MARA BRAWER Y EL TEMOR MARRÓN
Ilustración: Tatsuya Ishida. |
Autores: Eternal Lady (@Lady_Astor) y reaxionario Campeón del Mundo (@reaxionario)
Diputada Mara Brawer al momento de su jura. |
Cada tanto, los apparatchiks del Estado Presente llaman a cerrar filas ante la amenaza fascista, siempre inminente. Esta vez fue el turno de Mara Brawer, Diputada Nacional por el Frente de Todos, quien, predeciblemente, recurrió a El Cuento de la Criada para recordarnos que en todo momento la sociedad está a un paso de convertirse en una distopia teocrática.
Aparentemente, nos asegura Brawer, esto es una posibilidad real en el
futuro cercano, y evidencia de ello es que la “sociedad moderna va siendo
testigo de cómo un discurso totalitario avanza y se hace del poder”. Por
supuesto, nada de esto es real. Es sólo una estrategia para instalar entre la
propia tropa y la sociedad en general cierta sensación de urgencia, a fin de no
bajar la guardia ante una ficticia amenaza ultraderechista.
Después de todo, si existe un discurso totalitario que avanza y se hace del
poder, es el de la Diputada, quien en 2020 presentó un proyecto de ley[1]
para intervenir los colegios de la Federación de Agrupaciones Santo Tomás de
Aquino (FASTA) por trabajar con material pedagógico coherente con la fe
católica, cuyas opiniones acerca de la homosexualidad, el divorcio y el aborto,
según Brawer, “no se condicen con las políticas de inclusión y de
reconocimiento de derechos del siglo XXI”.
Ilustración: Tatsuya Ishida. - "SÚMESE AL EJÉRCITO WOKE [PROGRE]". - ALLANE HOGARES. CONFISQUE PROPIEDAD. - DEFIENDA EL USO DE LA "E". - Ya hago todas esas cosas. ¡Gratis! |
Peor aún, el proyecto cita una multitud de leyes que FASTA ha violado, en un claro ejemplo de un agente del Estado persiguiendo disidentes usando leyes que el Estado mismo ha creado con este propósito. Si eso no es totalitarismo, ¿qué es?
Obviamente, la Diputada se excusará recurriendo al mismo ardid de siempre:
el poder en las manos correctas – las suyas – no conoce de abusos, sino de
ampliación de derechos. Si tan solo la Iglesia Católica renunciara a sus
principios reaccionarios y adoptara los preceptos ideológicos superiores de
Mara Brawer, no habría necesidad de castigar a nadie.
Ahora bien, lo que la Diputada llama “discursos de odio” no son más que la
reacción lógica de una mayoría de la población que no ve con buenos ojos esta
cruzada progresista en nombre de la emancipación de las minorías, especialmente
si implica la reconfiguración absoluta de sus valores, tradiciones y modos de
vida; y todavía menos si proviene de ideólogos que, con la arrogancia de toda
nueva fe, proclaman haber resuelto los problemas de la humanidad para siempre.
1. ¡HETEROSEXUALES, UNÁMOSNOS! 2. - ¡Deténgase, bandido! - ¡La gaystapo! 3. BLAM, BLAM, BLAM. 4. ¡Ah! ¡Qué asco! Ilustraciones de Tatsuya Ishida. |
Según Brawer, esta resistencia ha hecho que nuestra democracia esté en un
“proceso de fragilización” gracias a “fuerzas políticas” enfocadas en “generar
una confrontación constante, sistemática y destructiva”. Nuevamente, si tan
solo dejáramos a las fuerzas de la revolución llevar a cabo su plan de
ingeniería social en paz, quedándonos quietos y callados, todo sería más fácil.
Sin embargo, nos resistimos.
Esto de escandalizarse por la confrontación, por su parte, resulta bastante
irónico, viniendo de un bando político cuyo principal recurso es inocular en la
población una visión marxista donde no existen los argentinos, sino minorías de
explotadores y explotados coexistiendo dentro de un sistema injusto. Un sector
que le ha hecho creer a buena parte de la población que ser mujer en Argentina
es un calvario, y que salir a la calle sin ser raptada o violada es poco menos
que un milagro; que todo hombre es un potencial abusador; que un niño no nacido
es un parásito.
"Soy una mujer cis independiente y fuerte". "El trabajo sexual es trabajo". |
Mara Brawer podrá justificarse diciendo que dividir a la población en
minorías opresoras y oprimidas (persuadiendo a estas últimas de que el mundo es
un lugar hostil y hasta inhabitable para gente de su clase) tiene como
propósito la unión de los argentinos, pero Orwell se está revolcando en su
tumba.
Es que si hay algo en lo que el progresismo destaca es en la manipulación
del lenguaje. Cuando Mara Brawer habla, aunque use nuestro vocabulario, lo hace
según sus propias definiciones. Por ejemplo, cuando dice que existe un “vínculo
intrínseco de los feminismos y las diversidades con el desarrollo de un sistema
democrático”, hay que hacer un trabajo de interpretación, poniéndonos los
anteojos para ver la realidad como en They Live.
Este vínculo al que se refiere la diputada es la alianza entre el Estado y
una liga de minorías, cuyos miembros se ofrecen como músculo de la expansión
burocrática a cambio de status y
privilegios. Dicho de otro modo, las minorías ponen su voto en las urnas y su
cuerpo en las manifestaciones, intimidando a la población para allanar el
camino de la reforma social. A cambio, son recompensados con legislación
favorable.
Así, el Estado se agranda, multiplicando secretarías y ministerios
dedicados a redistribuir el ingreso, reparar desigualdades y rectificar
injusticias. Un sistema en el que tanto los servidores públicos como sus
fuerzas de choque o “colectivos” se benefician a costa de una mayoría siempre
dispersa y desorganizada, en nombre de la “equidad económica”. A esto Mara
Brawer se refiere como “democracia”.
Está en nosotros, como ciudadanos, aprender a descifrar la metodología
progresista, con su falso discurso de empatía que encubre una clara intención
totalitaria, si queremos frenar a tiempo esta larga marcha sobre nuestras
instituciones y conservar algo del país que tanto amamos, porque pronto dejará
de existir.