EL SEMIDIÓS DE LAS PAMPAS - CONCLUSIONES

Juan Manuel de Rosas,

     Semidiós de las Pampas
Conclusiones

Continuación de "El Semidiós de las Pampas VI"

Bloqueo francés al Río de la Plata, 1938.


Autor: GONZALO IRASTORZA  [*]
                                                           

            Al comenzar estas páginas, decíamos que el “esfuerzo principal” en retratar al semidiós de las pampas, estaría centrado en su obra “hacia fuera” -su política exterior-. En su relación con el mundo, el Restaurador y sus hombres, dieron cátedra del manejo de la diplomacia.

            La recreación del poder central, es otro legado esencial de don Juan Manuel. Cuando la patria se abatía entre la anarquía y el peligro de secesión real de varias de sus provincias, ROSAS asume con energía admirable la titánica tarea de preservar la unidad nacional. Para ello se vale de la suma del poder público, constituyendo de hecho a la República... Por todo lo expuesto es que, no exageramos, si reivindicamos para el semidiós de las pampas, la factura -en la práctica- del Estado Nacional. La fuerza centrípeta que impuso su dictadura, aglutinó a la Nación e hizo posible la realidad de una sociedad estatal definida.

            En definitiva, ROSAS, significó la expresión más pura del sentimiento de nacionalidad, de lo nuestro, de las costumbres arraigadas, en contra de los intereses foráneos, de lo exógeno, de todo lo extraño a la idiosincrasia nacional. Fue el arquetipo del espíritu reaccionario y ultraconservador, que veía jaqueados sus pagos por las pretensiones extranjeras. Por todo ello, su gobierno fue eminentemente popular, gozando también del crédito y sostén de numerosos círculos de la alta sociedad argentina de aquellos tiempos. Resultaba evidente -su permanencia en el poder así lo demostró- que ROSAS era el “elegido”, el único hombre, capaz de encarrilar un país que deambulaba en el caos y el desorden.

            La salva desagraviante de los ingleses al pabellón confederado y la epopeya nacional de la defensa  de la soberanía, nos sentencian a valorar la energía inconmensurable que adquirió la patria en épocas del  Restaurador. “¿Podría volver a encontrar -la Argentina- el camino de las grandes empresas, que no se halla tanto en lo material como en lo espiritual y, en política, en la voluntad esclarecida? Cuando en 1916 Zeballos dijo en el Congreso que al resistir la intervención anglo-francesa toda la fuerza del país residía en la voluntad, no ignoraba la fuerza argentina de entonces. Quiso decir que la mayor fuerza mundial, mal manejada, nada significa, pero que, en cambio, bien manejada, puede aspirar a lo más alto.[1]   

            Con poesía concluimos: “Que en mi epitafio se lea: «Aquí yace Juan Manuel de Rosas, un argentino que nunca dudó.»[2] 



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 Agradecemos la difusión de la nota del Lic. Gonzalo Irastorza:   


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Notas:

[*] Lic. Cs. Pol. - RR. II., DNI: 24.493.548, gonzaloirastorza@yahoo.com.ar

[1] IRAZUSTA, Julio. Rosas, el nacionalista. En: De la epopeya emancipadora a la pequeña Argentina. Bs. As., Dictio, 1979, p. 210.

[2] RIVERA, Andrés. EL FARMER. Bs. As., Alfaguara, 1996, p. 7.

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