EL NUEVO TOTALITARISMO ROJO EN ESPAÑA
Nota original: https://latribunadelpaisvasco.com/art/12091/el-nuevo-totalitarismo-rojo
1) El nuevo totalitarismo rojo asoma sus pezuñas cuando, en aras de garantizar una presunta calma colectiva, sinónimo utilizado por las élites socialdemócratas para referirse a su tranquilidad, su estabilidad y su pervicencia, el entramado político-administrativo comienza a dictar con profusión todo tipo de leyes, normas y reglamentos tendentes a consolidar férreamente su gigantesco entramado partitocrático, multicultural, universalista, diversitario, irracional, demagógicamente tolerante y antioccidental. Cuanto más complejo, críptico y desconocido para los ciudadanos sea el nuevo cuerpo doctrinal de obligado cumplimiento, más fácil resultará acallar las críticas, silenciar a los heterodoxos, enmudecer a los discrepantes y encarcelar a quienes tratan de cuestionar el nuevo orden moral que buscan imponernos.
2) El totalitarismo rojo mana y se hace fuerte en el proceso de putrefacción generalizado que padece la libertad de expresión a manos de la corrección política, tanto en la mayoría de los medios de comunicación como en las relaciones entre los ciudadanos y de los ciudadanos con las instituciones. Bien entrado el siglo XXI, la laminación de la libertad de expresión se realiza con la limpieza quirúrgica de un bisturí colectivo que implica que, cada vez en mayor medida, existan una serie de verdades sagradas para el consenso socialdemócrata y la izquierda política occidental que solamente pueden cuestionarse poniendo en riesgo la seguridad personal, el prestigio profesional, la solvencia económica y la cordura intelectual del denunciante. Apuentes sobre algunas cuestiones que no pueden realizarse públicamente: denunciar en voz alta la ideología de género como una nueva y gigantesca trampa impositiva de la izquierda comunista; declarar que la existencia de un presunto cambio climático de origen antropogénico es un engaño colosal absolutamente acientíco y defendido por investigadores, organizaciones, empresas, medios de comunicación e instituciones que han encontrado en esta cuestión una herramienta magníca para dilapidar recursos públicos y obtener fácilmente premios, fondos, reconocimiento y prestigio; manifestar que el Islam también puede ser un movimiento político-religioso expansivo, conquistador y absolutamente incompatible con nuestras leyes democráticas, nuestras construcciones culturales y la tradición judeocristiana de nuestra civilización o constatar, por ejemplo, que la entrada de millones de inmigrantes ilegales en Europa implica indefectiblemente graves desafíos para la seguridad, para la cohesión institucional, para el mantenimiento de los recursos y para la estabilidad de nuestras sociedades.
3) El totalitarismo rojo surge a borbotones del encapsulamiento férreo de la libertad de expresión, pero se solidica y se hace fuerte y demoledor cuando consigue eliminar la libertad de pensamiento y la libertad de cátedra. Actualmente, la práctica totalidad de la educación pública obligatoria, en España pero también en los principales países de la UE, se encuentra devastada por programas de adoctrinamiento ético y político minuciosamente diseñados desde las instituciones y entusiastamente puestos en práctica por ejércitos de docentes-activistas convencidos de que enseñar a los niños consiste en transmitir a éstos todo tipo de proclamas “progresistas”, palabra contenedor que, en cualquier caso, siempre incluye un completo repertorio de los principales mandamientos del buen ciudadano socialdemócrata, comunista y de izquierdas.
Si esto ocurre en demasiados centros de enseñanza donde se educa a niños y adolescentes, no menos grave es lo que sucede en una gran mayoría de las instituciones universitarias occidentales, tanto públicas como privadas, donde ya no solamente se implantan a machamartillo los principios fundamentales dictados por el régimen políticamente correcto sino que, además, se censuran textos clásicos por “machistas”, se prohiben investigaciones experimentales que no sean lo suciente “diversas”, se manipulan obras artísticas, se vetan exposiciones, se acalla a determinados profesores y se elimina de raíz, violentamente si es preciso, el derecho básico de los docentes “conictivos” a participar en conferencias, congresos, encuentros profesionales o simposios internacionales. A lo largo de la historia, todos los proyectos totalitarios que en el mundo han sido, de Cuba a China, pasando por la antigua URSS o los inernos islamistas de Irán o Arabia Sudí, se han caracterizado por coincidir en un objetivo fundamental: convertir sus guarderías, escuelas, colegios y universidades en cotos cerrados donde inculcar, modelar y hacer crecer los principios básicos del movimiento tiránico en cuestión.
4) Para conquistar el presente, el totalitarismo rojo necesita manipular el pasado para adaptarlo a su imagen y semejanza, justicando así su propia existencia. La elaboración de detalladas y liberticidas leyes de Memoria Histórica es un síntoma evidente de cómo los nuevos comunistas de hoy, como los viejos estalinistas de ayer, tratan de manipular y de censurar la historia para falsear la actualidad y diseñar un futuro al gusto de sus ensoñaciones fanáticas. Paralelamente, se crea una “neolengua”, ya descrita magistralmente por George Orwell en su novela 1984, en la que determinadas palabras (“ultraderecha”, “discurso de odio”, “franquismo”, “inmovilismo”, “xenofobia”, “transfobia”, etc.) pierden su signicado tradicional para acabar convertidas en balas con las que disparar a los disidentes, con las que eliminar las voces discordantes de quienes tratan de cuestionar las verdades establecidas por el nuevo régimen.
5) El totalitarismo rojo del siglo XXI busca el surgimiento de un nuevo ser (trans) humano, distinto, sin sexo, sin pasado, sin raíces, sin patria, sin naturaleza, sin padres, sin madres, sin hijos, sin familia, sin estirpes, sin cultura y sin tradiciones. Para ello, los nuevos sátrapas requieren de hombres y mujeres vacíos, aleccionados en la oclocracia y la incultura, fácilmente manipulables y adaptables a las necesidades de los múltiples ingenieros políticos y sociales que, con paladas y paladas de dinero público, pretenden diseñar la nueva utopía vacua de la fraternidad universalista y de la armonía globalizadora, allí donde todos seremos iguales en le mediocridad, en la miseria y en la esclavitud.
6) Vivimos tiempos totalitarios que buscan un cambio civilizatorio y, por ello, en Occidente se estigmatiza y se encarcela a quienes se atreven a defender la superioridad ética de... Occidente. Habitamos momentos terribles en los que se abonan todo tipo de irredentismos e involucionismos secesionistas de izquierda y de extrema izquierda porque, si estos logran quebrar las naciones que alumbraron la gran civilización occidental, luego resultará mucho más sencillo dinamitar los valores políticos, sociales, culturales y religiosos que esta ha generado a lo largo de los siglos. Destrozado el contenedor, desaparece el tan odiado contenido.
7) Bajo el totalitarismo rojo, las sociedades abiertas se han convertido en regímenes cerrados y tenuemente totalitarios, con apariencia falsa de libertad y con democracias débiles, donde los derechos individuales y las libertades públicas se hallan absolutamente sometidos a muy concretas estrategias de poder de determinadas clases, colectivos y organizaciones. Las nuevas y exitosas castas diseñadas milimétricamente por la izquierda culturalmente triunfante se saben así legitimidas para imponer sus designios y caprichos, siempre generosamente subvencionados, al resto de los ciudadanos. 8) En gran parte de Europa occidental, y especialmente en España, la democracia se ha convertido en una partitocracia, y esta ha derivado en una férrea ortodoxia que ha dinamitado la meritocracia para convertir nuestras instituciones en guiñapos al servicio de los más oscuros e inconfesables intereses políticos e ideológicos. Todo con un único n: controlar todos los resortes y poderes del Estado para impedir cualquier posibilidad de discrepacia o desviación de los estándares impuestos por socialdemócratas y comunistas.
9) Que nadie se llame a engaño. Los suaves vientos totalitarios de hoy, arrastrados por un gigantesco movimiento ineptocrático e irracional que, en la mayor parte de los casos, y especialmente en España, ha colocado en los puestos de poder más relevantes a los hombres y mujeres más mediocres, incultos y fanatizados en las creencias y ocurrencias neo-comunistas e involucionistas, solamente pueden alumbrar un cercano porvenir cargado de duras tormentas políticas, de fuertes tornados económicos y de dramáticas convulsiones culturales y espirituales. Un futuro de lucha por la libertad. 10) En este sentido, intelectuales de talla internacional como Gilles Kepel, Ivan Rioufol, Pietro Citati, Eric Zemmour o Alain Finkielkraut, entre otros muchos, ya han advertido que nos encaminamos hacia un nuevo gran conicto en Europa, y quizás en otras regiones del mundo desarrollado. Ninguna gran cultura de las que han hecho avanzar la humanidad ha muerto sin luchar y la gran civilización occidental, que ha levantado el mundo que vemos a nuestro alrededor, no va a ser diferente. Ciñéndonos solamente al ámbito de la Unión Europea, hay ya demasiados territorios donde no llega, o lo hace muy difuminadamente, el peso de unos Estados presuntamente democráticos que cada se van haciendo más convulsos, más inanes y más inoperantes. De Cataluña a Molenbeek y de Marsella a Malmö, pasando por determinados lugares de Alemania o Gran Bretaña, nuestros países están dejando de serlo porque los derechos fundamentales ya no están en posesión de los ciudadanos que los conformamos sino en manos de múltiples comunidades perfectamente diferenciadas sobre cuyas demandas y exigencias permanentes, nunca saciadas del todo, las élites socialdemócratas, sean éstas de derechas o izquierdas, garantizan su supervivencia. El futuro se ennegrece porque los ciudadanos tenemos padres, madres, familias, estirpes, historia, tradiciones, costumbres y memoria, pero los nuevos protagonistas sobre los que el totalitarismo rojo desea levantar el futuro carecen de todo tipo de anclajes con nuestro pasado y con nuestro legado ético, cultural y espiritual. La tradición occidental, y los valores a ésta asociados, ya no sirve para sus intereses espurios y globalizadores. Y, por ello, el totalitarismo rojo ha decidido apagar la luz y decretar la oscuridad permanente porque, como bien sabemos, de noche todos los gatos son pardos, y en ella las víctimas pueden ser confundidas con los verdugos, los auténticos hombres libres son identicados como peligrosos extremistas, los terroristas y sus apologetas son vitoreados en los Parlamentos y los muchos herederos de Lenin y Stalin pueden ser considerados, otra vez, como los grandes libertadores del siglo XXI. Que nadie lo dude: nuestros ancestros vivieron tiempos duros que crearon personas fuertes; esos hombres y mujeres fuertes crearon buenos tiempos; y esos buenos tiempos han creado tipos infames excelentemente representados por ruinas morales como las que hoy dirigen las principales instituciones de Europa. No lo duden. Una patulea de semejante calibre solamente puede crear, nuevamente, tiempos duros. Muy duros.
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