PROYECTO ABORTO LEGAL


Autor: Dra. Leonora G. Arditti (@LG_RDT)

Hace muchos años, cuando comencé mi residencia en tocoginecología en un hospital público de la ciudad de Buenos Aires, mi postura frente al aborto y su despenalización era muy clara.

No estaba de acuerdo ni con el aborto ni con su despenalización y me parecía inconcebible que una madre quisiera deshacerse de su hijo y que el Estado pudiera apoyarla en tal decisión. Con el tiempo comencé a ver lo que realmente ocurría, mujeres desangrándose eran abandonadas a las puertas de la guardia (en el mejor de los casos), pastillas abortivas se comercializaban sin prescripción médica y sin tomar en cuenta si la usuaria era apta para recibirlas, charlas enseñando cómo abortar clandestinamente con pastillas eran dadas por agrupaciones políticas en escuelas a niñas de 12 y 13 años.

Comprendí que el aborto era tanto un negocio muy lucrativo para algunos como un arma política para otros, y ni a los primeros ni a los segundos les importaba qué podía ocurrir con las mujeres que, desesperadas y sin recursos suficientes, buscaban terminar con su embarazo.

Entendí que ante el rotundo fracaso de todo intento de política que implementara seriamente la educación sexual a nivel masivo, y si consideramos cierta la cifra de 50000 abortos por año estamos ante el fracaso más grande que podamos imaginar, es menester dar solución al desastre al que nos enfrentamos, y acabar con el negocio de algunos y la sucia agenda de otros.




Fue entonces cuando la despenalización del aborto provocado llegó al vecino país de Uruguay. Me interioricé sobre los pormenores de la ley de aborto legal uruguaya y encontré que es clara, bien redactada, sin puntos oscuros, que contempla todos los detalles y contingencias que pueden rodear un caso así, desde la recepción de la paciente por el equipo de salud hasta el control posterior a su egreso hospitalario, si el caso ameritaba internación.

Esperé encontrarme con que un proyecto similar habría sido presentado para su discusión en el Congreso, visto el ejemplo uruguayo y el cumplimiento del objetivo principal: llevar la mortalidad materna por aborto a cero.

Grande fue mi sorpresa al comprobar que nada más diferente a la ley de aborto uruguaya que el proyecto principal argentino, el presentado por la Campaña Nacional por el derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Dicho proyecto autoriza la IVE (interrupción voluntaria del embarazo) hasta las 14 semanas. Pero en caso de peligro para la salud física, psíquica o social de la madre, el plazo puede extenderse y no precisa hasta cuándo, dando claramente a entender que no hay límite.

Dicho peligro no tiene por qué revestir gravedad alguna, y puede ser cierto o presunto. El concepto de salud social no se encuentra definido, ni tampoco estipulado quién lo determinaría.

También se extiende indefinidamente más allá de las 14 semanas el plazo para abortar en caso de violación o de existir “malformaciones fetales graves”. No define qué significa grave ni qué grado de gravedad debe tener la malformación para ser motivo de aborto, lo cual es realmente preocupante.

¿Es el Síndrome de Down una “malformación grave”?

¿Es lícito abortar un feto de 23 semanas, al límite de la viabilidad por una presunción diagnóstica que incluso podría ser errada?

¿No se parece demasiado a la eugenesia?

Tampoco la ley contempla la objeción de conciencia, que es la posibilidad del médico a negarse a realizar una práctica contraria a sus convicciones éticas y morales, porque es sabido que para garantizar el derecho de unas es necesario violar el derecho de otros (esto último dicho irónicamente, se entiende).

Permite a las menores a partir de los ¡13 años! presentarse solas en cualquier guardia y solicitar que se le practique un aborto sin siquiera comunicarlo a sus padres o sus representantes legales.

Menores que no pueden votar, viajar ni decidir nada sin sus padres pero esto sí.


Llamativamente el proyecto tampoco contempla, como sí lo hace la ley uruguaya, la evaluación de la paciente por un equipo interdisciplinario ni la obligatoriedad de un período de reflexión.

No es cierto que “la que quiere abortar, aborta”, muchas no están seguras de esa decisión irreversible y desisten de hacerlo, ¿por qué negarles la posibilidad?

Además que al convertirlo en un trámite a resolver en un par de horas, perdemos la oportunidad de pesquisar mujeres que son obligadas o coaccionadas por sus parejas para abortar, mujeres víctimas de violencia de género, víctimas de trata.

Tantos agujeros negros en un proyecto que ha esperado años para ser aprobado, no pueden ser casuales.



El aborto no es una decisión fácil ni feliz. Ninguna mujer es feliz de abortar.
Fracasamos al ofrecerles a las mujeres la educación suficiente para evitar embarazos no deseados, entendemos la necesidad de protegerlas de los peligros que entraña el aborto clandestino, por lo tanto, tengamos la mejor ley de aborto legal, seguro y gratuito que podamos tener.


Dra Leonora G. Arditti


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