GLOBALISMO: UN MUNDO ENCADENADO - II

El mayor miedo de los globalistas no es el Estado - son los pueblos.

Viene de Parte I




La regla de reglas

La globalización, en resumen, se refiere a la creencia de que el mundo - económica, política y ecológicamente - se reduce aceleradamente en sus dimensiones sociales y físicas. ¿Pero qué significa “globalismo” y “globalistas”? ¿Quiénes son?


Algunos describen a los globalistas como “la gente de Davos”, la gente que se reúne todos los años en Suiza todos los eneros en la reunión anual del Foro Económico Mundial. Algunos vuelan en su jet privado o en helicóptero para marcar que son la crème de la crème de la élite global. Pero los globalistas son muchos más que los que concurren a Davos.


Incluyen a aquellos que dirigen grandes corporaciones y manejan instituciones internacionales como la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea. Pero, más revelador aún, también incluyen a la mayoría del personal de las organizaciones oficiales y de las instituciones nacionales. Más durante las últimas dos semanas, y más aún desde la última crisis financiera, los líderes de los supuestamente “independientes” bancos centrales. Es muy ilustrativo que Greenspan que cree que el mundo es gobernado por fuerzas impersonales del mercado, pasó más de dos décadas de su vida al frente del banco central de EEUU.


El globalismo, a su vez, describe la perspectiva dominante del establishment político y de negocios del Occidente de postguerra. Ya hemos hablado de su fuerte apego a las reglas. De hecho, el ethos globalista puede definirse como “una devoción por un mundo de reglas”. Muchos globalistas exhiben sus credenciales “liberales” más por su afinidad a las reglas que por su persecución efectiva de la Libertad.


John Ikenberry, un científico globalista y apologista de la dominación de EEUU, resumió este concepto con su afirmación de que los norteamericanos están menos interesados en gobernar el mundo que en “crear un mundo de reglas” (2). En forma similar, el historiador Adam Tooze en su aclamada revisión de la crisis financiera, escribió que la crisis expuso que la globalización se soporta sobre la existencia de reglas. Al ser consultado sobre la visión convencional de la globalización como un “proceso casi-natural”, Tooze apuntó sobre una visión más profunda de un régimen basado en reglas. La globalización es realmente una “institución, un artefacto de deliberación política y de construcción legal” (3).


Por supuesto, la devoción por las reglas no significa que los políticos globalistas siempre adhieren a ellas. Se ha sabido que gobiernos globalistas, especialmente en países poderosos, han roto las reglas con relativa ecuanimidad  cuando las circunstancias nacionales lo requirieron. Los EEUU, por ejemplo, regularmente violan las reglas que dicen sostener cuando conducen intervenciones militares no autorizadas y operaciones encubiertas en el extranjero.


La Comisión Europea trata a los países grandes que desobedecen las reglas de cumplimiento presupuestario con más indulgencia que a los países más chicos. Por ejemplo, Alemania y Francia, dentro de varios países de la Unión Europea, han roto en numerosas ocasiones el pacto de estabilidad y crecimiento de la UE que limita el déficit al 3% del PBI sin que sean significativamente sancionados.


Mientras formalmente las reglas de gobierno son la norma globalista desde la Segunda Guerra Mundial, no empezó entonces. El deseo de entreguerras de Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros países desarrollados de retornar al patrón oro de pre-guerra puso en evidencia el deseo de los políticos de seguir las reglas. Si bien volver al patrón oro luego se vio que fue un error, en línea con la famosa crítica de Keynes, en los años inmediatos luego de la guerra volver al patrón oro era un objetivo sin oposición. Para finales de 1925, 35 monedas en el mundo habían vuelto oficialmente al patrón oro o habían sido estabilizadas. El retorno al patrón oro fue visto como respetar una regla que sólo había sido “suspendida” por las circunstancias emergentes de la guerra.


La readopción del patrón oro se pensó para imponer cierta disciplina “política” para atar las políticas fiscales y monetarias. En ese espíritu, Montagu Norman, el gobernador del Banco de Inglaterra, vio el retorno al oro como “kanveproof”. Una adhesión al patrón oro de los países desarrollados creo una regla internacional de facto.


Es pertinente para apreciar la importancia de las reglas hoy es que la esencia de la regla del patrón oro era un compromiso mecánico doméstico. Alinear políticas de estado discrecionales en el ámbito nacional.  Ataba las manos de los gobernantes, por lo tanto protegiendo a la clase política de las presiones democráticas para que abandonaran las políticas deflacionarias. De hecho, la quiebra del patrón oro en 1914 ha sido parcialmente atribuida a la democracia, porque eran las nuevas masas con poder de voto las que más sufrían las medidas de austeridad domésticas que el gobierno tomaba para no desviarse de las reglas del patrón oro.


Retrospectivamente, era más fácil ver que el sobreestimado retorno a la regla del patrón oro causó enorme daño social y económico en el período entre ambas guerras en Gran Bretaña y en el resto del mundo. Y una adhesión recalcitrante a las reglas contribuyó a las tensiones que terminaron en la reanudación del conflicto global en 1939. De todas formas, esta lección no fue aprendida. Al final del baño de sangre de la Segunda Guerra Mundial, los gobernantes redoblaron sus esfuerzos para tratar de gobernar a través de un régimen organizado.  Ahora se ha vuelto el principal activo  de la escuela globalista: la promoción del imperio de la ley.

[Continuará].


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El último libro de Phil Mullan, "Creative Destruction: How to Start an Economic Renaissance", es publicado por Policy Press.




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(2) ‘Illusions of Empire: Defining the New American Order’, by John Ikenberry, Foreign Affairs, March/April 2004.

(3) Crashed: How a Decade of Financial Crises Changed the World, by Adam Tooze, Allen Lane, 2018, p575.



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