CONFIADOS


Lo que planteo es que recuperemos ese don maravilloso que es el del pensamiento crítico.

Autor: @Betsiebook


En estos días marcados por el virus chino (Covid-19, para los despistados), vengo notando que se remarca en nosotros una actitud preocupante: dejamos que sin chistar nos arrojen sustancias desconocidas sobre el cuerpo, las manos, la cara, la ropa. Obviamente, se supone, queremos creer que se trata apenas de un poco de alcohol con agua, sin embargo… 

Es cierto, antes de eso naturalizamos que un completo extraño sin ninguna formación específica se nos acerque con un termómetro láser para tomarnos la temperatura. Pero seamos honestos, no es algo que tenga demasiado potencial para causar daño. Además de dar lugar a situaciones hilarantes como que el dichoso aparatito marque 34 o menos grados centígrados y a nadie le parezca necesario preguntarnos cómo es que seguimos hablando o chequear el funcionamiento del instrumento.

Ahora, la situación es bien diferente cuando tenemos que exponernos a ser rociados con soluciones cuya composición no sólo desconocemos sino que además suponemos que es inocua. 

En este sentido, al final somos nosotros quienes olvidamos aquello de no confiar en extraños. Independientemente de si la gestión de la pandemia es o no una gran obra de ingeniería social, de instauración de totalitarismos blandos que, cual distopía de Hollywood se nos presenta con la excusa de la salud, la asepsia y el “cuidado de la vida” entendida esta última apenas como una cuestión de mera biología. 

Estamos viviendo en los extremos del absurdo donde el gobierno hace anuncios para explicar que magnánimamente nos autoriza a hacer aquello que ya se está haciendo de hecho. Nos exigen salir a la calle cual bandidos enmascarados pero durante dos horas o más podemos tenerlo simplemente arriba de una mesa o en el bolsillo. ¿No es más lógico permitir que cada quién se cuide como mejor considere?

Sí, ya sé, me van a decir que bueno, no es tan así porque su abuelita Pirincha depende de que yo no salga a la calle y que si salgo lo haga con miedo y tapada hasta la coronilla. Bueno, el chantaje emocional, como cualquier herramienta de la que se abusa ya no tiene ningún efecto en una sociedad que está agotada.

Primero, habría que preguntarle a la abuelita Pirincha si quiere pasar lo que le queda de vida sola y aterrada. Después habría que preguntarle cómo quiere pasar su tiempo y con quién.

Retomando lo anterior, mucha gente cree en los supuestos expertos que confiesan sin ponerse colorados que de este virus no tienen ni idea, pero vamos viendo. Es obvio que no se tenga conocimiento sobre algo nuevo, es obvio que se avanza lentamente, no critico eso. Pero leerlos o escucharlos subidos al pony me agota. 

Si no tienen ni idea sean lo suficientemente humildes para hablar del “conocimiento hasta ahora” o admitir que sus suposiciones son sólo eso, hipótesis que van comprobando con nosotros como conejitos de indias.

He visto y leído gente que pretende tomarte examen sobre tu capacidad para interpretar un texto médico como si no hubiera una rectificación por cada supuestos estudio, como si no estuvieran haciendo políticas con apenas “a propósito de un caso”.

Y sin embargo, gente asustada prefiere no cuestionar porque “yo de eso no sé”, “porque el estudio viene de afuera”, “porque mirá lo que pasa en Europa”.

Podés no tener conocimiento específico y no renunciar a usar tu cerebro. El hecho de que un estudio venga de afuera no quiere decir que no tenga fallos o no esté permeado por la ideología de quien paga el estudio o el interés de quien lo financia. 

Ya vi lo que pasa en Europa, ¿ahora qué? Digo, puestos a asustarnos dame algo concreto. ¿Acaso es más conmovedor Europa que Perú? Si nos vamos a poner a evaluar muertos. ¿Acaso Suecia no mostró que había otras alternativas que el encierro de todos sin criterio? Ah, no tenía que mirar eso de Europa.

Sinceramente, no me gustan las teorías de conspiración, creo que son simplemente cómicas siendo imposible tomarlas en serio, sean las de club Bilderberg (o como se escriba), el complot masónico, los reptilianos o los clones de artistas que toman su lugar. Este rant no va por ahí. 

Lo que planteo es que recuperemos ese don maravilloso que es el del pensamiento crítico. Preguntemos qué hay en la botella con la que se nos acercan, cuestionemos por qué tenemos que estar todos encerrados por un virus que tiene una letalidad mínima. Leamos todo y leamos con una pizca de desconfianza. Sí, incluso esto que escribí.


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