BANANAS Y COCA-COLA

BANANAS Y COCA-COLA

Hay frases que uno escucha en la infancia y que adopta para toda la vida. Una de esas frases fue la de un pediatra amigo de la familia que allá por los '80 contaba la siguiente anécdota con visos teatrales y cierta indignación impostada.
Llega la mamá al consultorio y expone: - Doctor, el nene sólo come bananas y Coca Cola.
A lo cual él con una exhibición enorme de sentido común le pregunta: - Mami, ¿probaste dejar de comprar bananas y Coca Cola?
Esta frase viene a mi mente varias veces al año. La recuerdo cuando leo a bienpensantes, que crecieron al abrigo de un hogar con normas éticas y unos padres ocupados en su bienestar hablar de los planeros.
Recuerdo hasta el rostro de mi pediatra cuando los leo decirles “negros de mierda” y mi mente repite: - Papi, ¿probaste darles otra cosa que mierda?

Hace años que la sociedad argentina se empeña en demostrarle a los jóvenes que sólo existen tres salidas para sus vidas signadas por la miseria:
- la política,
- el delito o,
- un combo 2x1 de política lumpen, patoteros, piqueteros, mano de obra “pa’ lo que guste mandar, patroncito” (sólo que el patroncito pasó a ser el cacique comunal o el que tiene el sello de una orga que baja subsidios).

Sus padres estaban demasiado ocupados viendo cómo zafaban, cómo sobrevivir en un país donde el trabajo dejó de promoverse como herramienta de movilidad social.

La escuela estaba en otra, tratando de alcanzar la matrícula necesaria para que no cierren grados, aunque para ello tuviesen que hacer la vista con las faltas y las notas. Fue el “siga-siga” aplicado a la educación, con el lamentable resultado de egresados secundarios semi analfabetos que no manejan un vocabulario de más de 150/180 palabras.

Los criamos a bananas y Coca Cola y nos asombramos cuando “encima” pretenden comer otra cosa. Porque la paradoja más maravillosa es que ellos: ¡QUIEREN COMER OTRA COSA!


Comieron bananas porque no les quedó otra, porque como sociedad no les dimos opciones, sin embargo saben que hay algo más.
La búsqueda del máximo potencial.
Maximizar los resultados con los insumos existentes.
Budín de banana.



Aún los más fanatizados por la política de la última década, te piden con el mentón en alto y un tono desafiante que les digas que hay algo más que bananas.
Postre de banana con dulce de leche.

Tienen sueños, esperanzas, deseos como vos, yo o cualquiera, sólo que en su caso es un milagro que estén intactos porque la política invirtió MUCHO para asesinarle las esperanzas de futuro.

Banana  con dulce de leche.

Flan de banana.

Cada discurso, cada programa apuntó directo a matarles cualquier proyecto de futuro.

Eppur si muove...

Tengo el placer de trabajar con jóvenes desde hace años, los escucho, me río, me emociono cuando me cuentan sus logros y algunas veces también quiero correrlos dos cuadras seguidas a ojotazos. Me llena de esperanza saber que ¡la mayoría de ellos están hartos de las bananas!

El grupo de bananófilos sin retorno es menor al 10/15% de los jóvenes que he conocido en estos años.

Jóvenes que sólo necesitan un poco de acompañamiento y contención, eso que antes, en el pleistoceno argentino, te brindaba la familia y la escuela y que gracias al bombardeo sobre las dos instituciones pilares de una sociedad hoy buscan en cualquiera que se atreva a hablarles con la verdad.

Y vaya si te estudian para saber si les mentís…Son desconfiados porque así los hicimos a base de mentiras y promesas incumplidas.
Fueron tantas las veces que creyeron y los defraudamos que ahora te ponen a prueba hasta que...aflojan. Y cuando aflojan los ves transformarse, ves la potencia, el diamante que brilla debajo de la roca.

Desde Juan que me pidió consejo para poner su propio taller mecánico, pasando por Paula que corta el pelo a domicilio para pagarse los estudios, hasta María Elena de Ezeiza que limpia en un colegio y vino a capacitarse porque le ofrecieron un puesto de empleada de comercio para cuando termine el curso; todos y cada uno de ellos son una historia por escribir, una vida por vivir y metas por alcanzar.

Una de las historias que me marcó y aún hoy atesoro fue la de Karina, una joven de Lanús que allá por el 2013 hizo el curso de inserción laboral y quedó fascinada con las herramientas de comunicación y PNL [1] que trabajamos.

La última clase me preguntó dónde podía aprender más sobre PNL y me comprometí a enviarle el material completo de uno de mis cursos, videos y libros para que pudiese aprender más.

En el 2015 recibí un mensaje a mi celular, era Karina quién me explicaba que se había tomado el atrevimiento de buscar mi teléfono en los apuntes del curso que le había mandado, para contarme que un año después de nuestro encuentro había realizado un curso de Administración de Recursos Humanos y había entrado como auxiliar del área en una empresa.


Actualmente estudia la Licenciatura en RRHH en la universidad y quién sabe…en un tiempo me cuente que fue ascendida a coordinadora o gerente.

Cuando conocí a Karina estaba enojada. Le contábamos acerca de un mundo laboral al que nunca iba a poder acceder porque “nadie quiere empleados que vivan en zona roja” y menos sin experiencia, ¡y menos sin estudios!

La segunda jornada en que la ví creí que me iba a fulminar con la mirada cuando cansada de su autocompasión le dije: - Si pensás que todas las empresas quieren estudiantes universitarios, vamos a tener que hacer que vayas a la universidad.

Cuando me contó, esta vez por mail, que estaba estudiando en la universidad, se rió recordando aquella tarde y yo me emocioné como me emociono cada vez que alguno grita que está ¡harto de comer bananas!

Claro, para cualquiera que tuvo contención familiar, posibilidades económicas y sociales, para el que terminó el secundario y pudo elegir, la historia de Karina y de los miles de jóvenes que van por la vida pidiendo que les den una chance no reviste un valor diferencial. A ellos justamente les recuerdo que a Karina le enseñaron que el estudio es una mierda, tan mierda que no importaba si iba o no al colegio, total nadie tomaba lista, tan mierda que si no estudiaba nunca a fin de año la aprobaban igual porque estaba prohibido (por circular ministerial) que los alumnos repitan. Ella sabe lo que implica ser mujer en un país donde el ascenso social es ser la amante del dealer de turno (llamado “empresario” para evitar suspicacias),  o la manceba de un ex vicepresidente geronte. Una joven que logró romper con todos los mandatos sociales que le reservaban el rol de juventud NI-NI.

Sin embargo, allí está Karina, mostrando que los sueños y las esperanzas de millones de jóvenes están ahí, latentes. ¡Que la política, el sistema educativo, la falta de apoyo y el desprecio de algunos pueden anestesiarlos, pero jamás acabar con ellos!

* * *


Alumnos de escuelas técnicas reparan sillas de ruedas de PAMI.

  Alumnos roquenses construyen auto eléctrico Desafío ECO.

Alumnos salteños construyen auto eléctrico.

Alumnos de Río Negro construyen su auto eléctrico para Desafío ECO.

Alumnos correntinos construyen su auto eléctrico.

* * *
Notas:
[1] PNL: Programación Neurolengüística.

* * *

Nota del Editor: Inspirados en el texto de @PNLArg recordamos el texto de una canción de Alfredo Casero, "Cacho", Un canto al libre albedrío y al ansia de superarse.
Como el texto de @PNLArg.

* * *


LETRA 'CACHO'

Cacho pegó un buen camión,
es de un tano de San Justo,
Cacho empezó sin dormir,
ese día,
con envases a Bahía.

Me encanta este camión
es un Scania, al fin se me dio.
Después de caranchear oncecatorces
la taba de la vida de este lado se posó.
Cacho paró en Pringles viniendo de vuelta,
como hubo poco gasto le quedó una moneda.
Parrilla, un toque de tinto y las ganas
de ver el piringundín,
cerca de la Tacuarí,
por la tres,
a la altura de Atalaya.

Arrimando en el playón,
si hay camiones hay confianza.
Taqueó de atrás el semi,
taqueó de atrás el semi,
porque le quedó en bajada.

Y entró… Y la vio.
Tan frágil que pensó que era mentira,
como un dibujo que el diablo se olvidó;
como un alma castigada, que esperaba
la piedad de un hombre joven.
Y ahí nomás la manoteó.

La miró a los ojos, pidiéndole una seña
y ella mostraba sorda, su risa y su dolor.
Pero algo en el fondo estalló en mil pedazos
cuando se miraron y ella lo besó.

Y Cacho sintió, que el cielo se le abría,
sintió tanta ternura o algo le patinó.
La agarró de la mano
y cagándose a piñas
la sacó del tugurio
hasta que apareció...
un pelado con un treintaidós
y un viejo con una barreta
y dando la espalda al camión
lo colocó al del bufoso
se desquitó con el viejo
y se choreó la barreta.

 
Y Cacho toca el cielo con las manos.
Arrancó la pendeja de su vida.
Vuelve en tiempo y vacío
disfruta como un rey.
La maquinita. La maquinita.


Me encanta este camión,
es un Scania, al fin se me dió.
La taba de la vida de ese lado se posó.
Y si el corazón manda,
no manda la cabeza.
La suerte no existe
si no te movés por ella.
La vida te da todo si uno espera.
El que sabe tomar
la decisión exacta,
el que se la juega,
es el que se la lleva.

La piba ya le dió una beba,
se prende a la teta que es una ternera.
El tano lo tomó efectivo.
Tienen un dúplex en Piedrabuena.
y Cacho por fin
se compró un chivo,
se compró un chivo,
se compró un chivo.
  
* * *


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