REPRESENTACIÓN




Autora: Iris Speroni


Constitución Nacional:
Artículo 1º.- La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal, según la establece la presente Constitución”.



Sabiamente, nuestros mayores nos instruyeron sobre cómo debíamos organizarnos. Esto es, mediante la representación.

No todos los argentinos queremos lo mismo. Sobre infinidad de temas. De cualquier naturaleza.

Ejemplos al azar: 

a) a los policías de la Provincia de Buenos Aires ¿hay que pagarles bien o que dejarles que ganen poco como ahora?, 

b) el PAMI ¿debe seguir intervenido o los beneficiarios deben elegir a sus directores?, 

c) ¿deben existir rutas por peaje o deben ser de uso libre?, 

d) ¿es razonable el impuesto a los ingresos brutos o es perjudicial para la producción y debe ser substituido por otro?, 

e) ¿los concejales deben cobrar dieta o deben trabajar gratis con una pequeña ayuda para viáticos?, 

f) ¿las locutoras de los noticieros de la televisión pública deben vestirse como chicas que trabajan en una whiskería o elegantes con trajes?, 

g) ¿está bien que Chocobar esté procesado o debería haberse cerrado la causa por ausencia de delito?, 

h) ¿el abanderado de un curso debe elegirse por mejor promedio o según el arbitrio de la directora del establecimiento?, 

i) ¿las viviendas sociales de la Ciudad de Buenos Aires deben ir a los servidores públicos (bomberos, enfermeros, policías) o a los punteros políticos de las villas?

No todos opinamos igual sobre cada tema. ¿Cómo se resuelven las diferencias? ¿Cómo elegir entre las opciones posibles?

Fácil. Nuestros ancestros nos dijeron qué debíamos hacer: votar. Y que quien más votos tenga, haga prevalecer su posición.

Vamos a casos concretos, como los listados. La policía de la provincia de Buenos Aires gana muy mal. ¿Quién lo decide? En primer lugar el gobernador, pero en verdad es la legislatura de la provincia de Buenos Aires, quien le vota el presupuesto. Éste tiene implícito los montos de seguridad y por tal razón, los sueldos del escalafón.

Aparentemente, desde 1983 hasta hoy, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, estuvo sistemáticamente de acuerdo en que la policía ganara mal. Y esto incluye a la totalidad de los partidos políticos, ya que todos aprobaron los presupuestos.

Esto es porque la casta política sólo se representa a sí misma y no a los ciudadanos y porque no hay diferencias entre los distintos grupos, que forman un único bloque, donde se turnan para cubrir los cargos.

Ahora bien, si uno quiere cambiar la realidad, ya sea subir los sueldos policiales o disminuir impuestos o impedir que Chocobar vaya preso, debe tener representantes en los órganos colegiados.

¿Qué representantes? Los que representen nuestros intereses, lo que estos sean. 

Todo ciudadano, todo grupo de ciudadanos, tiene el derecho de ser representado. Y tiene el derecho a que sus intereses, valores, visiones, gustos, preferencias, sean tomados en cuenta.

Mientras uno no esté representado en los votos, no existe.

Entonces lo que sucede es simple: los sectores que sí cuentan con representantes abusan de los que tienen voz, pero no voto. No es de ahora y no ocurre sólo aquí.

Existen numerosos conjuntos de ciudadanos subrepresentados o no representados en absoluto: jubilados, consumidores, miembros de las fuerzas de seguridad y armadas, personal penitenciario, bomberos, obreros del ferrocarril y personal de puertos y de a bordo de la (inexistente) flota fluvial o marina mercante, poblaciones rurales, ciudadanos del común al garete frente a la ausencia de seguridad, trabajadores en negro, niños, ancianos, personal de la salud (enfermeros, médicos, camilleros, bioquímicos, farmacéuticos), productores rurales, empresarios pymes, 

Es por esa razón que un gobierno puede alegremente decidir pagar intereses a los bancos del 80% anual mientras le baja las jubilaciones y pensiones a millones de personas. Es fácil: el primer grupo puso dinero en la campaña electoral y el segundo no.

No es un problema únicamente argentino, ni de esta época. 

Es mucho más que unos sectores aprovechándose de otros. Es todo un sistema al servicio de unos pocos sectores económicos. Por eso no importa quién gobierne, toda vez que la alianza gobernante permanece inmutable.

Por eso los médicos ganan lo que ganan, y los empleados de la AFIP ganan lo suyo.

Por eso no hay plata para policías, servicio penitenciario o militar, y crecen los ministerios, secretarías y subsecretarías como hongos. 


Agotamiento


El problema es que este modelo de país se agotó. Sabemos que es así porque hace décadas que la Argentina no crece, a pesar de pequeños respiros temporarios. Con la población cada vez más desprovista de los elementales servicios públicos como educación, salud, seguridad o justicia.


La explicación de tanta tristeza es sencilla. El sector más dinámico de la economía, que gana dinero y que podría reinvertirlo y multiplicar la riqueza de toda la población (el sector agropecuario), le transfiere sus ganancias a sectores deficitarios o directamente a las manos de funcionarios venales. De esta forma, el país se desinvierte permanentemente, tanto de inversión privada como de bienes públicos.




Poner Primera

Otro futuro es posible. Donde el sector agroindustrial triplique la producción, no sólo en volumen sino en precio específico de los productos (exporte productos más caros por tonelada), pueble el país y descomprima demográficamente las grandes ciudades.

Para poder hacer eso hay que cambiar el sistema impositivo. No sólo cuáles impuestos cobrar, sino en qué momento y bajo cuáles reglamentaciones. Y para poder cambiarlo se necesita representación en concejos deliberantes, legislaturas provinciales y el Congreso de la Nación.

Y contrariamente a la opinión generalizada, exacerbada por posturas como la de C5N, eso no es para beneficio exclusivo de los productores agropecuarios sino de amplios sectores de la sociedad. 

Ejemplo: si quintuplicamos la exportación agropecuaria, hay que tener más frigoríficos y más obreros de la carne. Si el sector agropecuario gana mejor, los afiliados de la UATRE tendrían mejor sueldos. Hoy, gran parte del presupuesto público se lo llevan los bancos y eso hace que el sindicato bancario pueda negociar altos salarios. 

Se trata de una visión completa de lo que se desea, que excede los temas económicos. Implica transporte, formación y educación (se necesitan personas con saberes diferentes y con oficios), salud (centros de atención en todo el país) y un sistema de justicia y seguridad que funcione en lugar de la actual anomia.

Que las economías regionales y la agroindustria prosperen y se multiplique requiere un cambio total del sistema impositivo en todos los niveles de la administración, una política diferente de tipo de cambio, inversión en transporte y un diseño distinto del sistema de fletes.

Si los sectores postergados desean que el país todo prospere debe contar con los votos necesarios en cada estamento para que su parecer prevalezca. No es una divergencia entre la neutralidad y los intereses del sector. Es desarmar un sistema al servicio de otros sectores.

Contar con los votos se logra ganando las elecciones. Y eso implica ideas claras, saber exponerlas (comunicación) y votos; y saber contar los votos que se obtengan. Los votos son cuantitativos. No es una cuestión de ser inteligente o criterioso o simpático. Se trata de tener más votos que el otro. Ésa es la regla prevista en el artículo 1 de la Constitución Nacional. 

Es más fácil dejar que otros ocupen esos lugares. Que otro sea concejal o diputado provincial. Si uno quiere defender lo suyo, deberá bajar al barro. Y el barro es pelear por las bancas, negociar con otros bloques, aunar voluntades.

Es momento de hacer nuestra parte para cumplir con el Preámbulo de nuestra Constitución: “...asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad…”.


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