"EL PRESIDENTE ESTÁ EN CONTROL"




Autor: Santiago González (@gauchomalo140)

Nota original: https://gauchomalo.com.ar/presidente-control/




Si Macri no convoca a Fernández para concertar una transición ordenada nos espera un tembladeral de imprevisible desenlace



Con esa flema cuasi británica que fue adquiriendo con los años y la experiencia, Rosendo Fraga le dijo a un auditorio expectante: “Hay que sentarse a acordar, o explota todo.” El analista hablaba el lunes ante profesionales del seguro en el marco de un encuentro planeado desde hacía tiempo. Sostuvo que el triunfo de Alberto Fernández en octubre era un hecho irreversible y que lo urgente en este momento era apaciguar la incertidumbre económica. Dijo que algún tipo de acuerdo entre Mauricio Macri y Fernández podía aportar la calma necesaria. “Convocar a todos [los candidatos promovidos por las PASO] sería un error”, comentó acerca de una iniciativa oficial comentada por esas horas. “Significaría devaluar a Fernández y complicaría la posibilidad de un consenso.” Fraga recordó entonces el entendimiento entre Alfonsín y Menem. “A Alfonsín le llevó 54 días”, dijo. “Ahora la velocidad puede ser otra”.

A esa hora, los mercados ya habían exhibido su peor cara ante el nuevo escenario. En el ámbito empresario también se pensaba en el antecedente de 1989, aunque sin necesidad de anticipar el final del mandato presidencial. “No hay que repetir lo que pasó en 1989. Hay que defender los valores de la institucionalidad.”, dijo a Infobae Daniel Funes de Rioja, de la Unión Industrial Argentina. “No estoy pensando en acortamiento de plazos institucionales, sino en acordar para transiciones ordenadas que den previsibilidad.”

Si consideraciones como las de Fraga o Funes, y seguramente muchos otros, hubiesen sido correctamente procesadas en el círculo que rodea al presidente Macri, seguramente éste habría podido evitar la bochornosa conferencia de prensa que ofreció por la tarde, en la que dejó en evidencia que todavía no había asimilado la apabullante derrota electoral sufrida, y en la que culpó de la violenta reacción de los mercados a sus opositores y a la ciudadanía que les había dado el voto. Llegó a sugerir que le correspondía al kirchnerismo triunfante hacer una autocrítica, y ni se le pasó por la cabeza pensar que las falencias de su propio gobierno habían tenido algo que ver con su derrota. “Hoy estamos más pobres que antes de las PASO”, afirmó tratando de echar la responsabilidad sobre los hombros de su rival. No se le ocurrió pensar que también estamos mucho más pobres que antes de que asumiera la presidencia.

En cierto modo, el mandatario exhibió en esa conferencia los mismos rasgos que caracterizaron toda su gestión: soberbia, incompetencia, incapacidad para asumir responsabilidades, fastidio cuando la realidad no se somete a sus caprichos. El estado de confusión, de pérdida de contacto con la realidad –comprensible hasta cierto punto en quien se encuentra en medio de una situación inesperada, pero que debió ser moderado y contenido por sus colaboradores– resultó tan evidente en el curso de esa malhadada conferencia de prensa que su acompañante, Miguel Ángel Pichetto, visiblemente preocupado por lo que escuchaba, se sintió obligado a asegurar que “El presidente está en control.” El impacto de la frase fue, por lo menos, inquietante.

La presencia de Pichetto en esa conferencia de prensa constituyó otra anormalidad. Varios meses atrás, el prudente Ricardo López Murphy había llamado la atención sobre la inconveniencia de que Mauricio Macri encabezara la fórmula con la que la alianza Cambiemos iba a reclamar la renovación de su mandato. “La situación es lo bastante complicada como para que Macri pueda atender al mismo tiempo sus responsabilidades como presidente y como candidato”, insistía el ex ministro.

Esa duplicación y confusión de roles quedó también en evidencia en la conferencia de prensa del lunes. La crisis de los mercados era un problema de gobierno, y se esperaba que Macri hablara en su calidad de jefe de gobierno para llevar tranquilidad a los mercados y a la población, acompañado en todo caso por su jefe de gabinete o su ministro de economía. Pero Macri prefirió reaccionar como candidato, y presentarse como se presentó acompañado de su compañero de fórmula. Era, naturalmente, la opción más cómoda. Como candidato, sólo necesitaba hacer lo que hizo: echarle la culpa al adversario, amedrentar a los votantes, y reiterar consignas de campaña.

Estuvo ausente, sin embargo, el presidente, la figura llamada a exhibir –y ejercer– autoridad, a transmitir claridad de visión y de propósito, a dar seguridad y proyectar calma. A demostrar, efectivamente, que se está en control. Los planes de apuro para las Pyme y la clase media, aparte de su inutilidad esencial, son temas del candidato, asuntos de campaña para una campaña ya perdida. La principal preocupación del presidente, en este momento, debería ser convocar al aspirante que las PASO anunciaron como futuro presidente y convenir entre ambos una transición ordenada que asegure la gobernabilidad desde aquí a diciembre y lleve la calma, primero a los ciudadanos y después a los mercados. Si esto no se produce en un plazo razonablemente breve nos espera un tembladeral de imprevisible desenlace.

–Santiago González


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