Libertad y Propiedad
Libertad y Propiedad
Autora: Hyspasia
La Constitución Nacional de la República Argentina es un
programa económico, además de un modelo de vida.
Alberdi tiene en mente un ideal en el cual basa toda la construcción: los habitantes de la Nación deben ser hombres libres y esa libertad es el bien supremo a garantizar. Lo aclara al detalle en: “Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina” en 1852 y “Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina” en 1854. La libertad consiste en comprar y vender lo que deseen, incluido su trabajo.
Los trabajadores son seres libres que venden su trabajo.
En un país despoblado como era la Confederación Argentina, la mano de obra era un bien escaso y de buen precio. Hay registros de protestas patronales por el costo del jornal de estibador en el puerto de Buenos Aires a mediados del SXIX.
La libreta para los trabajadores tucumanos de la zafra tenía por objeto evitar la competencia entre patronales para no generar un efecto subasta que subiera el costo de la escasa mano de obra (Osvaldo Barsky, Historia del Agro Argentino, Buenos Aires, 2001, Ed. Sudamericana).
Si bien no todo resultó como Alberdi soñó, la Argentina se hizo grande y llegó a ser la décima economía del mundo, gracias a ser un país de propietarios.
No un país solamente con veinte familias con 40.000 has cada una, sino además un país que contaba con miles de familias propietarias de 300, 500 ó 1200 has cada una, tal como consta en el Registro de la Propiedad de la Provincia de Buenos Aires años 1900, 1920, 1940. Personas que vendían su arte o su profesión o su hora de trabajo a buen precio (al menos a mejor precio que lo que lo podía hacer en Europa).
Cientos de miles se convirtieron en propietarios: fábrica de ladrillos, maquinaria agrícola (sí, desde fines del SXIX), de pasta dentífrica y jabones, de sombreros, panaderías, almacenes de ramos generales, comercios minoristas, boticarios, zapateros, talabarteros.
Los historiadores “revisionistas” sostuvieron, enfáticamente, que la apertura del comercio con Inglaterra acabó con la industria nacional. Los datos no corroboran esa aseveración. Durante el SXIX cambiaron los bienes que se consumían y por lo tanto, los que se fabricaban. Pero no es cierto que no hubo industria argentina. Prueba de ello es la fábrica de sombreros en Ensenada, fundada en 1901, que llegó a ser la más grande de Latinoamérica. Exportaba sombreros a Europa, incluso a Gran Bretaña. Fábricas de diligencias nacionales y otros carruajes, de muebles, de comidas y bebida (como Bagley). La industrial metalmecánica le debe su génesis a los talleres de reparación del FFCC en Córdoba, la cual formó a trabajadores especializados, quienes luego se extendieron por todas las actividades.
En resumen, tener una propiedad que genere un ingreso, permite ser libre.
Tener un saber, permite ser libre.
La generalización de la educación, en particular la técnica a través de las escuelas técnicas, la Universidad Obrera (luego UTN) y las escuelas de oficios de las Fuerzas Armadas, dieron saberes para mejorar el sustento a miles de personas.
Libertad y Propiedad en Occidente
En las últimas décadas se ha dificultado ser propietario en Occidente. Esa es una de las razones detrás del voto a Trump. Decenas de miles de propietarios de comercios y talleres que ven que las reglas están hechas para sacarlos del mercado y para que todo quede en manos de pocos. Es sutil, no dicen: no puede haber ferreterías y todo lo comercializará “Walmart”. Empiezan a multiplicar obligaciones y formularios, les agregan impuestos que les reducen los márgenes de ganancias. Se fusionan los proveedores, de tal forma que en lugar de seis proveedores de destornilladores, pase a haber dos o tres. Las herramientas importadas lo son por los propios fabricantes, de tal forma de tener el mismo canal de comercialización.
Francia: De tener decenas de miles de fabricantes de quesos pasan a tres empresas que tienen el 70% del mercado y dejan a las familias y cooperativas de productores el mercado “gourmet” o los mercados familiares.
Argentina: Hace cuatro décadas atrás los colectiveros eran dueños de los colectivos y tenían un peón para que trabaje el segundo turno. Lo mismo sucedía con los taxistas. ¿Cuántas viudas criaron a sus familias con un quiosco? ¿Cuántos desocupados salieron adelante con un pequeño comercio o un taxi? El farmacéutico era un profesional que tenía un comercio. Ese mundo desapareció en los últimos años.
Pareciera que el mundo globalizado, no sólo cierra las fábricas para mudarlas a Brasil, Malasia o Pakistán, sino que los “fondos de inversión” se dedican a sacar del mercado al almacenero o al tachero o al quiosquero.
En el caso de los supermercados, cuando desembarcaron, prometieron tener mejores costos y que esa diferencia la transferirían al consumidor. No sucedió.
Acogotaron y mandaron a la quiebra a cientos de proveedores de tal forma que quedan dos o tres por rubro (Kraft, Nestlé, P&G, Unilever, J&J, Arcor, Mastellone, Sancor). Todo el resto fue eliminado del mercado o comprado.
Estos grandes fondos, además de tener dinero, necesitan, para poder convertirse o oligopsonios u oligopolios, prebendas del estado. Actualmente los supermercados manejan el 75% del comercio minorista de la ciudad de Buenos Aires. Eso es posible, porque los funcionarios inescrupulosos de la Secretaría de Comercio permiten fusiones y adquisiciones; y porque los funcionarios inescrupulosos de la ciudad les siguen otorgando habilitaciones. El gobierno del PRO duplicó las bocas de expendio de los supermercados. Siempre pensé que el gran culpable de los supermercados era Menem. Pues no, las cifras dicen que no.
Bocas de expendio de supermercados en la Ciudad de Buenos Aires. Fuente Anuario Estadístico de la Ciudad 2015:
Taxis. Las mandatarias tienen 400 unidades. Sobreexplotan a los peones lo que permite, por cada unidad, comprar una nueva en dos años. Una tasa de reproducción del capital única. La contracara es que tienen que encontrar gente que acepte ese nivel de explotación, en inmigrantes recién llegados, que cambian de trabajo a la primera oportunidad, o en escoria que busca ingresos alternativos en la venta de droga minorista y el proxenetismo. Durante la era K, los sindicalistas/políticos usaron el Leasing del Banco Nación para comprar unidades o recibieron créditos blandos.
Camiones: Aún hoy se ven viejos 1114 transportando la cosecha. El precio de oro de la soja no llegó al transportista, las cerealeras los usan de silos gratis teniéndolos días en la cola para descargar. Mientras tanto, con el dinero de las retenciones, en la era K, el gobierno les dio en leasing o créditos blandos a políticos y sindicalistas para que se armen su propia flota de camiones.
Igual facilidad obtuvieron las usinas lácteas. En lugar de que cada tambo tuviera su camión, o que una familia tuviera un camión y lo trabajara - vendiera su servicio a Mastellone -, no, le dieron la plata a Mastellone.
Por último, no olvidaré la pesca. La pesca artesanal está casi quebrada. Los cardúmenes fueron depredados por pesqueros españoles que no respetan las reglamentaciones y gobernadores que no las controlan. Un regalo de Felipe Solá.
El Estado se apropió del capital de decenas de miles de personas. Les quitó la oportunidad de ser dueños. De ser libres. Los argentinos debemos ser propietarios de nuestro comercio o camión o chacra o cosechadora o máquina de coser o de cualquier cosa que nos permita ganarnos el sustento.
Brindemos por eso.
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