LA CRIMINALIZACIÓN DE LA CRISTIANDAD

La criminalización del Culto Cristiano durante la cuarentena no puede volver a pasar.

La cuarentena ha demolido la orgullosa tradición británica de respeto a la libertad religiosa.


 Autor: PAUL SAPPER 

@reactionlife
Traducción: @Hyspasia

A punto de finalizar la segunda cuarentena impuesto en el Reino Unido y que coincida con los eventos más importantes del calendario cristiano - Navidades - tenemos la necesidad urgente de refleccionar sobre las restricciones impuestos a los fieles a través de todo el país.

La cuarentena por el virus corona ha convertido en ilegales todas las reuniones religiosas en las comunidades británicas en dos oportunidades de una manera que no tiene precedentes históricos. Nunca desde que la Cristiandad llegó a las islas hace 1500 años atrás, las puertas de las igleisas estuvieron cerradas para todos los creyentes por períodos extendidos de tiempo, aún cuando ha habido peores plagas, guerras y desastres que la que actualmente enfrenta la nación.

Apoyado por el Christian Legal Centre [Centro Legal Cristiano], líderes de 122 iglesias decidieron que esta acción tomada por el estado es inaceptable y están requiriendo una revisión judicial de los decretos del gobierno en Inglaterra y Gales. Argumentan que las prohibiciones a los centros comunales de adoración son ilegales y entran en violación con el artículo 9 del Acta de Derechos Humanos de 1998, que garantiza la libertad religiosa.

La acción legal establece que el gobierno no ha provisto la necesaria evidencia para justificar el cierre de las iglesias. También cita las declaraciones del jefe de asesores científicos Profesor Chris Whitty y de Sir Patrick Vallance, quienes, cuando les preguntaron sobre la existencia de evidencia declararon: "No tenemos buena evidencia", "esto no es una verdadera ciencia exacta en absoluto" y "no tenemos buenos datos para contestar con ningún grado de certeza".

El Dr. Gavin Ashenden, un laico católico apostólico romano y antiguo capellán honorario de la reina, quie está personalmente involucrado en la acción legal, le declaró a Reaction por qué consideraba que el cierre de iglesias - y de otras actividades culturales que también sufrieron restricciones - es una cuestión, potencialmente, de vida o muerte.

Ashende remarcó que los únicos países que prohibieron la adoración cristiana en años recientes fueron las tiranías soviéticas (*) en el SXX y advirtió sobre los peligros de seguir, aún no intencionalmente, ese ejemplo.

Si bien la acción legal ha sido promovida en su mayoría por líderes de la iglesia protestante, hay unidad de todas las iglesias cristianas en criticar las acciones gubernamentales en el Reino Unido. Tanto el Cardenal Vincent Nichols de la Iglesia Católica y el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, junto a líderes de otras religiones, han firmado cartas donde critican el cierre de iglesias y urgen al gobierno a revertir su decisión.

La actual cuarentena va a ser reemplazada por duras restricciones el 2 de diciembre, que van a permitir misa, pero la causa judicial va a continuar porque existe el deseo de establecer un precedente legal que prevenga que el estado vuelva a cerrar iglesias como lo ha hecho.

Parece necesario que así sea porque es probable que el gobierno considere nuevas cuarentenas en el futuro, luego de finalizada ésta. Sólo días después de que el nuevo sistema fue anunciado, hay filtraciones de que los asesores científicos del gobierno recomiendan una tercera cuarentena.

Ashenden remarcó que los cristianos en el Reino Unido, desde Thomas Becket, el famoso, turbulento y de triste final Arzobispo de Canterbury de Enrique II, tanto los protestantes como los católicos disidentes, desde el SXVI, y a través de los siglos, pusieron sus vidas en juego para adquirir y preservar sus libertades religiosas que el gobierno británico le ha quitado a los ciudadanos con tanto descuido y falta de consideración.

Dijo: 

"Si tiene conocimientos razonables de historia sabe que, de vez en vez, los cristianos de este país [por Reino Unido] han tenido que pelearse contra el estado en una lucha a vida o muerta; para algunas personas han dado literalmente sus vidas, y esto sucede cada dos o tres siglos. Lo que ha sucedido ahora es que una de esas situaciones nos toca ahora, en nuestro tiempo".

"Hace 150 años atrás irrumpió cuando las cortes rechazaron una renovación católica para la Iglesia de Inglaterra, y de tal forma un número de sacerdotes fueron enviados a prisión por romper las reglas de la Iglesia Anglicana. Y fue bastante desagradable y un tema de libertad de conciencia, pero no es nada como lo que sucede ahora en nuestra generación".

"Es verdaderamente extraordinario para mí que una vez más el gobierno busque cerrar las puertas de las iglesias, lo que nunca había sido hecho - en su totalidad - en la historia del reino".

"Cuando un estado ha hecho esto, fue en regímenes totalitarios marxistas. En 1980 yo contrabandeé Biblios y libros teológicos tras la Cortina de Hierro. Sé algo de las prácticas marxistas y de regímenes totalitarios y creo que son una excepcionalidad en la historia mundial".

"Nadie pudo estar más sorprendido que yo cuando diez años atrás cuando empecé a encontrarle sentido a mi experiencia detrás de la Cortina de Hierro y darme cuenta que esa actitud del gobierno soviético, de alguna manera rebotó desde la nada, se metamorfoseó de alguna manera y estaba viniendo hacia mí con una forma diferente".

"Por lo tanto, aunque alguna gente se burle de la expresión 'marxismo cultural' como una especie de locura de la derecha, el hecho es que la misma visión igualitaria, de igualdad de ingreso, que llevó a la revolución comunista de 1917 y de las posteriores, ha re-emergido bajo una apariencia diferente; no es más proletariado contra el capitalismo, sino, en cambio, un reordenamiento de valores culturales".

"El efecto es lo que ha ocurrido aquí [por Reino Unido], que es silenciar a las iglesias y silenciar la visión cristiana y el vínculo que los seres humanos están aquí en esta Tierra para establecer con la Creación. Por lo tanto hay un panorama más amplio que la historia británica".

"Ahora, usted puede responder inmediatamente: 'Sí, pero el gobierno ha cerrado iglesias frente a la pandemia, no por un tema de valores'. Y aquí es donde el problema reside, porque si las acciones del gobierno hubieran seguido el mejor consejo científico y médico, uno podría respirar profundo y decir: 'Bueno, parece que estamos entrampados por cuestiones de salud y seguridad, ¿quién podría pensar que esto iba a suceder'...".

"Pero creo que el problema que encontramos cuanto más aprendemos de temas científicos y médicos detrás del virus, es que el gobierno no ha seguido las mejores prácticas. De hecho está actuando por una cortina de humo con cifras fabricadas, datos científicos falsificados y datos médicos manipulados

Por lo tanto es casi como si, en una especie de muñecas rusas [Mamushkas], cada vez que descubre una hay otra razón distinta dentro, y tiene que abrir la nueva y verificar si '¿Es ésta auténtica?' y así vamos de muñeca en muñeca, y encontramos que ¡ninguna es auténtica! En cuyo caso los cristianos tienen que ponerse de pie y desafiar el status quo, en el nombre de la conciencia personal y nuestra fidelidad a Cristo".

A lo que apunta Ashenden no es una gran conspiración de sagaces marxistas confabulando en secreto. Lo que sugiere Ashenden es que el reordenamiento de nuestros valores culturales fundamentales de las últimas décadas ha servido para minar consideraciones y protecciones de la Fe que en algún momento dábamos por garantizadas. Hay una convicción general de que no existe conflicto en comandar a los cristianos británicos a no adorar a Cristo - no importa cuán endeble o inconsistente sea la evidencia científica utilizada para decretar esa orden.

Las afirmaciones de Ashenden son apoyadas por el hecho de que la Autoridad Estadística del Reino Unido [UK Statistics Authority] criticó al gobierno por sus proyecciones engañosas, usadas para justificar una segunda cuarentena, en las cuales alegaban de que el país iba a enfrentar 4000 muertes diarias por Covid,  lo que concluyeron era una vasta sobreestimación así como se acumula evidencia científica en apoyo al escepticismo sobre la utilidad de la cuarentena.

Ha habido informes de cristianos reuniéndose en forma clandestina durante la segunda cuarentena, con la policía irrumpiendo durante un bautismo en la Iglesia del Ángel [Angel's Church], en Londres. Ashenden ha predicho que si el gobierno deciden renovar el cierre de iglesias sin evidencia, la desobediencia civil se iba a incrementar. Sus palabras nos recuerdan el refrán de Mateo 22:21 - "Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

Cuando se trata de las creencias privadas y la vida espiritual personas, la primera obligación del cristiano es con Dios, no con los caprichos del gobierno.

Ashenden explica: 

"El gobierno claramente tiene el derecho legal de cerrar las iglesis si consigue que las leyes lo ordenen, pero los cristianos saben perfectamente bien que hay momentos cuando las obligaciones morales y las obligaciones legales entran trágicamente en conflicto. Ésta es una de esas ocasiones".

"O bien el gobierno nos escucha, y se deja educar por nosotros, y acepta los principios morales con los que se educan a los ministros o se niega a escucharnos. Ahora, si nos escucha, todo saldrá bien; abrimos las iglesias y todo saldrá bien".

"Pero si se niega, eso empujará a un número de cristianos en curso de colisión con las autoridades estatales, en exactamente la misma forma y por las mismas razones que vivían las personas dentro de la Unión Soviética al principio del siglo pasado".

"Es el caso de que las personas tenían la libertad de orar tras puertas cerradas. Ahora bien, poco después algunas personas dirían 'En este contexto estás poniendo en peligro otras personas' y ahí es donde debemos mirar para atrás y decir ¡Bien, en realidad, si tomamos precauciones sensatas, por favor, muéstrennos la evidencia de que lo que hacemos en la iglesia ha puesto en peligro la vida de alguna persona'...y no hay ninguna evidencia".

"De repente, una sociedad que se precia de su empirismo y su racionalismo ha, en cambio, recurrido a la superstición y el autoritarismo, por lo que contamos con la autoridad de desafiar al gobierno y decirle 'Han perdido su justificación moral. Retienen su justificación legal, pero han perdido la justificación moral, y nos negamos, por lo tanto, a aceptar las bases por las cuales está tratando de ordenar nuestras vidas. No tienen mérito".

"Si el jefe de los asesores médicos y científicos sostiene: 'No hay evidencia para las decisiones médicas que hacemos; la base sobre la cual hemos construido nuestras decisiones, no existe', usted sería irresponsable si no la desafía y se niega a aceptarla. ¿Qué somos? ¿Borregos? No tendríamos integridad si aceptamos estos desaciertos".

Ashenden ve a los orígenes y los efectos de las restricciones a las libertades religiosas en el país como metafísicamente malvadas, si bien concede que los políticos que la implementan no tienen cabal comprensión de la gravedad de sus acciones y están meramente mal asesorados.

Cree que el gobierno no ha tenido la intención de perseguir a los cristianos, sino, más bien, cree que la convergencia de oportunidades de diferentes agencia lleva a las actuales decisiones. El gobierno ha afectado negativamente a las libertades religiosas; y que constituyen consecuencias no deseadas, colaterales de las decisiones política que fueron bien intencionadas pero mal concebidas.

Agregó:

"Creo que como cristianos tenemos que hacer algo más que leer la situación a través de los ojos políticos e históricos. Creo que tenemos la autoridad de leerla con ojs espirituale sy metafísicos. Y lo que eso significa es que cuando uno encuentra una fuerza cultural o política que se pone en forma deliberadas a atacar a la Cristiandad y el culto cristiano, entonces te dices a ti mismo 'Esto tiene origen en el Mal'...".

"La gente puede no ser malvada. La gente puede estar mal aconsejada. Ellos pueden ser simples peones, lo que es compatible con el conocimiento metafísico de la relación entre Maldas y los seres humanos".

"Yo no creo que sepan lo que están haciendo. Pero mientras exista responsabilidad, quiero llevarla hasta sus raíces metafísicas. Sin embargo si pienso que cuando uno habla políticamente, en términos de la responsabilidad humana, estoy seguro que estamos frente a casos de incompetencia".

"Estoy casi seguro de que la mayoría de las personas que deciden en el gobierno son simple, completa, lamentable, condenablemente ignorantes de la cultura que les ha dado a ellos los privilegios que la mayoría de ellos disfruta. Y, como resultados, tienen la obligación de escucharnos".

Ashenden cree que las apuestas son muy altas y que si las cosas continúan en la actual trayectori en este pa´is, los cristianos pueden encontrarse en situaciones de vida o muerte, de la misma forma que los creyentes se encontraban el siglo pasado en la Unión Soviética, cuando confrontaban a un estado que era activamente hostil a su Fe.

Concluye;

"Es una situación crecientemente fluida, donde la iglesia cae bajo más y más presión destructiva, cada cristiano debe decir al Señor: '¿Qué deseas que haga en esta situación?' y quiero reconocer que algunos cristianos se encontrarán que sus roles son pasivos y callados, y esperanzadores y anónimos. Otros cristianos, en el otro extremo, pueden verse llamados al martirologio".

"Una de las cosas que ha quedado clara para mí es que mientras este virus es obviamente un fenómeno biológico moralmente neutral, se ha convertido en un instrumento de la Maldad, si la Maldas es expresada en términos de ataques contra la adoración a Cristo y contra la integridad y conciencia de los cristianos como discípulos de Cristo. Y esa es, ciertamente, la situación que enfrentamos ahora".

Si alguien hubiera dicho 20 años atrás que los cristianos de este país, que se enorgullece de su libertad religiosa, pronto se vería reuniéndose en secreto por temor de ser arrestados y ruinosamente multados, nunca lo hubieran creído. Al resolver esta acción legal, los tribunales tienen la oportunidad de neutralizar una crisis, y clausurar el camino tomado por las tiranías marxistas en el pasado, y devolver al país [Reino Unido] en concordancia con libertad duramente ganada e hija de una tradición de siglos de antigûedad.


(*) Nota de la traductora: La práctica cristiana está prohibida en algunos países islámicos tanto de Medio Oriente como de África, en otros es práctica frecuente asesinar cristianos durante la misa (hay numerosas notas de Restaurar al respecto) y el culto católico es perseguido en China comunista. Esa es la base que usa para cerrar las iglesias".

----------------------------------------------------------

The criminalisation of Christian worship in lockdown cannot be allowed to happen again

Lockdowns have crushed Britain’s proud tradition of religious liberty.

By PAUL SAPPER 


As the United Kingdom’s second lockdown comes to a conclusion ahead of one of the most important events of the Christian calendar – Christmas – we are in urgent need of reflection on the restrictions imposed on worship across our country.

The coronavirus lockdowns have outlawed all communal worship in Britain twice and in a way that is historically unprecedented. Ever since Christianity came to this island over 1500 years ago, church doors have never been closed to all believers for extended periods of time, even though there have been far worse plagues, wars and disasters than the one our country currently faces.

Supported by the Christian Legal Centre, 122 church leaders have decided this action from the state has been unacceptable and are pursuing a judicial review over the government’s actions in England and Wales. They argue that the bans on communal worship are illegal, as they are in violation of Article 9 of The Human Rights Act 1998, which guarantees freedom of religion.

The legal action states that the government has not provided the necessary evidence to justify the closure of churches. It also cites statements from the chief scientific advisors Professor Chris Whitty and Sir Patrick Vallance, who, when asked about this question of evidence, said: “We haven’t got good evidence”, “this is not a very exact science at all” and “we don’t have good data to answer that with any degree of certainty.”

Dr Gavin Ashenden, a Roman Catholic layman and former Honorary Chaplain to the Queen who is personally involved in the legal action, told Reaction why he considers church closures – and the wider cultural trends that have led to their closures – a potentially life or death issue.

Ashenden pointed out that the only countries that have sought to ban all Christian worship in recent years are the Soviet tyrannies of the 20th century and warned of the dangers of following, even unintentionally, their example.

Although the legal action has been brought forward mostly by Protestant church leaders, there is a unity across Christian denominations in the UK in criticising the government’s actions. Both Cardinal Vincent Nichols of the Catholic Church and the Archbishop of Canterbury, Justin Welby, along with leaders from other faiths, have signed letters criticising the closure of churches, and urging the government to reverse their decision.

The current national lockdown is due to be replaced with tiered restrictions on 2 December, which will permit communal worship, but the judicial review will continue because there is a desire to establish a legal precedent that will prevent the state from ever closing the churches in a similar manner again.

This seems necessary because it appears likely that the government will consider further national lockdowns after this one. Only days after the new tiered system was announced, there are already reports that government scientific advisors are warning of a third national lockdown in January.

Ashenden pointed out that Christians in this country, from Thomas Becket, Henry’s II’s famously-turbulent and ill-fated Archbishop of Canterbury, to the Protestant and Catholic dissenters in the 16th century, have through the ages laid their lives down to acquire and preserve the religious liberties that our government has now taken away so carelessly.

He said: “If you’re reasonably literate in history you know that, from time to time, Christians in our country have had to take on the state in a life or death struggle, for some people it’s literally been life or death, and this breaks out every two or three hundred years. It just so happens that it has broken out again in our time.

“About 150 years ago it broke out when the courts disliked a Catholic renewal in the Church of England, and so a number of priests were sent to prison for breaking the house rules of the Anglican Church. And it was quite unpleasant and a matter of some serious concern in terms of freedom of conscience and liberty, but it was nothing like what is happening now in our generation.

“It is quite extraordinary to me that once again the government should seek to close the doors of the churches, which it has never done in a wholesale way before.

“When a state has done this, it has typically been in totalitarian Marxist regimes. In the 1980s, I smuggled Bibles and theology books behind the Iron Curtain. I got to know something of Marxism in practice and of totalitarian regimes, and I thought this was a glitch in world history.

“Nobody could have been more surprised than me when, ten years ago, I began to get the sense that the experience I’d had behind the Iron Curtain had bounced out of nowhere, morphed somehow, and was coming at me through a different form.

“So although people have mocked the phrase cultural Marxism as a kind of right wing piece of madness, the fact is that the very same egalitarian, equality of outcome values, which drove the communist revolution from 1917 onwards, have re-emerged in a different guise; it is no longer the proletariat against capitalism, but instead a re-arrangement of cultural values.

“The effect is exactly what happened then, which is to silence the churches and to silence the Christian vision and the Christian articulation of what human beings are here to do. So there’s a bigger picture than just our national history.

“Now, you might immediately respond: ‘Yes but the government has closed the churches down in the face of a pandemic, not a value-system.’ And that’s where the problem comes, because if the government’s actions followed the best scientific and medical advice, one would have to take a deep sigh and say, ‘Well, it looks like we’ve been caught by health and safety issues, who knew that was going to come?’

“But I think the problem we find the more we educate ourselves on the science and medical issues behind the virus, is that the government has not taken the best advice. In fact it’s actually working behind a smoke-screen of falsified figures, falsified science and falsified medicine, and on the basis of that it’s using the pandemic to close the churches.

“So it’s almost as if, rather like a Russian doll, every time you open it there’s another reason inside, and you have to open that one and see, ‘Is that one authentic?’ and as we go through the dolls, none of them are authentic! In which case Christians have to stand up and challenge the status quo, in the name of personal conscience and our allegiance to Christ.”

What Ashenden points towards is not some grand conspiracy of cunning Marxists plotting in secret. What he suggests is that the fundamental reordering of our cultural values over the last few decades has served to undermine considerations and protections for worship that would once have been taken for granted. There is a general conviction that it is not a problem to command British Christians not to worship – no matter how shaky or inconsistent the scientific evidence for that command may be.

Ashenden’s claims are also supported by the fact that the UK Statistics Authority criticised the government for its misleading projections, used to justify the second lockdown, that the country could see over 4,000 Covid deaths a day, which was deemed to be a vast over-estimation as well as the growing scientific evidence in support of lockdown scepticism.

There have been reports of underground Christian gatherings during the second lockdown, with police breaking up a baptism at north London’s Angel Church. Ashenden has predicted that if the government decides to renew the closure of churches without evidence, civil disobedience will only increase. His words remind us of the famous refrain of Matthew 22:21 – “Render unto Caesar the things that are Caesar’s; and to God, the things that are God’s.”

When it comes to believers’ private and personal spiritual life, a Christian’s first duty is to God, not to the whims of the government.

Ashenden explains: “The government clearly has the legal right to close churches because it passed the laws to do so, but Christians know perfectly well that there are moments when our moral obligations and our legal obligations tragically conflict. This is one of them.

“Either the government hears us, and is educated by us, and accepts the moral principles that we are educating ministers with, or it refuses to hear us. Now if they hear us, then all is well and good, we open the churches, and all is well.

“But should they refuse, then that ought to set a number of Christians on a collision course with the state authorities, in exactly the same way and for the same reasons as we found inside the Soviet Union in the beginning part of the last century.

“It’s absolutely the case that Christians ought to be able to have the freedom to worship behind closed doors. Now, immediately, some people will say, ‘In this context you’re endangering other people,’ and that’s when we have to go back and say, ‘Well actually, if we take sensible precautions, please show us the evidence that what we do in a church has endangered anyone’s life ever,’ and there is no evidence.

“So suddenly, a society that prides itself on empiricism and rationalism has instead resorted to the superstitious and the authoritarian, so we are entitled to call the government out and say, ‘You have lost your moral justification. You retain your legal justification, but you have lost your moral justification, and we refuse, therefore, to accept the basis on which you are trying to order our lives. It is without merit.’

“If the chief medical and scientific advisors say, ‘There is no evidence for the political decisions we’ve made, the basis on which we have founded our decisions doesn’t exist,’ you’d be irresponsible if you didn’t challenge it and refuse to accept it. What are we, lemmings? We would have no integrity if we accepted that nonsense.”

Ashenden sees the origins and effects of the restriction of religious liberties in this country as metaphysically evil, though he holds that the politicians implementing them do not understand the gravity of their actions and are merely misguided.

He does not believe that the government has actively intended to persecute Christians, but rather thinks that a convergence of opportunities between different agencies led to the current policy decisions. The government has negatively affected religious liberties as an unintended, collateral, consequence of these policy decisions that were well-intentioned but poorly conceived.

He added: “I think as Christians we have to do more than read the situation through historical and political eyes, I think we are entitled to read it through spiritual and metaphysical eyes. And what that means is that when you find a cultural or political force setting out deliberately to attack Christianity and Christian worship, then you say to yourself, ‘This has an evil provenance.’

“The people may not be evil. The people may be misguided, they may be pawns, that would go perfectly well along with the metaphysical understanding of the relationship between evil and human beings.

“I don’t think they do know what they’re doing. Insofar as there is responsibility, I want to trace it back to metaphysical roots, but I think if one speaks politically, in terms of human agency, I’m sure that it’s incompetence.

“I’m quite sure that most of the people making choices in government are simply utterly, woefully and reprehensibly ignorant, and there’s another reason why we have to speak out and try to educate them and say: ‘Look, we are not ignorant, we are not narrow-minded, we are not prejudiced, we are not bigots, we’re actually relatively well-informed representatives of the very culture that gave you the privileges you most enjoy. And, as a result, you have a duty to listen to us.’”

Ashenden believes that the stakes are very high, and that if things continue in their current trajectory in this country, Christians could find themselves in life or death situations, just as believers here found themselves in past centuries, and just as Christians in the 20th century found themselves in the Soviet Union, when confronted with a state that was actively hostile to their faith.

He concludes: “In an increasingly fluid situation, where the church is coming under more and more destructive pressure, every Christian ought to say to the Lord, ‘What would you like me to do in this situation?’, and I want to recognise that some Christians will find that their role is quiet and passive and prayerful and anonymous. Other Christians on the other end of the scale may find themselves called to martyrdom.

“One of the things that has become clearer to me is that whilst this virus is obviously a morally neutral biological phenomenon, it has become the instrument for evil, if evil is expressed in terms of attacks on the worship of Christ and the integrity and the conscience of Christians as disciples of Christ. And that’s certainly the situation we are facing now.”

If someone had said 20 years ago that Christians in this country, which prides itself on its religious freedoms, would soon have to gather in secret for fear of being arrested or charged with ruinous fines, they would not have been believed. In deciding on this legal action, the courts have the opportunity to avert this crisis, shun the path taken by the Marxist tyrannies of the past, and bring this country back in step with hard-won, centuries-old traditions of liberty.

Entradas populares

Traducir