LEVANTAR CABEZA


Nuestra clase dirigente, tanto pública como privada, ofrece más de lo mismo; sin ningún vestigio de innovación. Si se hace lo mismo, se obtiene lo mismo. 


Autora: Iris Speroni

El país tuvo su pico de ocupación laboral en el último trimestre del año 2017. Desde entonces todos los indicadores empeoraron. 

Son 3 años consecutivos sin que la población tenga el más mínimo alivio.

36 meses de caída brutal.

Caída de empleo.

- Caída de los ingresos reales (poder de compra del ingreso).

- Caída de las ventas y de la actividad económica.

Caída.

¿Cuál es la respuesta de nuestros políticos? Aumentar los impuestos. Una y otra vez. Decenas de impuestos fueron votados en estos tres años. Impuestos nuevos. Aumento de alícuotas en los existentes. Disminución de exenciones. Congelamiento de mínimos no imponibles en un contexto inflacionario. Y el peor impuesto de todos, el que afecta a los más humildes: la inflación.

Sobre el tema impuestos intentaré ser clara. No es un tema de que un impuesto sea justo o injusto; razonable o no. Mi crítica es más elemental. En las últimas décadas lo único que han hecho es aumentar impuestos y estamos cada vez peor. ¿Qué hace pensar que poner un nuevo impuesto sirva para algo?

El régimen actual sólo nos propone estar cada día peor. Cuando un funcionario hace declaraciones y anuncia planes para PyMes o para tal o cual industria o actividad, con su letanía de créditos blandos, reintegros impositivos y exenciones de algo, todos sabemos que son placebos o  cortinas de humo. Escuchar a Kulfas o a Todesca o a De Mendiguren es la nada misma. Dicen lo mismo que Peña, o Dante Sica o cualquier otro. Porque ellos no sirven (para nuestros intereses), porque ninguno sirve (para nuestros intereses). 

Tenemos tres caminos por delante:

(a) Quienes gobiernan (esa mezcla de empresarios de sectores privilegiados, proveedores del estado y funcionarios) cambian, aunque sea mínimamente, su estrategia y dan un poco de respiro a la población; esto es, dejan que la ciudadanía recupere mínimamente su nivel de vida, mejoran los servicios públicos, dejan comerciar y producir;

(b) Los ciudadanos damnificados (jubilados, algunos servidores públicos como policías, médicos, enfermeros, bomberos, comerciantes, industriales pymes, productores agropecuarios, transportistas) se enojan, organizan y cambian el rumbo de las cosas;

(c) Sigue todo como está, en una espiral descendente.


Algunos sostienen que Argentina terminará como Venezuela. No es posible porque son estructuras distintas. Venezuela es monoproducto, con una oligarquía que controla su producción y comercialización a través del aparato estatal, obsesionada por mantenerse en el poder. En el fondo no es distinto del Chile que sólo vendía cobre. Una oligarquía rica y un pueblo pobre.

En Argentina es más complejo. La riqueza proviene de un recurso con propiedad atomizada. Si tratan de apropiárselo, la producción puede (no necesariamente) decaer. No existe una casta compacta, uniforme y pequeña para gerenciar todo el campo argentino. Todavía. 

Trataron de que el país viva del petróleo, pero por ahora no es posible. Tal vez lleve décadas vivir de Vaca Muerta como reemplazo de la producción agropecuaria.

Por otro lado, no tenemos una burocracia soviética íntimamente intrincada con el ejército. El actual presidente fue puesto por parte del empresariado argentino en alianza con Cristina Fernández. Unos quieren recibir o mantener contratos y subsidios estatales, Fernández quiere que le liberen judicialmente.

Por lo tanto, el destino de los próximos años es delicado e impredecible. Lo razonable sería que los poderosos eligieran la opción (a): ceder un poco para mantener el control del país. Innumerables veces los poderosos argentinos NO fueron razonables. Desde 1816 a la fecha. 


Lo más probable es que todo siga como hasta ahora [opción (c) ]. La consecuencia es más pobreza, más dificultad para mantener el patrimonio por parte de los comunes - nosotros -, con la juventud de clase media en huída del país y con un De Mendiguren de 118 años que ofrece créditos blandos para Pymes y para la producción de magnolias en enclaves chinos.


Lo cierto, y esto es tautológico, es que la forma en que desde 2007 a la fecha se hacen las cosas, lleva a un país cada vez más pobre, con la población cada vez con peor nivel de vida, menos trabajo en blanco y con el sueldo que cada vez rinde menos. Todo este en un contexto de precios internacionales favorables para nuestras exportaciones. La izquierda se pasó décadas hablando de los términos de intercambio y que Argentina empobrecía por la caída del precio internacional del trigo. Nuestros gobernantes tienen dos décadas de buenos precios y la consecuencia es una clase trabajadora desocupada o subocupada, sueldos lamentables y pobreza.

Nuestra clase dirigente, tanto pública como privada, ofrece más de lo mismo; sin ningún vestigio de innovación. Si se hace lo mismo, se obtiene lo mismo. 

La prueba de que la clase política no entiende lo mal que está la población y que no tiene ninguna intención de modificar el curso ni 10º a babor es el Presupuesto Nacional 2021. No hay una sola idea de cómo mejorar nada: ni los servicios inherentes al estado como salud, educación, seguridad, defensa o justicia; ni invertir en activos públicos que permitan mejorar la producción (riego, puertos, FFCC,...algo). 

El presupuesto supera los 8 billones (notación continental) de pesos, esto es, con un cambio oficial, unos 100.000 millones de dólares. Con ese dinero a su disposición ni siquiera se planea mantener la infraestructura pública existente.

No hay ninguna propuesta de cómo mejorar el empleo o educar a la población para conseguir trabajo o no sé, como reducir la cantidad de enfermos de cáncer, o fallecimientos por accidente de auto o suicidios. Ni siquiera - aún con la novel existencia de un ministerio de la mujer -, bajar la muerte de parturientas de los 290 casos anuales actuales. Nada. Ni una idea de cómo mejorar ni un solo indicador de bienestar de la población. Ni económico, ni intangible. Son incapaces de hacer nada con cien mil millones dólares. 

Es para llorar.

Nada demuestra mejor la desconexión de la clase política con la población y sus padecimientos que el presupuesto nacional 2021. Fue revisado por decenas de funcionarios del poder ejecutivo, 257 diputados y 72 senadores, además de los asesores de todos ellos. A nadie se le ocurrió decir: “muchachos, esto no es para Argentina, es para otro país”, qué sé yo, Moldavia, por ejemplo. No es el presupuesto de un país federal, con 45.000.000 de habitantes, con gran extensión territorial, con mar, con caída permanente del PBI per cápita, deuda, cierre de establecimientos comerciales e industriales, la pérdida de la propiedad de la tierra por parte de 100.000 familias en los últimos 15 años. Como ejemplo: el mar no existe en el documento. 

Es algún punto es esquizo.

Los políticos siguen en la suya. Nosotros seguiremos en la nuestra.

Ya vendrá el día (b).

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Notas relacionadas:

Las soluciones para revertir la recesión y empezar a aumentar el trabajo, la producción, las ventas lo puse aquí:

LOS PRIMEROS 90 DÍAS DE GOBIERNO

http://restaurarg.blogspot.com/2019/07/los-primeros-90-dias-de-gobierno-20.html  

Las propuestas todavía sirven.


Los condicionamientos de nuestros gobernantes aquí:

FALLING

http://restaurarg.blogspot.com/2020/10/falling.html 


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Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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