EL SEMIDIÓS DE LAS PAMPAS - CONCLUSIONES
Juan Manuel de Rosas,
Semidiós de las Pampas
Conclusiones
Al comenzar estas páginas, decíamos que el “esfuerzo principal” en retratar al semidiós de las pampas, estaría centrado en su obra “hacia fuera” -su política exterior-. En su relación con el mundo, el Restaurador y sus hombres, dieron cátedra del manejo de la diplomacia.
La recreación del poder central, es otro legado esencial de don Juan Manuel. Cuando la patria se abatía entre la anarquía y el peligro de secesión real de varias de sus provincias, ROSAS asume con energía admirable la titánica tarea de preservar la unidad nacional. Para ello se vale de la suma del poder público, constituyendo de hecho a la República... Por todo lo expuesto es que, no exageramos, si reivindicamos para el semidiós de las pampas, la factura -en la práctica- del Estado Nacional. La fuerza centrípeta que impuso su dictadura, aglutinó a la Nación e hizo posible la realidad de una sociedad estatal definida.
La recreación del poder central, es otro legado esencial de don Juan Manuel. Cuando la patria se abatía entre la anarquía y el peligro de secesión real de varias de sus provincias, ROSAS asume con energía admirable la titánica tarea de preservar la unidad nacional. Para ello se vale de la suma del poder público, constituyendo de hecho a la República... Por todo lo expuesto es que, no exageramos, si reivindicamos para el semidiós de las pampas, la factura -en la práctica- del Estado Nacional. La fuerza centrípeta que impuso su dictadura, aglutinó a la Nación e hizo posible la realidad de una sociedad estatal definida.
En definitiva, ROSAS, significó la expresión más pura del sentimiento
de nacionalidad, de lo nuestro, de las costumbres arraigadas, en contra de los
intereses foráneos, de lo exógeno, de todo lo extraño a la idiosincrasia
nacional. Fue el arquetipo del espíritu reaccionario y ultraconservador, que
veía jaqueados sus pagos por las pretensiones extranjeras. Por todo ello, su
gobierno fue eminentemente popular, gozando también del crédito y sostén de
numerosos círculos de la alta sociedad argentina de aquellos tiempos. Resultaba
evidente -su permanencia en el poder así lo demostró- que ROSAS era el
“elegido”, el único hombre, capaz de encarrilar un país que deambulaba en el
caos y el desorden.
La salva desagraviante de los
ingleses al pabellón confederado y la epopeya nacional de la defensa de la soberanía, nos sentencian a valorar la
energía inconmensurable que adquirió la patria en épocas del Restaurador. “¿Podría volver a encontrar
-la Argentina- el camino de las grandes empresas, que no se halla tanto en lo
material como en lo espiritual y, en política, en la voluntad esclarecida?
Cuando en 1916 Zeballos dijo en el Congreso que al resistir la intervención
anglo-francesa toda la fuerza del país residía en la voluntad, no ignoraba la
fuerza argentina de entonces. Quiso decir que la mayor fuerza mundial, mal
manejada, nada significa, pero que, en cambio, bien manejada, puede aspirar a
lo más alto.”[1]
Con poesía concluimos: “Que en mi epitafio se lea: «Aquí yace Juan Manuel de Rosas, un argentino que
nunca dudó.»”[2]
* * *
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Notas:
[*] Lic. Cs. Pol. - RR. II., DNI: 24.493.548, gonzaloirastorza@yahoo.com.ar