LA MUERTE DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES

Autora: Hyspasia

Un Joven Tony Blair.

En el post EL NUEVO ORDEN MUNDIAL traté de explicar cómo se armó la alianza entre los liberales de derecha (predominantes en bancos y fondos de inversión) y la izquierda socialdemócrata (que domina los aparatos estatales, universidades, prensa de la UE y EEU más algunos otros países).

Esto ha llevado a que por décadas la oferta política en EEUU y en Europa fuera la misma. No importaba si votaban a los conservadores o a los laboristas, la agenda era la misma: subsidios, planes sociales, inmigración, ESI. La inmigración masiva e indiscriminada es una política globalista tanto para EEUU como para UE. La ministro que llevó adelante la importación de personas, a razón de 250.000/300.000 por año en GB fue conservadora. En efecto la responsable fue Theresa May como ministra del Interior de David Cameron. En Francia no importaba si gobernaba Sarkozy u Holland, la agenda era la misma. Bush siguió la agenda de Clinton que fue seguida por la de Obama.

Todos los que inventaron este sistema del partido único creían que tenían la vaca atada. Tuvieron a un laborista (Blair) apoyando la globalización en perjuicio de los obreros ingleses (como acá a favor del Mercosur y contra nuestros obreros), y también la invasión a Irak para que las petroleras hicieran su negocio, mientras el enforcement lo pagaba el contribuyente británico. Y lo mismo pasó con Obama, fue más pro-petroleras que el propio Bush.

En resumen: Occidente se sumió en un esquema de partido único donde se presentan dos partidos en EEUU y 9 en cada país de la UE, pero todos postulan lo mismo, que es servir a los grandes negocios y a los grandes bancos (rescate de bancos en el 2008). La gente, al ver que NADIE los representaba decidió dejar de ir a votar. Se ensimismó y se desentendió de la cosa pública. ¿Para qué gastar energía en lo que no se puede cambiar? Mejor administrar la energía y ocuparla en sobrevivir y salvar lo que se pueda.

Por lo que con el sistema político y la prensa controlada 100%, ayudados por la apatía pública, los dueños de todo creyeron que venían con pelota dominada. Todos esos capos y burócratas de organismos multilaterales que se reúnen en Davos y otros foros similares creyeron que el curso que se habían trazado iba viento en popa y sin contratiempos.

Pero...nada es lineal en este mundo. La mitad de los pueblos están a disgusto con este orden de cosas. Lo que les pasa es que están desorganizados, sin líder y sin plan. Pero finalmente, tras mucho guerrear y batallar empezaron a aparecer los primeros planes y los primeros líderes: Brexit, Liga del Norte, Cinco Estrellas, Trump, Farage, Salvini. No es que la oposición al orden mundial esté organizada, pero sí que ya no están solos en la cancha ganando 12 a 0.

Haberse acostado con los poderosos en contra de sus votantes, tarde o temprano tendrá sus costos para los partidos políticos. Las últimas elecciones italianas barrieron con todos los partidos tradicionales italianos, Trump le ganó a todos los sectores de su partido y a la oposición. El jueves 23 de mayo implosionaron los dos principales partidos de Gran Bretaña: el Conservador o Tory de más de 185 años de vida y el centenario partido Laborista. Murieron. O están agonizando. 

¿Y a nosotros por qué nos importa? ¿Qué recórcholis me importa a mí, acá, en el Fin del Mudo, qué sucede en Italia o Gran Bretaña? Bueno, nosotros también tenemos un sistema de partidos donde todos postulan EXACTAMENTE lo mismo. Las personas no se sienten representadas. Y gana la apatía y la resignación.

Sin embargo, los pueblos, apenas aparece un líder o un partido que dice lo que ellos ya saben: que el país, las tradiciones, la familia, las costumbres, llevar comida a la mesa importan; saben que es eso es lo que estaban esperando.

Nosotros estamos hoy como cualquier europeo hace cuatro años atrás, como cualquier norteamericano en el 2015. Sintiendo que perdían el partido por goleada y que no tenían ni jugadores, ni coach ni plan de juego. Y en sólo cuatro años revirtieron parcialmente la situación.

Nosotros estamos a meses de tener que votar. Y, en mi opinión, parecen todos más o menos lo mismo. Por eso es instructivo ver cómo se disolvieron los partidos europeos. Y es muy interesante ver cómo se está conformado un nuevo partido en Gran Bretaña, "Brexit Party", que ganó una elección en sólo 45 días desde su fundación. Hay muchos temas de forma y de organización que podríamos aplicar acá. De eso nos ocuparemos en otro momento.

Hoy les presento una explicación de cómo de dominar la escena política de Escocia con mayorías absolutas, el laborismo escocés se deshizo en el aire. Me gustaría que vieran las similitudes con nuestros capos "democráticos" locales.

Los partidos políticos también mueren.

Si ellos pudieron buscar otra respuesta ¿por qué no nosotros?

Los dejo con Gerald Warner.

Hyspasia


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EL FINAL DEL PARTIDO LABORISTA ESCOCÉS
Introducir la "devolución" fue un suicidio

Por Gerald Warner



Con dos apparatchiks (*) del Laborismo Escocés - el jefe de campaña de las elecciones europeas y vocero en el tema Brexit, Neil Findlay, y el vocero del gabinete en las sombras Daniel Johnson - renunciando a las pocas horas uno del otro, la crisis de los partidos tradicionales tras las elecciones europeas de este 23 de mayo continúa cobrandose víctimas al norte de Inglaterra [Escocia], como en todo el resto del país. La renuncia de Findlay fue interpretada como un salto del globo aerostático en la esperanza de salvar de la caída y posterior incendio al líder del Partido Laborista Escocés, Richard Leonard

De los seis representantes en el Parlamento Europea que posee Escocia, tres asientos fueron ganados  el 23/05/19 por el Partido Nacional Escocés (separatista) con un 37% de los votos, un asiento fue obtenido por el Partido Brexit con el 15% quien salió segundo, y los otros dos asientos fueron para los Liberales Demócratas (13%) y los Conservadores (11%). El Laborismo perdió los dos asientos que tenía y ahora no posee representación en Estrasburgo. Uno de los derrotados fue David Martin, el parlamentario europeo con más antigüedad.

Esta barrida marca el resultado final de una trayectoria barranca abajo del Laborismo Escocés que viene a los tumbos desde que cometieron harakiri al introducir la "devolución" al final del SXX. Ésta es la liquidación de una cultura política que fue dominante en lo que en realidad fue un estado de partido único. Por más de cincuenta años la hegemonía laborista fue tan axiomática en Escocia que parecía una Unión Soviética de Tartanes (**). Su colapso tiene una resonancia del final del otro imperio socialista, en carácter si no en escala.



La cúspide de la hegemonía Laborista fue el reinado de Willie Ross como Secretario de Estado para Escocia, un puesto ocupado durante todo el mandato como primer ministro de Harold Wilson desde 1964 a 1976, con un interludio conservador de 1970 a 1974. Cuando Ross concurría a una reunión de Gabinete lo hacía en una capacidad diferente que cualquier otro ministro alrededor de la mesa.

Iba a Downing Street [sede del gobierno británico] como el Sátrapa de Escocia, consistentemente incorporando 40 parlamentarios al gobierno laborista, que siempre tenía mayorías escasas o lábiles, presentaba su lista de requerimiento que eran firmados y sellados automáticamente. No ponía a debate sus requerimientos, sólo anunciaba sus demandas que eran, infaltablemente, satisfechas.

El Laborismo Escocés era un sistema piramidal de patronazgo, como un sistema feudal concentrado, desde cada ministerio hacia abajo hasta llegar a cualquier guardia municipal. La mayoría de la población obrera vivía en casas grises con piedregullo, propiedad del municipio o, como símbolo del progreso al estilo de Ciaucescu, en monobloques pesadillezcos.

Los inquilinos (o en comodato) de las viviendas municipales no podían ni elegir el color de la puerta de entrada: la autoridad local - lo que quería decir los laboristas - decidían el color por ellos. El Laborismo Escocés tenía la mayor proporción de personas habitando viviendas propiedad del gobierno que cualquier otro país de Europa,  con excepción de Europa Oriental.

De hecho, el Laborismo Escocés presentaba considerables similitudes con la República Democrática de Alemania, excepto por la alegría espontánea. Poderosos comisarios en los comités de educación ponían como directores de escuela a personas de confianza del partido. La población, mantenida en la docilidad por los beneficios y sobornos, recurría al humor negro. Ejemplo: "el máximo lapso que la sobrina de un consejero había esperado por una vivienda municipal era una hora", o retruques cínicos como "Tenemos los mejores consejeros que el dinero puede comprar".

Cualquiera que quería saber cuán horrible podía ser una estructura partidaria, hubiera aprovechado una visita a Escocia en el mejor momento del régimen Laborista - una nomenklatura de acero. Desde principios de los '70, con el descubrimiento del petróleo en el Mar del Norte, el Partido Nacional Escocés pareció equipado, por primera vez, de un argumento económico para la independencia: "Es petróleo de Escocia". Esta competencia agregó la paranoia a otras característica desagradables que ya tenía el Laborismo Escocés. pero era mayormente injustificado.

En la elección general de octubre de 1974 el Partido Nacional Escocés ganó 11 asientos, pero luego, al final del SXX cayó a seis o menos. En 1997 los nacionalistas sacaron 6 lugares mientras el Laborismo, subidos a la ola Blair, ganaron 56 [para el Parlamento Británico]. La burbuja del petróleo  no duraría para siempre y el desafío del PNE fue exitosamente contenido. El Laborismo Escocés se preparaba para otro siglo de hegemonía. Pero el hubris intervino.

Donald Dewar insistió que el Parlamento Escocés debía ser establecido y que se debían "devolver" considerables poderes. Aún un neofílico (***) como Tony Blair dudó, pero Dewar lo persuadió a aceptar. Dewar tenía buena retórica pero nunca había tenido posiciones de gobierno excepto como autoridad del partido. Su ego finalmente resultó más poderoso que la cautela de los "anti-devolucionistas". El Laborismo Escocés se embarcó alegremente en un derrotero de autodestrucción.  Por eso Dewar fue llamado "El Padre de la Nación" cuando en realidad fue el Kerensky escocés.

Aunque George (ahora Lord) Robertson predijo que la devolución iba a "matar al nacionalismo de un piedrazo", el parlamento de Holyrood [Edimburgo] le dio al Partido Nacional Escocés el foro que necesitaba para expandir lo que era un grupo de separatistas que entraban en un taxi, en un viaje sin sentido hacia Westminster, en un partido de gobierno, que es en lo que se convirtió en el 2007. Y ha gobernado Escocia desde entones, ya sea con mayorías propias o en coalición con los delirantes de los verdes.

Al principio el electorado escocés tomó una idea de "pantalla dividida" entre Holyrood [Edimburgo] y Westminster [Londres] pero continuó enviando el contingente habitual de 40 representantes laboristas a la Cámara de los Comunes junto con media docena de nacionalistas. Eso cambió drásticamente en la elección del 2015, cuando post-referendum independentista cambió la atmósfera en Escocia y Westminster era dirigido por una coalición conservadora; ahí los escoceses mandaron 56 representantes del Partido Nacional Escocés, 1 laborista, 1 liberal-demócrata y 1 conservador. 

El equilibrio fue levemente restituido en el 2017 cuando el peso del PNE se redujo a 35 lugares, pero aún en ese momento el laborismo obtuvo sólo 7, en tercer lugar detrás de los conservadores. Era evidente que toda la política cultural del Laborismo Escocés estaba en pleno proceso de colapso y ya pasado todo punto posible de recuperación. Un diagnóstico hoy confirmado con la ausencia de representación en el Parlamento Europeo.

Cualquier vana esperanza de recuperación está siendo eliminada por la instintiva reacción del laborismo frente a la derrota. Un descerebrado grito "sauve qui peut" (****) de que el partido debe abrazar la política de permanecer en la UE y que se debe llamar a un segundo referendo por el Brexit ha producido una estampida fruto del pánico que lleva a la aniquilación electoral. Nadie del Laborismo Escocés se ha detenido a pensar. Tampoco son los momentos inmediatos posteriores a una derrota rotunda el mejor tiempo para diseñar una estrategia futura.

Los votantes laboristas que quieren que GB se quede en la UE han defeccionado al PNE o a los Liberales-Demócratas y no hay garantía de que vuelvan a un partido políticamente impotente de hacer que GB se quede en la UE. Por el otro lado, luego del referendo del Brexit un informe del Centro Nacional por los Estudios Sociales estableció que el 36% de los votantes laboristas, así como el 36% de los votantes del PNE votaron "irse de la UE (Brexit)". Es posible que la mayoría de esos votos (laboristas que votaron Brexit) se hayan quedado en el Laborismo luego que Corbyn (*****) presentara al partido como un soft Brexit. Pero es improbable que ahora se queden, no luego de que el Laborismo manifestara su abierta postura por quedarse en la UE. Tampoco los nacionalistas que votaron Brexit dejarán el PNE por el laborismo.

Todo esto deja al partido laborista como no-viable. ¿Y cómo se opondrá el laborismo a la demanda del PNE por un segundo referendo por la independencia de Escocia? Las ratas del Partido Laborista están en estampida hacia el borde del acantilado. Es otro momento Dewar/Kerensky.

Tanto en Escocia como en Inglaterra, mientras se revuelca en su agonía, el Laborismo se exhibe a sí mismo como un partido sin principio o dirección. Está dando tumbos hacia el tacho de basura de la historia.


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(*) Miembro del aparato del Partido Comunista. También se usa en sentido derogatoria para señalar a un oficial de alto rango de una organización política.
(**) Tartán: tela escocesa que identifica a cada clan.
(***) Alguien que ama todo lo que es novedoso.
(****) Sálvese quién pueda.
(*****) Jeremy Corbyn, líder del partido laborista de toda Gran Bretaña.


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Agradecemos la difusión del presente artículo:   

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