UNA PIEZA MÁS DEL ROMPECABEZAS
Trump y las claves de la rebelión
Autora: SirenaGrace (@DPellarolo)
Nota original: https://sirenagrace.substack.com/p/una-pieza-mas-del-rompecabezas
Inspirada por la generosa invitación al diálogo de Iris Speroni @SperoniIris en su última nota publicada en Restaurar, “Disidencia, apaciguamiento o rebelión,” una excelente reflexión de las circunstancias en las que nos vemos inmersos en el desarrollo de esta película auspiciada por la globalista Agenda 2030 del Foro Económico Mundial, responderé a su pedido de clarificación acerca de lo que más conozco, la figura de Donald J. Trump en la política de los EEUU, ya que es importante distinguir los diferentes agentes políticos que mueven la cosa pública en este país, ocultos a veces por la desinformación de los medios de “información.”
Esta invitación al diálogo además me impulsa a seguir elaborando las ideas que presenté en “Make Argentina Great Again: el delicado cortejo de la Argentina y los EEUU para la transformación de las Américas,” donde reconocía que todo cortejo comienza con un tiempo de conocimiento de las partes. Mis treinta y seis años de residencia en los EEUU, y mi activa participación en el movimiento America First del partido republicano liderado por Trump me dan las credenciales para describir las fuerzas políticas que veo tensionadas en este momento coyuntural del destino del país del norte, y por extensión, del mundo entero.
Refiriéndose a la reciente condena de Donald Trump en un juicio semejante a los llevados a cabo en la Rusia estalinista, Speroni reconoce que “hay un plan, el cual es eficientemente ejecutado, cuenta con un marco jurídico y de procedimientos; quienes lo cumplen son premiados y quienes atentan contra el mismo, son castigados.” El plan de los globalistas es crear un gobierno mundial único, liderado por tecnócratas que no creen en el bien común de la Humanidad, sino en la manera más efectiva de activar un control centralizado que limite las libertades civiles con el objetivo de despoblación (lo han admitido, ver Bill Gates y su agenda de despoblación por medio de las vacunas), y usar a la población restante como meros conejitos de Indias del proyecto transhumanista (ver Yuval Noah Harari, hijo dilecto del WEF).
Sé que suena descabellado, pero la implementación de la agenda de The Great Reset--como la llama el villano Klaus Schwab--, se confirma con la simple lectura de los documentos de las Naciones Unidas, del Foro Económico Mundial y de la Organización Mundial de la Salud. La “plandemia” fue meramente el salvo inicial de este proyecto. A esta agenda se le opone la voluntad popular y soberana de naciones que han sido desmanteladas desde adentro y desde afuera por décadas. Son estos sectores de la “disidencia” los que son vigilados, monitoreados, censurados y castigados por no adaptarse a un programa totalitario que hereda tácticas de la Rusia de Stalin, la China de Mao y de sus satélites menores en nuestro continente.
Las estrategias para lograr este proyecto son varias, como las enumera Speroni. Para globalizar el concierto de naciones, el objetivo es destruir el concepto de nación, su soberanía, las fronteras, las culturas tradicionales, las lenguas, las creencias religiosas, en fin, todo lo que aglutine a una población en una identidad nacional. La manera de lograrlo es inundando a los países desarrollados con vastas olas de inmigrantes ilegales que muchas veces proceden de sus antiguas colonias, como lo hemos estado viendo en Europa por décadas. Por ejemplo, el descontrolado influjo de migrantes musulmanes del norte de Africa en las naciones europeas se explica de este modo como un claro ataque a la tradición judeo-cristiana, fundamento de la civilización occidental.
Con la anuencia y el apoyo del Pacto Mundial para la Migración de las Naciones Unidas y sus milicias subvencionadas, las múltiples organizaciones “no gubernamentales” que implementan la invasión teñidas de falso altruismo, este proyecto ha deshilvanado redes sociales, implosionado culturas, lenguas, religiones, y destruído economías, ya que el Estado del Bienestar de las naciones receptoras se brinda pródigo a los recién llegados, cultivados por las izquierdas como nuevos electores. Lo mismo está ocurriendo en los EEUU con la política de “fronteras abiertas” del ilegítimo régimen de Biden, quien en los casi cuatro años de su gobierno ha permitido la invasión por la porosa frontera con México de más de diez millones de oportunistas que han entrado ilegalmente en el país.
El concepto de familia es otra estructura social atacada por las élites de izquierda, con su infinidad de infamias, como la promoción del aborto, el desdibujamiento de las diferencias de género (y Dios los creó varón y mujer, Gen 1:27), la agenda trans y el inclaudicable ataque a la inocencia infantil con la pedofilia y el tráfico sexual de niños. Los conflictos sociales (raciales, de género, de clase, de ideología) y el crimen, azuzados con el fin de “dividir y conquistar,” generan fuertes grietas en estas sociedades que han perdido su razón de ser y se encuentran a la deriva en una confusión de fin de los tiempos.
A esto se le suma la guerra contra los alimentos, a la que se oponen valientes granjeros y camioneros en un intento supremo de evitar un Holodomor mundial. Todo esto coronado con una guerra contra los hidrocarburos y la celebración peligrosa de vehículos eléctricos que limitan nuestra autonomía de movimiento. El remate perfecto es la circulación de una moneda única digital que nos mantiene vigilados y al acecho en caso de que nos salgamos de cauce, como ocurre en la China.
Donald J. Trump--un outsider de la política tradicional de los EEUU--, subió milagrosamente al poder en 2016 con una clara consigna que capturó la imaginación de gran parte de la población: Make America Great Again. Volver a la grandeza de la República Constitucional fundada por los Padres de la Patria después de las guerras de independencia del imperio Británico. Una vuelta a la ley y el orden, a la Constitución que los sucesivos gobiernos--tanto Demócratas como Republicanos--, junto con la inflada burocracia del Estado Administrativo, han hecho irrelevante. Se basa para esto en el apoyo de un pueblo (mayormente popular, nacionalista, alejado de las costas lideradas por las élites ilustradas), cansado de no reconocer a su país convertido en rehén de un marxismo cultural, que, como Antonio Gramsci abogaba, realizó exitosamente la “larga marcha a través de las instituciones” desde las décadas de 1930-40. Instituciones que han sido capturadas por la agenda woke y que se disemina por todas las áreas de la sociedad como un virus.
Trump llega al poder con la idea de poner de manifiesto la absoluta corrupción que había enfermado a todas las instituciones. Su primera administración recibió los embates continuos de todos aquellos sectores que se vieron amenazados por la luz que echaba sobre las sombras que habían cubierto hasta ese momento los chanchullos de las élites. Trump es parte del anti-virus que existe en la sociedad norteamericana para extirpar de una buena vez el virus que ha infectado todo. (Gracias @reaxionario por la analogía).
La manera como el movimiento MAGA implementa estas restauraciones es privilegiando un enfoque basado en las prioridades de la nación: America First. Cuestionando los interminables conflictos bélicos y violentos cambios de régimen (revoluciones de color) llevados a cabo internacionalmente por los servicios de inteligencia bajo excusas de “llevar la democracia” a países distantes, restaurando un no-intervencionismo abrazado por los fundadores de la república desde sus orígenes.
Reindustrializando la economía, que había exportado la manufactura de todo a economías subdesarrolladas con bajo costo laboral, imponiendo tarifas a las importaciones de China, que se usaron para subvencionar a los granjeros del MidWest, quienes vieron un crecimiento en su producción. Lo que Trump propone no es aislacionismo, sino que “America First pone los intereses del pueblo americano por encima del establishment. Empodera a los ciudadanos, sirve como voz del pueblo, y ayuda a revivir el sueño americano (…) apuntalando la economía, estableciendo la independencia energética y protegiendo a la Patria.”[1]
Estas medidas sin duda van a contrapelo de las políticas globalistas de los Demócratas y el establishment Republicano, que en las últimas tres décadas coincidieron en sus ideologías globalizadoras, y se dieron a gobernar como el Uniparty.
Destacados miembros del corrupto aquelarre del Uniparty
Trump y MAGA se convierten de este modo en una gran amenaza para la continuidad de las políticas globalistas de izquierda que ha abrazado la clase hegemónica en los EEUU. Esto explica el acoso constante tanto al líder como a sus seguidores. Como nota Speroni, Trump pasó su primera presidencia investigado fraudulentamente por dos juicios políticos y espiado, primero como candidato, y luego como presidente electo en la Casa Blanca, por Demócratas como Hillary Clinton y Obama, quienes inventaron acusaciones de colusión con Rusia (una proyección de sus propias siniestras triquiñuelas). Y, como broche de oro de su presidencia, el ataque con el arma biológica del Covid, que sus opositores usaron como excusa para implementar un fraude grotesco en las elecciones de 2020.
Los fieles seguidores de Trump, por su parte, han sido acusados de “extremistas,” “supremacistas blancos,” “deplorables,” “terroristas domésticos,” “cristianos nacionalistas,” acusaciones que se difunden a través de los medios y que legitiman las injusticias que muchos de ellos sufren: razzias del FBI en casas de madres que protestan la agenda woke en las escuelas de sus hijos, redadas de cristianos que rezan frente a clínicas de aborto, persecusiones y arrestos a los colaboradores de Trump, como el caso de Peter Navarro, en prisión federal en este momento, por haber denunciado el fraude electoral de 2020. Y el caso más aberrante: la captura por el FBI de más de mil seguidores de Trump, que protestaron pacíficamente el fraude electoral en el Capitolio el 6 de enero de 2021, víctimas de una trampa de los servicios de inteligencia y el Congreso Demócrata, en lo que se dio en llamar la Fedsurrection, ya que la acusación de “insurgentes” que reciben constantemente los condenados, tanto de los medios como de los tribunales, debe verse en realidad como una insurrección del gobierno federal contra el pueblo. “The chicks have come home to roost,” como preveía Malcolm X, ya que ahora las revoluciones de color se diseñan contra los ciudadanos americanos en su propio suelo. Es por este motivo que los “deplorables,” a pesar de formar la mayor parte de la población (muy superior a los cien millones) y estar armados hasta los dientes, no optan por una rebelión armada porque saben que eso es exactamente lo que el Deep State quiere: una nueva guerra civil.
La presidencia de Trump pone a We The People de nuevo en el protagonismo de la cosa pública. Sectores hasta ese momento ignorados y marginados por la arrogancia de un orden oligárquico letrado que monopoliza el derecho a las decisiones públicas en esta “anarco-tiranía,” se sienten finalmente escuchadas y representadas por este billonario, este hombre de negocios que afila los dientes en la industria de la construcción que hereda de su padre, pero que también desarrolla una exitosa carrera en los medios de comunicación masivos. Y que, además, tiene tal independencia financiera, que es inmune a extorsiones, chantajes y sobornos en oposición a la mayoría de los políticos que se corrompen tan pronto como llegan al poder. Trump no necesitaba entrar en la política, realizó una exitosa carrera, creó una sólida familia y podía haber pasado el resto de sus días jugando al golf y aumentando su fortuna. Sin embargo, decidió responder al pedido de ciertos Patriotas que lo invitaron a sanear una nación capturada por la corrupción, la injusticia y el desaliento.
Es por esto que no veo a Trump como “un gran apaciguador. Alguien que canaliza la bronca y resistencia que un régimen despierta y lo controla. Evita un mal mayor,” como sugiere Speroni, sino todo lo contrario. Lo veo como un agente de fermento destinado a movilizar a las masas, a despertarlas de un largo sopor producido por las comodidades de una vida fácil, de una abundancia económica que fue retrayéndose en las últimas décadas debido al desaforado ánimo de lucro de las clases dominantes y los bancos centrales, junto con los engañosos mensajes de un engañoso aparato de difusión masivo que más que informar y entretener, se convirtió en el mayor enemigo del pueblo como medio adoctrinador de programas hegemónicos (ver la operación Mockingbird de la CIA). En las últimas décadas, la industria de la tecnología (Big Tech) y los medios sociales cumplieron funciones similares con siniestras campañas de desinformación y censura auspiciadas desde el gobierno.
“We are a country in decline.” DJT
La respuesta de vastos sectores de la población a este “gran despertar” (The Great Awakening) ha producido innumerables manifestaciones hacia la creación de una nueva cultura disidente. Comenzando por la admonición del general retirado Mike Flynn, prestigiosa figura en el movimiento MAGA, una de las primeras víctimas del Deep State cuando fue nombrado Secretario de Seguridad Nacional por el gobierno de Trump. Como veterano de la inteligencia militar, posee una enorme información acerca de las tácticas de contra-espionaje, que dio a conocer en su libro The Citizen’s Guide to Fifth Generation Warfare: Introduction to 5GW.
Consciente de que esta guerra de quinta generación está basada en narrativas, lo primero que impulsó fue “an army of digital soldiers,” un ejército de soldados digitales, de ciudadanos reporteros que realmente hicieran la investigación profunda que requiere excavar en las profundidades de esta trama de mentiras en las que las élites nos tenían engañados por siglos. Es así como surgen miles de plataformas periodísticas alternativas de ideología conservadora, que se dio en llamar Alt-Right (si lo googlean, van a ver irrisorias descripciones de estos grupos desde el punto de vista de la izquierda). La “compra” de Twitter por Elon Musk, con su misión de la libertad de expresión, ayuda a diseminar estas voces que habían sido totalmente silenciadas y censuradas desde 2020. Otros medios conservadores como Truth Social, Gab, Rumble, Gettr, Parler se han convertido en altavoces de estos discursos disidentes.
A éstas se han agregado numerosas plataformas de un comercio alternativo a los conglomerados multinacionales como Amazon, que se expandieron a un nivel monstruoso con la bancarrota de millones de pequeñas empresas que no pudieron sobrevivir el embate de las regulaciones y restricciones durante la plandemia. Public Square es la compañía conservadora que más ha crecido en los últimos años, ya que los “deplorables” buscan invertir su dinero en empresas que respetan sus valores y principios.
Como ciudadano comprometido con el destino político de su patria, el general Flynn, junto con otros patriotas, ha recorrido todo el país haciendo convenciones multitudinarias con los sectores de la población ávidos en munirse de las armas necesarias para salvar su república. Su lema es “local action, national impact” (la acción local crea un impacto nacional). Este impulso promueve diversos proyectos de movilización de sectores conservadores, frustrados con la dirigencia del partido Republicano, que es renuente al cambio y falto de coraje en cuanto a ponerle frenos a la izquierda. Flynn impulsa el Precinct Strategy, que es motivar a ciudadanos a hacerse miembros del partido Republicano local, y certificarse como Precinct Committeeman/woman, que es el capitán del precinto electoral de su localidad y participar en registrar electores Republicanos y activarlos en su compromiso en la movilización de otros ciudadanos (recordemos que el voto no es obligatorio en los EEUU).
La experiencia de muchos nuevos capitanes de precinto MAGA es que el Comité Ejecutivo del condado tiende a ignorar a estos sectores de “deplorables” que se han movilizado para hacerse responsables de la cosa pública y de este modo, amenazan su confortable hegemonía. Los “country club Republicans” se sienten amenazados por esta nueva efervescencia y hacen todo lo que pueden por neutralizarla. Es por esto que el partido Republicano está muy dividido en este momento, aunque sabemos que MAGA trae la energía emancipadora que los RINOS (Republicans In Name Only, Republicanos sólo en nombre) han abdicado al preferir obtener beneficios personales, y que, al final de cuentas, los “deplorables” van a salir triunfantes.
GOP: Grand Old Party == Partido Republicano
Finalmente, el proyecto que más amenaza a la izquierda en este momento es Project 2025 Presidential Transition Project, iniciado por la fundación conservadora Heritage en concierto con otras cien fundaciones, organizaciones y think tanks de derecha, que está compilando una base de datos de candidatos MAGA para llenar los puestos políticos de la próxima administración republicana. Evaluando las limitaciones del primer gobierno de Trump en cuanto a cubrir puestos con personal leal a su política, estas organizaciones se impusieron la responsabilidad de contar con una lista de candidatos preparados para dar vuelta el país tan pronto como Trump asuma el mando el 20 de enero de 2025.
A cinco días de la condena de Trump, su campaña electoral ha recaudado doscientos millones de dólares, setenta millones de los cuales son pequeñas donaciones de sus seguidores, muchos de ellos nuevos contribuyentes. Claramente, los votos están, y los Demócratas no van a poder hacer un fraude tan grande como para ganar las elecciones esta vez. Es cierto que sus tácticas luciferinas no tienen fin, y que se van a valer de todo tipo de recursos para eliminar a su némesis, incluso un intento de asesinato. Tienen mucho que perder, ya que saben que esta vez, el gobierno de Trump va a juzgarlos por los múltiples crímenes que cometieron--muchos de ellos de lesa humanidad--, y no están preparados para asumir esas consecuencias. El precedente ya está dado con el embate de persecución legal que tuvo que enfrentar Trump y que, llegado el momento, va a usar contra sus contrincantes.
De todos modos, el movimiento se ha activado. Con Trump o sin Trump, esto no se detiene. En estos tiempos apocalípticos en los que las fuerzas subterráneas que han manipulado el accionar humano por miles de años han salido de las sombras y se están revelando en su completa, total ignominia, sé, con absoluta certitud, que en esta “última batalla,” como la llama Trump, Dios sale vencedor para instaurar el prometido milenio de paz, prosperidad y rectitud.
[1] Ortagus, Morgan. “America First, NATO, and US Alliances: Why America First is Not Isolationism.” En An America First Approach to National Security. Fred Fleitz, Editor, 2024.