DESPROTEGIDOS


Se necesita inteligencia, planificación, dinero y coraje.
Sólo eso.

Autora: Iris Speroni

En el país hay favorecidos y desfavorecidos por el status quo. En realidad eso ocurre en cualquier régimen, en cualquier lugar del mundo y en cualquier época.

Pero me voy a limitar al aquí y ahora. Existen millones de argentinos desfavorecidos por el orden actual. Orden en el cual vivimos desde hace décadas y claramente agudizado en lo que va del SXXI. 

Por supuesto, otra parte de la población sí se siente favorecida por el actual estado de cosas. Por tal razón, con distintos grados de aquiescencia, acompaña las decisiones gubernamentales.

El actual régimen político, a mi entender, abarca los cuatro años de Néstor Kirchner, los ocho de Cristina Fernández, los cuatro de Mauricio Macri y el período en curso de Alberto Fernández.

Tienen en común la misma ubicación geopolítica, los mismos socios comerciales, las mismas inclinaciones respecto a qué sectores de la economía beneficiar y son, todos ellos, profundamente unitarios

En lo ideológico, lo cual suena paradójico porque la casta política no tiene ideología alguna excepto su propio interés, tienen una línea continua que se limita a aplicar la agenda que les imponen desde el exterior (*).

Existe un poder formal en la Argentina. Está integrado por todos los miembros del Poder Judicial, del Poder Legislativo, del Poder Ejecutivo, en todos sus niveles, nacional, provincial y municipal, más algunos institutos con cierto poder confuso, como el Ministerio Público Fiscal, las distintas - e inentendibles - Defensorías o el Banco Central de la República Argentina. 

Todas estas posiciones de poder  están ocupados o bien por representantes electos por el Pueblo o por quienes estos dispongan (**). 

Sin embargo el comportamiento de todas estas personas, tanto los electos directamente, como indirectamente, como las infinitas capas de burocracia, no tienen ningún tipo de empatía por las desventuras de la mayoría de los ciudadanos, no tan beneficiados por el estado de cosas. No saben y si saben no les importa. ¿El impuesto al combustible encarece la leche en Choele-Choel? No les importa. ¿La liberación anticipada de un violador le costó una violación seguida de muerte a una médica chaqueña? No les interesa. ¿El impuesto a las ganancias cuarta categoría está destrozando los ingresos de cientos de miles de trabajadores en blanco? No les concierne. ¿El tipo de cambio atrasado está destruyendo la economía de la provincia de Corrientes y de toda la industria de turismo de la República Argentina? No les atañe. ¿Los niños salen de séptimo grado de la primaria sin saber leer y escribir? No les incumbe. Y así.

Todo esto a pesar de que sí forma parte de sus obligaciones explícitas por Constitución Nacional.

A lo que voy con esta larga vuelta es que el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes y los representantes no representan los intereses de los representados, por lo que el sistema no funciona. O no funciona como la Constitución querría que funcionase, porque el sistema sí funciona, pero no para el Pueblo de la Nación. No pasa sólo acá. Sucede en todo Occidente (***). 


Acá y Ahora

Con lo que estamos en la situación actual: millones de argentinos cuyos intereses son representados por nadie. Por la simple razón de que las personas que elegimos en las últimas elecciones representan otros intereses excepto los nuestros. 

El grupo de desfavorecidos es variopinto. El mayor en número es el de los jubilados y pensionados. Fueron agraviados por el gobierno de Cristina Fernández, el de Mauricio Macri (apenas asumió) y por Alberto Fernández (apenas asumió). Nadie defendió los intereses de estos millones de personas.

Cientos de miles de trabajadores pagan impuesto a las ganancias cuarta categoría. Que afecta los ingresos de cientos de miles de familias. El Orden (NK-CF-CF-MM-AF) sistemáticamente perjudicó a este grupo de ciudadanos (lo que demuestra la continuidad política descripta).

Los miembros de las fuerzas de seguridad son entregados como carne de cañón, sin entrenamiento, con pagas magras, parados solos en los lugares más hostiles, y enviados a la cárcel para que cualquier fiscalillo trepador o cualquier juececillo corrupto hagan carrera en el universo alternativo del antipunitivismo, donde serán acusados de gatillo fácil cuando son asaltados por cinco vándalos armados hasta los dientes. La sangre de las FFSS seca rápido. Y es barata. La carrera de fiscalillos y juececillos tiene la benevolenza del universo paralelo.

Los ciudadanos de todas las provincias son robados de sus ingresos, patrimonios y futuro con un tipo de cambio que hace imposible que sus productos puedan ser exportados. Sin excedentes para reinvertir. Sin inversiones para perseguir la prosperidad.

Los sectores exportadores (excepto los protegidos como pesca, minería y petróleo) deben soportar una carga impositiva que convierte a su actividad en no rentable. Dentro de este grupo (exportadores) está el sector agropecuario a quien la carga impositiva vuelve a las explotaciones deficitarias, lo que eventualmente, en el mediano o largo plazo conlleva a la pérdida de su propiedad.

Voy a dar un último ejemplo de los miles que existen. El sistema de infraestructura de carga que se inició con la presidencia de Avellaneda y fue destruído en las últimas décadas - puertos, FFCC, astilleros, talleres ferroviarios, grúas, obra civil, fletes fluviales y marítimos, etc. - provocó la pérdida de trabajos calificados y bien pagos a decenas de miles de familias. Elección tras elección los políticos prometen revertir esta situación y una y otra vez violan su confianza.

Así como el peronismo, que alguna vez supo representar a los trabajadores, y ahora algo similar al kirchnerismo abandona a los trabajadores del Astillero Río Santiago; de igual manera la estructura del partido radical del interior de la provincia de Buenos Aires, que supo representar a los productores rurales, vota el aumento del impuesto inmobiliario en diciembre 2019. Ambas organizaciones partidarias traicionan sistemáticamente a sus bases electorales.

Todos ellos y miles más están desprotegidos porque nadie representa sus intereses. Ni el poder real, ni el poder formal. 


¿Y ahora?

Ahora lo que queda es el largo camino de lograr que nuestros representantes nos representen. Tirar por la borda a los que tenemos. Que al kirchnerismo lo voten las mineras auríferas (como Barrick Gold, por ejemplo) y los bancos y al macrismo lo voten las petroleras (como Shell) y...los bancos. 

Y que todos los que viven de un sueldo, de su empresa, de su negocio, de su explotación, de su camión, de su jubilación, logren que sus intereses sean respetados.

La Argentina tiene un proyecto nacional. Es antiguo, es completo. No hay nada nuevo que inventar, más allá de algún aggionarmiento. No es que no se sabe qué hay que hacer.

Lo difícil es cómo. 

En el año 2016 en Gran Bretaña el Brexit venció  en un plebiscito y en los EEUU ganó Trump, un antisistema. Ambos casos tienen en común que postularon un proyecto antiguo, que no había prosperado o que no había sabido organizarse o que no había tenido la fuerza suficiente para ser convincente. Lo que cambió en el 2016 fue que tuvieron una estrategia para ganar las elecciones (propaganda, dinero, organización, una propuesta sensata), y que una fracción minúscula de la élite gobernante apostó al cambio. El cambio que significaba volver a lo antiguo. El grupo de descontentos, de desprotegidos, de desfavorecidos ya existía de antes. Era numeroso de antes. Lo único diferente en el 2016 fue que surgió un liderazgo y contó con un grupo de gente experta para armar la campaña electoral.

Aprovechemos esta larga cuarentena, mientras la casta está ocupada en robar, para ver cómo empezamos a reemplazar a los representantes. No va a cambiar el poder real, pero al menos vamos a poder elegir a quienes eligen al Defensor del Niño, al presidente del Banco Central y a los miembros de la Corte Suprema. 

Es el primer paso. Se necesita inteligencia, planificación, dinero y coraje. Sólo eso.

* * *

Agradecemos la difusión del presente artículo:   

* * *
Notas:

(*) Lo hemos hablado el sábado 27 de junio de 2020 con @reaxionario. Creo que la agenda impuesta desde el exterior no tiene tanto que ver con el daño en sí que provoca ( y vaya si lo provoca) como por la necesidad de demostrar sumisión a los mandantes por parte de los gobernantes locales. De la misma forma que un duque debía arrodillarse ante su rey como demostración externa de su vasallaje, de igual forma Macri o Alberto Fernández deben enarbolar la bandera del orgullo gay o promover el aborto, como exteriorización de la obediencia. Es la historia de Ifigenia, pero con gente fea.
El paseo de la Memoria, tener presos a héroes de Malvinas, la "Argentina-Afro", la ESI, el aborto, LTGB friendly, son todos continuos de Cristina Fernández-Mauricio Macri-Alberto Fernández. Ninguno se apartó ni un ápice del libreto.

(**) Ejemplo de elección indirecta: tanto los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación como los directores del BCRA son postulados por el Presidente de la Nación (electo en forma directa) y aprobados por el Senado de la Nación (cada senador es electo en forma directa).

(***) Como ejemplo: dos veces el pueblo francés rechazó en sendos plebiscitos que Francia integrara la Unión Europea en los términos del Tratado de Lisboa. Dos veces la Asamblea Francesa desconoció el mandato del pueblo. Lo cito no porque me importe el destino de los franceses, que pueden defenderse solos (o no), sino para demostrar que no son cosas que nos suceden a nosotros exclusivamente.

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