TRUMP DEBE ACTUAR Y CONSTRUIR EL MURO


Por Pat Buchanan *
Traducción @gauchomalo140
Nota original: https://gauchomalo.com.ar/trump-debe-actuar-y-construir-el-muro/

A la larga, la historia va a convalidar la posición de Donald Trump sobre un muro fronterizo para defender la soberanía y la seguridad de los Estados Unidos. ¿Por qué? Porque la verdadera crisis existencial de Occidente no la provoca el cambio climático sino la inmigración masiva desde el sur del globo. El pueblo norteamericano lo sabe, e incluso las élites lo advierten. ¿No lo cree? Bueno, revise los principales diarios izquierdistas del jueves pasado. Tanto el Washington Post como el New York Times ofrecían cada uno dos artículos de primera plana acerca de la batalla del presidente con Nancy Pelosi y Chuck Schumer [1] sobre el financiamiento del muro. En la primera sección, el Post tenía más notas, entre ellas una que describía la historia de los muros, desde la Muralla china hasta el Muro de Berlín y desde el muro israelí en Cisjordania al muro que separa Hungría de Serbia. En el interior del Times había un artículo sobre el surgimiento en España de un nuevo partido, Vox, contrario a la inmigración, y una nota sobre unos migrantes africanos que fueron recibidos en Malta luego de que el resto de Europa les negara la entrada. Otro artículo del Times contaba cómo el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se retiró de un pacto de la ONU sobre migraciones diciendo que “Brasil tiene el derecho soberano de decidir si acepta o no inmigrantes.” La mitad de las columnas de las páginas editoriales de los diarios se ocupaban de Trump, la inmigración y el muro. Y en ninguno de los dos había artículos importantes sobre el nuevo caballito de batalla de los Demócratas, un New Deal Verde.

Pensemos un poco. En 1992, la campaña presidencial de quien esto escribe tuvo que luchar para lograr que la plataforma del GOP incluyera una propuesta de “estructuras” en la frontera. Ahora, todo el mundo occidental está preocupado por sus fronteras, y las cuestiones relacionadas con la inmigración y la identidad tienen convulsionados a casi todos los países.

Mirando hacia delante, ¿alguien cree que en el 2030 los estadounidenses van a estar más preocupados por la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur, o entre Turquía y Siria, o entre Kuwait e Irak, o entre Rusia o Ucrania, que por los 2.500 kilómetros de frontera entre los Estados Unidos y México? ¿Alguien cree que la posición de Pelosi acerca de que un muro es algo inmoral no va a ser considerada absurda? Más tarde o más temprano, la frontera sur de los Estados Unidos va a ser militarizada y defendida, o los Estados Unidos, tal como los conocemos, van a dejar de existir. Y los norteamericanos no van a aceptar tranquilamente esa despedida.

Uno puede pensar lo que más le guste sobre el enfrentamiento del martes con “Chuck y Nancy”, pero la descripción que hizo Trump sobre lo insostenible de la crisis fronteriza es inapelable: “En los dos últimos años, los agentes de ICE arrestaron a 266.000 extranjeros con antecedentes penales, entre ellos los acusados o condenados por 100.000 asaltos, 30.000 delitos sexuales y 4.000 muertes violentas.” La respuesta rutinaria de los Demócratas, que los estadounidenses nativos exhiben una tasa de criminalidad más alta, no va a bastar cuando nuevas atrocidades como las descriptas por Trump aparezcan repetidamente en los medios antes de noviembre de 2020.

¿Qué debería hacer Trump ahora? Actuar. No puede perder esta batalla con Pelosi sin desmoralizar a su gente y poner en peligro su presidencia. Desde Franklin Roosevelt para acá, hemos tenido gobiernos presidencialistas. Y cuando los presidentes norteamericanos han actuado con decisión, la historia les recompensó sus acciones. Lincoln suspendió el habeas corpus. Al asumir su cargo, Roosevelt declaró un feriado bancario. Cuando Gran Bretaña trastabillaba en la Segunda Guerra, cambió 50 destructores por bases británicas. Ordenó que buques norteamericanos dieran caza a los submarinos alemanes y mintió al respecto. Truman echó al general MacArthur. Reagan despidió a los controladores aéreos en huelga, y ordenó a los militares que ocuparan Grenada para evitar que unos matones marxistas que se habían hecho con el poder mediante un golpe tomaran en rehén a unos 500 estudiantes de medicina norteamericanos. Los críticos se enfurecieron: Reagan no tenía derecho a invadir. Pero el pueblo estadounidense recompensó a Reagan con una victoria abrumadora en 49 estados.

Trump debería declarar una emergencia nacional, sacarle fondos al Pentágono, construir su muro, abrir el gobierno y acusar a los Demócratas de buscar excusas para no asegurar nuestra frontera porque tienen intereses demográficos e ideológicos para cambiar el rostro de la nación [2]. Porque cuanto mayor sea la población norteamericana que necesite asistencia, más trabajadores sociales se necesitarán, y más votantes apoyarán la expansión del estado de bienestar izquierdista. Cuanto más multirracial, multiétnica, multicultural y multilingüística sea la sociedad norteamericana, cuanto menos se parezca a la de los años de Reagan, más dependiente de los Demócratas habrá de volverse. El Partido Demócrata es hostil al hombre blanco porque cuanto menor sea la proporción de hombres blancos en la población estadounidense, más pronto los demócratas habrán de heredar el estado nacional. La única manera de aumentar la “diversidad”, el becerro de oro del Partido Demócrata, es aumentar la cantidad de mujeres, africanos, asiáticos y latinoamericanos, y por lo tanto reducir la cantidad de hombres blancos.

Las cuestiones decisivas que condujeron a la elección de Trump no fueron la vieja letanía republicana de rebajar los impuestos, nombrar jueces conservadores y aumentar el gasto de defensa. Fueron asegurar la frontera, retirar el país de guerras absurdas, eliminar los déficits comerciales con las naciones del NAFTA, la Unión Europea y China, lograr que los aliados paguen su contribución a la defensa común, reconstruir nuestra base manufacturera, y llevarnos bien con Rusia.

“¡Los Estados Unidos primero!” es todavía una consigna ganadora.

* * *

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

* * *

[1] Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes, y Schumer, jefe del bloque minoritario en el Senado, han tomado la delantera en la lucha de los Demócratas contra la intención de Trump de construir un muro en la frontera con México. Sus continuas apariciones conjuntas llevaron al presidente a describirlos como un duo de cómicos, “Chuck and Nancy”. 
[2] A pesar de que mantiene el gobierno “cerrado” desde hace casi cuatro semanas como elemento de presión, Trump se resiste sin embargo a declarar el estado de emergencia. El “cierre” del gobierno significa que áreas no esenciales de la administración federal dejan de funcionar porque el ejecutivo no les gira los fondos para hacerlo, fondos que incluyen los sueldos de sus empleados. 

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