EL EXPANSIONISMO CHINO ENCUENTRA UNA MURALLA

Huawei y la lucha por la supremacía militar

Autor: Robert Fox
Nota original: https://reaction.life/huawei-decision-shows-chinas-expansionism-wont-be-tolerated-forever/


Hubiera sido más fácil para el Secretario de Cultura Oliver Dowden gritar "atrás a toda máquina" cuando hizo su jadeante anuncio de que el Reino Unido iba a excluir al gigante chino Huawei de cualquier rol significativo en el desarrollo de la red 5G.

También hizo eco de la frase de Lance - el cabo Jones de la comedia "Dad's Army" - "Don't panic" ("no entre en pánico") - porque el pánico era evidente en la burocracia del gobierno por el cambio drástico en las decisiones.

¿Por qué les tomó tanto tiempo, dado que esto estaba escrito en la pared desde hace mucho? La realidad ha estado clara desde enero aún para los menos perspicaces en la aldea de Westminster, y desde  el 2018 para los que estaban más sintonizados estratégicamente.

Dowden dijo que la principal razón para el cambio es la renovación en la política de sanciones de los EEUU, que golpearía a la industria británica, a las exportaciones y la seguridad de las comunicaciones. Casi como algo que se le ocurrió después agregó que la alianza de los Cinco Ojos [Five Eyes alliance], FVEY, está mortalmente en contra de que Huawei se involucre aún de la más mínima forma en futuros desarrollos de telecomunicaciones, recolección de datos y vigilancia por cualquier medio electrónico.

FVEY es una alianza de inteligencia entre los EEUU, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, que trabajan en ejes como los Cuarteles General de Comunicaciones [General Communications HQ] en Cheltenham y la Agencia Nacional de Cibernética [National Cyber Agency] en el Reino Unido.

Dos años atrás Australia decidió excluir a Huawei de su desarrollo de 5G, causando un gran transtorno teniendo en cuenta que China es el gran cliente de los minerales australianos al igual que de su producción agrícola, en particular cereales. Fue una decisión bipartidaria en Camberra, aprobada por el ex primer ministro laborista, ex ministro de relaciones exteriores y ex embajador en Pekín, Kevin Rudd, reconocido estudioso de China.

"¿Qué les ha tomado tanto tiempo, dada la decisión de Australia contra Huawei en el 2018"?, le interpeló John Nicolson del Partido Nacionalista Escocés a Dowden en la Cámara de los Comunes. La integridad de FVEY tiene mucho que ver con la presión de EEUU al Reino Unido para despedir a Huawei, también, aunque el Secretario de Estado para Medios Digitales, Cultura, Medios y Deporte, no se molestara en mencionarlo.

Por meses, congresistas de ambos partidos en Washington han venido presionando para legislar en contra de cualquier cooperación entre los EEUU y cualquier aliado que tuviera a Huawei en su sistema de comunicaciones. Los militares dijeron que no iban a hacer base en el Reino Unido de su nuevo F-35 aeroplano multirol, si el RU persistía en tener a Huawei cerca de su sistema de comunicaciones - especialmente en su aeroplano F-35 Lightning británico.

Adicionalmente, la cooperación con los elementos bélico-electrónicos de la RAF [Real Fuerza Aérea Británica] y las aeronaves de reconocimiento como el Rivet Joint y el Poseidon P8 para patrulla marítima deberían frenarse. Ambos equipos trabajan en forma intercambiable, tripulaciones norteamericanas o británicas. Frecuentemente volando equipos mixtos.

La advertencia de Huawei y de los  militares fue dada en términos muy duros por el Senador Joseph Cotton hace algunas semanas, a pesar de que pocos entrre los comentaristas de Londres lo tomaron seriamente. China ha estado tratando por años ingresar a los secretos de software del F-35, el primero de los llamados "generación cinco" aeroplanos de combate en la historia de la aviación. Ellos ya tienen alguno de esos secretos. De eso no hay duda.

El reajuste de las relaciones de China no va a parar con Huawei. Son maestros en entrar por la puerta trasera en sistemas complejos de computación y vigilancia - y no hacen esto por el bien común. China ha hecho grandes avances en Europa, pero aún el más discreto gesto diplomático parece siempre tener un lado oscuro.

China apunta a sellar tantos contratos como pueda con la Unión Europea en lo que es el proyecto por excelencia del Presidente Xi, su Iniciativa para la Ruta y el Cinturón, un intento de reconstruir el corredor de la Ruta de la Seda para el comercio y la cultura, por tierra, mar y aire y ahora, espacio. Están revirtiendo la ruta de Marco Polo, desde Katay en su forma moderna a Venecia, Génova, Trieste, Pireo y grandes porciones del puerto de Rotterdam.

Pero mientras sus enviados comerciales y sus diplomáticos han abierto su mano a sus nuevos socios europeos, ofreciendo un paquete de € 2.500 millones para Italia el año pasado, persistieron en ataques cibernéticos a través de toda Europa este año - incluyendo hackeos en la sistema de salud pública de Alemania en medio de la crisis del Covid.

La presencia de China en la industria civil de energía nuclear en el Reino Unido ahora debe ser cuestionada. ¿Es su rol en la estación Hinkley C deseable o necesaria? En verdad, ¿toda la monstruosa instalación de Hinkley C deseable o necesaria? 

Involucrarse en la industria nuclear civil enseguida nos lleva al sector nuclear militar - ellos investigan codo a codo - en el cual China ha mostrado persistente y poco saludable interés.

La política exterior China en comercio y cultura, seguridad y comercio, está basada en su propia rama de agresivo - y armado - mercantilismo.

China ahora está trabajando en alianzas de largo plazo con Serbia e Irán. Apunta a comprar dos puertos en las costas iraníes sobre el Golfo. Particularmente estratégico es Jask en el Golfo de Omán, cerca del estrecho de Ormuz.

El tratado de 25 años con Irán, que deberá ser firmado dentro de pocas semanas, ofrece comprar petróleo iraní, renovar la industria de destilación de petróleo, las comunicaciones iraníes, incluyendo 5G, y pertrechar las fuerzas armadas de Irán y ponerlas listas para combate - presumiblemente dotarlos de algún kit nuclear.

En el Mediterráneo, China está activa ahora tanto en las costas del sur como con las del norte. Con los precios del petróleo por el piso, China ahora ofrece ayuda a Algeria. Nuevas instalaciones portuarias y renovación de la infraestructura la ofrece...por un precio.

El nuevo mercantilismo - un aggiornamentto de la visión del SXVIII sobre el comercio mundial donde las mejores porciones de la torta van para aquél que es más corajudo, directo y ambicioso - parece que llegan a un impasse. Los clientes de África y Asia, especialmente los potenciales clientes de Belt and Road (el camino de la seda), parecen acobardados por los duros términos de intereses que ahora demandan por los préstamos. Todo el esquema parece estar llegando al lìmite de su expansión, como a los militares les gusta decir.

El Covi y la población que envejece crea más profundas grietas en casa - un recuerdo del adagio pre-maoísta de que China está en el camino de volverse vieja antes de volverse rica.  Los derechos humanos no se irán, y las protestas por los derechos en Hong Kong y la minoría Uighur de Xinjiang seguirán, a pesar del intento de Xi de eliminar estos ítems de las plataformas de discusión de internet.

El crudo intento de eliminar toda crítica del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas - en donde Pekín ha logrado persuadir a 53 naciones para que respalden su posición sobre Hong Kong - puede avanzar hasta ahí. En forma similar, el intento de comprar la WHO, la Organización Mundial de la Salud, luego del retiro de los EEUÜ, tampoco ayudará ni a Pekín, ni a la OMS, ni en la práctica, ni moralmente.

Las renovadas exhibiciones de amenazas y agresiones desde la frontera en el Himalaya contra India, el rebrote de refriegas en Hong Kong, el encierro, detención y esterilizaciones de los Uighurs y las muestras de poder en el Mar de la China sugieren que el régimen de Pekín tiene la sensación de que el tiempo se le acaba. Ahora hay temores de que Xi Jinping pueda intentar apoderarse de Taiwan por la fuerza de las armas en los próximos dos o tres años.

Todo esto puede hacer que el gobierno de Boris Johnson piense más profundamente que clase de China quiere tener negocios y en qué términos.


* * *

Nota original

Huawei decision shows China’s expansionism won’t be tolerated forever
BY ROBERT FOX | tweet ROBFOX45   /  14 JULY 2020



It would have been easier for Culture Secretary Oliver Dowden to yell “full astern all engines” when making his breathless announcement that the UK was to exclude Chinese giant Huawei from any significant role in the development of the 5G network.

He might also have echoed the catchphrase of Lance-Corporal Jones from the comedy Dad’s Army – “Don’t panic” – because panic there evidently is in government ranks over the switch of policy.

Why has it all taken so long, since the writing has for so long been on the wall? The reality has been clear since January for the less perspicacious of the Westminster village, and since 2018 for the more strategically attuned.

Dowden said the main reason for the change is the renewed sanctions policy from the US, which would hit British industry, exports and communications security. Almost as an afterthought he added that the Five Eyes alliance, FVEY, is dead against any involvement of Huawei in any serious future developments of telecommunications, data collection, and surveillance by any electronic means.


FVEY is the intelligence alliance of the US, UK, Australia, Canada and New Zealand, working through such hubs as the General Communications HQ in Cheltenham and the National Cyber Agency in the UK.

Two years ago Australia decided to exclude Huawei from its development of 5G, causing a huge fuss as China is a big customer for Australian raw materials and agricultural produce, especially cereals. It was a bipartisan decision in Canberra, endorsed by the former Labor prime minister, foreign minister and ambassador to Beijing, Kevin Rudd, a recognised sinologist.


 “Why has it taken you so long, given Australia’s decision against Huawei in 2018?”, the SNP’s John Nicolson asked Dowden in the Commons. The FVEY aspect has a lot to do with the United States’ pressure for the UK to ditch Huawei, too, though the Secretary of State for Digital, Culture, Media and Sport, didn’t care to mention it.

For months, congressmen and congresswomen from both sides in Washington have been pressing to legislate against any US military cooperation with allies that have Huawei in their communications systems. The military said they would not base the new F-35 multirole combat plane in forward bases in the UK, if the UK persisted in having Huawei anywhere near their communications systems – especially in the UK’s own F-35 Lightning aircraft.

In addition, cooperation with RAF electronic warfare and surveillance aircraft such as the Rivet Joint airborne jamming and surveillance planes and the new Poseidon P8 maritime patrol aircraft would be stopped. Both sets of aircraft work inter-operably with American and British crews – often flying with mixed teams.

The warning about Huawei and the military was delivered in blunt terms by Senator Joseph Cotton a few weeks back, though few in the London commentariat took him seriously. China has been trying for years to get into the software secrets of the F-35, the first so-called “generation five” combat plane in aviation history. They have some of the secrets already, no doubt.

The readjustment of relations with China won’t stop with Huawei. They are masters at backdoor entry into complex computer and surveillance systems – and they do not do this for the common good. China has been making a concerted advance into Europe, but even the most bland diplomatic gestures seem always to have a dark side.

China aims to sign up as much as it can of the EU to President Xi’s prestige project par excellence, the Belt and Road Initiative, an attempt to reconstitute a Silk Road corridor for commerce and culture by land, sea, air and, if needs be, space. They are reversing Marco Polo’s route, from Cathay in its modern form to Venice, taking in Genoa, Trieste, Piraeus, and large elements of the Europort at Rotterdam.

But while their commercial envoys and diplomats have been opening their hand to new European partners, offering a €2.5 billion package to Italy last year, they have persisted in cyber attacks across Europe this year – including hacks on the German public health system in the midst of the Covid crisis.

China’s presence in the UK’s civil nuclear power industry now must be questioned. Is their role in the Hinkley C station desirable or necessary? In truth, is the monster installation at Hinkley C desirable or even necessary altogether? Involvement in the civil nuclear industry quickly takes you to the military nuclear sector – they research side by side – in which China has shown unhealthy and persistent interest.
China’s foreign policy in trade and culture, security and commerce, is based on its own brand of aggressive, and armed, mercantilism.

The gazetteer of new areas of influence and interesting is dazzling. China is now working up long-term alliances with Serbia and Iran. It is aiming to buy up two ports on the Iranian shore of the Gulf. Particularly strategic is Jask in the Gulf of Oman, close to the Straits of Hormuz.

The 25-year treaty with Iran, due to be signed within weeks, offers to buy Iranian oil, and renew the oil industry, Iranian communications, including 5G, and refurbish the entire order of battle of Iran’s forces – and presumably with nuclear-capable kit.

In the Mediterranean, China is as active now on the southern shore as the north. With gas and oil prices diving, China is offering to help Algeria. New port facilities and refurbishment of infrastructure are on offer – at a price .

The new mercantilism – an update of the 18th century view that world trade was a cake with the big slices going to the brave, bold and greedy – seems to be reaching an impasse. Clients in Africa and Asia, especially would-be clients for the Belt and Road, seem to be turned off by the harsh terms of interest now being demanded of loans. The whole scheme could be reaching its limit of exploitation, as the military would say.

Covid and the ageing population create deepening stresses at home – a reminder of the old pre-Maoist adage that China is on a path to grow grey before it grows rich. Human rights will not go away, and protests about rights in Hong Kong and the Uighur minority of Xinjiang will get through, despite Xi’s attempt to shutter off influence from China’s internet discussion platforms.

The crude attempt to muzzle any criticism in the UN Human Rights Committee – in which Beijing has managed to persuade 53 nations to back its crackdown on Hong Kong – will get only so far. Similarly, the attempt following US withdrawal to buy the World Health Organisation with lavish subsidies won’t help either Beijing or the WHO, practically or morally.
The renewed displays of menace and aggression, from the Himalayan border with India, the crackdown in Hong Kong, the round-up, detention and reported sterilisation and of the Uighurs, and renewed sabre-rattling across the South China Sea, suggest the current Beijing regime senses time running out. There are now fears that Xi Jinping could attempt to seize Taiwan by force of arms in the next two to three years.

All of this should make Boris Johnson’s government think even more deeply about what kind of China it wants to deal with and on what terms.


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