SOLDADO DE MARCHI



Autor: Juan Martín Perkins   

Visitar una cárcel de lesa es una tarea extenuante.

Una cárcel de lesa es un medio habitado por una especie considerada sub humana.
Para soportar estar allí, supongo, por lo que veo cuando los visito, tienen que desarrollar la capacidad de abstraerse de la realidad y crear una paralela.

La capacidad de vivir en un mundo no real los pone en un estado de desconexión que raya con la locura.

Con ellos, me interno en un mundo que no existe y que hay que ser un poco loco para comprender.

No existe, porque los han declarado inexistentes… mientras envejecen, mueren y se pudren. 

Ahí estaba el Tte 1°, esperándome, vestido, impecable. Con ese aire estoico del mundo irreal en el que me sumergí cuando sentí su solemne abrazo de bienvenida.

Nos invitó a pasar a su celda santuario, un ámbito temático que documenta su carrera e historia. Conversamos durante dos horas. Nos contó sobre su vida, la carrera militar, la guerra, su familia, sus camaradas, los amores, las lealtades y las traiciones.

Pudimos apreciar su “Ser castrense” en toda su dimensión. Exaltado mas que nunca tal vez, dado el momento que está viviendo.

Cuando estuvimos en su celda llevaba casi 30 días de huelga de hambre. La pérdida de 17 kilos lo debilitó, pero lo disimulaba bastante bien.

Cuando la emoción lo traicionaba y se le quebraba la voz, pedía disculpas y explicaba que era por no ingerir alimentos, pero que su espíritu estaba entero y que no lo iban a doblegar.
Su esposa lo miraba con ternura y le palmeaba suavemente la espalda.

De Marchi tiene 71 años. Hace un par de días fue trasladado al hospital militar central con una severa descompensación general. 40 días sin ingerir alimentos sólidos hacen colapsar a su viejo y sufrido organismo.

No se que harán con sus despojos físicos, pero por lo que conocí de él, tengo la certeza de que no podrán con su alma. No lo van a quebrar porque es un soldado. Uno de esos soldados de los que deberían tomar ejemplo los que ahora toman a las FFAA como un simple conchavo y nada más.

El soldado De Marchi es de los que tienen bien claro que el Ejército no es una agencia de colocaciones para obtener un acomodo.

No es una tortuga bajo la caparazón o un crustáceo en su concha. Es un soldado de los que ponen el pecho a las balas.

Su hija Julieta ruega por que alguien haga algo para salvar la vida de su padre.
Que paradoja, sus camaradas se benefician con su martirio, mientras que los enemigos y verdugos están preocupados y ocupados en no hacerlo mártir.

Mientras, los uniformados de la patria, asisten a los veraneantes en la playa patrullando balnearios tras sus escudos. Aguantando las cargadas y los escupitajos de algún gracioso con gatillo fácil para el repudio.

Desde el 83 que viven en estado de repudio permanente, cascoteados por una sociedad que los condenó a vivir el escarnio.  

Siempre acosados por la culpa y la vergüenza a las que los condenó el relato que sostienen todos los argentinos. Por acción u omisión, todos.

De Marchi lleva 40 días sin comer.

Colapsado como está hoy, postrado y en pelotas como Ghandi, es de lo mejor que funciona en la Argentina.

No pide nada para él mas que igualdad ante la ley para todos sus camaradas presos y para todo aquel que por vestir uniforme, los argentinos tomamos la costumbre de sepultar bajo montañas de cascotes.

Simpática sociedad somos con los que nos cuidan… y muy solidarios.

¿Que vamos a decir si muere De Marchi?

Dios lo proteja...

Juan Martín Perkins.
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