LA AGENDA VERDE ES EL GRAN RESETEO

Trump: El Acuerdo de París sobre el Cambio Climático no "está diseñado para salvar al medio ambiente. Está diseñado para matar a la economía"

Nota original: https://www.breitbart.com/europe/2020/11/24/the-green-agenda-is-the-great-reset/

@BreitbartLondon

Traducción Hyspasia


Uno de los pocos líderes que entendió esto es el Presidente Donald Trump.

El domingo advirtió en un video desde la Casa Blanca a la Cumbre del Grupo de los 20 que tiene por anfitrión a Arabia Saudita que el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático no "está diseñado para salvar al medio ambiente. Está diseñado para matar a la economía".

Es un comentario fundamentado en razones que he planteado numerosas veces antes (aquí, aquí y aquí).

Si los EEUU hubieran permanecido como uno de los signatarios, le habrían cedido una enorme ventaja competitiva a economías favorecidas como India y China; y todo esto por ningún propósito útil. Después de todo, como calculó hace tiempo Bjorn Lomborg, aún si la totalidad de los países cumplieran sus compromisos de reducción de emisión de carbono según el Acuerdo de París, en el mejor de los escenarios, se reduciría el calentamiento global, al final del SXXI, en 0,170 grados Celsius. Es una diferencia tan pequeña que es escasamente mensurable y ciertamente imperceptible - a un costo para la economía mundial de U$S 1.500.000.000.000 por año.

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Sin embargo Joe Biden - en el supuesto caso en que se convierta en presidente - ha prometido que arrastrará a los EEUU de vuelta al frívolo, destructivo y carísimo Acuerdo.

¿Por qué?

Uno puede hacerse la misma pregunta sobre las políticas recientemente anunciadas por el gobierno en nuestro propio país [Reino Unido]. Acá la administración "conservadora" de Boris Johnson ha decretado que el diésel será restringido - al igual que se prohibirá el uso de autos con motor a combustión de hidrocarburos deben prohibirse su circulación a partir del 2030- , como parte de un plan de 10 puntos para una "revolución industrial verde" incluyendo más campos eólicos, más "finanzas verdes" y más dinero gastado en transporte público y bicisendas, más "inversiones" en dudosas (y hasta el momento, altamente infructuosas) tecnologías como "captura de carbono".

¿Esto le parece a usted que son políticas "conservadoras"?

¿Usted cree que todos estos votantes de la "Pared Roja" de clase trabajadoras de los Midlands y en el Norte [de Inglaterra] que le dieron sus votos a los conservadores en el 2019, muchos de ellos por primera vez, lo hicieron con la esperanza de que Johnson haga subir el costo de sus facturas de calefacción o confiscar sus autos con motor a nafta y forzarlos a comprar autos eléctricos, autos que no pueden comprar por su alto costo respecto a sus ingresos?

¿Todas esta medidas suenan como una receta para un revivir económico - alza de impuestos, más subsidios gubernamentales - después de una recesión causada por el draconiano cierre por cuarentena del gobierno?

Si usted contestó "sí" a alguna de estas preguntas tengo un amplio abanico de puentes con competitivos precios que me gustaría venderle a usted.

Como Matt Ridley inteligentemente argumenta aquí, raramente se pueda encontrar una manera más efectiva para matar el futuro de una Gran Bretaña post-Brexit que implementando la "revolución verde" de Johnson.

Mi miedo es que el plan de 10 años prometido por Boris se lleve a cabo, dañe nuestra economía, arruine nuestros paisajes, y a mitad de camino hacia el 2030 venga un sistema de reactores a fusión que resulte barato, pequeño y seguro. La industria de la energía eólica offshore, en eso momento repleta de subsidios que le permiten hacer lobby con los políticos y periodistas más aún del lobby que hacen hoy en día, succionaran sus dientes y dirán "no, no, no - ignore a la gente que propone fusión. Nosotros estamos a punto de resolver el problema de la fiabilidad, y no se preocupe, algún día el costo bajará. ¡Lo prometemos!".

Boris, esta no es la manera de llegar a la tierra prometida, especialmente cuando el gobierno toma deuda por £ 300 mil millones por el Covid. El alto costo de la electricidad evitará que Gran Bretaña sea exitosa con el Brexit. Nos mandará a la quiebra en el corto plazo, nos hará menos competitivos en el largo plazo y no evitará las emisiones, de todas formas.

Así es.

Una teoría es que todo se debe a la influencia de la activista verde Carrie Symonds, a la sazón la actual novia de Boris, y su poderoso compañero en la Cámara de los Lores, Zac Goldsmith, y al Canciller del Ducado de Lancaster, Michael Gove, que ha sido memorablemente retratado el año pasado, junto con un puñado de eco-lunáticos miembros de la Cámara de los Comunes cuando se les caía la baba enfrente de la duende del Final de los Tiempos, Greta Thunberg.

Pero en realidad es mucho más siniestro - y más global que todo esto.

No ocurre sólo en EEUU y R.U. que se abraza la agenda verde. Pasa en toda Europa, y en Australia y Canadá.

En términos de salvar el medio ambiente no tiene sentido: ¿para qué uno va a erigir más ecocruces que seccionan pájaros y murciélagos si a usted le interesa la vida silvestre y la naturaleza?

En términos de entregar un mejor mundo para los votantes no tiene sentido tampoco: sólo significa más restricciones, más impuestos, cuentas de energía eléctrica más altas, menos viajes al exterior, menos libertad y así todo.

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Pero usted necesita entender que esta supuesta "crisis climática" de la que hemos escuchado hablar ad nauseam desde al menos 1992 en la Cumbre de Río ha sido sólo un pretexto para la clase de takeover globalista que actualmente está siendo conducido por nuestros gobiernos que trabajan codo a codo con el Foro Económico Mundial en el Gran Reseteo y en paralelo con la agenda 2030 de las Naciones Unidas (que fuera notoriamente actualizada de sue Agenda 21).

El calentamiento global producido por el hombre jamás ha sido una amenaza plausible (existiendo únicamente unos modelos en computados de proyecciones hechas por científicos activistas. ¿Y sabemos todos lo que eso es, no, Neil Ferguson?). Pero fue, por décadas, un pretexto a mano para concertar las acciones de los gobiernos en todo el mundo, bajo los auspicios de organizaciones como la ONU y sus varios satélites que organizaron cumbres climáticas, elevaron artificialmente los precios de la energía e incrementaron la reglamentación y regulación gubernamental, al mismo tiempo que enriquecían aún más a sus corporativos amigos bajo el pretexto de que lo hacían para "salvar" al planeta.

Pero ¿cuál es el objetivo último de los globalistas? ¿Y por qué los ambientalistas son parte central del plan?

Para saber esto último tendrán que esperar mi próximo artículo, cuando les cuente sobre la más extraordinaria y reveladora entrevista que hice a Patrick M. Wood, quien ha estado estudiando el fenómeno desde que comenzara a principio de los '70.

Es tan bizarro que suena como una fantasía distópica - como el Brave New World de Aldous Huxley.

Desafortuandamente, los lunáticos que apoyan el Gran Reseteo son muy serios. Tienen el dinero, tienen el poder y con un poco más de tiempo van a salirse con la suya...

A menos que, por supuesto, nos informemos y eduquemos en qué correrías andan y tomemos medidas preventivas antes de que sea muy tarde.

Manténgase conectado.

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Delingpole: The Green Agenda IS the Great Reset

The green agenda IS the Great Reset.

One of the few political leaders who gets this is President Donald Trump.

On Sunday he warned in a video statement from the White House to the Group of 20 summit hosted by Saudi Arabia that the Paris Climate Agreement was ‘not designed to save the environment. It was designed to kill the economy.’

This is fair comment for reasons I have outlined many times before (eg herehere and here).

If the U.S. had remained a signatory it would have ceded huge competitive advantage to favoured economies like India and China to no useful purpose. After all, as Bjorn Lomborg once calculated, even if every country in the world sticks to its carbon reduction targets agreed at Paris, the best-case scenario is that it might reduce global warming by the end of the century by 0.170 degrees C. This is a difference so small it will be barely measurable and certainly not noticeable – at a cost to the global economy of perhaps $1.5 trillion per year.

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Yet Joe Biden — in the event that he becomes president — has promised that he will drag the U.S. back into this frivolous, destructive, eye-waveringly expensive deal.

Why?

One might well ask the same question of the policies recently announced by the government in my own country,  the United Kingdom. Here Boris Johnson’s ‘Conservative’ administration has decreed that diesel- and petrol-powered cars must be phased out from 2030, as part of a 10-point plan for a ‘green industrial revolution‘ including more wind farms, more ‘green finance’, more money spent on public transport and cycle lanes, more ‘investment’ in dubious (and so far, highly unsuccessful) technologies like ‘Carbon Capture.’

Do these sound like ‘conservative’ policies to you?

Do you think all those working-class ‘Red Wall‘ voters in the Midlands and the North who lent their votes to the Conservatives in 2019, many for the first time, did so in the hope that Johnson would drive up their heating bills or confiscate their petrol cars and force them to buy electric ones they could never hope to afford?

Does this sound like a recipe for an economic revival — higher taxes, more government subsidies — after the slump caused by the government’s draconian lockdown policies?

If you answered ‘yes’ to any of these questions than I have a magnificent range of very competitively priced bridges I’d like to sell you.

As Matt Ridley cogently argues here, there could scarcely be a more effective way of killing Britain’s post-Brexit future than implementing Boris Johnson’s green revolution.

My fear is that we will carry out Boris’s promised 10-point plan, cripple our economy, ruin our seascapes and landscapes, and then half way through the 2030s along will come cheap, small, safe fusion reactors. The offshore wind industry, by then so stuffed with subsidies they can afford to lobby politicians and journalists even more than they do to today, will suck their teeth and say: “no, no, no – ignore the fusion crowd. We’re on the brink of solving the reliability issue, and don’t worry, the cost will come down eventually. Promise!”

Boris, this is not the way to the promised land, especially when the government is borrowing £300 billion because of covid. High-cost electricity will prevent the United Kingdom making a success of Brexit. It will bankrupt us in the short run, make us less competitive in the long run and not cut emissions much anyway.

Indeed. One theory has it that it’s all down to the influence of Boris’s green activist girlfriend Carrie Symonds, her worryingly powerful chum in the House of Lords Zac Goldsmith, and to Chancellor of the Duchy of Lancaster Michael Gove, who was memorably pictured last year with a bunch of fellow eco-loon MPs drooling over the Doom Goblin Greta Thunberg.

But it’s actually much more sinister – and global than that.

It’s not just in the U.S. and the UK that this embrace of the green agenda is taking place. It’s happening across Europe, and around the world from Australia to Canada.

In terms of saving the environment it makes no sense: why would you erect more bat-chomping, bird-slicing eco-crucifixes if you cared about wildlife and nature?

In terms of delivering a better world for voters it makes no sense either: it will just mean more restrictions, higher taxes, higher energy bills, less foreign travel, less freedom and so on.

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What you need to understand is that the supposed ‘climate crisis’ we’ve been hearing about ad nauseam since at least the 1992 Rio Earth Summit was really just a pretext for the kind of globalist takeover now being conducted by our governments in lockstep with the World Economic Forum’s The Great Reset and the United Nations’ parallel Agenda 2030 (an update of its notorious Agenda 21).

Man-made global warming was never a plausible threat (existing only in the computer modelled projections of parti-pris activist scientists. And we know all about them don’t we, Neil Ferguson?). But it was, for decades, a handy pretext for concerted action by governments all over the world, under the auspices of organisations like the UN and its various COP climate summits, artificially to raise energy prices and increase state rules and regulations, and enrich crony corporatists, under the pretence that it was being done to save the planet.

But what is these globalists’ ultimate goal? And why is environmentalism such a key part of their plan?

For this, you’ll have to wait for my next piece, when I tell you about the most extraordinary and revealing interview I conducted with Patrick M Wood, who has been studying this phenomenon since it began in the early Seventies.

It’s so bizarre that it sounds like a dystopian fantasy – like Aldous Huxley’s Brave New World.

Unfortunately, the crazies backing this Great Reset are all too serious. They’ve got the money, they’ve got the power and with just a bit more time they’re going to get their way…

Unless, of course, we inform ourselves what they’re up to and take preventive measures before it’s too late.

Watch this space.


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