EL RÍO PARANÁ ¿CASI SIN AGUA?
La Cancillería ya ni siquiera es “paqueta”... Como no hay proyecto, no hay política exterior, salvo humaredas...
De bajo vuelo, barrial y tilinga.
De bajo vuelo, barrial y tilinga.
Para ponernos en contexto:
8-4-20
3-12-19
4-9-19
16-4-20
9-4-20
15-4-1996
14-9-2019
22-4-2020
Estas noticias se entienden, o más bien se explican
por cuestiones originadas desde hace varias décadas. El expansionismo brasileño
viene desde principios del SXX. Hay bastante literatura sobre el tema, desde el
Barón de Río Branco, pasando por Travassos, que inspira a Getulio Vargas su
declaración “Marcha hacia el oeste”. Antes Backheuser, profesor
de Geopolítica, postulaba la expansión y desarrollo del Brasil a todo el
territorio especialmente a sus zonas fronterizas. Fue posiblemente el primero
en plantear el traslado de la capital al interior en los años 20.
En el año 1933 Mario Travassos
publica “Proyección Continental del Brasil”[1], que continúa
marcando y acentuando el papel de la geopolítica. Para Travassos la geografía
sudamericana se plantea desde el conflicto Amazonas-El Plata. Lo que implica
enfrentar cualquier intento de predominio de Argentina en toda la zona sur del
continente impidiendo su influencia sobre los que él llama estados “tapón”,
Uruguay, Paraguay y Bolivia.
Años después, un discípulo de Travassos, Carlos de
Meira Mattos, plantea“ofrecer una solución geopolítica para vertebrar la
masa continental sudamericana[2]”. Siempre con Brasil como líder.
Luego con el Golpe de Castelo Branco en el 64
sobreviene la definitiva adscripción del Brasil a EE.UU. y el atlantismo.
Entonces sobresale la figura del General Golbery da Couto e Silva, verdadera
eminencia gris cuya influencia es determinante. Su libro, “Geopolítica del
Brasil” publicado en 1967 pero con la base de escritos a partir del año
1952 plantea directamente el “destino imperial del Brasil” en
base a “fronteras vivas”, conceptos ya postulados por los
anteriores geopolíticos.
Golbery es un ideólogo y compilador de toda la
geopolítica del Brasil antes descripta. Unido a un fuerte nacionalismo
militarista y expansionista. Vale la pena leer su libro porque expone sin
ambages el verdadero propósito de la política brasileña y su instrumento fundamental:
la política exterior como prioritaria desde Itamaraty, el verdadero Poder (Ver
nota al final).
Argentina dormía la siesta de una momentánea
abundancia provocada en buena parte por estar en posición privilegiada mientras
el mundo pasaba por dos guerras. Brasil al contrario, ya aplicaba políticas,
más bien los manuales de geopolítica de Meira Mattos, Travassos y sobre todo
Golbery, siempre en función imperial.
Revisando nuestra política exterior desde todo el SXX,
por momentos espanta el nivel de desidia, desinterés y hasta complicidad con
que se manejó el Palacio San Martín y los gobiernos argentinos sobre todo con
Itamaraty.
Como anécdota, cuando la visita oficial de Getulio
Vargas a nuestro país, el Presidente Justo prohibió que la banda de música del
Ejército ejecutara la Marcha Presidencial que era la Marcha de Ituzaingó. Al
revés de la actitud de Caxias cuando tenía que desfilar al día siguiente de
Caseros obligando a Urquiza a que el desfile se haga el 20, aniversario de
Ituzaingó, algo que Caxias en carta a Sousa Mello llamó la “revancha”
de Ituzaingó.
Es suficiente arrancar desde 1969 cuando se firma en
Brasilia el Tratado de la Cuenca del Plata entre Argentina, Brasil, Paraguay,
Bolivia y Uruguay. A partir de ahí, la diplomacia brasileña se manejó con
habilidad aprovechando por un lado la crisis política argentina y la debilidad
de Paraguay. En 1973, Paraguay firma con Brasil el Tratado de Itaipú para la
construcción de la gigantesca represa a solo 17 kilómetros de la frontera con
Argentina.
Del lado argentino empezaron a surgir voces que
reclamaban una postura firme ante las consecuencias de ese Tratado. Entre otros
la acción del Almirante Rojas como Presidente de la Comisión de Defensa de los
Intereses Argentinos en la Cuenca del Plata, venía alertando sobre las
consecuencias de esas políticas. Cuando se plantea la construcción de la
represa de Corpus como regulador y contrapeso ante el peligro de cierre de
Itaipú, Itamaraty operó con Paraguay para bloquear las pretensiones argentinas
sobre el nivel de cota en Corpus:
El Brasil y el Paraguay no han vacilado en firmar el
Tratado de Brasilia del 26 de abril de 1973 ‘para el aprovechamiento
hidroeléctrico de los recursos hidráulicos del río Paraná, pertenecientes en
condominio a los dos países, desde inclusive el Salto del Guairá o Salto de
Sete Quedas hasta la boca del río Iguazú’, haciendo caso omiso del interés
fundado que tiene la República Argentina en el Cañón del Guairá y, por lo
tanto, en las obras que, como el futuro dique de Itaipú, van a modificar
sensiblemente el régimen de sus aguas influyendo desfavorablemente, por otra
parte, en otras posibilidades hidráulicas internacionales tales como las
proyectadas presas de Corpus y de Libertad. Más aún; esas dos naciones vecinas
han desestimado las presentaciones y reclamos formulados oportunamente por
nuestro país”[3].
“...ante manifestaciones
efectuadas por el Dr. Oscar Camilión, publicadas en La Prensa, La Razón, La
Nueva Provincia y otros, entre el 7 y 10-3-81, quien ha dicho: “…que el
acuerdo tripartito fue beneficioso para las tres naciones, y además no hay que
olvidar que si la Argentina aumenta la cota de Corpus nosotros íbamos a tener
que compartir la energía que produjese con Brasil...”
… Esta Comisión ha sostenido y sigue sosteniendo en
sus declaraciones:
Que la cota 120 metros en Corpus (Pindo-í) es la
adecuada para asegurar una correcta operación de Itaipú, sin que ello cause
perjuicio sensible aguas abajo manteniendo los parámetros concedidos por la
República Argentina, los que no podrán mantenerse con la cota 105 m.s.n.m y
menos en Ita-Cuá (Ver declaración al final).
La Cancillería y nuestro Embajador Camilión
completamente en línea con el Ministro Martínez de Hoz fueron los artífices de
esta verdadera claudicación incondicional a los intereses del Brasil, quien
desde entonces es el dueño del Paraná, gracias a Camilión y los militares que
dijeron amén:
“El viaje de Figueiredo significa el fin de la
anacrónica hipótesis de conflicto permanente entre Argentina y Brasil”...
“Deben eliminarse los conflictos artificiales y desarrollarse todos los
sectores de cooperación que sean factibles[4].
Todo este cúmulo de citas, los
lectores disculpen por tantas y extensas, son necesarias para que los
argentinos sepamos que lo que sucede en nuestros ríos, especialmente el Río
Paraná, nuestra espina dorsal vital y comercial, no es por cuestiones
climáticas, ecológicas o astrales. Son el fruto de una Argentina absolutamente
carente de proyecto político. Concentrada en lo doméstico, limitada en su
proyección internacional por una diplomacia más preocupada por las formas que
por tener una actitud enérgica como corresponde a los países con solera. Ahora
nuestras exportaciones están encalladas por la bajante del río. Casi todas las
terminales de carga no llegan a la cota de carga o cargan mucho menos por el
escaso calado.
Comentario o nota de color (horrible). La mayoría de
las terminales de carga están situadas en el Paraná o el estuario, lo que las
hace vulnerables a estas contingencias. Quienes planificaron esto, ¿no podían
haber instalado más terminales en puertos abiertos como Bahía, Quequén o Mar
del Plata? Y no es un argumento los costos, estamos pagando y pagaremos mucho
más que esos supuestos altos costos. ¿Es tan fuerte Brasil que nos manipula con
eso o es que somos simplemente estúpidos?
Somos el espejo invertido de Brasil. Lo antes
señalado muestra en forma cabal que los amarellos desde el
Imperio forjaron un país con claros objetivos y una clase dirigente con
conciencia de Patria. Para colmo, aunque cambiaran los. equipos estables del
Palacio San Martín y realmente diéramos un giro de 180 grados, ¿con qué fuerza
sostendríamos nuestras posiciones? No tenemos Fuerzas Armadas como respaldo.
Todo esto indica claramente que desde siempre la
política internacional del país fue a espaldas de nuestros intereses. Y no le
voy a echar la culpa a los horribles extranjeros. Los argentinos somos los
responsables. Nuestra clase dirigente siempre fue igual. No importa si antes se
vestían en Saville Row o ahora en camisa y traje de corte indescriptible.
Siempre son lo mismo.
En la Argentina el Poder es simplemente un
contubernio empresarial-sindical-político. La Cancillería ya ni siquiera es
“paquete”, y no porque esa característica la hiciera eficiente. Como no hay
proyecto, no hay política exterior, salvo humaredas como “integrarse al mundo
civilizado” del anterior gobierno o juntarse hoy con rascas izquierdoides.
Todas basadas en la socialdemocracia berreta y hortera. De bajo vuelo, barrial
y tilinga.
En Brasil el Poder reside en Itamaraty. No importa
si está Castelo Branco, Figueiredo, Cardoso, Lula o Bolsonaro. Es siempre
BRASIL.
––––––––––––––––––––
“Aquí se nos enfrenta el poder argentino, concentrado
en un evidente núcleo central que, a grandes rasgos, abarca a la gran
capital-tentáculo de Buenos Aires y a la provincia del mismo nombre, más una
parte de La Pampa y de Santa Fe, y que se articula al N.E. con la Mesopotamia,
al N.O. con un núcleo marginal importante que engloba a Córdoba, Mendoza y
Tucumán y al S., en condiciones precarias, con la región no ecuménica de la
Patagonia, cuya importancia está basada casi exclusivamente en el petróleo de
Comodoro Rivadavia y en el carbón de Río Turbio.
Más o menos tributarios de la Argentina, oscilando
entre la desconfianza, el resentimiento y la admiración, y subordinados por una
indiscutible dependencia económica, Paraguay y Bolivia, “prisioneros geopolíticos”,
mucho más el primero que la segunda, valen mucho por su posición geográfica en
el lado abierto y vulnerable del Brasil meridional y central, y constituyen,
sobre todo por su inestabilidad política y económica, indiscutibles zonas de
roce externas donde pueden llegar a chocar los intereses brasileños y
argentinos.
Mucho se ha escrito, desde Badia Malagrida y Mario
Travassos, sobre la oposición entre las dos grandes cuencas del Amazonas y del
Plata que en esa región central, reforzada de un lado y del otro por la
dinámica de los transportes, se manifiesta con el máximo de intensidad; sobre
el antagonismo de las atracciones del Pacífico y del Atlántico que, a través de
los nudos y pasos andinos, disocian a Bolivia, tantas veces señalada como “una
paradoja política” o “un mero expediente de la Historia”; así como sobre la
eterna aspiración paraguaya de poder “respirar por dos pulmones”, para que nos
detengamos ahora a reexaminar tales aspectos, sin duda relevantes, de la
geografía política sudamericana. Es suficiente repetir que será la vitalización
y la integración al ecúmeno nacional del centro-oeste brasileño, especialmente
de Mato Grosso —placa giratoria situada en los lechos comunes de las dos
grandes cuencas hidrográficas— las que al fin permitirán aclarar y definir todo
en ese múltiple juego de fuerzas que trabajan incansablemente en el corazón del
continente.
Geopolítica brasileña. Golbery do Couto e Silva, 1967. pag. 58/59/60.
Ed. El Cid-1978
––––––––––––––––––––
Es decir que un buen acuerdo jurídico que respetara
los derechos de Brasil, Paraguay y Argentina era permitir a Itaipú modificar el
régimen diario del río (no el anual ni el hiperanual) hasta lo indicado por
esos parámetros a cambio de permitir a Corpus modificar el nivel permanente de
las aguas en el trifinio (Guayrá) hasta la cota 120. Así se salvaba la
navegación (siempre que se construyera la esclusa en Itaipú, a la que Brasil
está obligado por tratados internacionales vigentes “Pacta sunt servanda”
aunque no para Azeredo (ni para Vignes, Camilión y Pastor que no lo exigieron),
se generaba lo más cerca del óptimo de la energía del tramo, se distribuía la
propiedad de esa energía con justicia, de acuerdo a la naturaleza de las cosas
(“suum quique...”), no contaminaba e! río y sobre todo se obtenía la base de
una paz justa y duradera sin sentimientos de derrota para nadie, que con el
tiempo pueden producir reivindicaciones difíciles de contrarrestar.
......................
Todo lo anterior era sabido por el sr. Camilión, el
sr. Bronstein y otros más, pero privó el criterio “pragmático, es decir sin
compadecerse de que la finalidad del Derecho es la Justicia, y se privó al
pueblo argentino del justo goce de riquezas naturales que el Altísimo, a quien
tanto invoca el Proceso, le había concedido.
......................
Para ello, se hizo caso omiso de la característica
no gratuita de los parámetros, concediéndolos a Brasil en forma gratuita como
lo afirma el sr. Bronstein en varias conferencias, y entonces sólo se los
consideró como una medida de hasta cuánto podría sacrificarse la navegación
argentina manejando para ello comparaciones con embalses interiores de otros
países (que soberanamente le daban más peso a la navegación o a la generación
de potencia, pues sobre los dos efectos del uso de medio tenían dominio) y
olvidándose que sólo la Argentina cedería en la modificación artificial del
medio natural y Brasil no, o por lo menos lo que cedía cada parte no era el
justo medio. Coadyuvó a la confusión el manejo arbitrario del confuso criterio
del ‘Perjuicio sensible”.
......................
Comisión para la Defensa de los Intereses Argentinos
en la Cuenca del Plata. Extractado de la solicitada publicada el 30 de marzo de
1981 firmada por su
Presidente, Isaac F. Rojas.
[1]
“Proyección Continental del Brasil”. Mario Travassos, 1933
[2] Brasil, Geopolítica y Destino. Carlos de Meira Mattos
[3] Intereses Argentinos en la Cuenca del Plata. Isaac F.
Rojas.1975
[4] Declaraciones del Embajador en Brasilia,
Oscar Camilión, en ocasión de la visita oficial del Presidente brasileño Gral. Joao Figueiredo.
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