DOS A QUERERSE

Autor: Santiago González (@gauchomalo140)

Nota original: https://gauchomalo.com.ar/dos-a-quererse-2/


¿Será que a Mauricio Macri se le subió el G-20 a la cabeza? La anunciada decisión de no asistir a la ceremonia de asunción del mandatario electo de Brasil Jair Bolsonaro, al menos a primera vista, no parece muy inteligente. Con Brasil, como no podría ser de otro modo entre los dos países más grandes de Sudamérica, tenemos muchas cosas que discutir, empezando por el malhadado Mercosur: lo que no podemos hacer es ignorarlo, y lo que no debemos hacer es desairarlo. Lo cortés no quita lo valiente. Los países que aspiran a tener alguna relevancia regional definen políticas respecto de sus vecinos. Y también respecto de otras potencias regionales, aunque no sean vecinas. Las relaciones internacionales no se conducen con gestos o mohínes, a menos que estén insertos en políticas. En ese caso, los ademanes se convierten en la expresión pública de una política, persiguen la intención de hacerla visible. Para ser justos, digamos que de la otra parte tampoco se advierte demasiada inteligencia: una de las primeras cosas que anunció Bolsonaro para estrenarse como mandatario fue un paseo regional que excluyó a la Argentina. Y tampoco aceptó la gentil invitación a acompañar al presidente saliente Michel Temer al encuentro del G-20 en Buenos Aires. La alegría no es sólo brasileña, y la estupidez no sólo es argentina. Argentina y Brasil, en razón de su peso específico, están condenados a prestarse atención y a cuidar su relación; de esa buena relación depende en buena medida el ordenamiento geopolítico de la región, y cualquier desentendimiento entre ambos países sería desestabilizador para el resto. A esta altura, Macri y Bolsonaro parecen dos compadritos con ganas de imponer su autoridad en el barrio, que se estudian los movimientos y se hacen mala cara, pero todavía se sienten inseguros como para hacer relucir el filo y empeñarse en duelo. Macri se muestra muy apegado a la agenda socialdemócrata y globalista, y con harta ingenuidad supone que eso le va a garantizar apoyos externos como el que le arrojó el FMI; Bolsonaro se exhibe retóricamente más cerca de los desplantes disruptivos de Donald Trump, pero todavía no empezó a gobernar y realmente no sabemos para dónde va a rumbear. 


Antes que empalagarse con el exitoso catering del G-20, reconocido por todos, Macri debería recordar que recibió el salvavidas del FMI gracias al disruptivo Trump, que se impuso a las objeciones de los europeos socialdemócratas y globalistas. A la hora de elegir amigos y enemigos parecería aconsejable tener presente esa diferencia de comportamientos. Como también tener presente otro dato fundamental de la realidad: si Brasil quisiera, podría extender tranquilamente su frontera sur hasta la costa del Paraná, por decir algo, sin que pudiéramos oponer mucho más que una protesta diplomática. Si la Argentina pretendiera hacer algo similar, no llegaría al centro de Foz de Iguazú. O de Uruguayana. Con Maduro cualquiera se hace el guapo. –S.G.

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