RINGO Y APOLO 11
Una Argentina con mentalidad de pandemia que no tiene nada que ver con la de Ringo Bonavena, aquel guapo que subía al ring a llenar de cachetadas al mejor del mundo
Hay hechos que te quedan grabados en la memoria toda la vida.
Recordamos el hecho, cuándo y dónde estábamos cuando ocurrió .
Por ejemplo, la caída de las Torres Gemelas, las explosiones de la Embajada de Israel o la Amia, el terremoto con tsunami de Japón… cada uno tendrá su registro de impresiones y recuerdos.
No siempre son hechos desgraciados. Pueden ser felices también, pero fuertes, conmovedores, inolvidables.
La caída del Muro. El final de una guerra, tu casamiento, el nacimiento de los hijos, tu declaración de amor, tu propuesta de matrimonio, un gol, un campeonato…
Algo que aún recuerdes con detalles menores aunque, en su momento, te hayan parecido intrascendentes.
Tengo 2 que recuerdo recurrentemente, entre otros.
Nunca olvidé la pelea Ringo Bonavena con Cassius Clay y el primer alunizaje de una nave tripulada por el hombre, Apollo 11.
La pelea la escuché junto a mis padres, por radio en la Noblex Carina inseparable de mi viejo.
Fue en diciembre de 1970, en el Madison Square Garden de Nueva York.
Ringo lo peleó de igual a igual al mejor peso pesado de todos los tiempos. 15 rounds electrizantes mano a mano, que fueron récord de audiencia para una pelea, y lo son hasta el día de hoy en Argentina.
Otro día, también sobre la cama de los viejos, en un televisor Zenith blanco y negro sin control remoto, vi con 3 de mis hermanos cuando el Módulo Eagle de la misión Apolo 11 se posaba en el Mar de la Tranquilidad sobre la luna. Millones y millones de personas, extasiadas, observábamos como Neil Armstrong y Edwin Aldrin caminaban sobre la luna mientras Michael Collins esperaba en el Módulo de mando orbitando la luna hasta finalizar la misión y volver a la tierra. Nunca olvidé los nombres de esos tres hombres.
Nunca olvidé las palabras de Armstrong al dar el primer paso en la luna: “un pequeño paso de un hombre que representa un gran salto de la humanidad”
Siendo un niño, me sentí “la humanidad”. ¡¡El hombre estaba explorando el cielo!!
Hoy toco este tema porque hace pocos días vivimos un hecho muy trascendente que tuvo muy poca difusión en los medios. La NASA y Space X hicieron un lanzamiento exitoso para enviar una expedición tripulada por astronautas. La nave espacial Crew Dragón despegó desde una base en Florida el 30 de mayo. El presidente de los EEUU fue a despedirlos y presenciar el lanzamiento. El detalle de color es que el proyecto fue impulsado y financiado por una empresa privada. Que loco, mientras hay un mundo privado que conquista el cielo hay otro que estatiza, regula y paraliza.
El mundo, enfrascado en la pandemia, no reparó mayormente en el suceso.
En la Argentina, casi ni salió en los diarios, pero tenemos hermanos que andan por el cielo.
Les cuento esto porque leí un tuit de un ex candidato a vicepresidente de Nación por una línea interna de Cambiemos que compitió en 2015.
Lucas Llach, quien se postulara como vice de Ernesto Sanz, escribió una idiotez mayúscula con referencia al lanzamiento de la nave Crew Dragon, que luego tuvo que borrar por el aluvión de respuestas que recibió.
Dijo que era un despropósito gastar energía y recursos en ir al espacio cuando en la tierra todo es un desastre.
Se me ocurrió que el comentario de Lucas Llach es una metáfora de la Argentina derrotada, atrasada, resentida, apichonada, insegura. Una Argentina con mentalidad de pandemia que no tiene nada que ver con la de Ringo Bonavena, aquel guapo que subía al ring a llenar de cachetadas al mejor del mundo.
La Argentina de los 70 anterior a “los jóvenes idealistas” todavía se la creía. Teníamos fe en nosotros, teníamos hambre de grandeza como Ringo y éramos parte de la humanidad que daba el gran salto...
Tomábamos posesión del cielo… pero hoy, nos arrodilla un relato.
Recuperemos la autoestima, hoy es el día de la bandera… recordemos a Manuel Belgrano en su máxima “La Patria es el sentimiento de libertad capaz de convertir en héroes a los ciudadanos más simples”.
Juan Martín Perkins.
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