INUNDACIÓN
LOS MENCHOS
Autor: Juan Martín Perkins
Son tiempos de atroz inundación… de diluvio universal donde uno busca el Arca de Noé.
Las editoriales en los diarios, crónicas en los noticieros de la TV y todos los periodistas de las radios se han vuelto expertos en hidráulica y casi que presumen de “menchos”.
Políticos y periodistas expertos de la sarasa, nos describen el drama y plantean las soluciones que durante sus gestiones prometieron pero no cumplieron. Y no se les mueve un pelo. Me llama la atención cuando describen el silencio de la soledad por inundación. Justo eligieron la palabra “silencio” cuando es la menos apropiada porque es lo que menos hay cuando se viene el agua. Si se le puede llamar silencio, entonces es un silencio que aturde; porque cuando no suenan los rayos y truenos, gritan las ranas, sapos y hasta las yararás.
Entre tanta imbecilidad que se oye, recordé mi viaje por el litoral.
Recordé aquella desafortunada sentencia de Andrés Opennhéimer, cuando dijo que los hombres seremos reemplazados por la tecnología y que cada vez es menos necesario memorizar porque todo está en un dispositivo.
Recordé el reportaje al teórico de la CNN dando cátedra sobre modernidad, mientras veo estas imágenes dantescas luego de 1000 mm en 30 días.
¿Con qué se supone que reemplazaríamos a los paisanos correntinos? A ver, busquen en el dispositivo cómo se hace para rescatar 600.000 cabezas de ganado que se están ahogando.
¿Existe algún robot?
Hace poco recorrí el litoral y a menudo viajo a Las Lomitas en Formosa, esos lugares donde la paisanada tiene una facha y porte especial.
Son la aristocracia gaucha, la reserva de tradición que tiene nuestra nación. Son “Los Menchos”.
Si las aguas te dan miedo, imagínalos a ellos a caballo, nadando horas a puro Sapucai, mezclando buen castellano con algo de guaraní a grito pelado para que el rodeo no haga remolino y se ahogue.
Entre el bicherío de los pajonales, levantando terneros sentenciados a muerte segura….
1000 milímetros, ¿te imaginás? Es un metro de agua en todos lados si el terreno fuera parejo. Pero no es parejo, es por demás quebrado y el agua está en movimiento buscando la salida del infierno. ¿Lo podés imaginar?
Esos gauchos, que la tecnología no ha podido ni podrá reemplazar, están ahí.
Están ahí nada más que por aquel dicho de la batalla de Ñaembé “si la Argentina entra en guerra, Corrientes la va a ayudar” porque así es el gauchaje del lugar.
¿Con qué robot pretenderán reemplazar a esta clase de hombres de este oficio? Sobre todo, cuando los que predican esta nueva era global y tecnológica son esa otra clase de hombres… la de los que no saben ni hacer un té o cebar un mate.. ¡Pero administran la cosa pública!
Todo está en un dispositivo…. ¿no?.
El gaucho por antonomasia… ese que tiene una orientación por instinto de esa que no proviene de un GPS, ese hombre fuerte que maneja la hacienda con maestría, ese que tiene como el indio, una relación de sangre y mente con su caballo. Ese que anda tanto en el agua como en el monte como si fuera en fogón de la matera. El que abre picada a puñal envuelto en una nube de insectos como si nada. El que puede encontrar, rodear y sacar una tropa de entre los bañados y pajonales como si él mismo y su caballo, fueran una extensión más de la naturaleza… que lo son! El que a pesar de vivir en un ambiente fuerte y áspero, trata a los animales con delicadeza. El que trabaja a cualquier hoja y bajo toda condición climática que toque. Bajo el poncho encerao o desnudo, agarrado de las crines nadando a caballo,…siempre Mencho.
Hombres de pocas palabras bien habladas, de risa fácil, de la alegría que contagia.
Liberales o autonomistas… peronistas o radicales, en patas o de alpargatas… siempre MENCHOS.
En estos días de atroz inundación en que se escuchan tantas opiniones, me pareció importante destacar a esta figura clave que la está peleando a destajo con una entrega de destreza y coraje total.
A todos los Menchos del litoral argentino, modelo de gaucho por antonomasia, vaya todo mi reconocimiento. Para ellos y para todos los gringos agricultores que le llenan la heladera a 400 millones de habitantes de este mundo.
Vaya con ellos mi más largo y sentido Sapucai.
Juan Martín Perkins.
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