EL CRECIMIENTO URBANO: UN ESQUEMA PONZI


Por Charles Marohn
Nota original: https://www.strongtowns.org/the-growth-ponzi-scheme
Traducción: Hyspasia

A menudo olvidamos que la traza del crecimiento suburbano de los EEUU es un experimento, uno que no ha sido intentado en ningún otro lado antes. Asumimos que es un orden natural porque es lo que vemos alrededor de nosotros. Pero nuestra propia historia - y obviamente cualquier paseo por otros lados del mundo - revela una realidad diferente. A través de distintas culturas, sobre miles de años, la gente tradicionalmente construyó lugares adaptados a los individuos. Es sólo en las dos últimas generaciones que hemos construido lugares en función de los automóviles.

¿Cómo está funcionando nuestro experimento?

A Strong Towns, una organización sin fines de lucro, fundada en el año 2009, estamos interesados en entender la intersección entre finanzas y uso de la tierra. ¿Cómo el diseño de los lugares donde vivimos impacta en el éxito o fracaso financiero?

Lo que hallamos es que los mecanismos de financiación detrás de los desarrollos suburbanos - el patrón de crecimiento de los EEUU luego de la Segunda Guerra Mundial - opera como un clásimo esquema Ponzi, que necesita cada vez más altas tasas de crecimiento para poder pagar los pasivos de largo plazo.

Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial nuestras ciudades han experimentado crecimiento a través de tres mecanismos:

- Transferir pagos entre gobiernos: donde el gobierno federal (nacional) o los gobiernos estaduales (provinciales) hacen inversiones directas en crecimiento a nivel local, como por ejemplo financiar el acceso al agua potable o a un sistema cloacal o la ampliación de los sistemas existentes.

- Gastos en transportes: Donde se usa la infraestructura en transporte para mejorar el acceso a un lote o lugar que quieren desarrollar.

-  Deuda privada o pública: donde ciudades, desarrolladores inmobiliarios, compañías e individuos toman deuda como parte del proceso de desarrollo, ya sea durante la construcción o mediante la toma de hipotecas.

En cada uno de esos mecanismos, la unidad local de gobierno se beneficia por los mayores ingresos asociados con el nuevo emprendimiento. Pero, al mismo tiempo, asume los pasivos de largo plazo de mantener la nueva infraestructura. Este intercambio - un ingreso de fondos de corto plazo a cambio de obligaciones de largo plazo - es el elemento que convierte a todo esto en un esquema Ponzi.

"A través de un ciclo de vida, la ciudad frecuentemente recibe uno o dos centavos de ingreso por cada dólar de pasivo". 

El otro punto es que los nuevos ingresos municipales percibidos no alcanzan para cubrir los costos de mantenimiento de la infraestructura. En EEUU vivimos una bomba de tiempo con todos los pasivos por mantenimiento de infraestructura para los cuales no hay ingresos. La Sociedad Norteamericana de Ingenieros Civiles (ASCE - AMERICAN SOCIETY OF CIVIL ENGINEERS) estima que el costo en 5 mil millones de dólares - pero eso es sólo para la infraestructura de importancia (puentes, represas) no para la pequeña infraestructura: calles, veredas, caños de red que sirven a cada vivienda.

La razón por la cual tenemos esta brecha es porque la ganancia pública por el patrón de crecimiento urbano - el monto de los impuestos obtenidos en razón al mayor pasivo asumido - es ridículamente bajo. En un ciclo de vida, una ciudad frecuentemente recibe uno o dos centavos por cada dólar de pasivo que asume. Los profesionales ingenieros pueden decir, como lo hace la ASCE, que no estamos haciendo las inversiones necesarias para mantener la infraestructura. Eso es una tontería. Hemos construido en una manera que no es financieramente productiva.

Lo hemos hecho porque, al igual que en todo esquema Ponzi, nuevo crecimiento provee la ilusión de prosperidad. En el corto plazo, los ingresos crecen, mientras que las correspondientes obligaciones de mantenimiento - que no son incluídas en el balance son para la generación siguiente.

En los '70 y a principios de los '80, completamos un ciclo vital del experimiento suburbano, y, al mismo tiempo, el crecimiento de los EEUU se ralentó. Hay muchas razones involucradas, pero un factor significativo es que nuestras ciudades de los suburbios están empezando a requerir mayores fondos para el mantenimiento de la infraestructura. Hemos llegado al "largo plazo" y al final del dinero fácil.

Nos tomó tiempo entender qué hacemos, pero al final decidimos ir "por todo" usando financiamiento. En el segundo ciclo vital del experimento suburbano, financiamos más crecimiento tomando prestado gigantescas sumas de dinero, tanto del sector privado como del público. Al momento que lleguemos al tercer ciclo vital y ya a la salida de la crisis de hipotecas, nuestros mecanismos de financiación se han vuelto exóticos, y ¿por que no?, depredadores.

Una de las mayores fortalezas de la humanidad - nuestro habilidad para encontrar soluciones innovadoras a problemas complejos - puede ser una desventaja si diagnosticamos mal el problema.  Nuestro problema no fue, ni lo es, una falta de crecimiento. Nuestro problema son 60 años de crecimiento improductivo - crecimiento que nos ha enterrado en pasivos financieros. El patrón de crecimiento de los EEUU no crea verdadera riqueza. Crea la ilusión de riqueza. Hoy estamos en el proceso de ver esa ilusión destruida, y con ella la prosperidad que dábamos por garantizada.

Éste es nuestro gran desafío inmediato. Estamos actualmente inmersos en un experimento de suburbanización al cual nuestra psiquis colectiva llama "El Sueño Americano", una forma de vida (way of life) no negociable que debe ser mantenida a toda costa. ¿Qué es lo que estamos desechando en nuestro intento de sustentar lo insustentable? ¿Cuánto más de nuestra menguante riqueza será vertida en este artificioso y apuntalado experimento fracasado?

Tenemos que acabar con nuestras inversiones en este patrón de crecimiento suburbano de desarrollo, junto con la multitud de subsidios directos e indirectos que hacen todo esto posible. Es más, necesitamos volver en forma premeditada e intencional a un patrón tradicional de crecimiento, uno basado en crear barrios de valor, hechos a escala humana. Cuando hacemos esto, descubriremos inevitablemente nuestros valores tradicionales de prudencia y ahorro así como, también, el valor de la comunidad y del arraigo.

La forma en que logremos una prosperidad real y duradera es mediante la construcción de unos EEUU repletos de lo que llamamos Strong Towns (Ciudades Sólidas).


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