LIBERTAD ECONÓMICA Y ECONOMÍA LIBERAL II


No tiene sentido, por lo tanto, oponer Estado y mercado


Autor: Marcos Kowalski (@kowalskimarcos)

Continuación de "LIBERTAD ECONÓMICA Y ECONOMÍA LIBERAL I"


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SEGUNDA PARTE



Hemos dado hasta ahora un reducido panorama de la historia del pensamiento económico, para que el lector que lo prefiera realice las investigaciones del caso si pretende profundizar en el conocimiento de la economía, hemos dejado de lado la llamada escuela antiliberal de los socialistas, como Karl Marx, que además de apartarnos del objeto de este trabajo, sus propuestas, en lo económico no difieren de las liberales, unos proponen liberalizar todo y los socialistas estatizar todo. 

Decía Karl Polanyi; en “La gran transformación” de 1944 “La idea de un mercado autorregulado implicaba una auténtica utopía. Una institución como esa no podía existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad, sin destruir físicamente al hombre y transformar su ambiente en un desierto.” 

El Estado es el sistema constitucional-legal y la organización que lo garantiza; es, por lo tanto, la institución fundamental de cada sociedad humana, el principio coordinador o regulador con poder sobre la sociedad, y el aparato político que ejecuta ese poder. El Estado y el mercado son instituciones complementarias. 

El Estado es el principal instrumento a través del cual las sociedades democráticas moldean el capitalismo para poder alcanzar sus objetivos políticos, la actual crisis económica, y, la que derivara de la pandemia que nos encuarentena, confirma la necesidad de Reconquistar el Estado Nacional y buscar una nueva complementariedad con el mercado. 

No tiene sentido, por lo tanto, oponer Estado y mercado. Podemos señalar los problemas del Estado y podemos entender que determinadas actividades se pueden coordinar mejor si el Estado limita su presencia en el mercado. Lo que no podemos es ver las dos formas de coordinación como alternativas: el Estado siempre regulará los mercados. 

La responsabilidad final por la buena o mala coordinación no será del mercado, que no tiene voluntad, sino de la sociedad, que a través de sus formas de organización política; constituye su Estado, en definitiva, privatizar hasta las calles no se puede y estatizar los quioscos tampoco. 

La propuesta del liberalismo primero y el neoliberalismo después y de los libertarios que es lo que se pretende imponer ahora es un discurso vacío, un clásico discurso orwelliano donde el sentido de que lo que se dice es lo opuesto a lo que se pretende significar. 

El papel fundamental del Estado es, el de regulador. Pero también puede ser protector, inductor, capacitador (enabling) y, en las fases iniciales de desarrollo económico, productor, el neoliberalismo, por supuesto, no deseaba un Estado con estas últimas cualidades, pero tampoco quería un Estado regulador, el objetivo era desregular en vez de regular, debe reducirse a ser un “estado mínimo”, lo que significaba al menos cuatro cosas: primero, que dejara de encargarse de la producción de determinados bienes básicos relacionados con la infraestructura económica; segundo, que desmontara el sistema de protección a través del cual las sociedades modernas buscan corregir la ceguera del mercado en relación con la justicia social; tercero, que dejara de inducir la inversión productiva y el desarrollo tecnológico y científico (que dejara de liderar una estrategia nacional de desarrollo); y cuarto, que dejara de regular los mercados y, sobre todo, los mercados financieros, para que se autorregularan. 

La organización social de la época del liberalismo clásico afirmaba la libertad individual, pero negaba la libertad política de participar en el gobierno del Estado Nacional, que es nuestro instrumento de acción colectiva por excelencia, pero es un instrumento imperfecto, porque los seres humanos somos imperfectos, pero además porque ese “nuestro” jamás se identifica con el de todos, ni con la voluntad general de Rousseau. En cada sociedad necesitamos saber quién es el “nosotros” porque “nosotros” somos la nacionalidad que conferimos el poder de administrarnos al Estado.

En los últimos 30 años, una coalición entre ricos inversores y profesionales financieros utilizó el neoliberalismo como un instrumento ideológico para su enriquecimiento, en 1950, en Mont Pelerin, Suiza, bajo la conducción de Friedrich Hayek, un grupo de intelectuales liberales, entre los que se encontraba también Karl Popper, Ludwig von Mises y Milton Friedman. fue el antecedente de la creación de Neoliberalismo la teoría económica neoclásica; el nuevo institucionalismo basado en los costos de transacción; la teoría de la elección pública (public choice); y la teoría de la elección racional (rational choice). Con esas teorías definieron una visión reduccionista del Estado y de la política. 

La teoría económica neoclásica (cambiando el concepto de “economía política” por simplemente el de “economía”) buscó demostrar la inutilidad de la acción reguladora del Estado; el nuevo institucionalismo intentó transformarlo en un “segundo mejor” (second best) en relación con el mercado; la teoría de la elección pública transformó el Estado en una organización intrínsecamente corrupta; y las versiones más radicales de la elección racional redujeron la política a un juego de ganancias y pérdidas en el mercado, sin embargo, este es una institución más modesta que el Estado. 

Es un mecanismo de coordinación basado en la competencia. No contiene ni definición, ni metas u objetivos, que van siendo definidos por los competidores durante el proceso competitivo, carece de una autoridad o un poder administrativo que defina sus metas y establezca los medios para alcanzarlas. 

Los economistas nunca consiguieron separar ciencia de ideología, por eso cambiaron el nombre de la ciencia económica, de modo que la separación entre economía y política, entre mercado e ideología, quedara clara, el neoliberalismo suele definirse como un liberalismo económico radical, como la ideología del Estado mínimo y de los mercados autorregulados.

Pero el Estado es la construcción institucional de las sociedades, tal como lo plantea Hegel que comprendió este hecho y lo vio como la cristalización de la razón, como el momento más alto de la racionalidad humana, como ya dijimos al Estado lo vemos con instituciones normativas imperfectas que siempre necesitan reformas y con instituciones pobladas de funcionarios y políticos llenos de problemas, tanto administrativos como éticos (en el aparato del mismo o la administración pública). 

Mientras una economía y una sociedad sin Estado son el reino de la necesidad, el Estado es el reino de la libertad y la voluntad humanas. En la economía cada uno defiende sus intereses y, solo en forma secundaria, colabora con los demás; ambas cosas se realizan de manera desordenada, no existen objetivos. 

Por eso, cuando los economistas que se autodenominan “liberales” buscan desarrollar teorías sobre la sociedad y la economía sin considerar el Estado y la política, terminan cayendo inevitablemente en el vicio del determinismo, en realidad, la economía, convertida en una disciplina determinista gracias a simplificaciones radicales respecto del comportamiento humano, resulta engañosa, porque existe un elemento de libertad e imprevisibilidad en cada ser humano y porque el comportamiento social no es la mera suma de los comportamientos individuales,  solo reunidos en sociedad, los individuos, en función a su sentido Nacional y Religioso comparten valores y creencias y construyen las bases institucionales que cambian los patrones de comportamiento social, y así es como se transforma la sociedad de acuerdo con esos valores.

Incluso preocupados por sus propios intereses, los ciudadanos son libres cuando también se muestran capaces de regular la sociedad y la economía, organizar el bien común, construir su Nación y su Estado; en síntesis, cuando pueden cambiar para mejor su destino. 

El éxito en esta tarea es, siempre relativo, pero el ser humano si cree poder hacer algo lo hace rechazando las visiones pesimistas y pensando que la libertad va, poco a poco, imponiéndose a la necesidad, y que los hombres, a través del Estado, van gradualmente a formar sociedades más prósperas, libres, justas.

Para concluir ¿Son liberales o neoliberales todos los que se autoproclaman de esa manera? 

El liberalismo es una ideología y en todas las ideologías existe un elemento inconsciente fundamental, el liberalismo solo se aplica a la gran mayoría de las personas en la medida en que es inconsciente, pero mientras el capitalismo en forma de economía libre.

Existió desde siempre, junto con el principio de propiedad individual (privada)  que nos impulsa a realizar acciones voluntarias para obtener medios, la concepción liberal del mismo es reciente y los conceptos neo liberales, junto con los libertarios son actuales, piensan que están haciendo una ciencia que, al postular un tipo de hombre simple, permite la construcción de precisos modelos matemáticos, que podrían ser usados para orientar con claridad la política económica, además de estar científicamente equivocados, porque olvidan los valores morales y republicanos que son también poderosos motivadores del comportamiento humano y, que aunque no impiden la transgresión, tienden a fortalecer las instituciones.  

Debemos decir que, a través del Estado, las sociedades deben buscar regular y moldear el capitalismo en función de sus valores y sus objetivos políticos, desarrollar un sistema combinado regulado por el Estado y por el mercado que está lejos de ser el ideal, que siempre exigirá correcciones, pero que puede servir de instrumento para garantizar a los hombres más seguridad, más libertad, más prosperidad, y mejor dimensionamiento humano, este es el proceso de la libertad económica. interrumpida y revertida por el liberalismo ideológico y el neoliberalismo, pero es el que tenemos que reconquistar. 

Marcos Kowalski


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