INGLESES

Autor: Santiago González (@gauchomalo140)


Nota original:https://gauchomalo.com.ar/ingleses/

¡Qué maldita coincidencia que el mismo día en que se produjo hace 37 años el hundimiento del Belgrano veamos a los ingleses rendidos, subyugados, transportados de admiración ante el genio de Messi! Me habría gustado disfrutar sin restricciones del irrestricto homenaje que la prensa británica rindió al maestro futbolístico, pero no puedo hacer a un lado el recuerdo de los compatriotas enviados por un torpedo inglés al fondo de los mares. Creo que así ha sido siempre nuestra relación con los ingleses, ambigua y contradictoria, oscilante entre la admiración y el aborrecimiento, tensa pero, por alguna razón, nunca fracturada, siempre viva. Estuvieron presentes, para bien y para mal, en nuestras luchas por la independencia y en nuestro formidable desarrollo, cuando los tuvimos. 



Innumerables apellidos ingleses pueblan las páginas de nuestra historia, no sólo política sino también económica y cultural. Durante mucho tiempo fueron el modelo para nuestra clase dirigente, que terminó encandilada por las formas y perdió de vista la sustancia. Mucho le deben a su magisterio nuestro deporte, nuestra ingeniería, nuestra ganadería y nuestra literatura. Incontables plumas inglesas registraron, a veces antes que nosotros mismos, el perfil de nuestra gente y el latido de nuestra tierra. Hoy mismo, ¿dónde en el mundo, fuera de España e Italia, a las que nos unen lazos de sangre, han recibido nuestros módicos éxitos –deportivos, artísticos, incluso científicos– más generosa atención que en la tierra de Hudson? Fueron nuestros enemigos ingleses los que nos hicieron reconocer y apreciar el heroísmo de nuestros combatientes en Malvinas. 



El español Pérez-Reverte dijo alguna vez que habríamos sido más felices si en 1806 nos hubiéramos dejado invadir por los ingleses, y vaya uno a saber qué vio en nosotros para que se le ocurriera pensar eso. Pero a mi juicio no es ésa la clase de relación que tenemos con ellos. Más allá de los designios infames de los políticos, el destino quiso que argentinos e ingleses nos viéramos trabados en la que probablemente haya sido la última guerra honorable librada en el mundo. Ese vínculo es muy fuerte, y para mí describe mejor que cualquier otro nuestra relación histórica. –S.G.

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