VIVIENDA
Si tanto les importa que las familias no tengan viviendas, ¿por qué los políticos imposibilitan el acceso a ellas?
Autora: Iris Speroni
Impuestos Embebidos
En todas las transacciones se repiten los impuestos a los IIBB y al cheque.
Ejemplo: las ventas de trigo al molino, de la bolsa de harina al mayorista y de éste a la panadería, tienen, cada una, esos dos impuestos. Esto es, 6,2% (5%+1,2%) en cada caso. En el ejemplo hay un 18,6% agregado al precio de la bolsa de harina cuando baja de la culata del camión al fondo de la panadería.
Pero hay más impuestos embebidos. Los internos (adicionales) a los combustibles, a la electricidad y gas, y las cargas sociales de todos los trabajadores involucrados.
Podemos seguir agregando capas de impuestos. Todos los involucrados pagan ABL, tasa de seguridad e higiene. En el caso de los locales, muchos de ellos pagan expensas de consorcio de propiedad horizontal. Gran parte de los gastos de las expensas son impuestos. Enormes cargas sociales sobre el sueldo del portero, más que el promedio. Impuestos adicionales sobre el consumo de luz (6,38% en capital federal), más todos los impuestos sobre insumos (uniformes, artículos de limpieza).
Así que afirmar que el 50% del precio de los alimentos son impuestos es, probablemente, quedarse corto.
El Hambre
Los políticos argentinos se llenan la boca con “el hambre” que pronuncian “El Hambre”, como quien habla de algo trascendental, como Dios. Sin embargo jamás se nos da datos específicos y comprobables. Además de contradecirse con las estadísticas que el estado argentino brinda a las Naciones Unidas y todas sus organizaciones satélites.
Como he dicho en innumerables oportunidades, todo político que habla de hambre o comida - su contracara - y no introduce el tema de los impuestos en los alimentos, es un hipócrita. Es malintencionado. Es mala persona. Es un canalla.
¿Por qué lo hacen? Porque dar dinero del estado para que las familias u organizaciones que manejan comederos es un gran negocio. Por lo pronto, es inauditable. Como la pauta publicitaria. Pero además tiene la facultad de poder ser un barril sin fondo, porque ¿quién puede ser tan desalmado de negarle el plato de comida a un niño o a un anciano?
Por lo pronto, los políticos.
Porque una jubilación vale la mitad, ya que la mitad de la jubilación vuelve al estado en forma de impuestos. La AUH vale la mitad, porque la mitad vuelve al estado en forma de impuestos. Un salario vale la mitad, porque la mitad del salario de bolsillo vuelve al estado en forma de impuestos.
Así que los desalmados no somos los que decimos que todos esos planes que maneja ahora Arroyo y antes Standley no sirven para nada.
Los desalmados son los de la casta política. Pero eso lo sabíamos hace rato.
La Vivienda
Otro caballito de batalla de los políticos es la falta de vivienda. “¡Faltan viviendas en la Argentina!”, tras esa exclamación se rasgan las vestiduras y cual plañideras se cubren de ceniza el rostro y los cabellos.
A los pocos minutos piden presupuesto - de todos nosotros - para ejecutar “planes de vivienda”, donde colocan a la gente en lugares inadecuados y que le costaron al erario público el cuádruple de su precio de mercado.
A estas exclamaciones les cabe las mismas consideraciones que cuando dicen preocuparse por el hambre. Si tanto les importa que las familias no tengan viviendas, ¿por qué imposibilitan el acceso a ellas?
El Estado Impide que las Personas Tengan Casas
La forma más sencilla de que una persona tenga una casa es comprar un terreno y luego construir de a poco.
La tierra es relativamente barata en la Argentina. Obviamente no en determinados lugares de la ciudad de Buenos Aires o en Barrancas de San Isidro. Pero en términos generales, es barata.
Sin embargo, se encarece este primer paso para el trabajador, por diversas razones.
La primera y más importante porque el trabajador dispone de sólo una fracción del fruto de su trabajo. Si está declarado, su salario sufre una enorme cantidad de descuentos, que es dinero para que maneje el estado - gente tan responsable y competente como “Marquitos” Peña o “Santi” Cafiero -; al remanente se llama “salario de bolsillo”. En el caso de los trabajadores en negro, que constituyen el 50% de la fuerza laboral, todo su salario es “de bolsillo”. En ambos casos, gastan el 50% de su salario en bienes y servicios y un 50% en impuestos. Por tal razón les queda sólo un 50% del dinero recibido para comprar alimentos o para ahorrar con el fin de hacerse una casa.
Toda la comida que no llevan a la mesa o el dinero que no ahorran para comprarse un terreno, se lo llevaron los políticos.
Esa incapacidad de ahorro que genera la política, exacerbada en el SXXI, es la gigantesca diferencia entre la Argentina actual y la que existió desde 1880 a 1983. Porque el estado impide que las familias puedan ahorrar y por lo tanto ser libres. Tener casa propia da libertad. Poder ahorrar para comprar una herramienta da libertad. Poder poner una verdulería, o un taller de reparaciones de ventiladores da libertad.
Por lo que los políticos no sólo le sacan a las personas el alimento de la boca - literalmente - sino el acceso a la vivienda y la libertad de ganarse el sustento. Esto último garantizado por el artículo 14 de la Constitución Nacional.
“Artículo 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; ... de usar y disponer de su propiedad; ...”.
Si por algún error de programación estatal la persona sí ahorra y accede a comprarse un terreno, tiene una serie de sobreprecios. Tasas provinciales a la transferencia de bienes y de la AFIP. Si es primera vivienda, el comprador está exento, no así el vendedor, quien obviamente traslada esos impuestos al precio. Los políticos no lo creen - creen que los impuestos los absorben las empresas o el vendedor - pero eso sucede porque no estudian economía normal. Estudian Economía Mágica I, Economía Mágica II y Magia Económica.
Luego hay que sumar lo que cobra un escribano, y todas las tasas de inscripción de la operación en el registro de la propiedad. En resumen, termina pagando mucho más que el “precio”, lo que aleja a la persona del acceso a la propiedad.
Una vez que la persona pudo comprar el terreno tiene dos problemas: 1. que no se lo usurpen, 2. empezar la construcción de su vivienda.
Todos los insumos para hacer una vivienda: ladrillos, aberturas, caños, grifería, sanitarios, línea blanca (calefón, cocina) cuestan el doble de su precio. Sólo hay que hacer la misma cuenta que con los alimentos. Por lo tanto nuestro pobre ciudadano necesita el precio de dos casas para hacer una sola casa.
Hay un problema adicional que es la falta de transparencia de mercado en algunos rubros de la construcción (grifería, sanitarios, tejas) donde las empresas son pocas y cartelizadas. Abrir la importación a secas no es solución porque los importadores ponen los precios cartelizados con grandes márgenes (importan a 2 dólares y venden a $ 2.000) o porque los propios fabricantes pasarán a ser importadores, manteniendo los sobreprecios.
Nuestro pobre ciudadano además debe pagar a profesionales para obtener autorizaciones en el municipio y en la provincia, que cuestan honorarios y permisos que paga al estado. Eso sí, mientras dure la construcción el estado no se ocupa de garantizarle a la persona que no le intrusen la propiedad.
Los impuestos argentinos no tienen contraprestación alguna.
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Distorsiones en el mercado de la Vivienda
Existen otros problemas:
a) La concentración de personas en la capital y grandes urbes que sube los precios en los lugares con alta demanda mientras el interior está lleno de casas abandonadas.
b) El mercado de alquileres.
c) El mercado de las villas miserias.
d) La inmigración.
Pero todo eso será tema de una próxima entrega.
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Autor: #Bajenelgastopublico @hpititiminisky
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