¿CÓMO LIDIAR CON LOS PROBLEMAS HEREDADOS?


Autor: Walter Ellis
Nota original: https://reaction.life/deal-legacy-troubles/

En 1969 el Ejército Británico entró a Irlanda del Norte a apoyar el régimen de Stormont que gobernaba la provincia como un estado Oranga (Orange State) desde 1921 pero que en ese momento enfrentaba masivas protestas de católicos y nacionalistas que exigían derechos civiles. No invadieron. Ni sus comandantes ni sus tropas estaban programados para asesinar a cualquiera que se les opusiera. Hicieron el trabajo que les fuera encomendado y en el curso de sus obligaciones cientos de ellos fueron asesinados por el IRA [N. de T.: Ejército Republicano de Irlanda]. Otros fueron mutilados de por vida.

Al principio, las tropas fuero bienrecibidas como liberadores. Pero no duró demasiado. En julio de 1970, en una balacera entre las tropas y IRA oficial, el ejército impuso un toque de queda que tiempo después se resolvió que era ilegal en el distrito católico de Belfast denominado Lower Falls. En las 36 horas que se sucedieron, durante las cuales 20.000 residentes fueron confinados a sus hogares y se realizaron 5.000 allanamientos, tres hombres fueron asesinados a balazos y un cuarto fue mortalmente aplastado por un auto blindado. Ninguna de las cuatro víctimas estaba armada o se le encontraron conexiones terroristas.Otros 78 civiles fueron heridos.

Un año después el 1° Batallón del Regimiento de Paracaidistas se enloqueción en la zona residencial nacionalista Ballymurphy, en Belfast Occidental. El IRA Provisional recientemente formado había sido activo en el área y los Para fueron enviados a lidiar con los responsables de la violencia. Once civiles, incluyendo un sacerdote católico, fueron asesinados a balazos en los dos días siguientes. Ningún soldado fue muerto o herido. Nuevamente, ninguna de las víctimas estaba armada. Ninguna era miembro del IRA. Cuarenta años después, lo que fue denominado la Masacre de Ballymurphy es sujeto de una investigación que algunos sospechan será un eco de la Investigación Saville sobre el Domingo Sangriento.

A lo largo de los años hubo otras, de pequeños incidentes de soldados acusados de tomar la ley en sus manos. Muchas de las denuncias no llegaron a la etapa de instrucción. En cambio, el Ejérctio mantuvo su posición de que sólo abrió fuego sobre quienes presentaban un riesgo inmediato y creíble. Lo que es indiscutible es que a medida de que el tiempo pasaba, las tropas perdieron todo sentido de estar en su propio país y empezaron a tratar a Irlanda del Norte como territorio enemigo.

Lo que sucedió el Domingo Sangriento el 30 de enero de 1972 fue la gota que colmó el vaso, la quiebra de toda forma de confianza entre el Ejército y los católicos. Durante la protesta por Derechos Civiles en el área de Bogside en la ciudad de Derry, los Paras abrieron fuego abiertamente sobre la manifestación, asesinando a 14 inocentes concurrentes e hiriendo a otros 14. No hubo disparos del lado católico y ningún soldado fue herido o asesinado. Después de una extensa instrucción (la primera fue descartada por ser totalmente sesgada) Lord Justice Saville elevó un informe donde encontraba que los Paras "habían perdido el control" y se habían comportado injustificadamente contra una multitud que no presentaba ninguna amenaza. Saville también encontró a soldados responsables de declarar falsamente con el objeto de encubrir su culpa.

En el 2010 David Cameron le dijo a la Cámara de los Comunes que como patriota nunca quiso creer nada malo de su país. Continuó:

"Nunca quise entrar en la cuestión de la conducta de nuestros soldados y de nuestro ejército, a quien considero los mejores del mundo. Y he comprobado por mí mismo en qué difíciles y peligrosas circunstancias le pedimos a nuestros soldados que presten servicio. Pero las conclusiones de este informe son absolutament claras. No hay duda, no hay nada equívoco, no hay ambigüedades. Lo que sucedió el Domingo Sangriento fue injustificables e injustificado. Estuvo mal".

Y ahí quedó el tema - hasta que en marzo de este año cuando Karen Bradley, la Secretaria para Irlanda del Norte, en respuesta a cargos contra el "Soldado F" por su participación en el tiroteo del Domingo Sangriento, espetó que las ofenzas cometidas por los soldados en servicio "no era crímenes". Bradley - quien previamente confesaron no conocer que los católicos y los protestantes tendían a votar por partidos diferentes - fue rápidamente forzada a pedir disculpas. Pero la semana pasada, el tema volvió  que le nuevo Secretario de Defensa, Penny Mordaunt, quién, inesperadamente, demandó una amnistía para los soldados, para que Theresa May le dijera que iba a haber una excepción para aquellos imputados por crímenes en Irlanda del Norte. Los crímenes domésticos, nos dieron a entender, son de orden diferente de los cometidos en el exterior.

El problema para los juristas, menos legal que político, consiste en diferencia la conducta del Ejército de la del IRA Provisional, cuyo principal objeto era no cuidar la paz sino matar todos los miembros de las Fuerzas de la Corona por cualquier medio posible, sin tomar en cuenta las circunstancias. Oficialmente, 763 soldados murieron en servicio en Irlanda del Norte. Más de 6.000 fueron heridos. Una medalla por su servicio fue lo mejor que se le terminó dando a los soldados que en muchos casos tuvieron dos o tres turnos de servicio en la provincia. Aquellos que fueron mutilados dejados de lado sólo con sus memorias y el apoyo de sus camaradas.

El sentimiento de injusticia que supura en el Ejército se incrementó en 1998 cuando el Acuerdo del Buen Viernes terminó siendo, en esencia, un salvoconducto para Librarse-de-la-Prisión para los republicanos (IRA). Literalmente cientos de terroristas convictos fueron liberados de prisión y se les permitió hacerse viejos como "héroes" del Ejercito de Resistencia. Tony Blair inflamó la opinión pública cuando envió cartas de "confort" a los terroristas prófugos garantizándoles inmunidad frente a subsecuentes arrestos. Los veteranos estaban furiosos, así como la mayoría de la población unionista (N. de T.: protestantes en Irlanda del Norte).

No es que la injusticia percibida fuera de un solo lado, que es cuando las dificultades aparecen. Aquellos soldados que sí tuvieron conductas criminales fueron dejados libres como si sólo hubieran cumplido con su deber. No sólo eso sino que se escondieron bajo la excusa del patriotismo, presentándose a sí mismos como protectores cuando en realidad eran asesinos.

Como alguien que ha cubierto los primeros años de los Tiempos Irlandeses y que recibí disparos de soldados mientras caminaba por Falls Road, le presento el debido respeto al Ejército Británico como institución. Reconozco que la tarea que le fuera encomendada, por un período de 35 años, fue al mismo tiempo necesaria e ingrata. Pero para aquellos pocos que asesinaron como deporte o simplemente por un casual desprecio por las vidas irlandeses - o simplemente por sangre caliente (una ofensa que en tiempos de guerra resulta en corte marcial y la posibilidad de un pelotón de fusilamiento) - tengo poca simpatía.

Los unionistas, en contraste, generalmente toman la posición de que los soldados no deben ser llevados a juicio ni aún en los casos de crímenes graves. Si bien esto puede ser entendible como una condonación en el marco de un estado de terrorismo, y puede ser una solución al problema, coloca a los receptores en más o menos la misma categoría que los miembros del IRA - asesinos que quedaron libres de culpa y cargo. ¿Está el público británico en condiciones de aceptar esta solución, o prefieren que nada se haga en absoluto y que todos los veteranos puedan envejecer en dignidad y a su muerte recibir todos los honores militares?

Para la mayoría de nosotros, sospecho, ése sería el Plan A.

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