SILENCIO EN OCCIDENTE


Un genocidio ignorado por los gobiernos occidentales: el 81% de los cristianos de Irak ha desaparecido


Nota original: https://latribunadelpaisvasco.com/not/9026/el-genocidio-ignorado-el-81-de-los-cristianos-de-irak-ha-desaparecido/ 

La persecución contra los cristianos es hoy peor que “en cualquier periodo de la Historia”, reveló un reciente informe de la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada. Resulta que Irak es una “zona cero” en lo relacionado con la “erradicación” del cristianismo de las páginas de la Historia.

Los clérigos cristianos iraquíes han llevado un símbolo negro a modo de luto por las últimas víctimas de la violencia anticristiana: un joven trabajador y una familia entera de tres miembros. “Esto significa que no hay lugar para los cristianos”, declaró el padre Biyos Qasha, de la iglesia de Marios, en Bagdad. “Se nos ve como a corderos a los que se dará muerte en cualquier momento”.

Unos días antes, milicianos chiíes descubrieron una fosa común con los cuerpos de 40 cristianos en las inmediaciones de Mosul, antiguo feudo del Estado Islámico y capital del cristianismo iraquí. Aparentemente, los cuerpos –había mujeres y niños– pertenecían a cristianos secuestrados y asesinados por el ISIS. Muchos llevaban crucifijos. No se ha publicado un solo artículo en los grandes medios occidentales sobre esta operación de limpieza étnica.

El gran rabino de Francia, Haim Korsia, ha hecho una petición urgente a Europa y al resto de Occidente para que defiendan a los no musulmanes de Oriente Medio, a los que asoció con las víctimas del Holocausto. “Así como nuestros padres llevaron la estrella amarilla, a los cristianos se les hace llevar la letra escarlata nun”, dijo Korsia. La letra hebrea nun tiene el mismo sonido que el principio de nazarín –el término árabe que alude a los naturales de Nazaret y a los cristianos–, y el Estado Islámico la utilizó para marcar las viviendas cristianas en Mosul.

Un nuevo informe de la Iraqi Humans Rights Society ha revelado que las minorías iraquíes, como los cristianos, los yazidíes y los chabaquíes, son víctimas de un “genocidio a cámara lenta” que está destruyendo sus comunidades ancestrales hasta el punto de su desaparición. Las cifras son elocuentes.

Según el informe, el 81% de los cristianos de Irak ha desaparecido. Para los sabeos, comunidad devota de San Juan Bautista, los números son aún peores: el 94%. En cuanto a los yazidíes, el 18% ha muerto o abandonado el país. Otra organización de defensa de los derechos humanos, Hammurabi, informa de que en Bagdad había 600.000 cristianos en el pasado reciente: hoy sólo hay 150.000.

Estas cifras podrían ser la razón por la que Charles de Meyer, presidente de SOS Chrétiens d’Orient, acaba de hablar de la “extinción de los cristianos”. Por su parte, el padre Salar Kayo, del Comité para la Reconstrucción de las Iglesias de Nínive, se ha referido a la posibilidad real de que el cristianismo “desaparezca de Irak”.

Numerosos templos y lugares cristianos han sido destruidos por extremistas islámicos, como la Iglesia de San Jorge, la iglesia caldea de la Virgen María –atacada con un coche bomba– y la iglesia armenia de Mosul –incendiada–. En esta ciudad se han demolido cientos de viviendas cristianas, y derribado campanarios y cruces. El clero iraquí ha alertado de que “las iglesias están en peligro”.

Trágicamente, los cristianos de las zonas que antes estaban bajo control del califato han sido traicionados por numerosos actores occidentales. Los Gobiernos han ignorado su trágico destino. Los arzobispos a menudo tomaban distancia y no denunciaban la persecución. Los medios han actuado como si considerasen que esos cristianos son agentes del colonialismo que merecen ser expurgados de Oriente Medio. Y las llamadas organizaciones de defensa de los derechos humanos los han abandonado.

La opinión pública europea, supuestamente siempre dispuesta a alzar la voz contra la discriminación de las minorías, no ha dicho una sola palabra sobre lo que Ayaan Hirsi Ali ha denominado “guerra contra los cristianos”.

Algunas comunidades, como los pequeños enclaves cristianos de Mosul, se han perdido para siempre. El patriarca siriaco-ortodoxo Ignacio Efrén II afirma que hay un “peligro real” de que el cristianismo acabe siendo mero material de “museo” en Oriente Medio, y que Irak ha perdido entre el 80 y el 90% de su población cristiana.

Unos pocos poblados cristianos han iniciado un lento y doloroso proceso de reconstrucción con fondos donados principalmente por organizaciones internacionales como US Knights of Columbus y Ayuda a la Iglesia Necesitada. El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, prometió hace poco que ayudaría a estos cristianos. Las palabras deben acompañarse de hechos. Los cristianos que sobrevivieron al ISIS no pueden depender hoy únicamente de la ayuda de iglesias y grupos privados.

Entre los Gobiernos europeos, sólo Hungría ha adoptado una posición de principio y abiertamente comprometida con la salvación de la Cristiandad iraquí. Recientemente, el Gobierno húngaro inauguró un colegio para cristianos desplazados en Erbil; el ministro de Recursos Humanos, Zoltan Balog, asistió al acto.

Imaginemos si otros países europeos, como Francia y Alemania, hubiesen hecho lo mismo. El sufrimiento de los cristianos de Irak sería hoy mucho menor y su número sería mucho mayor.

Occidente no estuvo dispuesto a dar cobijo a estos cristianos cuando el ISIS asesinó a 1.131 y destruyó 125 de sus iglesias. Debemos estar a su lado antes de que sea demasiado tarde. Después de los desplazamientos masivos y las fosas comunes, debemos ayudar a los cristianos a recomponerse en las tierras donde su gente fue martirizada. De lo contrario, se perderá para siempre hasta la mínima esperanza de oír el sonido de las campanas cristianas en ancestrales tierras bíblicas.


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