EN TEORÍA

Es el sistema el que no funciona. 

Autora: Iris Speroni



Aclaración previa: se trata de un trabajo en estado crudo. Por la mitad. En elaboración. Por lo cual toda pregunta o repregunta que ayude a pensarlo es de mucha ayuda. Gracias. Como es un material al que le falta uno (o dos) golpes de horno, es innecesariamente largo. Pido disculpas.


El tema de hoy es teórico. 

Espero poder hacer el camino desde la teoría a la práctica. Llegar al precio de la comida, de la nafta o del Kwh.

Veremos si estoy a la altura.


Tiempo atrás, @reaxionario me recomendó la lectura de Unqualified Reservations. Eternamente agradecida. Gratis aquí y aquí o por 5 dólares aquí. Obra de Mencius Moldbug, pseudónimo de Curtis Yarvin.

Vamos a la parte teórica. Un país es gobernado por una élite. Necesariamente. Porque sólo unos pocos pueden decidir. Eso sucede en cualquier organización. Ejemplo: en una sociedad anónima hay una Asamblea (la totalidad de los propietarios), un Directorio (un puñado de personas toma las grandes decisiones y aprueba o desaprueba el accionar del sector ejecutivo de la empresa) y un Gerente General que decide el día a día, elabora planes generales que somete a la consideración del Directorio y es responsable administrativo y operativo de la compañía. Es un cono que va de 1) muchos a, 2) pocos a, 3) muy pocos y/o uno solo.

De igual manera ocurre con cualquier organización, que puede ser una fundación, un estudio de abogados, un club deportivo, una empresa con fines de lucro, un partido político o, ya dentro del estado, el ANSES, una escuela, un regimiento o la TVP. Todos hacen el recorrido 1, 2, 3.


Vamos a la política. 

Es la política la que decide el contenido de los manuales escolares; diseña el sistema de salud y sus prioridades (*); define el sistema de seguridad y de la administración de justicia; emite moneda y defiende (o no) su valor.

Nuestra Constitución es clara desde el principio, en el artículo 1: nuestro sistema es representativo. 

Por lo tanto, para influir en los aspectos donde el estado influye en nuestras vidas debemos estar representados en los órganos de gobierno que los diseñan.


Vamos a la teoría.

Tenemos un gobierno, cuyos lugares son ocupados por lo que yo denomino la “casta gobernante”. Su burocracia o poder formal: Presidente, senadores, jueces, gobernadores, intendentes, concejales, miembros de las legislaturas provinciales y los altos cargos de la burocracia (directores de PAMI, ANSES, Gendarmería, Migraciones, etc.). Son los que tienen a cargo la parte operativa de conducir al país y a la sociedad.



Luego existe la élite real. Tiene innumerables miembros con diverso tipo de relaciones entre sí: El secretario general de la CGT, autoridades de las distintas cámaras industriales, de la banca, de comercio, gerentes generales filiales locales de multinacionales significativas, el club de la obra pública, farmacéuticas, etc. Dentro del poder real de Argentina (no formal), están el CELS, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Amnistía Internacional branch Argentina, la Facultad de Derecho de la UBA, los medios de comunicación. Décadas atrás un poder real no formal eran las FFAA. Hoy en día cumplen su función burocrática (definida por la Constitución y las leyes) sin poder real.




Si la élite burocrática y la élite real se llevan bien, estamos en presencia de un sistema político estable. Actualmente, la Argentina, está en esa situación, donde coinciden ambas élites. Eso lo conforma como un sistema fuerte. Nuestros problemas, como miembros del común, radican, justamente, en la solidez de esta alianza y no en que ésta sea endeble, que no lo es.


Repito lo más importante de los últimos tres párrafos. El sistema que actualmente nos gobierna, con Fernández a la cabeza, es sólido, a pesar de los inconvenientes que atraviese (recesión, pandemia), porque ambas élites  - los que cubren lugares en el gobierno y los dueños de las cosas - aúnaron sus intereses.


Meritocracia

¿Cómo se integran las élites? Hay dos maneras: por herencia o por mérito. 

Se puede ingresar a cualquiera de las dos élites (burocrática o real) por mérito. ¿Qué significa “mérito”? Definición color de rosa (**): el más inteligente, el más estudioso, el más aplicado. 

No necesariamente. 

Hay otros méritos por los cuales una persona es elegida para ser postulado presidente de la nación o presidente de AySA o entrar en cuarto lugar en la lista de diputados nacionales por Santa Fe. El mérito puede ser succionar las medias a la persona correcta. O ser un leal servidor de tal o cual lobby, o ser el hombre/mujer de confianza de tal o cual grupo de poder (***).

El presidente Fernández es un claro caso de meritocracia. Él no heredó el puesto que tiene, ni la influencia en su organización. No es Santiago Cafiero. Está donde está por su propio mérito. Es el garante de una coalición. Es el garante de algunos empresarios ante los políticos. Por lo que su declaración en contra del mérito o es hipócrita o no entiende de qué se habla.


Viajemos un rato


EEUU. Siempre es más fácil ver las cosas en otros que en uno mismo.

El partido demócrata es la élite gobernante que mejor defiende los intereses del poder real de los EEUU. Los proveedores del estado, los sindicatos, las grandes industrias (muchas de las cuales sobreviven por multimillonarios subsidios estatales), la industria del software - Sillicon Valley, Seattle y otros -, los proveedores del Pentágono, los medios de comunicación masivos, la banca y los intermediarios financieros - Wall Street -, y la burocracia del deep state - confía en la eficiencia y lealtad de los políticos del Partido Demócrata. Se sienten cómodos, saben que son obedientes y leales, han hecho infinidad de negocios juntos. Hay miles de razones por las cuales el poder real prefiere al Partido Demócrata. Por eso pusieron 400 millones de dólares en la campaña electoral de Hilaria Clinton y un monto desconocido en el 2020.

Los ataques contra Trump son los que suceden en todo país cuando ambas élites (la que dirige la burocracia y el poder real) no coinciden. En Argentina hemos vivido muchos ejemplos de esos conflictos.

La otra parte: los perdedores

Sin embargo Trump ganó en el 2016 y (yo creo), ahora también. 

¿Por qué? 

Porque cuando la élite funcional (real) no tiene límites, termina perjudicando la vida diaria del hombre de a pie. 

En todos los tiempos y latitudes, en esos casos - cuando no hay nada que se pueda hacer -, la gente come bronca y sigue con su trabajo. ¿Por qué? Porque tiene en claro su realidad y no ve oportunidades de cambio. 

En el caso de EEUU se tradujo por décadas en desinterés en ir a votar, apatía general, desprecio a los políticos y bromas o maledicencia por lo bajo. La situación ideal para ambas élites (burocracia y real). 

Así el pueblo de EEUU absorbió el gigantesco impacto de la crisis financiera del 2008. Las élites, en una memorable jornada en la Cámara Baja, decidieron poner el peso de la debacle en los hombros de los trabajadores y liberar de culpa y cargo a Wall Street. Una de las grandes ejecutoras de esa proeza fue Pelosi. A partir de pocos meses después y lo que duró por años, esa decisión gubernamental se tradujo en una caída generalizada del nivel de vida de los norteamericanos. Baja de salarios, empobrecimiento general, alto desempleo, millones de habitantes bajo la línea de pobreza, etc., etc., etc. Mientras tanto los medios de comunicación (élite funcional = poder real) pintaban a Obama como si fuera San Martín, Güemes y Belgrano juntos. Obama, el miembro de la élite burocrática que garantizó que no hubiera un levantamiento de la población contra tanto abuso. Lo hizo y lo hizo muy bien.


Toda esa población derrotada en el 2008 votó a Trump en el 2016 y lo volvió a hacer menos de un mes atrás. Pero esos fenómenos, donde los perdedores de un sistema cuentan con algún tipo de válvula de escape, son escasos. Y nunca son espontáneos. Trump usufructó algunas disidencias dentro de la élite real y logró que algunos exponentes lo apoyaran en la aventura. Contó con la industria petrolera y con aquellos que se cansaron de las aventuras costosas de ISIS y de la “Primavera Árabe”. Con ese apoyo se ofreció como la voz de toda esa gente que ha sido ignorada por décadas y lo improbable se produjo: ganó momentáneamente, por cuatro años, el gobierno de una parte de la burocracia estatal.


Argentina

En Argentina hay perdedores del sistema. No están (estamos) organizados y no forman (formamos) parte de la élite gobernante (ni en su cara burocrática ni en la real). Nadie defiende sus (nuestros) intereses.

Es más, la élite está atenta a que los perdedores no se organicen políticamente. Vigilan que los comunes no obtengan porciones de poder. 

La élite se preocupa de controlar las organizaciones de los trabajadores fuera del sistema de trabajo formal (organizaciones “sociales”) (****). 

Los trabajadores formales están por un lado debilitados por la economía informal (a la que el presidente en sus discursos del 10-12-2019 y 01-03-2020 dijo que había que fortalecer, es decir, minar el poder del sindicalismo) y por el otro, con sus líderes cooptados.

Los productores rurales, que son un factor de la élite real, son atacados por el poder central. Fernández en los discursos citados les dijo que les iba a quitar más rentabilidad aún. Hace días denigró la producción de soja. No es casual. Los productores están identificados como un adversario hostil a la alianza élite burocrática-élite funcional. Es un sector que verdaderamente podría financiar y brindar personas de su seno para cubrir los puestos en la burocracia y ser un factor más dentro del poder real. Por lo tanto constituyen una amenaza al status quo. Es una amenaza que en la actualidad está totalmente desactivada pero que tiene el potencial de constituirse en un problema. Por esos siempre hay sobre ella factores disolventes.

Otro grupo perdedor está constituido por los servidores públicos (policía, FFAA, médicos y paramédicos, bomberos, etc.). Sufren magros sueldos, falta de presupuesto y maltrato general. 

El gran perdedor de todos los perdedores es la clase pasiva. Sin forma de exhibir o explotar su poder. A menos que alguien de alguno de los otros grupos tome su representación, están en una situación harto vulnerable. 


Talón de Aquiles

El sistema actual no funciona. El viernes 27-11-2020 el periodista Funes Ugarte, entrevistado por TV, sostuvo que no confía en los políticos porque la población está mal y no hay justificación para el crecimiento de la pobreza.

El Sr. Funes Ugarte tiene razón. 

Es el sistema el que no funciona. 

Y no es que no funciona porque la élite tiene problemas de disputa de poder (como otras veces) o porque no sabe qué camino tomar (como otras veces). El problema actual es que saben qué quieren y se llevan bien entre ellos. Por lo tanto es un sistema sólido y confiable (para ellos). Esto les permite un nivel de saqueo de la riqueza del país superior a la producción anual. Lo cual abre una cadena de consecuencias: el monto de saqueo no deja excedentes para reinvertir, => la falta de reinversión lleva a la falta de reposición de capital o la inversión de capital nuevo, => que a su vez provoca la caída del PBI. => Esto último redunda en una caída del nivel general de riqueza de la población.

Nuestro problema - como comunes - es que tenemos una élite que conoce el país, que sabe cómo manejarlo, y que tiene la totalidad de los resortes de poder.

El empobrecimiento constante de la población, tanto material (comida) como en bienes públicos (calidad de servicios públicos como seguridad, salud, educación, justicia) es consecuencia directa de que la Argentina está dominada por una élite absolutamente fuera de control. Son como un Dios del Olimpo prendido a una carrera demente.

Nuestro problema son ellos: la élite.

* * *

Agradecemos la difusión del presente artículo:  

* * *

PD:

Me voy totalmente del tema. El día miércoles 25 de noviembre falleció Diego Maradona. Estoy conmovida. Embargada de congoja.

Nosotros, los comunes, sabemos que jugamos contra dados cargados. Muy de vez en cuando, nos viene una mano ganadora. Harto infrecuente. Maradona es una rara coincidencia espacio temporal de una lotería genética excepcional, determinación, inteligencia y la existencia de clubes de fútbol que dejan germinar esos raros casos.

Ahora bien, nosotros, los argentinos, en nuestros 200 años, hemos sido inusualmente pródigos en jugar contra la banca y hacerla saltar. No lo hemos hecho una sola vez, en 1986. Lo hemos hecho una y otra vez desde 1806 y 1807 hasta hoy.

Aún así, somos punto y no banca.

Es por eso que estoy tan triste. Porque falleció un freak, un rara avis, un individuo único. Y me produce infinita tristeza ser testigo de la muerte de un fenómeno irreproducible.


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Notas:

(*) Voy a hacer un excursus con el tema salud. La élite que gobierna diseña el sistema de salud y las prioridades. Esto hace que una persona que tiene un taller de reparaciones de ventiladores en Moreno, deba ir a las cinco de la mañana a pedir turno y que - tal vez - lo atiendan, mientras se gastan millones de dólares en transplantes de órganos. No voy a entrar en el tema del aborto, excepto decir que le caben las mismas consideraciones que con los transplantes en cuanto al sistema de salud se refiere. Es la casta política la que decide que millones de argentinos no tengan diagnosticadas enfermedades cardiovasculares y si han sido diagnosticadas, no son debidamente tratadas. Es la élite que gobierna la que decide que millones de mujeres no se hagan el análisis de cuello de útero (Papanicolau) que podría prevenir cientos de muertes por cáncer. Miles de argentinos son diabéticos sin saberlo. En Argentina no sólo no hay estudios anuales de rutina sobre la población, sino que tampoco hay un sistema de detección temprana; todos se enteran cuando el individuo finalmente aparece por un hospital. Esto lleva a un gran gasto en medicina asistencial y casi nula política de medicina preventiva. En provincia de Buenos Aires los médicos están mal pagos, con frecuentes huelgas, lo que termina poniendo todo el peso de la asistencia en las guardias, cubiertas por profesionales peor pagos. El gobierno provincial recurre a médicos extranjeros, que pueden ser mejores, peores o tan profesionales como los nuestros, pero que ciertamente el estado argentino no supervisó su formación. Se los contrata pura y exclusivamente por cuestiones económicas. Es la visión de élite de nuestra casta política que quiere gastar lo menos posible en “estos negros de mierda”.

Al final, tenemos un sistema de salud al servicio de las farmacéuticas y de otros proveedores hospitalarios y ciertamente no al servicio de la población, porque los políticos encontraron la magia perfecta: robar con la compra de insumos sin brindar servicio. 

La explicación del interés del estado por los transplantes es claro. Por un lado compra de insumos millonarios y por otro porque los hospitales populares (como El Cruce) son los grandes proveedores de los órganos que se transplantan en clínicas privadas. Esto lo digo con solvencia ya que estudié las estadísticas de la agencia responsable (que son públicas) donde constan el origen y destino de los órganos. Cosecha en Florencio Varela, transplante en Austral o Alemán. Obviamente hay casos de transplantes a personas humildes, hablo de los números generales.

(**)

El abanderado de la escuela, cuando yo era chica. El capitán de la selección nacional de hockey sobre césped masculino. Son ejemplos de mérito inocente.

(***)

El senador Lousteau es un hombre inteligente y formado. Pero no está ahí por esas cualidades. No es por eso que desde hace más de una década su benefactor le sostiene la carrera política y lo auxilia en cada uno de sus pasos, a pesar de sus traspiés. No es por inteligente (que lo es) que fue nombrado presidente del BAPRO de jovencito. No es por eso que lo postularon como ministro de Economía de Cristian Fernández (y CF aceptó). No es por eso que no murió políticamente luego del desastre de la 125. No es por eso que le pagaron la campaña para intendente (¿fallida?), diputado y ahora senador. Es inteligente. Pero además es fiel a sus sponsors.

Otro ejemplo es el diputado por Tucumán, Pablo Yedlin, que siempre ha sido fiel y eficiente a los intereses de la industria farmacéutica.

Podemos tomar más de cien casos similares y ver que han demostrado una y otra vez sus méritos. Fidelidad a los lobbistas que financian sus campañas, lealtad a quienes son sus superiores políticos, respeto a las reglas básicas de la élite gobernante, que es “si se roba, repartir”.

(****)

Donde los líderes son representantes del estado/gobierno/burocracia hacia esta gente y no - tal como simulan serlo - representantes de las personas frente al poder central. Ejemplos: Grabois, Pérsico, etc. Son los designados por el poder burocrático (ministro de Acción Social) para monitorear y controlar a quienes no tienen trabajo en blanco. Los planes sociales cumplen la función de pacificadores del malestar y también de dividir a los trabajadores en dos grupos: formales e informales.



Lecturas Recomendadas

1. UNQUALIFIED RESERVATIONS

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3. REFLEXIONES SOBRE LA ÚLTIMA ELECCIÓN EN LOS EEUU

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