MISIONES


Nada prosperará en la Argentina a menos que bajemos los impuestos.

Autora: Iris Speroni

Hace menos de un mes atrás el Gobernador de Misiones pidió al gobierno nacional una reducción de impuestos federales [nacionales] circunscripto a su provincia.

Es un plan audaz, inteligente y sensato.

No así nuevo. Desde esta columna hace tiempo que recomiendo la baja de impuestos como solución a cerca del 80% de nuestros males.

Propuesta:

- eliminar todo impuesto (nacional, provincial, municipal) sobre combustibles, energía eléctrica y gas.

- eliminar todo impuesto sobre los alimentos.

- eliminar impuestos al cheque, a los ingresos brutos y a los sellos.

- bajar IVA al 10% para el resto de los bienes.

- bajar el impuesto a las ganancias al 15%.

- eliminar derechos de exportación.

- eliminar el retraso del tipo de cambio.

Con todo esto el país crece en un año a tasas de dos dígitos y desaparece la desocupación.


La propuesta del Gobernador sí es extremadamente osada para la casta política, cuya única respuesta - excepto en este caso - a todos los problemas es subir impuestos. Como muestra tenemos el corriente año 2020 donde le subieron los impuestos ¡a los inquilinos!, unas de las poblaciones más vulnerables de la Argentina y ya planean dos subas de impuesto adicionales.

El Gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad y su ministro Safrán, sostienen, con razón, que los altos costos impositivos ponen a la provincia y a sus habitantes en desigualdad de condiciones respecto a los países limítrofes. 

Los vecinos cuentan con menor carga impositiva tanto para los consumidores como para las empresas, lo que genera una competencia desleal e incentiva a  la población a comprar sus bienes en Paraguay o en Brasil y a las empresas directamente a mudarse allí. Como si la diferencia de carga impositiva no fuera razón suficiente para dejar de lado a Misiones, ambos países limítrofes son estables macroeconómicamente (sin inflación y con tasas nominales de interés de un dígito anual), lo que ahonda aún más las diferencias.

Por lo tanto, el gobernador y su equipo llegaron a la conclusión, absolutamente sensata, que una baja impositiva redundará en un incremento en la actividad económica de la provincia, más empleo y mayor bienestar para sus habitantes.

Tienen razón. Todo eso sucederá si se bajan los impuestos.

Osadamente agrega que si se bajan las alícuotas (IVA, Ganancias, cargas sociales sobre salarios y aranceles a la importación mediante la creación de una zona franca) de los impuestos nacionales, probablemente la recaudación crezca en lugar de disminuir. Por supuesto, así será.

Como argumento adicional, el gobernador, solicita tener un régimen especial como el de Tierra del Fuego. 

Estoy en un todo de acuerdo con el gobernador: bajar los impuestos favorecerá la actividad económica de la provincia y menguará parcialmente el exilio económico de capital y personas a Paraguay y Brasil. Y la baja de alícuotas tendrá como resultado un aumento de la recaudación. Paradójico para los diputados y senadores nacionales actuales pero no para cualquiera que haya escuchado alguna vez la palabra “Tanzi”.

Digo “parcialmente” porque el problema macroeconómico subsistirá:

- la manipulación del tipo de cambio a la baja que frenará las exportaciones misioneras.

- la inflación galopante que destruye los precios relativos de la economía.

- las tasas de interés nominal de dos dígitos que succionan la rentabilidad de todas las pymes (y las grandes empresas también).

Con una macroeconomía inestable la desigualdad de condiciones persistirá. Es inevitable.

Pero la propuesta tiene varios problemas, que enunciaré. No porque no quiero que no salga adelante, por el contrario, ojalá se produzca la reducción impositiva para beneficio de los misioneros. Los problemas son de todo el país.

Una solución específica es para un problema específico. Un problema general afecta a todos nosotros y nadie se puede salvar solo. Eso es una ilusión.

Hay problemas de equidad. El alto costo impositivo afecta a Misiones. Entonces bajamos los impuestos. ¿Cómo afectará esto a los formoseños o a los correntinos una vez implementado? Irán a comprar leche a Misiones. En ese caso, ¿No deberían pedir a su vez una baja impositiva?

Y porque la baja de impuestos sólo en una provincia tendrá un efecto limitado para toda una suerte de bienes que provienen del resto del país y confluyen en Misiones.

Para que Misiones esté en igualdad con Paraguay, la baja impositiva debería ser para toda la Argentina, de tal forma que todos los bienes tengan 10% de IVA y que todas las empresas paguen 10% de ganancias y que nadie pague impuesto al cheque. Sólo ahí empezarán a pagar el queso y el fiambre o las heladeras igual que los paraguayos.

Nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. Nada prosperará en la Argentina a menos que bajemos los impuestos, lo que podrá permitir un alza general de actividad, pleno empleo y exportar.

Ahí resolveríamos los problemas ciertos que aquejan a los misioneros al mismo tiempo que los del resto de la población.

La comparación que el gobernador hace con Brasil y Paraguay es correcta y es el análisis - doloroso - que hay que hacer.

Ahora bien, los impuestos son el costo del estado sobre nosotros. Es lo que nos cuestan los políticos para darnos determinados bienes y servicios. Es el costo de la administración del estado.

De la misma forma que un misionero va a Paraguay a comprar mayonesa o una cubierta, de la misma forma una pyme se instala en Paraguay para comprar estado. Deja de comprar el estado argentino, se va, y compra el estado paraguayo. 

Porque los políticos argentinos son muy caros y brindan mal servicio de adminstración de los bienes públicos. Por la misma plata compro mejor estado en Paraguay. O mejor aún, compro mejor por menos plata.

El estado argentino costó todo el siglo XX un 25% del PBI. Los políticos (todos: radicales, peronistas, militares y esa rara cosa llamada la Alianza) se arreglaban para dar Defensa, Seguridad, Administrar Justicia, Salud y Educación con uno de cada cuatro pesos que los argentinos producíamos. Ahora nos piden uno de cada dos y no les alcanza para nada.

No sólo eso: en su infinito silopsismo (una manera afectada de decir que se miran el ombligo) deciden gastar dinero en uno u otra capricho y luego se dan cuenta que el dinero no les alcanza. Arman un ministerio de travestis y luego deciden aumentar los impuestos para pagarlo. Ahora quieren duplicar la cantidad de jueces, luego pensarán de dónde saldrá el dinero. Y todo así.

En lugar de hacer lo que hace todo hijo de vecino, ya sea un hogar o una empresa: ver cuánto dinero entra y luego pensar en qué gastarlo. Si uno vive en una pensión en Constitución y no tiene dinero para el alojamiento de la semana siguiente, no anda comprando un Mercedes Benz o un anillo de diamantes. Nuestros políticos, sí.

¿Algo sensato? La extrapolación de la propuesta del Gobernador de Misiones a la Nación. Bajar todos los impuestos, ver cuánto se recauda y luego decidir en qué se gasta.

* * *


Agradecemos la difusión del presente artículo:  

* * *

Notas:

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