LA DEL TERO




Las élites transnacionales, globalizadoras, manipulan a las izquierdas para que le hagan el trabajo sucio y lancen a los perjudicados por sus operaciones económicas y por sus proyectos de ingeniería social justamente contra quienes pretenden organizar su defensa.

Autor: Santiago González (@gauchomalo140)

Nota original: https://gauchomalo.com.ar/la-del-tero/

Las élites financieras y corporativas transnacionales se preparan para sacar todo el partido posible de la debacle económica y social causada por una pandemia imaginaria, y  es casi natural que la izquierda política e intelectual haya entendido que llegó la hora de organizarse aceleradamente en todo el mundo. ¿Para enfrentar en su terreno a la plutocracia globalista que destruyó el empleo industrial en todo Occidente y condenó a la decadencia y el empobrecimiento a sus clases medias? ¿Para luchar contra quienes, promoviendo confinamientos y cuarentenas, mandaron a la quiebra a millones de pequeñas y medianas empresas y pequeños y medianos productores a lo largo y a lo ancho de nuestros países? Bueno, no es exactamente eso lo que parece.

En estos días, la izquierda local saludó alborozada la conformación de una Internacional Progresista, que aspira a congregar una amplia gama de organizaciones de todo el planeta, no sólo políticas como en anteriores internacionales, sino también sociales, gremiales, etc. Un documento inaugural firmado por su coordinador general David Adler sostuvo que, además de exponer los “insanables defectos de la hiperglobalización”, la crisis del CoV2 “ha puesto en marcha el capitalismo de desastre, y los especuladores financieros y las corporaciones trasnacionales se aprestan a sacar provecho de la pandemia.”

Pero luego de ese comienzo razonablemente compartible, la lógica del anuncio traza un doble salto mortal, y se consagra a identificar a esos especuladores y corporaciones globalistas con los nacionalismos surgidos y fortalecidos en la última década, especialmente en Europa, justamente con el propósito contrario de denunciar y resistir la globalización y dar cauce político al rechazo popular. Todo el resto del documento citado es una larga tirada contra el nacionalismo, “intolerante”, “xenófobo”, “autoritario”, y “la peor de las ilusiones”, que concluye con un llamamiento a “luchar contra las fuerzas gemelas del fascismo y el fundamentalismo de mercado”. Trato de imaginarme a Benito Mussolini invitando a Alan Greenspan con un ristretto pero no hay caso.

Esa asociación deliberada de cosas opuestas o, mejor dicho, que no tienen nada que ver entre sí, podría resultar desopilante si no fuera que hay gente que se la toma en serio. Por ejemplo nuestra ex diputada Alcira Argumedo, que en un artículo acerca de la naciente Internacional expande la pirueta lógica del coordinador Adler y postula otra extraña pareja: una improbable sociedad política entre Henry Kissinger, supongo que en representación del fundamentalismo de mercado, con Steve Bannon, un ex asesor de Donald Trump inevitablemente condenado a encarnar el fascismo en esta curiosa ecuación.

¿Menciona la articulista alguna corporación perversa, alude a algún fondo de inversiones particularmente insidioso, alguna práctica “hiperglobalista” reprobable? Nada de eso, nada que exceda las rutinarias diatribas de la izquierda contra el capitalismo. Para ella, el grave problema que se plantea en el horizonte es el nacionalismo, representado por dirigentes, dice con prolija enumeración, “como Viktor Orbán de Hungría, Jörg Meuthen y Alexander Gauland de Alternativa para Alemania, Matteo Salvini de la Liga del Norte de Italia, Marine Le Pen del Frente Nacional de Francia, Geert Wilders del Partido Popular por la Libertad y la Democracia de Holanda, Santiago Abascal del partido Vox de España y Norbert Hofer del austríaco Partido de la Libertad.”

Pero no temamos, porque desde Marvel y DC Comics para acá a cada villano le llega su superhéroe y, según nos cuenta Argumedo, “políticos e intelectuales de los Estados Unidos y Canadá, como Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez, Noam Chomsky y Naomi Klein, junto a políticos e intelectuales europeos, entre quienes destaca el economista griego Yanis Varoufakis” son las grandes figuras convocantes de la flamante Internacional Progresista, que llega para salvarnos no de los globalistas depredadores sino de unos nacionalistas a quienes les endilga graciosamente los estragos causados por los globalistas. Esto en el mundo se conoce como operación de bandera falsa, y es lo mismo que nosotros llamamos hacer la del tero.

¿Quien fue el primero en celebrar el nacimiento de esta nueva plataforma política? Quién si no nuestro viejo conocido George Soros, encantado con esta no sabemos si espontánea iniciativa orientada a enfrentar a los pueblos justamente contra quienes proponen preservar sus naciones, sus libertades y sus derechos de la voracidad de los que aspiran a quedarse con todo, incluso con las libertades y los derechos. A través de su sitio de opinión OpenDemocracy (open, como en Open Society), no ha cesado de aplaudir el lanzamiento de la Internacional Progresista y de otros proyectos asociados, como Wire, una especie de liga internacional de la prensa izquierdista. Conociendo la generosidad del magnate con estas causas, seguramente su apoyo irá más allá del aplauso.

Como lo han venido haciendo desde hace décadas, las élites transnacionales, globalizadoras, manipulan a las izquierdas (a las izquierdas deseosas de ser manipuladas, convengamos, a las izquierdas que aspiran a puestos públicos en los gobiernos socialdemócratas, o a subsidios de las infames fundaciones) para que le hagan el trabajo sucio y lancen a los perjudicados por sus operaciones económicas y por sus proyectos de ingeniería social justamente contra quienes pretenden organizar su defensa.

En la Argentina conocemos de memoria esta historia, este juego perverso de las falsas izquierdas y los falsos progresismos, eternamente cómplices de quienes saquean el país y le quiebran la identidad para volverlo cada vez más indefenso. No es casual que nuestro país tenga una representación particularmente distinguida en el consejo asesor de la flamante Internacional Progresista; distinguida porque está integrada por dos mujeres -esto le gusta a Soros- y porque ambas ejercen altas responsabilidades en el gobierno nacional: la ministra de las mujeres, géneros y diversidad Elizabeth Gómez Alcorta, y la embajadora en Rusia Alicia Castro. Socio local del proyecto Wire será la revista Nueva Sociedad, un proyecto de la Fundación Eberth, instituída en Alemania en honor de un ex presidente socialdemócrata. –

S.G.


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