero.... el tipo de cambio comenzó a atrasarse -estaba Kiciloff de ministro- y los números ya no daban en el campito como dos años atrás. Dejar dos trabajos que caminan por una aventura que ya pinta mal, no es negocio.
Luego de un largo debate, el matrimonio decide seguir con su apuesta en José C. Paz. La nena ruega quedarse con los abuelos y finalmente le dicen que no, que va a venir durante las vacaciones.
Y es así como tenemos economías regionales en permanente coitus interruptus. Brotes verdes que jamás brotarán porque nunca serán plantados. Que parece que van a andar hasta que un ministro de economía o un presidente del BCRA decide que quiere ganar las elecciones.
Luego de un largo debate, el matrimonio decide seguir con su apuesta en José C. Paz. La nena ruega quedarse con los abuelos y finalmente le dicen que no, que va a venir durante las vacaciones.
Y es así como tenemos economías regionales en permanente coitus interruptus. Brotes verdes que jamás brotarán porque nunca serán plantados. Que parece que van a andar hasta que un ministro de economía o un presidente del BCRA decide que quiere ganar las elecciones.
Y por eso es más negocio vivir de albañil en José C. Paz que trabajar el minifundio de la familia en Misiones o Formosa o Jujuy.
Todo, todo, producido por la política.
La felicidad pasa por ir a una escuela limpia cruzando una plaza con flores y caminar sin miedo por la calle en un pueblo sano del interior del país con una maestra que vaya todos los días a trabajar.
¿Es tan difícil?
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